¿TEXTOS OLVIDADOS, IGNORADOS O DESCONOCIDOS?
14
jul
Parece que Monseñor Williamson desconoce o tiene relegado en el cajón del olvido estos textos de Monseñor Lefebvre:
“Nos encontramos
verdaderamente frente a un dilema gravísimo, que creo no se planteó
jamás en la Iglesia: que quien está sentado en la Sede de Pedro
participe en cultos de falsos dioses; creo que esto no sucedió jamás en
toda la historia de la Iglesia. ¿Qué conclusión deberemos quizás sacar
dentro de algunos meses ante estos actos repetidos de comunión con
falsos cultos? No lo sé. Me lo pregunto. Pero es posible que estemos en
la obligación de creer que este Papa no es Papa. No quiero decirlo aún
de una manera solemne y formal, pero parece, sí, a primera vista, que es
imposible que un Papa sea hereje pública y formalmente”. (Sermón del domingo de Pascua del 30 de Marzo de 1986 en Ecône).
“Queridos amigos,
¡pudieron, durante las vacaciones, reflexionar sobre el sermón del
domingo de Pascua! (…). Entonces el problema se plantea. Primer
problema: la communicatio in sacris. Segundo problema: la cuestión de la
herejía. Tercer problema: ¿el Papa es aún Papa cuando es hereje? ¡Yo no
sé, no zanjo! Pero pueden plantearse la cuestión ustedes mismos. Pienso
que todo hombre juicioso debe plantearse la cuestión. No sé. Entonces,
ahora, ¿es urgente hablar de esto? Se puede no hablar, obviamente.
Podemos hablar entre nosotros, privadamente, en nuestras oficinas, en
nuestras conversaciones privadas, entre seminaristas, entre sacerdotes.
¿Es necesario hablar a los fieles? Muchos dicen: No, no habléis a los
fieles. Van a escandalizarse. Eso va a ser terrible, eso va a ir lejos.
Bien. Yo dije a los sacerdotes, en París, cuando los reuní, y luego a
vosotros mismos, ya os había hablado, les dije: creo que, muy
suavemente, es necesario, a pesar de todo, esclarecer un poco a los
fieles. No digo que sea necesario hacerlo brutalmente y lanzar eso como
condimento a los fieles para asustarlos. No. Pero pienso que, a pesar de
todo, es una cuestión precisamente de fe. Es necesario que los fieles
no pierdan la fe. Estamos encargamos de guardar la fe de los fieles, de
protegerla. Van a perder la fe… incluso nuestros tradicionalistas.
Incluso nuestros tradicionalistas no tendrán ya la fe en Nuestro Señor
Jesucristo. ¡Ya que esta fe se pierde! Se pierde en los sacerdotes, se
pierde en los obispos”. Y más adelante, ante el interrogante de crear un cisma, Mons. Lefebvre responde:
¿Pero quién hace cisma? ¡No soy yo! Para hacer cisma es necesario
dejar la Iglesia. Y dejar la Iglesia, es dejar la fe, en primer lugar.
¿Quién deja la fe de la Iglesia? La autoridad está al servicio de la fe.
Si ella abandona la fe, es ella quien hace cisma. Entonces no somos
nosotros quienes hacemos cisma”. (Conferencia Espiritual en Ecône del 15 de Abril de 1986).
Con estos dos textos se
tiene claro que la cuestión de la Sede Vacante se plantea en Monseñor
Lefebvre; y no es lo mismo en el 79 que en el 86, los mismos
acontecimientos lo llevan a manifestar más abiertamente su parecer.
¡Qué no diría hoy!
“Por supuesto se
podrá objetársenos: ¡Es necesario, obligatoriamente, salir de la Iglesia
visible para no perder al alma, salir de la sociedad de los fieles
unidos al Papa? No somos nosotros, sino los modernistas quienes salen de
la Iglesia. En cuanto a decir ‘salir de la Iglesia visible’, es
equivocarse asimilando Iglesia oficial a Iglesia visible. (…) ¿Salir,
por lo tanto, de la Iglesia Oficial? En cierta medida, sí, obviamente”.
(Fideliter n° 66 Nov.-Dic. de 1988).
