Publicado por Revista Cabildo Nº 116
Meses Febrero-Marzo de 2016-3era. Época
REVISTA CABILDO Nº116-
FEBRERO-MARZO 2016-
ECLESIALES-
Ernesto AL0NSO-
'Criterio" y los Sínodos de Obispos sobre la familia
¿Es usted "Faro" o "Antorcha''?
"CRITERIO" O LA SUTIL
"ADULTERACIÓN DEL CATOLICISMO"
PARA ser honesto y no llamar a nadie a engaño no voy a hablar de los Sínodos de los Obispos sobre la familia, ni de la IIIa Asamblea General Extraordinaria, de octubre del 2014, convocada bajo el lema "Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelizarían"; menos aún de la XIVa Asamblea General Ordinaria del Sínodo, que tuvo lugar en el mes de octubre pasado en Roma, sobre el tema "La vocación y la misión de ¡La familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo".
Un poco más modesto es mi propósito, y quisiera caracterizarlo como un comentario a "Los desafíos pastorales", artículo escrito por el Padre Antonio Spadaro, S.J. (Roma) en torno al Sínodo Extraordinario sobre la familia, y publicado por nuestra argentina revista "Criterio" en diciembre del 2014. ¡Hace un tiempo ya, es verdad! Sin embargo, y no obstante el año transcurrido, algunas lecciones intemporales sobre el uso de cierto lenguaje eclesial bien pueden registrarse y tenerse presentes.
Conviene recordar que el Padre Antonio Spadaro, S.J., -autor del artículo de marras- es el afamado director de la revista jesuíta "La Civiltá Cattólica" y que en esa condición entrevistara al Papa Francisco en octubre del 2013. Pues bien, Los desafíos pastorales es una versión sintética de una larga crónica redactada por nuestro autor como participante del Sínodo extraordinario.
La nota del Padre Spadaro es portada del número 2410 (diciembre de 2014) de "Criterio" que lo enuncia con el siguiente titular, Sínodo extraordinario sobre la familia. Amplitud de visiones, cambio de perspectivas y retos pastorales. Puede decirse que todo texto tiene un propósito retórico, en el sentido de persuadir a alguien de algo, e idealmente se dirige a tres públicos posibles. Un público adherente que estará de acuerdo con el contenido textual y para el cual el texto no hace sino convalidar una serie de actitudes previas. Un segundo público adversario que en principio no estaría de acuerdo con la propuesta temática y para el cual el texto no pretendería tanto cambiar actitudes previas sino más bien hostilizarlas, y, por último, un tercer público indiferente al contenido temático y que el texto, si está bien pensado y escrito, intentará persuadir y sumar a su causa. ¿A cuento de qué viene todo esto?
Sin ambages respondo. Con harta frecuencia, "Criterio" suele ubicarse en el espacio de un catolicismo culto de carácter progresista y de orientación innovadora, que preferirá invariablemente aquellos temas, enfoques, autores y colaboradores que representen precisamente el subtítulo de su titular de portada, amplitud de visiones y cambio de perspectivas. "Amplitud" significaría pluralismo, reconocimiento de diferencias (teológicas, pastorales y, por qué no, morales también) y "cambio de perspectivas" no sería sino dejar atrás o dejar de lado, las clásicas y ur tanto inmóviles perspectivas eclesiales en materia teológica, pastoral, etc. Desde luego que en el juego de más y de menos que implicar las actitudes de "amplitud" y de "cambio" no serán desdeñables reiteradas "aventurillas progresistas que permitan ofrecer a los inteligentes lectores de "Criterio" "sabrosos heterodoxias" bajo el ropaje de maduras visiones y de culta perspectivas.
