Francisco, aborto, homosexualidad, Macri y otros avatares: dime con quién andas…
Ha
causado estupor en toda la prensa la frialdad con que Francisco recibió
al presidente de Argentina, Mauricio Macri, el sábado pasado, 27 de
febrero. En el ambiente de un encuentro diplomático, si bien puedan
existir diferencias, normalmente se abunda en cordialidad. Es de cultura
elemental… Pero, la verdad es que Francisco, con su peculiar estilo, se
ha podido permitir un encuentro donde no esboza la menor sonrisa al
mandatario rioplatense, y que, a ojos vistos, contrasta con la
amabilidad, afabilidad y cariño abundante con que recibió a Cristina
Kirchner –peronista declarada, por tanto cómplice del pensamiento social
bergogliano–, cuando estaba en ese mismo cargo, por no nombrar a otros
jefes de Estado como Evo Morales, José Mujica o Raúl Castro.
Dicen, algunos comentaristas, que la razón de esta actitud sería
demostrar el rechazo a posturas de Macri en relación al aborto que ya
vienen de antiguo. ¿Se habrá convertido, por lo tanto, Francisco en un
paladín pro-vida? No lo parece. Recientemente, elogiando a la abortista
italiana Emma Bonino, Francisco dijo que “debemos mirar las personas, y
lo que ellas hacen”, calificándola como “una de las mayores personas de
la Italia de hoy” (Corriere, 8 de febrero de 2016).[1]
Emma
Bonino, ella misma declara haber hecho más de 10.000 abortos sólo
durante 1975. Francisco la calificó como “una de las mayores personas de
la Italia de hoy”.
Mientras tanto, ha sido noticia en Argentina el hecho de Francisco
enviar un rosario a una líder indigenista sindical, detenida por “fraude
a la administración pública, asociación ilícita y extorsión” (La Nación, 1 de febrero de 2016),
pareciendo con ese gesto sumarse a los diferentes movimientos que
pretender ver en su detención una “criminalización de la protesta
social”, como el grupo abortista argentino “Católicas por el derecho a
decidir” que sale en defensa de la corrupta Milagro Sala (Comunicado, 26 de enero de 2016).
Milagro
Sala. Líder kirchnerista, abortista y defensora de la igualdad de
género. Encarcelada por fraude al Estado, asociación ilícita y
extorsión. Francisco le envío un rosario.
Esa tal Sala no se declara católica como Cristo enseña, sino “a mi
modo” escribe desde la cárcel en su facebook. Añadiendo con desparpajo
“creo en las tradiciones de nuestros abuelos. Siempre hicimos
ceremonias… invitamos a chamanes [brujos] … en el Templo de Kasasaya, en
Tiwanaku, que hemos construido en el barrio”. No para ahí: “Cuando
visitamos por primera vez al papa Francisco, le dije que estaba enojada
con la Iglesia… por todo lo malo que la Iglesia hizo… desde la
conquista… construyeron templos arriba de nuestros templos sagrados como
en el Cuzco” (Reflexiones desde la cárcel, 14 de febrero de 2016)
¿Se habrá olvidado Francisco de que esta mujer no es católica, sino
defensora de los sacrificios humanos realizados en los “templos
sagrados” superados por las iglesias católicas? ¿Porque le manda de
regalo un rosario? ¿Querrá revivir las hecatombes incas y aztecas, en
honra de Viracocha, Pacha Mama, Huitzilopochtli o Quetzalcoatl?
La organización fundada por Sala, llamada “Tupac Amaru” organiza,
entre otras actividades, el “Camión de la Mujer”, en el cual además de
la “conserjería” reproductiva, instala gratuitamente dispositivos
abortivos entre la población más desfavorecida (tupacamaru.org.ar).