“Son cosas que son
fáciles de decir. Ponerse dentro de la Iglesia, ¿Qué es lo que eso
quiere decir? En primer lugar, ¿De qué Iglesia se habla? Si es de la
Iglesia conciliar, sería necesario que nosotros, quienes luchamos contra
ella durante veinte años, porque queremos la Iglesia Católica,
volviésemos a entrar en esa Iglesia conciliar, para supuestamente
volverla católica. ¡Es una ilusión total! (…) Es increíble que se pueda
hablar de Iglesia visible en relación a la Iglesia conciliar y en
oposición con la Iglesia Católica que nosotros intentamos representar y
seguir (…) Obviamente estamos en contra de la Iglesia conciliar, que es
prácticamente cismática, incluso si no la aceptan. En la práctica es una
Iglesia virtualmente excomulgada, porque es una Iglesia modernista”. (Fideliter n° 70 Jul.-Ago., 1989).
El siguiente texto ha
sido fraudulentamente suprimido (en la edición argentina del libro
Itinerario Espiritual, Fundación San Pio X, Bs. As. 1991) por el P.
Guillermo Deviller, liberal como toda su familia y además hoy un
furibundo acuerdista: “Esta apostasía convierte a sus miembros en
adúlteros y cismáticos, opuestos a toda tradición, en ruptura con el
pasado de la Iglesia y, por lo tanto, con la Iglesia de hoy en la medida
en que permanece fiel a Nuestro Señor Jesucristo. Todo lo que sigue
siendo fiel a la verdadera Iglesia es objeto de persecuciones salvajes y
continuas”. (Itinéraire Spirituel, ed. Séminaire Saint Pie X, Econe 1990, p.70-71).
“La Iglesia, ha dejado de ser la Iglesia católica”. (La Misa Nueva, ed. Iction, Buenos Aires, 1983, p.97).
“Entonces nosotros
no somos de esa religión. No aceptamos esa nueva religión. Nosotros
somos de la religión de siempre, la religión católica, no somos de esta
religión universal como la llaman hoy en día. (…) No podemos aceptar
esas cosas. Es contrario a nuestra fe. Lo lamentamos infinitamente”. (La Iglesia Nueva, ed. Iction, Buenos Aires, 1983, p.106).
Y refiriéndose al Papa de esa época (Pablo VI) Mons. Lefebvre dice:“Y
como sucesor de Pedro, debe transmitirnos la fe de sus predecesores. En
la medida en que no nos transmite la fe de sus predecesores, ya no es
sucesor de Pedro entonces se convierte en una persona que se separa de
su cargo, que reniega de su cargo, que no cumple con su cargo”. (Ibídem p.177).
“En la medida que
el Papa se aleja de esta tradición, se volvería cismático, rompería con
la Iglesia. Los teólogos como San Belarmino, Cayetano, el Cardenal
Journet y muchos otros, han estudiado esta eventualidad. No es pues una
cosa inconcebible”. (Ibídem, p.124).
“Este concilio
representa, tanto a los ojos de las autoridades romanas, como a los
nuestros, una nueva Iglesia a la que por otra parte llaman ‘la Iglesia
conciliar’. Creemos poder afirmar, ateniéndonos a la crítica interna y
externa del Vaticano II, es decir, analizando los textos y estudiando
los pormenores de este concilio, que éste, al dar la espalda a la
tradición y al romper con la Iglesia del pasado, es un Concilio
cismático. Se juzga al árbol por sus frutos”. (Ibídem, p.124).
Claro está (dicho sea
de paso) que según Monseñorcito… hay ahora un árbol medio bueno y medio
malo, que da frutos medio buenos y frutos medio malos. ¡Eureka Eleison!
“Todos los que
cooperan en la aplicación de este trastrocamiento, aceptan y adhieren a
esta nueva ‘Iglesia Conciliar’ –como la designa Su Excelencia Mons.
Benelli, en la carta que me dirige en nombre del Santo Padre, el 25 de
Junio último–, entran en el cisma”. (Ibídem, p.125).
“La Verdad no nos
pertenece, no le pertenece más al Papa que a mí. Él es el servidor de la
Verdad como yo debo ser el servidor de la Verdad. Y si llegara a
suceder que el Papa no fuera ya servidor de la Verdad, ya no sería
Papa”. (Ibídem, p.150).
Basilio Méramo
Bogotá, 14 de Julio de 2015