Publicado por Revista Cabildo Nº39
Mes de Septiembre de 2004-3era.Época
REVISTA CABILDO Nº39-
SEPTIEMBRE 2004
MIRANDO PASAR LOS HECHOS
por Víctor Eduardo ORDÓÑEZ
MALAS PERSONAS
BAJAN LAS ENCUESTAS
NO somos aficionados a las encuestas ni a las indagaciones de opinión, en realidad desconfiamos de esos artilugios psicosociales no sólo porque carecen del debido fundamento científico sino porque suelen decir lo que el que las encargó (y pagó) necesita que digan. No obstante y con las reservas del caso nos referiremos a una investigación que acaba de llevar a cabo la empresa Latinobarómetro en la América que habla español y que cree en Dios; sus conclusiones no son alentadoras para los políticos de la región porque indican que el apoyo a la democracia -entiéndase lo que se quiera por el término pero debe referirse a ese sistema tramposo que se practica hieráticamente en nuestros países- cayó un 9% en promedio mientras no se alteró durante la época de implantación y desarrollo del régimen partidocrático entre nosotros. Lo que no es poco y sí alentador en cuanto insinúa un principio de reacción o, por lo menos, de cansancio en las sociedades al sur del rio Grande. Kirchner, como no podía ser de otro modo, también vio descender el consenso que venía alegando desde que inició su gobierno.
SEPTIEMBRE 2004
MIRANDO PASAR LOS HECHOS
por Víctor Eduardo ORDÓÑEZ
MALAS PERSONAS
BAJAN LAS ENCUESTAS
NO somos aficionados a las encuestas ni a las indagaciones de opinión, en realidad desconfiamos de esos artilugios psicosociales no sólo porque carecen del debido fundamento científico sino porque suelen decir lo que el que las encargó (y pagó) necesita que digan. No obstante y con las reservas del caso nos referiremos a una investigación que acaba de llevar a cabo la empresa Latinobarómetro en la América que habla español y que cree en Dios; sus conclusiones no son alentadoras para los políticos de la región porque indican que el apoyo a la democracia -entiéndase lo que se quiera por el término pero debe referirse a ese sistema tramposo que se practica hieráticamente en nuestros países- cayó un 9% en promedio mientras no se alteró durante la época de implantación y desarrollo del régimen partidocrático entre nosotros. Lo que no es poco y sí alentador en cuanto insinúa un principio de reacción o, por lo menos, de cansancio en las sociedades al sur del rio Grande. Kirchner, como no podía ser de otro modo, también vio descender el consenso que venía alegando desde que inició su gobierno.
Un dato nada menor es el que la caída de la valoración de la democracia en la Argentina se acentuó en ocasión de la desposesión de sus dineros a millones de pequeños y medianos ahorristas en ocasión del "corralito", esa magnífica pieza de trituración implementada por ortodoxa satisfacción por el liberalismo económico que nos trajo Martínez de Hoz y que reavivó hasta el paroxismo Menem. Esta señal puede ser interpretada de varias maneras (como que a la burguesía le preocupa que le toquen sus dineros lo que no deja de ser legítimo y comprensible) pero la más obvia es que se preocupa por si intereses concretos y no tanto por las paparruchadas que le llueve desde arriba y desde los medie en forma tan sistemática com dogmática. Es esto lo que nuestros demócratas no pueden o no quieren conocer ni reconocer; gobierno tiene que estar al servició del bien común que es lo que le da legitimidad por encima incluso de su origen y procedencia. La democracia entonces, no puede ponerse como una religión revelada fuera de todo juicio, ni por encima de toda crítica.
LA C.G.T.
El aparato político -por buen o malas razones pero en todo caso como una consecuencia inevitable, porque no puede sobrevenir ni sobreponerse a sus falencias e inmoralidades- se resquebraja Algún segmento más rápido o antes que otros. La CGT -ese apacible conjunto de sospecnosos negociadores capaces e incapaces de cualquier cosa- cedió a la presión del piquetero Raúl Castells y tramó un esbozo de acuerdo vía Moyano. Que recibió a aquel extorsionador profesional dando por cierta la representación que invoca sin haberlo probado. Esta nueva CGT -atizada por Kirchner-nació moribunda y no tardará en terminar sus días sin pena ni gloria. Sin función ni espacio en el espectro político actual, no podrá dejar de ser fatalmente peronista, pero debería ocuparse seria y lealmente de los trabajadores que vienen soportando los embates del liberalismo económico sin que nadie se disponga a resistir. El acercamiento de Castells, con su discurso confusamente trotkista y su anacrónica y artificial concepción de lucha de clases, no le aporta a la central obrera sino más confusión, y le resta homogeneidad y elasticidad por lo mismo que le agrega un compromiso ideológico que no muchos comparten. La CGT debe buscar su legitimación redefiniéndose no más como órgano del justicialismo, porque la caída, la disolución y las miserias de éste terminará arrastrándola. ¿Y quién o quiénes vendrán en su lugar? Enigma que, directa o indirectamente, nos abarcará a todos.
No terminamos de entender qué se propuso Hugo Moyano con sus coqueteos con el sinvergüenza Raúl Castells. Si quiso poner una brecha en el corazón de la CGT "ortodoxa" introduciendo a un hombre poco tratable y políticamente incorrecto, eligió mal la oportunidad y el personaje, porque en ese preciso momento el fiero dirigente piquetero extremaba su oposición al gobierno (al punto que éste lo soltó de la mano y permitió que lo apresaran) con lo que no atendía bien los intereses oficiales en cuanto el gobierno busca quebrar al organismo obrero que se mantiene en una molesta actitud expectante. Hubo de transigir finalmente con la incorporación de la CTA que, con todo, es más comprensible y previsible que las huestes duras del barbado conductor callejero y que su expuesta mujer. Pero, sin duda, esta alianza entre ambas centrales -celebrada sobre la cuestión concreta de la discusión del aumento salarial- abre la puerta para la aparición del kirchnerismo en el ámbito del poder sindical que hasta ahora le estaba vedado. De esta manera la Argentina sigue siendo el escenario y la víctima de una sutil pero feroz interna peronista.
DIEZ VELITAS Y NINGUNA LUZ
Se cumplieron diez años de la reforma de la Constitución y, como se les hizo recordar al gobierno y a la clase política, las leyes imprescindibles para cumplimentarla aún no fueron sancionadas. La omisión, por lo demás maliciosa e intencional, es de por sí gravísima y también inexcusable si se considera la situación desde el punto de vista republicano. Porque es evidente que semejante inactividad -que comprende a varias gestiones, inclusive la presente- lesiona profundamente el funcionamiento del Estado y de la nación; es más: convierte toda esa maraña institucional en una farsa, en una componenda para que la partidocracia, del signo que fuere, satisfaga sus apetitos, realice sus negocios y asegure su continuidad actuando como lo que es, una oligarquía cerrada y egoísta. No adjetivamos sin fundamento. El ordenamiento jurídico que deriva (o debería derivar) del texto del '94 se encuentra incumplido en sus aspectos centrales y la consecuencia es que el poder se ha ido concentrando -insistimos, bajo todos los presidentes, como impulsados por una dinámica propia e inspirados por una malicia congénita- en torno a un hombre, el primer magistrado (no mandatario porque el presidente en la Argentina hace años que no responde ni representa a nadie, el actual menos que ningún otro). Los legisladores, sin protestar, casi socarronamente, fueron declinando sus facultades hacia la autoridad central que, virtualmente, ya carece de límites excepto sus posibilidades y conveniencias. Los ya mitológicos decretos de necesidad y urgencia muestran su faz de-gran hipocresía institucional ya que nunca fueron ni serán considerados por el Congreso. Este es el régimen ideado en el Pacto de Olivos, posibilitar la reelección y confundir las dos fun¬ciones (y, en el camino que vamos, las tres), la legislativa y la ejecutiva, en una sola. Pero es que no se trata solamente de que estamos engendrando una dictadura (a nosotros no nos asusta demasiado los gobiernos fuertes siempre que sean decentes y nacionales) sino un totalitarismo verdadero aunque oculto o disimulado. La neoizquierda (cuyo arquetipo es Ibarra pero no está solo) avanza a pasos agigantados hacia la implantación de ese totalitarismo en cuya virtud el Estado impone la antinaturaleza en forma obligatoria. Un sistema institucional, por más hierático y ostentoso que se lo presente, si carece de principios y de valores reales tarde o temprano terminará por convertirse en juguete y herramienta de los apetitos de sus operadores.
¿ES O SE HACE?
A esta altura uno tiene el derecho de preguntarse cuál es el grado de salud mental del presidente. Porque tiene conductas, lanza opiniones y propone soluciones que inspiran desconfianza al respecto. Por ejemplo, declaró suelto de cuerpo que la Argentina era un país seguro poco antes de que se iniciara una ola de secuestros que mantuvo en vilo a la sociedad entera y'que el gobierno de la provincia de Buenos Aires reconociera que en los últimos años se había cuadruplicado ese delito. Claro que son los gajes del improvisado. Otro ejemplo -entre ridículo y patético- es el haber dejado de plantón a una empresaria en alza, lo que acredita sobradamente no sólo su impericia en materia de protocolo y, en rigor, su falta de educación sino también su falta de tino en punto a la vida social. No es que nos espante que haya tenido un desaire con una plutócrata norteamericana eventualmente dispuesta a invertir en el país, sino que el tal desaire no lo hizo por razones justificables sino por bruta falta de urbanidad. Es más horrible aun que haya recibido gustoso a la Tota Santillán, tal vez para desenojarlo por la referencia de uno de sus ministros a la cumbia villera como una de las causas del incremento del delito; o que se proponga consolar a un Maradona arrasado por las drogas y ansioso de irse del país. Hay en todo esto, por supuesto, una nota de demagogia basta pero también una inocultable cuota de mal gusto, de ese tipo de vulgaridad que suele venir desde los orígenes. De pobre loco, en suma.