LOS "MODELOS DIFERENTES DE IGLESIA"
Ocupándonos ya del texto, uno de los usos jesuíticos del lenguaje por parte del Padre Spadaro es e del término "modelo". "En el Sínodo emergió una Iglesia en busqueda y realmente «católica» (... emergieron también modelos diferentes de Iglesia y configuraciones culturales, por momento opuestas, según países y continentes de proveniencia" ("Criterio", 2410, XII/2014, página 19) Un poco más adelante nuestro autor escribe que "es necesario que la Iglesia en todos sus niveles se interrogue no solamente sobn una u otrá cuestión particular si no sobre el modelo eclesiológia que encarna, para comprender la tarea de la Iglesia en el mundo su relación con la historia. ¿Que imagen de Iglesia está proponiendo este pontificado?" (págs 21 y 22).
Estábamos seguros de que la fisica, la matemática y la astronomía por citar algunos ejemplos, eran disciplinas "modélicas", esto es, que articulan sus hipótesis, conceptos y teorías en sistemas más o menos variables y sujetos a verificaciones y probables cambios o reemplazos. El modelo físico "absolutista" de Newton dejó su lugar al modelo "relativista" de Einstein el día en que este modelo pudo explicar con más rigor un conjunto de fenómeno que aquel ya no pudo hacer. Por el contrario, es cuando menos inapropiado, o sencillamente abusivo, el empleo del término "modelo" para referirlo a la realidad profunda de la Iglesia. De hecho este abuso del lenguaje puede significar cualquier cosa, menos que sea la Unam, Sanctam, Catholicam et Apostolicam Ecclesiam.
Por de pronto la significación abusiva de Spadaro sugiere que la Iglesia de Cristo está sujeta a las variaciones temporales que dependen de cambios históricos y de variables configuraciones culturales, como el mismo autor dice expresamente. Y así, si en el pre-Concilio existió un "modelo" determinado de Iglesia -pre-conciliar, digamos para entendernos- es perfectamente legítimo y necesario que ahora exista otro "modelo" igualmente válido de Iglesia. El modelo está determinado por la ecuación "tiempo histórico" y "configuración cultural". De allí la preocupación del Padre Spadaro en el sentido de que la Iglesia no se afane tanto por cuestiones doctrinales (sean teológicas, escriturísticas, morales, o lo que fuere) sino que concentre su atención en el modelo eclesiológico que reviste.
Por lo demás, la categoría que el Padre Spadaro suele aparejar a la Iglesia no es aquella de "salvación" sino la de "relación con la historia". La hermenéutica de Spadaro parece privilegiar un criterio sociologista, o peor aún una suerte de metódica psicológico-social, antes que el mismísimo misterio de salvación que la Esposa de Cristo ha de representar para hombres y pueblos. Y si no, ¿a qué viene esa ridicula pregunta sobre la imagen de Iglesia que propone este pontificado? Como si lo esencial consistienieblas este eclesial faro y las bestias negras del tradicionalismo, del constantinismo, del conservadurismo, del integrismo y del fundamentalismo que suelen acompañarlo.
La Iglesia "antorcha", por el contrario, está revestida con los magníficos oropeles del "caminar" y el "acompañar en el camino donde están los hombres"; "iluminar" desde cerca sin enceguecer y, sobre todo, compartir "la experiencia del pueblo". Este juego dilematico del Padre Spadaro obliga insidiosamente a una elección, fuerza una toma de posición entre una u otra alternativa pero sugiriendo que sólo una de ellas será una buena elección mientras que desafortunada será la otra.
Indagando el propósito último de la metáfora del faro y de la antorcha no dejé de recordar las breves pero precisas enseñanzas del P. Alfredo Sáenz, S.J., en aquel viejo aunque imperecedero ensayo, "Tres falsos dilemas", esto es, "abierto" o "cerrado"; "preconciliar" o "postconciliar"; "conservador" o "progresista". En dichos tres binomios el Padre Sáenz se ocupa de desenmascarar el sofisma que los sostiene advirtiendo que ninguna de tales disyuntivas hace a la esencia del Cristianismo. "El uso frecuente de esta viciada nomenclatura ha tenido un efecto devastador -escribe el Padre Sáenz- el introducir la dialéctica en el seno de la Iglesia (...) Son etiquetas peligrosas que obligan a veces a tomar falso partido. El único Nombre sea Jesucristo y la fidelidad a la Iglesia de siempre. Esto es lo esencial. Lo demás son falacias" ("Tres falsos dilemas", Ediciones Mikael, 1978, págs. 84 y 85).
A los tres falsos dilemas descriptos por el Padre Sáenz, no será ocioso añadir este cuarto sofisma que viene de la mano del uso abusivo del lenguaje religioso. Estimado lector, Usted no debe elegir entre una u otra Iglesia; Usted pertenece a la Única Iglesia de Jesucristo que tiene su Palabra esencial y reveladora en Pentecostés y no en la Babel de lenguas de los modernos modelos eclesiológicos. •
La nota del Padre Spadaro es portada del número 2410 (diciembre de 2014) de "Criterio" que lo enuncia con el siguiente titular, Sínodo extraordinario sobre la familia. Amplitud de visiones, cambio de perspectivas y retos pastorales. Puede decirse que todo texto tiene un propósito retórico, en el sentido de persuadir a alguien de algo, e idealmente se dirige a tres públicos posibles. Un público adherente que estará de acuerdo con el contenido textual y para el cual el texto no hace sino convalidar una serie de actitudes previas. Un segundo público adversario que en principio no estaría de acuerdo con la propuesta temática y para el cual el texto no pretendería tanto cambiar actitudes previas sino más bien hostilizarlas, y, por último, un tercer público indiferente al contenido temático y que el texto, si está bien pensado y escrito, intentará persuadir y sumar a su causa. ¿A cuento de qué viene todo esto?
Sin ambages respondo. Con harta frecuencia, "Criterio" suele ubicarse en el espacio de un catolicismo culto de carácter progresista y de orientación innovadora, que preferirá invariablemente aquellos temas, enfoques, autores y colaboradores que representen precisamente el subtítulo de su titular de portada, amplitud de visiones y cambio de perspectivas. "Amplitud" significaría pluralismo, reconocimiento de diferencias (teológicas, pastorales y, por qué no, morales también) y "cambio de perspectivas" no sería sino dejar atrás o dejar de lado, las clásicas y ur tanto inmóviles perspectivas eclesiales en materia teológica, pastoral, etc. Desde luego que en el juego de más y de menos que implicar las actitudes de "amplitud" y de "cambio" no serán desdeñables reiteradas "aventurillas progresistas que permitan ofrecer a los inteligentes lectores de "Criterio" "sabrosos heterodoxias" bajo el ropaje de maduras visiones y de culta perspectivas.
LOS "MODELOS DIFERENTES DE IGLESIA"
Ocupándonos ya del texto, uno de los usos jesuíticos del lenguaje por parte del Padre Spadaro es e del término "modelo". "En el Sínodo emergió una Iglesia en busqueda y realmente «católica» (... emergieron también modelos diferentes de Iglesia y configuraciones culturales, por momento opuestas, según países y continentes de proveniencia" ("Criterio", 2410, XII/2014, página 19) Un poco más adelante nuestro autor escribe que "es necesario que la Iglesia en todos sus niveles se interrogue no solamente sobn una u otrá cuestión particular si no sobre el modelo eclesiológia que encarna, para comprender la tarea de la Iglesia en el mundo su relación con la historia. ¿Que imagen de Iglesia está proponiendo este pontificado?" (págs 21 y 22).
