miércoles, 11 de febrero de 2015

OPINIÓN PÚBLICA, VACÍO Y DISCREPANCIAS

OPINIÓN PÚBLICA, VACÍO Y DISCREPANCIAS


por Carlos Berro Madero
carlosberro24@gmail.com
La muerte del fiscal Nisman ha demostrado que cuando la opinión pública se “adormece”, la sociedad suele dividirse en grupos que discrepan sobre las evidencias de la realidad, lo que acentúa la confusión reinante.
Ante esta circunstancia y “como a la naturaleza le horripila el vacío, ese hueco que deja la fuerza AUSENTE de opinión pública se llena con la fuerza BRUTA y se adelanta ésta como sustituto de aquella” (Ortega y Gasset).
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Como consecuencia, muchos funcionarios oportunistas y serviles de “la causa” se posesionan del mando atropelladamente para manifestar en forma prepotente las conjeturas del poder. Son la fuerza bruta antedicha. Los hechos lo han confirmado invariablemente durante las dos presidencias de los Kirchner.
Sin una opinión pública francamente decidida a luchar por sus derechos, la convivencia de la sociedad se convierte lentamente en un caos y la vida cotidiana carece de organicidad. Se viven así “los tiempos en que se ama, se odia, se ansía y se repugna”, como dice Ortega.
“¿Acaso se cree que la soberanía de la opinión pública fue un invento hecho por el abogado Danton en 1789 o por Santo Tomás de Aquino en el siglo XIII? Así como en la física de Newton la gravitación es la fuerza que produce el movimiento, la opinión pública es la GRAVITACIÓN UNIVERSAL DE LA HISTORIA POLÍTICA” (siempre Ortega).
David Hume agrega que el tema de la historia consiste en demostrar cómo la soberanía de la opinión pública, lejos de ser una aspiración utópica, es lo que ha pesado siempre y a toda hora en las sociedades humanas, para que el Estado termine siendo el resultado de una situación de equilibrio que nace en la misma sociedad.
Cada vez que la misma ha dejado un vacío durante estos años pasados –por perplejidad transitoria o distracción-, el gobierno kirchnerista aprovechó para ocuparlo y sojuzgarnos con un repertorio de arbitrariedades con las que intentó “modelar” la realidad para que termináramos aceptando que su enrejado de conceptos autoritarios era, en cualquier caso, la mejor solución “posible” de cara al porvenir.
Esta es la causa de la severa postración que vivimos hoy. Con una Presidente que se mofa de aquellos a quienes desea “asociar” o acusa a los demás para enredarlos en sus tropelías. Confundiendo todo y poniendo más elefantes donde ya hay algunos, para que solo veamos la manada y huyamos despavoridos para no ser arrollados.
El kirchnerismo ha buscado paralizar nuestro intelecto, viendo la mejor manera de idiotizarnos con una agenda desquiciada SIEMPRE TARDÍA (esto es quizá lo más grave).
Utilizando ejemplos pueriles, que solo podrían aceptarse si estuviésemos asistiendo a una clase de instrucción primaria, nos ha puesto ante el frívolo espectáculo de funcionarios que gesticulan, brincan y mueven sus extremidades y sus escasas neuronas alrededor de teorías de la más espantosa vulgaridad.
Y como hombres vulgares, se niegan a reconocer instancias superiores a ellos, al igual que el gitano que se fue a confesar y cuando el cura comenzó por preguntarle si sabía los mandamientos de la ley de Dios, respondió: “Misté padre; yo loh iba a aprendé; pero he oído un runrún de que loh iban a quitá”.
¡Qué mandamientos pueden preocuparles a quienes cambian todos los días las leyes en beneficio propio! Un muerto más o menos, no es la cuestión. De lo que se trata para ellos es de hacerlos desaparecer.

¿Hasta cuándo?