MALA GENTE
Constatamos cada vez con mayor evidencia que el gobierno de Kirchner está integrado por malas personas. No a otra conclusión podemos llegar ante dos reacciones -que en realidad es una sola conducta- frente al secuestro del joven Nicolás Garnil. Primero la indiferencia y después la rabia dogmática que puso de manifiesto el ministro Fernández que se molestó cuando la madre de la víctima le encareció que se ocupara del presente y se despreocupaa del pasado en obvia referencia a sus amoríos con las Madres y las Abuelas, condenando lo que entendió como una discriminación en el dolor. La espantosa hermana Peloni afirmó que "Blumberg se preocupa por las leyes y no por los derechos humanos". Es posible que una tan limitada religiosa no haya entendido lo que dijo ni lo que quiso decir pero nosotros sí la interpretamos "semiologicamente". A lo que se está refiriendo la Peloni es a un sistema de derechos humanos que estarían por afuera y por encima y más allá del orden legal. O sea que no estaría hablando de un sistema jurídico sino moral que sustituiría a aquel orden; claro que de una moral bastante extraña, particular de ella y de su segmento izquierdista en la que habría de basarse la defensa de los derechos humanos, culminación de toda construcción social y cultural. Pero ocurre que los derechos humanos (¿cuáles otros serían, si no?) son exclusivamente los de los terroristas pero no de quienes no empuñaron jamás armas ni se declararon revolucionarios. Para ser titular de tales derechos hay que haber sido setentista en cuyo caso nunca se le pedirá explicación por el terror practicado en esa década, año más año menos. La misma posiciór dejó entrever el gobierno. Seguíremos, por lo visto, siendo hijo de las Madres y de las Abuelas según afirmación de Néstor Kirchner, improperio y exabrupto lanzados en un foro internacional como política de Estado. Claramente, en esta postura, la señora de Garnil o el señor Blumberg y demás progenitores de secuestrado, jamás tendrán un lugar no digamos en el parnaso de los desaparecidos (a punto de instalarse en lo que fue la ESMA), ni siquiera en el código de seguridad que debiera proteger a todos los argentinos. No decimos a todos por igual ya que hay inocentes que cayeron en la guerra desatada por la delincuencia y otros dolosos caídos por su acción subversiva. Distingamos.
LA META DEL GOBIERNO
El kirchnerismo trata de seguir avanzando, aunque no al ritmo que impuso en sus principios, porque los inconvenientes surgidos se le van multiplicando. Las propias dudas y debilidades del gobierno, sus contradicciones internas y los choques entre sus hombres más elevados, son todos factores que traban su marcha hacia su meta setentista. Meta, en verdad, difícil de precisar pero que todavía alienta sorda y confusamente al elenco que detenta el poder. ¿Y cuál es esta meta? La respuesta no es arriesgada. La constitución de un hegemonismo amplio pero sin fisuras, basado en una nueva dogmática (la antinaturaleza), la reivindicación del terrorismo como metodología aplicable llegado el caso y la imposición de un devenir histórico que, lanzándonos a un porvenir impredecible e inmanejable permita no sólo la destrucción y el olvido de nuestro pasado y de nuestras tra¬diciones sino su ¡legitimación: todo el pretérito, según esta ideología progresista que nos comanda, debe fracturarse de nuestro presente y hundirse en la desmemoria, como la familia, la autoridad paterna, la naturaleza de la sexualidad o el honor de las Fuerzas Armadas. A propósito digamos que ciertos objetos y ciertas formas de libertad no nos hacen más dignos sino más animales. Pero en cuanto a los propósitos de Kirchner es evidente, porque lo pone de manifiesto a cada rato y cada vez con menor pudicia, que se dirige hacia un totalitarismo sin ambages. La compra de gobernadores, los acuerdos con senadores y diputados, las violentas modificaciones en la Corte, el aire que le provee a la CTA, el espacio de impunidad otorgado a los piqueteros amigos, hasta la exclusión de una meritoria universitaria en un congreso de la lengua a llevarse a cabo en Rosario por haberse desempeñado en la "dictadura", son todos elementos que ponen de manifiesto la vocación montonera de ocupar todos los espacios públicos y privados. No otra cosa habrían intentado éstos si hubieran llegado al poder por las armas como se lo propusieron en la dorada década que Kirchner añora. No es otro su programa; nada de política económica fuera de un desvaído estatismo mal articulado y mal presentado; nada de una política exterior más allá de undiscursismo antifondo y de una connivencia explícita con Cuba y Venezuela; nada de una reforma del Estado y apenas las reclamadas por los acreedores; nada de una política de distribución de ingresos excepto un leve aumento de los sueldos mínimos; menos aun, si cabe, de una política de seguridad que, por su índole, es casi extraña y repugna al núcleo de preocupaciones del progresismo montonero. Decimos bien por que el kirchnerismo no tiene un núcleo de principios sino de prejuicios ni un centro de inquietudes políticas (en su acepción genuina) sino ideológicas (en su sentido marxista) y, en especial derivadas de un odio generacional insuperable, demarcatorio y définitorio. Esta es su "filosofía" de gobierno.
LA CORTE DE LOS MILAGROS
La Corte Suprema de Justicia (¿) se cubrió de vergüenza como culminación de un proceso de decadencia intelectual y moral que terminará con la extinción de la república como forma de convivencia. Nos referimos a la sentencia que por decisión dividida declaró la imprescriptibilidad de los delitos contra los derechos humanos. Como no se cuenta con ningún texto que así lo establezca (¿qué y cuáles son los tales derechos?) el tribunal superior -al igual que los inferiores- debió recurrir a su más maliciosa imaginación para convertir su voluntad (que es la de Kirchner) en norma. En la Argentina por imposición constitucional y por larga tradición jurídica la sanción penal requiere indefectiblemente y sin excepciones de una ley que disponga que determinada conducta deba y pueda ser considerada criminal. Ante ausencia de derecho escrito cinco de los cortesanos echaron mano a un desconocido e inaplicable "ius gentium"; el mismo que sirvió para extraditar a Priebke, que transportado en 1995 a Italia, está finalizando su vida en su domicilio en Roma porque los jueces peninsulares no pudieron condenarlo a pesar de todas las argucias puestas en juego. Ahora, la Corte creada por el presidente con la colaboración de su entonces ministro Beliz se apresta a más. Porque hoy la víctima de este atropello es un ex agente chileno que habría asesinado a un compatriota refugiado en 1974 en nuestro país pero mañana -o antes si les fuera posible- les tocará a los militares argentinos acusados de "terrorismo de estado" (que es otra figura inexistente). La izquierda local, que para eso llegó al poder político y de inmediato al judicial, se dispone a afirmar la imprescriptibilidad de los delitos que se le atribuyen a los represores de los 70 con lo que se sacará de la garganta la fea espina de las leyes de amnistía de Alfonsín. Puesto que -esta vez con correcto criterio jurídico- la nulidad dispuesta por el congreso, también en manos del kirchnerismo negociador cuando no puede ser prepotente, no es suficiente dada la aberración científica que constituye, les es necesario cerrar la maniobra, no sea que se les escape un "represor", de esos que tocaron a los muchachos idealistas de la época en la que el presidente también lo era. La venganza cuando se reviste con la toga de la justicia muestra su rostro inmundo de parca griega y anuncia el fin de la honestidad. ¿Qué Argentina nos aguarda si los jueces crean su propio derecho, los legisladores actúan como jueces y los políticos imponen sus rencores, persiguiendo a unos y protegiendo a otros?
SE CONSUMÓ LA ENTREGA
Por previsible amplia mayoría la legislatura porteña aprobó el traspaso de los 11.000 mts2. que pertenecieron a la ESMA a la ciudad de Buenos Aires; graciosa concesión realizada por la nación al Estado de Buenos Aires pero, en la práctica tan graciosa donación fue a las' Madres, Abuelas. CELS y demás espantajos de los "derechos humanos". Fue el fin de una comedia y el comienzo de una tragedia. Porque, si bien el almirante Godoy y sus hiper adictos altos jefes navales pueden felicitarse mutuamente y refregarse la; manos -han cumplido con la obediencia debida al más alto precio el del propio honor y el de la fuerza- dando tan amplia satisfacciói a sus enemigos de ayer (y aunque ellos no lo sepan ni lo crean, a lo de hoy), han hecho más, han producido, si cabe, un efecto más de vastador que el previsto en un primer momento. Con la entrega de esos terrenos -tan valiosos por más de un motivo, en especial po su alta cotización ética- no solo formalizaron y, por así decirle granearon la rendición anunciad el gris 3 de marzo pasado si™ que, lisa y llanamente, ilegitimizaron la guerra antisubversiva \ consecuentemente, legitimaron la subversiva de un modo que ni más comprometido y radicalizado miembro del gobierno pudo en sus mejores sueños, imaginar.
Se va a levantar en el predio un hipócrita y perverso "museo de la memoria", de la memoria de los terroristas que por esas instalaciones pasaron después de sus crímenes (reconocidos conpláciente] tranquilidad de conciencia por si protagonistas más atroces, como Miguel Bonasso, los descendiente de los Santuchos y algunos mas que siguen por ahí lucrando con sus fechorías de otros tiempos) En cambio, ninguno de los atentados (homicidios, secuestros, tortura amenazas) cometidos contra L Fuerzas Armadas y de Segunda en especial y contra la sociedad general, serán recordados, pasado pasarán y metódicamente olvido. No habrá para sus cuantiosas víctimas, militares y civiles, recuerdo ni memoria. Ni museo. literatura que los reivindique como luchadores del orden y la bertad natural. Para ellos la ignominia en la representación colectiva, para sus victimarios el homenaje.
No vamos a detenernos en la consideración de lo que esta maniobra urdida en las alturas del poder política y consentida y completada en las del poder militar, significa para los montoneros y erpianos, muertos y sobrevivientes, ahora en el gobierno (sólo diríamos que llegaron imprevistamente, ni por las armas como esperaban ni por los votos que no obtuvieron); esta conquista de un terreno que ha adquirido a partir de ahora un valor simbólico tremendo, es para esas bandas nunca disueltas una victoria que, ante sus ojos, se presenta como final y definitiva. Ahora deseamos hacer una referencia, una más, a la actitud de los responsables últimos de la conducción castrense. No nos hacemos la ilusión que vayan a escuchar ni, menos, rectificar su conducta de acomodamiento a las deshonrosas órdenes recibidas; sólo y simplemente pretendemos echar la semilla de lo que llamaríamos remordimiento o, quizá, preocupación. Una preocupación tanto moral como profesional y, o si se prefiere, "técnica". ¿Han pensado en la posibilidad -nada lejana- que vuelva la subversión pero no ya por vía electoral (como la casualidad les permitió acceder en el 2003) sino abiertamente por la violencia organizada y militante según ya se advierte por todos lados? ¿Cómo ven y qué interpretan cuando pequeñas pero bochincheras y mediáticas multitudes de marginales ocupan las calles, atacan edificios públicos, toman rehenes (incluso ministros), exigen por la fuerza que se los mantenga sin trabajar y que, incluso, se los mime más allá de la satisfacción de sus necesidades elementales? ¿Qué razonan los jefes militares cuando observan que los responsables del asalto y destrucción de dos comisarías son recibidos por el propio presidente? ¿No creen adivinar detrás de esas convulsivas marchas que asolan las calles de las ciudades argentinas un esbozo de golpe de estado, una gimnasia prerrevolucionaria, un anticipo de un terror que jamás fue renunciado ni descartado? ¿no vislumbran que la historia, que tanta sangre y dolor costó, puede repetirse ya que los indicios y las tácticas de treinta años atrás vuelven a implementarse pero esta vez virtualmente, a la luz del día y sin anticuerpos? ¿No les dice nada ese movimiento incansable de reclamos artificiosos y hasta excéntricos? ¿O en verdad se confunden y suponen que ese lumpen movido por mañosos practica una democracia directa? Y, en todo caso, ¿ésta es la democracia que los generales, almirantes y brigadieres en actividad quieren para el país? Según sean sus respuestas -en definitiva, se trata de saber si sirven a la república o a un sistema partidario- nos daremos cuenta si están dispuestos a continuar el de-guace de las fuerzas a sus órdenes o, si por el contrario, están di¬puestos (y en condiciones objetivas y subjetivas) de reanudar la guerra antisubversiva cuando sea necesario. Y el interrogante final: quien maneja sus servicios de inteligencia, oficiales especializados o fueron también transferidos a los Bonasso y Verbitski. •
LA C.G.T.
El aparato político -por buen o malas razones pero en todo caso como una consecuencia inevitable, porque no puede sobrevenir ni sobreponerse a sus falencias e inmoralidades- se resquebraja Algún segmento más rápido o antes que otros. La CGT -ese apacible conjunto de sospecnosos negociadores capaces e incapaces de cualquier cosa- cedió a la presión del piquetero Raúl Castells y tramó un esbozo de acuerdo vía Moyano. Que recibió a aquel extorsionador profesional dando por cierta la representación que invoca sin haberlo probado. Esta nueva CGT -atizada por Kirchner-nació moribunda y no tardará en terminar sus días sin pena ni gloria. Sin función ni espacio en el espectro político actual, no podrá dejar de ser fatalmente peronista, pero debería ocuparse seria y lealmente de los trabajadores que vienen soportando los embates del liberalismo económico sin que nadie se disponga a resistir. El acercamiento de Castells, con su discurso confusamente trotkista y su anacrónica y artificial concepción de lucha de clases, no le aporta a la central obrera sino más confusión, y le resta homogeneidad y elasticidad por lo mismo que le agrega un compromiso ideológico que no muchos comparten. La CGT debe buscar su legitimación redefiniéndose no más como órgano del justicialismo, porque la caída, la disolución y las miserias de éste terminará arrastrándola. ¿Y quién o quiénes vendrán en su lugar? Enigma que, directa o indirectamente, nos abarcará a todos.
No terminamos de entender qué se propuso Hugo Moyano con sus coqueteos con el sinvergüenza Raúl Castells. Si quiso poner una brecha en el corazón de la CGT "ortodoxa" introduciendo a un hombre poco tratable y políticamente incorrecto, eligió mal la oportunidad y el personaje, porque en ese preciso momento el fiero dirigente piquetero extremaba su oposición al gobierno (al punto que éste lo soltó de la mano y permitió que lo apresaran) con lo que no atendía bien los intereses oficiales en cuanto el gobierno busca quebrar al organismo obrero que se mantiene en una molesta actitud expectante. Hubo de transigir finalmente con la incorporación de la CTA que, con todo, es más comprensible y previsible que las huestes duras del barbado conductor callejero y que su expuesta mujer. Pero, sin duda, esta alianza entre ambas centrales -celebrada sobre la cuestión concreta de la discusión del aumento salarial- abre la puerta para la aparición del kirchnerismo en el ámbito del poder sindical que hasta ahora le estaba vedado. De esta manera la Argentina sigue siendo el escenario y la víctima de una sutil pero feroz interna peronista.
DIEZ VELITAS Y NINGUNA LUZ
Se cumplieron diez años de la reforma de la Constitución y, como se les hizo recordar al gobierno y a la clase política, las leyes imprescindibles para cumplimentarla aún no fueron sancionadas. La omisión, por lo demás maliciosa e intencional, es de por sí gravísima y también inexcusable si se considera la situación desde el punto de vista republicano. Porque es evidente que semejante inactividad -que comprende a varias gestiones, inclusive la presente- lesiona profundamente el funcionamiento del Estado y de la nación; es más: convierte toda esa maraña institucional en una farsa, en una componenda para que la partidocracia, del signo que fuere, satisfaga sus apetitos, realice sus negocios y asegure su continuidad actuando como lo que es, una oligarquía cerrada y egoísta. No adjetivamos sin fundamento. El ordenamiento jurídico que deriva (o debería derivar) del texto del '94 se encuentra incumplido en sus aspectos centrales y la consecuencia es que el poder se ha ido concentrando -insistimos, bajo todos los presidentes, como impulsados por una dinámica propia e inspirados por una malicia congénita- en torno a un hombre, el primer magistrado (no mandatario porque el presidente en la Argentina hace años que no responde ni representa a nadie, el actual menos que ningún otro). Los legisladores, sin protestar, casi socarronamente, fueron declinando sus facultades hacia la autoridad central que, virtualmente, ya carece de límites excepto sus posibilidades y conveniencias. Los ya mitológicos decretos de necesidad y urgencia muestran su faz de-gran hipocresía institucional ya que nunca fueron ni serán considerados por el Congreso. Este es el régimen ideado en el Pacto de Olivos, posibilitar la reelección y confundir las dos fun¬ciones (y, en el camino que vamos, las tres), la legislativa y la ejecutiva, en una sola. Pero es que no se trata solamente de que estamos engendrando una dictadura (a nosotros no nos asusta demasiado los gobiernos fuertes siempre que sean decentes y nacionales) sino un totalitarismo verdadero aunque oculto o disimulado. La neoizquierda (cuyo arquetipo es Ibarra pero no está solo) avanza a pasos agigantados hacia la implantación de ese totalitarismo en cuya virtud el Estado impone la antinaturaleza en forma obligatoria. Un sistema institucional, por más hierático y ostentoso que se lo presente, si carece de principios y de valores reales tarde o temprano terminará por convertirse en juguete y herramienta de los apetitos de sus operadores.
¿ES O SE HACE?
A esta altura uno tiene el derecho de preguntarse cuál es el grado de salud mental del presidente. Porque tiene conductas, lanza opiniones y propone soluciones que inspiran desconfianza al respecto. Por ejemplo, declaró suelto de cuerpo que la Argentina era un país seguro poco antes de que se iniciara una ola de secuestros que mantuvo en vilo a la sociedad entera y'que el gobierno de la provincia de Buenos Aires reconociera que en los últimos años se había cuadruplicado ese delito. Claro que son los gajes del improvisado. Otro ejemplo -entre ridículo y patético- es el haber dejado de plantón a una empresaria en alza, lo que acredita sobradamente no sólo su impericia en materia de protocolo y, en rigor, su falta de educación sino también su falta de tino en punto a la vida social. No es que nos espante que haya tenido un desaire con una plutócrata norteamericana eventualmente dispuesta a invertir en el país, sino que el tal desaire no lo hizo por razones justificables sino por bruta falta de urbanidad. Es más horrible aun que haya recibido gustoso a la Tota Santillán, tal vez para desenojarlo por la referencia de uno de sus ministros a la cumbia villera como una de las causas del incremento del delito; o que se proponga consolar a un Maradona arrasado por las drogas y ansioso de irse del país. Hay en todo esto, por supuesto, una nota de demagogia basta pero también una inocultable cuota de mal gusto, de ese tipo de vulgaridad que suele venir desde los orígenes. De pobre loco, en suma.
MALA GENTE
Constatamos cada vez con mayor evidencia que el gobierno de Kirchner está integrado por malas personas. No a otra conclusión podemos llegar ante dos reacciones -que en realidad es una sola conducta- frente al secuestro del joven Nicolás Garnil. Primero la indiferencia y después la rabia dogmática que puso de manifiesto el ministro Fernández que se molestó cuando la madre de la víctima le encareció que se ocupara del presente y se despreocupaa del pasado en obvia referencia a sus amoríos con las Madres y las Abuelas, condenando lo que entendió como una discriminación en el dolor. La espantosa hermana Peloni afirmó que "Blumberg se preocupa por las leyes y no por los derechos humanos". Es posible que una tan limitada religiosa no haya entendido lo que dijo ni lo que quiso decir pero nosotros sí la interpretamos "semiologicamente". A lo que se está refiriendo la Peloni es a un sistema de derechos humanos que estarían por afuera y por encima y más allá del orden legal. O sea que no estaría hablando de un sistema jurídico sino moral que sustituiría a aquel orden; claro que de una moral bastante extraña, particular de ella y de su segmento izquierdista en la que habría de basarse la defensa de los derechos humanos, culminación de toda construcción social y cultural. Pero ocurre que los derechos humanos (¿cuáles otros serían, si no?) son exclusivamente los de los terroristas pero no de quienes no empuñaron jamás armas ni se declararon revolucionarios. Para ser titular de tales derechos hay que haber sido setentista en cuyo caso nunca se le pedirá explicación por el terror practicado en esa década, año más año menos. La misma posiciór dejó entrever el gobierno. Seguíremos, por lo visto, siendo hijo de las Madres y de las Abuelas según afirmación de Néstor Kirchner, improperio y exabrupto lanzados en un foro internacional como política de Estado. Claramente, en esta postura, la señora de Garnil o el señor Blumberg y demás progenitores de secuestrado, jamás tendrán un lugar no digamos en el parnaso de los desaparecidos (a punto de instalarse en lo que fue la ESMA), ni siquiera en el código de seguridad que debiera proteger a todos los argentinos. No decimos a todos por igual ya que hay inocentes que cayeron en la guerra desatada por la delincuencia y otros dolosos caídos por su acción subversiva. Distingamos.