Más: la organización de Sala defiende la “Diversidad sexual”. Así
organizaron un “Encuentro Nacional del Colectivo Lésbico, Gay, Travesti,
Transexual, Transgénero, Bisexual, Intersexual, Queer” en los barrios,
con desfiles de figuras imposibles de describir por un sacerdote
católico. Delante de esta impudicia, Sala declaró: “estamos muy felices”
por ver las 20 carrozas con personas alardeando su inmoralidad,
añadiendo que “no tiene que haber nada ni nadie que nos haga agachar la
cabeza” (tupacamaru.org.ar).
A esta mujer, Francisco le manda un rosario… ¡conmovedor! A Macri lo
desprecia… Un desprecio que nada tiene que ver con posiciones abortistas
de ese político. No queremos en nada defender muchos aspectos dignos de
nuestro rechazo en este presidente pero ¿por qué dos pesos y dos
medidas?
Cuando Francisco recibió al mencionado presidente de Uruguay, Mujica,
que despenalizó el aborto en aquel país, Lombardi contó que Francisco,
después de una audiencia de 45 minutos, estaba “muy contento por haberse
reunido con un hombre sabio” (La Nación, 1 de junio de 2013).
¿El “hombre sabio” para Francisco es aquel que despenaliza el aborto,
aprueba las uniones homosexuales y abre el camino a la legalización de
las drogas? ¿La “mujer sabia” es la que coloca gratuitamente
dispositivos abortivos en las mujeres pobres, además de promover toda
clase de conductas contrarias a la moral católica? Qué lejos está esa
“mujer sabia” de la cantada por el Espíritu Santo: “más valiosa que las
perlas” porque “produce el bien, no el mal, todos los días de su vida…
se viste de fuerza y de dignidad”. Es una mujer que “teme a Dios” (Prob.
31). Por el contrario Sala no teme a Dios, sino a los chamanes; no
produce el bien, sino que promueve la “diversidad de género” y prácticas
abortivas.
¿Esa mujer, como la abortista italiana Bonino, son las “mujeres
fuertes” que admira Francisco? ¿Mujica el abortista es “un hombre
sabio”? Mientras Macri, porque tiene posiciones políticas y económicas
contrarias al socialismo es despreciado… Comentaristas argentinos dicen
que es por las simpatías peronistas de Francisco, peronismo populista
combatido por el actual mandatario.
Un observador poco atento dirá: “Es que Macri no estaba con su
legítima esposa… sino con la tercera… como la samaritana…” Ridículo,
pues se comenta que, contrariando el protocolo vaticano que hasta la
semana pasada mandaba que las concubinas no fuera recibidas
públicamente, no tuvo empacho en recibir a la primera dama argentina
como si fuera la verdadera esposa del presidente… y ella, ¡curioso!, no
se avergonzó de dedicarle unas cuantas sonrisitas. No olvidemos, además,
que en México, recientemente, en un llamado “Encuentro con las
familias” Francisco saludó a cuatro representantes familiares: dos
verdaderas familias, una con 50 años de fidelidad; después recibió a
madre soltera quien voluntariamente declaro haber querido “fornicar en
la adolescencia, quedando embarazada en varias ocasiones a lo largo de
mi vida” (Aciprensa, 15 de febrero de 2016).
¿Podemos llamar eso de “familia cristiana”? Ni siquiera de “familia”
natural. No sabemos con cuántos hombres ella “fornicó”, con ninguno de
los cuales quiso establecer un matrimonio fundando una verdadera
familia. Después Francisco abrazó a una pareja de concubinarios que hace
16 años perseveran en el pecado, sin preocuparse con la situación de
los tres hijos habidos en el legítimo matrimonio de esa mujer; y los
cuales todavía proclamaron desvergonzadamente considerarse “un
matrimonio y familia donde el centro es Dios” (EWTN, 15 de febrero de 2016).
A Francisco nada de eso le preocupa. Ni el cinismo de los concubinos
que dicen tener “en el centro Dios” ni que Sala prefiera los chamanes a
la Virgen María.