Estábamos seguros de que la fisica, la matemática y la astronomía por citar algunos ejemplos, eran disciplinas "modélicas", esto es, que articulan sus hipótesis, conceptos y teorías en sistemas más o menos variables y sujetos a verificaciones y probables cambios o reemplazos. El modelo físico "absolutista" de Newton dejó su lugar al modelo "relativista" de Einstein el día en que este modelo pudo explicar con más rigor un conjunto de fenómeno que aquel ya no pudo hacer. Por el contrario, es cuando menos inapropiado, o sencillamente abusivo, el empleo del término "modelo" para referirlo a la realidad profunda de la Iglesia. De hecho este abuso del lenguaje puede significar cualquier cosa, menos que sea la Unam, Sanctam, Catholicam et Apostolicam Ecclesiam.
Por de pronto la significación abusiva de Spadaro sugiere que la Iglesia de Cristo está sujeta a las variaciones temporales que dependen de cambios históricos y de variables configuraciones culturales, como el mismo autor dice expresamente. Y así, si en el pre-Concilio existió un "modelo" determinado de Iglesia -pre-conciliar, digamos para entendernos- es perfectamente legítimo y necesario que ahora exista otro "modelo" igualmente válido de Iglesia. El modelo está determinado por la ecuación "tiempo histórico" y "configuración cultural". De allí la preocupación del Padre Spadaro en el sentido de que la Iglesia no se afane tanto por cuestiones doctrinales (sean teológicas, escriturísticas, morales, o lo que fuere) sino que concentre su atención en el modelo eclesiológico que reviste.
Por lo demás, la categoría que el Padre Spadaro suele aparejar a la Iglesia no es aquella de "salvación" sino la de "relación con la historia". La hermenéutica de Spadaro parece privilegiar un criterio sociologista, o peor aún una suerte de metódica psicológico-social, antes que el mismísimo misterio de salvación que la Esposa de Cristo ha de representar para hombres y pueblos. Y si no, ¿a qué viene esa ridicula pregunta sobre la imagen de Iglesia que propone este pontificado? Como si lo esencial consistienieblas este eclesial faro y las bestias negras del tradicionalismo, del constantinismo, del conservadurismo, del integrismo y del fundamentalismo que suelen acompañarlo.
La Iglesia "antorcha", por el contrario, está revestida con los magníficos oropeles del "caminar" y el "acompañar en el camino donde están los hombres"; "iluminar" desde cerca sin enceguecer y, sobre todo, compartir "la experiencia del pueblo". Este juego dilematico del Padre Spadaro obliga insidiosamente a una elección, fuerza una toma de posición entre una u otra alternativa pero sugiriendo que sólo una de ellas será una buena elección mientras que desafortunada será la otra.
Indagando el propósito último de la metáfora del faro y de la antorcha no dejé de recordar las breves pero precisas enseñanzas del P. Alfredo Sáenz, S.J., en aquel viejo aunque imperecedero ensayo, "Tres falsos dilemas", esto es, "abierto" o "cerrado"; "preconciliar" o "postconciliar"; "conservador" o "progresista". En dichos tres binomios el Padre Sáenz se ocupa de desenmascarar el sofisma que los sostiene advirtiendo que ninguna de tales disyuntivas hace a la esencia del Cristianismo. "El uso frecuente de esta viciada nomenclatura ha tenido un efecto devastador -escribe el Padre Sáenz- el introducir la dialéctica en el seno de la Iglesia (...) Son etiquetas peligrosas que obligan a veces a tomar falso partido. El único Nombre sea Jesucristo y la fidelidad a la Iglesia de siempre. Esto es lo esencial. Lo demás son falacias" ("Tres falsos dilemas", Ediciones Mikael, 1978, págs. 84 y 85).
A los tres falsos dilemas descriptos por el Padre Sáenz, no será ocioso añadir este cuarto sofisma que viene de la mano del uso abusivo del lenguaje religioso. Estimado lector, Usted no debe elegir entre una u otra Iglesia; Usted pertenece a la Única Iglesia de Jesucristo que tiene su Palabra esencial y reveladora en Pentecostés y no en la Babel de lenguas de los modernos modelos eclesiológicos. •