LA META DEL GOBIERNO
El kirchnerismo trata de seguir avanzando, aunque no al ritmo que impuso en sus principios, porque los inconvenientes surgidos se le van multiplicando. Las propias dudas y debilidades del gobierno, sus contradicciones internas y los choques entre sus hombres más elevados, son todos factores que traban su marcha hacia su meta setentista. Meta, en verdad, difícil de precisar pero que todavía alienta sorda y confusamente al elenco que detenta el poder. ¿Y cuál es esta meta? La respuesta no es arriesgada. La constitución de un hegemonismo amplio pero sin fisuras, basado en una nueva dogmática (la antinaturaleza), la reivindicación del terrorismo como metodología aplicable llegado el caso y la imposición de un devenir histórico que, lanzándonos a un porvenir impredecible e inmanejable permita no sólo la destrucción y el olvido de nuestro pasado y de nuestras tra¬diciones sino su ¡legitimación: todo el pretérito, según esta ideología progresista que nos comanda, debe fracturarse de nuestro presente y hundirse en la desmemoria, como la familia, la autoridad paterna, la naturaleza de la sexualidad o el honor de las Fuerzas Armadas. A propósito digamos que ciertos objetos y ciertas formas de libertad no nos hacen más dignos sino más animales. Pero en cuanto a los propósitos de Kirchner es evidente, porque lo pone de manifiesto a cada rato y cada vez con menor pudicia, que se dirige hacia un totalitarismo sin ambages. La compra de gobernadores, los acuerdos con senadores y diputados, las violentas modificaciones en la Corte, el aire que le provee a la CTA, el espacio de impunidad otorgado a los piqueteros amigos, hasta la exclusión de una meritoria universitaria en un congreso de la lengua a llevarse a cabo en Rosario por haberse desempeñado en la "dictadura", son todos elementos que ponen de manifiesto la vocación montonera de ocupar todos los espacios públicos y privados. No otra cosa habrían intentado éstos si hubieran llegado al poder por las armas como se lo propusieron en la dorada década que Kirchner añora. No es otro su programa; nada de política económica fuera de un desvaído estatismo mal articulado y mal presentado; nada de una política exterior más allá de undiscursismo antifondo y de una connivencia explícita con Cuba y Venezuela; nada de una reforma del Estado y apenas las reclamadas por los acreedores; nada de una política de distribución de ingresos excepto un leve aumento de los sueldos mínimos; menos aun, si cabe, de una política de seguridad que, por su índole, es casi extraña y repugna al núcleo de preocupaciones del progresismo montonero. Decimos bien por que el kirchnerismo no tiene un núcleo de principios sino de prejuicios ni un centro de inquietudes políticas (en su acepción genuina) sino ideológicas (en su sentido marxista) y, en especial derivadas de un odio generacional insuperable, demarcatorio y définitorio. Esta es su "filosofía" de gobierno.
LA CORTE DE LOS MILAGROS
La Corte Suprema de Justicia (¿) se cubrió de vergüenza como culminación de un proceso de decadencia intelectual y moral que terminará con la extinción de la república como forma de convivencia. Nos referimos a la sentencia que por decisión dividida declaró la imprescriptibilidad de los delitos contra los derechos humanos. Como no se cuenta con ningún texto que así lo establezca (¿qué y cuáles son los tales derechos?) el tribunal superior -al igual que los inferiores- debió recurrir a su más maliciosa imaginación para convertir su voluntad (que es la de Kirchner) en norma. En la Argentina por imposición constitucional y por larga tradición jurídica la sanción penal requiere indefectiblemente y sin excepciones de una ley que disponga que determinada conducta deba y pueda ser considerada criminal. Ante ausencia de derecho escrito cinco de los cortesanos echaron mano a un desconocido e inaplicable "ius gentium"; el mismo que sirvió para extraditar a Priebke, que transportado en 1995 a Italia, está finalizando su vida en su domicilio en Roma porque los jueces peninsulares no pudieron condenarlo a pesar de todas las argucias puestas en juego. Ahora, la Corte creada por el presidente con la colaboración de su entonces ministro Beliz se apresta a más. Porque hoy la víctima de este atropello es un ex agente chileno que habría asesinado a un compatriota refugiado en 1974 en nuestro país pero mañana -o antes si les fuera posible- les tocará a los militares argentinos acusados de "terrorismo de estado" (que es otra figura inexistente). La izquierda local, que para eso llegó al poder político y de inmediato al judicial, se dispone a afirmar la imprescriptibilidad de los delitos que se le atribuyen a los represores de los 70 con lo que se sacará de la garganta la fea espina de las leyes de amnistía de Alfonsín. Puesto que -esta vez con correcto criterio jurídico- la nulidad dispuesta por el congreso, también en manos del kirchnerismo negociador cuando no puede ser prepotente, no es suficiente dada la aberración científica que constituye, les es necesario cerrar la maniobra, no sea que se les escape un "represor", de esos que tocaron a los muchachos idealistas de la época en la que el presidente también lo era. La venganza cuando se reviste con la toga de la justicia muestra su rostro inmundo de parca griega y anuncia el fin de la honestidad. ¿Qué Argentina nos aguarda si los jueces crean su propio derecho, los legisladores actúan como jueces y los políticos imponen sus rencores, persiguiendo a unos y protegiendo a otros?
SE CONSUMÓ LA ENTREGA
Por previsible amplia mayoría la legislatura porteña aprobó el traspaso de los 11.000 mts2. que pertenecieron a la ESMA a la ciudad de Buenos Aires; graciosa concesión realizada por la nación al Estado de Buenos Aires pero, en la práctica tan graciosa donación fue a las' Madres, Abuelas. CELS y demás espantajos de los "derechos humanos". Fue el fin de una comedia y el comienzo de una tragedia. Porque, si bien el almirante Godoy y sus hiper adictos altos jefes navales pueden felicitarse mutuamente y refregarse la; manos -han cumplido con la obediencia debida al más alto precio el del propio honor y el de la fuerza- dando tan amplia satisfacciói a sus enemigos de ayer (y aunque ellos no lo sepan ni lo crean, a lo de hoy), han hecho más, han producido, si cabe, un efecto más de vastador que el previsto en un primer momento. Con la entrega de esos terrenos -tan valiosos por más de un motivo, en especial po su alta cotización ética- no solo formalizaron y, por así decirle granearon la rendición anunciad el gris 3 de marzo pasado si™ que, lisa y llanamente, ilegitimizaron la guerra antisubversiva \ consecuentemente, legitimaron la subversiva de un modo que ni más comprometido y radicalizado miembro del gobierno pudo en sus mejores sueños, imaginar.
Se va a levantar en el predio un hipócrita y perverso "museo de la memoria", de la memoria de los terroristas que por esas instalaciones pasaron después de sus crímenes (reconocidos conpláciente] tranquilidad de conciencia por si protagonistas más atroces, como Miguel Bonasso, los descendiente de los Santuchos y algunos mas que siguen por ahí lucrando con sus fechorías de otros tiempos) En cambio, ninguno de los atentados (homicidios, secuestros, tortura amenazas) cometidos contra L Fuerzas Armadas y de Segunda en especial y contra la sociedad general, serán recordados, pasado pasarán y metódicamente olvido. No habrá para sus cuantiosas víctimas, militares y civiles, recuerdo ni memoria. Ni museo. literatura que los reivindique como luchadores del orden y la bertad natural. Para ellos la ignominia en la representación colectiva, para sus victimarios el homenaje.
No vamos a detenernos en la consideración de lo que esta maniobra urdida en las alturas del poder política y consentida y completada en las del poder militar, significa para los montoneros y erpianos, muertos y sobrevivientes, ahora en el gobierno (sólo diríamos que llegaron imprevistamente, ni por las armas como esperaban ni por los votos que no obtuvieron); esta conquista de un terreno que ha adquirido a partir de ahora un valor simbólico tremendo, es para esas bandas nunca disueltas una victoria que, ante sus ojos, se presenta como final y definitiva. Ahora deseamos hacer una referencia, una más, a la actitud de los responsables últimos de la conducción castrense. No nos hacemos la ilusión que vayan a escuchar ni, menos, rectificar su conducta de acomodamiento a las deshonrosas órdenes recibidas; sólo y simplemente pretendemos echar la semilla de lo que llamaríamos remordimiento o, quizá, preocupación. Una preocupación tanto moral como profesional y, o si se prefiere, "técnica". ¿Han pensado en la posibilidad -nada lejana- que vuelva la subversión pero no ya por vía electoral (como la casualidad les permitió acceder en el 2003) sino abiertamente por la violencia organizada y militante según ya se advierte por todos lados? ¿Cómo ven y qué interpretan cuando pequeñas pero bochincheras y mediáticas multitudes de marginales ocupan las calles, atacan edificios públicos, toman rehenes (incluso ministros), exigen por la fuerza que se los mantenga sin trabajar y que, incluso, se los mime más allá de la satisfacción de sus necesidades elementales? ¿Qué razonan los jefes militares cuando observan que los responsables del asalto y destrucción de dos comisarías son recibidos por el propio presidente? ¿No creen adivinar detrás de esas convulsivas marchas que asolan las calles de las ciudades argentinas un esbozo de golpe de estado, una gimnasia prerrevolucionaria, un anticipo de un terror que jamás fue renunciado ni descartado? ¿no vislumbran que la historia, que tanta sangre y dolor costó, puede repetirse ya que los indicios y las tácticas de treinta años atrás vuelven a implementarse pero esta vez virtualmente, a la luz del día y sin anticuerpos? ¿No les dice nada ese movimiento incansable de reclamos artificiosos y hasta excéntricos? ¿O en verdad se confunden y suponen que ese lumpen movido por mañosos practica una democracia directa? Y, en todo caso, ¿ésta es la democracia que los generales, almirantes y brigadieres en actividad quieren para el país? Según sean sus respuestas -en definitiva, se trata de saber si sirven a la república o a un sistema partidario- nos daremos cuenta si están dispuestos a continuar el de-guace de las fuerzas a sus órdenes o, si por el contrario, están di¬puestos (y en condiciones objetivas y subjetivas) de reanudar la guerra antisubversiva cuando sea necesario. Y el interrogante final: quien maneja sus servicios de inteligencia, oficiales especializados o fueron también transferidos a los Bonasso y Verbitski. •