No le ha preocupado la aprobación en Italia de una ley que permite
las uniones homosexuales, afirmando en el avión de vuelta de México: “yo
no recuerdo bien el documento de 2003 de la Congregación para la
Doctrina de la Fe. Pero un parlamentario católico debe votar según su
propia conciencia bien formada”. (Conferencia de Prensa, 17 de febrero de 2016). En realidad ese documento del que dice no acordarse bien, firmado por el entonces Prefecto de la Congregación, el cardenal Joseph Ratzinger,
afirma que es preocupante ver “países en los que ya se ha concedido o
se tiene la intención de conceder reconocimiento legal a las uniones
homosexuales, que, en algunos casos, incluye también la habilitación
para la adopción de hijos” y declara:
“En el caso de que en una Asamblea legislativa se proponga por primera vez un proyecto de ley a favor de la legalización de las uniones homosexuales, el parlamentario católico tiene el deber moral de expresar clara y públicamente su desacuerdo y votar contra el proyecto de ley. Conceder el sufragio del propio voto a un texto legislativo tan nocivo del bien común de la sociedad es un acto gravemente inmoral”. (Congregación para la Doctrina de la Fe, Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, 3 de junio de 2003. Joseph Card. Ratzinger, Prefecto)
Pero a Francisco eso le preocupa tan poco que ni se acordaba del documento.[2]
¿Cuál es la moral bergogliana? “Dime con quién andas y te diré quién eres” nos recuerda el refrán. [3]
Y no se diga que Jesús andaba con cobradores de impuestos y
prostitutas, porque es verdad, pero para hacerles cambiar de vida: “no
peques más” (Jn 8, 11), “tus pecados te son perdonados” porque “no has
dejado de besarme los pies” como signo de arrepentimiento (Lc 7, 48); y
al cobrador de impuesto le dijo “«sígueme», él se levantó y le siguió”
abandonando toda su vida pasada (Mt 9, 9). Cuando Cristo Jesús increpó a
los fariseos por su incredulidad afirmando que “los publicanos y las
rameras os precederán en el reino de los cielos”, no era por ser
publicanos o pecadoras, sino porque habiéndolo sido se habían
arrepentido ante la predicación de San Juan Bautista, mientras que a los
fariseos les decía “ni viéndolo, os arrepentisteis después” (Mt 21,
32). De la predicación bergogliana, de momento, no conocemos
conversiones notorias… ¡y eso que ha abierto las puertas de la
misericordia de par en par!
Todo indica que el gran problema es que Macri es, según el concepto
de Francisco, un grandísimo pecador porque su política económica no está
regida por los patrones socio-comunistas que están al orden del día en
América del Sur, sino que es lo que para él significa “la abominación de
la desolación”… ¡ni más ni menos que un neoliberal! Y por eso lo
desprecia públicamente. Mientras que se une a abortistas y comparsas sin
pedirles arrepentimiento.
Desde Roma para el Denzinger-Bergoglio
Notas del Denzinger-Bergoglio
[1]
Para Francisco, la Iglesia corre peligro de “perder la frescura y el
perfume del Evangelio” insistiendo en asuntos como aborto y
homosexualidad: http://denzingerbergoglio.com/aborto-homosexualismo/
[2] La conclusión de este documento es contundente:
CONCLUSIÓN
11. La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas
homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del
comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones
homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan,
favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia,
célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones
homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente
aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la
sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que
pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad.
El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en la
audiencia concedida al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de
la Fe, el 28 de marzo de 2003, ha aprobado las presentes
Consideraciones, decididas en la Sesión Ordinaria de la misma, y ha
ordenado su publicación.
Dado en Roma, en la sede de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, el 3 de junio de 2003, memoria
de San Carlos Lwanga y Compañeros, mártires.
Joseph Card. Ratzinger
Prefecto
Prefecto
Angelo Amato, S.D.B.
Arzobispo titular de Sila
Secretario
Arzobispo titular de Sila
Secretario
[3] En este sentido citamos dos importantes estudios del Denzinger-Bergoglio: