REVISTA CABILDO Nº41-
NOVIEMBRE DE 2004-
MIRANDO PASAR LOS HECHOS
por Víctor Eduardo ORDÓÑEZ
KIRCHNER EL INDESEABLE
LAS MANIOBRAS DE KlRCHNER
UN incipiente y bastante artificial "kirchnerismo" (lo decimos a conciencia del abuso de la palabra) hizo su presentación en el Luna Park dándose el gusto, un tanto siniestro, de ocupar el palco oficial con terroristas de pura cepa. Ostensiblemente prescindieron de la arqueología peronista y pusieron el acento en agredir a la oposición o lo que ellos toman como tal. Nadie pudo extraer una gota del programa de este nuevo movimiento porque toda la oratoria empleada se extinguió en un coro de insultos para esa desordenada oposición y en una tosca alabanza al oficialismo al que se apoyó sin reparos.
En este sentido el acto fue más bien una toma de posición y lo que se quiso decir, y así hay que interpretarlo, fue que aquí están los terroristas de treinta años atrás que lejos de arrepentirse, vienen por más, y a los pocos días habrían de conseguirlo en forma contante y sonante gracias a la Corte. Ya sabemos pues, y nadie tiene el derecho a seguir engañándose, que -aparte y además de las ventajas personales obtenidas y a obtener- están dispuestos a continuar su equívoco y cruel proyecto de entonces. Porque lo que a ellos les interesa no es, cómo tenían declarado tan enfática y mendazmente, la mejora del pueblo o la defensa de la soberanía económica argentina y bagatelas de ese tenor, sino llevar adelante y hasta donde puedan y les dejen, una revolución cultural clandestina que les enseñó Gramsci. Por esta vez, los terroristas dijeron verdad y actuaron casi sinceramente, claro: en la medida en que les es posible. Duhalde, por su parte, contestó a su modo ¡adhiriendo y apoyando a quien procuraba separarse de él y de su tutela! De esa manera le recortaba a Kirchner -que a veces es su pichón y a veces su águila- la alternativa de crecer fuera del peronismo. El ex presidente quiere mantener al actual dentro de la disciplina partidaria, todo lo laxa que sea, impidiéndole la celebración libre de acuerdos con caudillos y dirigentes locales y por eso hizo oídos sordos a la fiesta del Luna y a su oratoria tremebunda y le asegura un rincón en el movimiento: es su táctica para contenerlo antes de que su amigo-enemigo adquiera demasiada autonomía y se vuelva ingobernable, tanto como su administración.
LOS ODIOS DE KlRCHNER
El presidente, que ya dispone según sus deseos y en contra de sus declaraciones, de una Corte Suprema propia y servilmente adicta, dio instrucciones a sus amigos-empleados del alto tribunal para que extendieran el generoso sistema de indemnizaciones a los exiliados de la "dictadura". No sólo se trata de una injusticia patente y de una arbitrariedad desafiante, puesto que muchos (la mayoría) de los que pusieron los pies er^polvorosa en su momento eran delincuentes, verbigratia Bonasso, sino que abre la puerta para los peores y más previsibles abusos. Porque, en efecto, quien quiera aprovecharse de la actual y precaria prosperidad fiscal del Estado -tan generoso con sus cómlices y tan mezquino con sus agentes a los que hace años que no les otorga ningún aumento- lo podrá hacer sin dificultad alguna; y así, por ejemplo, el que en cualquier momento después del 76 se fue del país por estudios, por trabajo o por diversión, podrá alegar su condición de perseguido y percibir dinero público que, gracias a este fallo absurdo y malintencionado, tendrá a su disposición. De cualquier manera adviértase que se ha caído con esta medida y la angurria con que fue recibida y con que será aprovechada, un nuevo mito, el que nos hacía creer que los terroristas eran jóvenes idealistas y desinteresados. No lo son en modo alguno como lo acreditará la lluvia de juicios que los "exiliados" reclamarán su porción de torta que pertenece a una sociedad a la que, curiosamente, tras ser agredida la obligan a pagar a sus agresores. Exactamente, la lógica del secuestro.
LOS MIEDOS DE KlRCHNER
Resulta increíble el episodio -tomado de una mala novela policial- del intruso que entró y salió de la quinta presidencial, trepando paredes que se suponen debidamente custodiadas y que se paseó con asombrosa impunidad por sus jardines y hasta llegó a proveerse de un refrescante vaso de agua. Aunque bien, puede suceder que la ineficiencia que es la segunda naturaleza de la actual gestión se haya extendido a todas sus manifestaciones. Pero lo más probable es que se trate de una excusa para que el presidente despegue de sus odiados custodios, vieja desconfianza que culminaría en el alejamiento de los Granaderos para que el primer magistrado confíe sus espaldas a correligionarios que, como se sabe de sobra, están acostumbrados a portar armas y a utilizarlas.
LOS ARROJOS DE KlRCHNER
Previamente no puede sino movernos a risa la ampulosa pretensión del primer magistrado poniéndose al frente de la lucha contra el delito ¿Cómo puede hacerlo quien ha colaborado, aunque haya sido desde una segunda fila, con los delincuentes terroristas de su generación? ¿Cómo distinguir entre el delito común y el que pretenden hacer pasar por "político"¿ ¿Acaso el arma del asesino que mata para robar escupe un proyectil más censurable que las itakas de los hombres de Santucho o de Firmenich? ¿Podemos creerle a un presidente que va a combatir el delito cuando acepta el apoyo explícito de quien, como D'Elía, a quien, a varios meses de haber asaltado y arrasado una comisaría -salvajada que reconoció y de la que se enorgullece- todavía no fue procesado?
LA INEFICIENCIA DE KIRCHNER
La República se cae a pedazos; no desconocemos, por cierto, que la acción de los piqueteros y sus imitadores que reclaman por cualquier cosa constituye un precalentamiento para lo que vendrá. Pero también suponemos que esos movimientos tumultuosos responden a un hecho crucial: que las instituciones republicanas no funcionan. No se trata simplemente de que se hayan empantanado por desgaste y decadencia natural. Es que han caído en lo que llamaríamos una perversidad estructural que las llevan a no funcionar y a una desvir-tuación plena. Los obreros salen a la calle para exigir mejoras salariales, los fleteros para oponerse a determinadas exigencias que los fastidian, los alumnos porque no están de acuerdo con éste o aquel profesor o programa, las víctimas de los delitos se manifiestan para obtener justicia... La lista es interminable y se renueva todos los días. Lo cual está significando que, con razón o sin ella, la sociedad no encuentra salida a sus problemas a través de los organismos y mecanismos creados y pagados para atender, precisamente, las concretas necesidades del organismo social. Es decir que ni los sindicatos ni los partidos políticos ni los burócratas ni los legisladores ni los jueces ni..., sirven para sus funciones ni cumplen con sus obligaciones. Ahora bien, un Estado que no disimula ya su vocación homogenei-zante y que, al mismo tiempo, se muestra incapaz de gobernar ha conseguido la producción de un fenómeno nuevo y escalofriante: el totalitarismo se impone en medio de la anarquía, con un efecto sumatorio aterrador.
LA JURIDICIDAD DE KlRCHNER
Raúl Castells es otro que le ha aplicado un golpe de muerte al orden republicano argentino. Con sus amagues de suicidio consiguió que lo dejaran en libertad contra derecho. Le costó 22 kilos lograr que el desflecado sistema jurídico argentino se la concediera contra derecho, puesto que el delito que se le imputa no es excarceladle. Sin embargo se la otorgó ante su decisión de dejarse morir de hambre si se lo mantenía preso. Recurso audaz pero eficiente según se pudo ver y que abre las puertas para todas las presiones: es lo propio de un gobierno que no quiere ni puede cargar con las consecuencias de la aplicación de un orden jurídico de un modo igualitario para todos. Lo que se hizo con Castells inaugura la posibilidad de beneficiar con excepciones a quien esté en condiciones de presionar sobre el poder; claro, un poder complaciente y, en el fondo, débil. Él exige -es lo primero que dijo desde su melodramática camilla- la libertad de otros cuarenta y tantos piqueteros presos por delitos similares y, en la lógica que forzó al Estado a aceptar, no le falta razón. Pero ¿por qué no a todos los demás delincuentes que, extremando un poco la imaginación, podrían alegar idéntica pretensión y recurrir a similares métodos? La justicia chaqueña se apartó groseramente de la norma escrita puesto que el delito que se le atribuye al líder o pseudo líder de los desocupados no es excarcelable, sin contar con que el imputado carga con una pena firme en suspenso. De esta manera se ha instalado entre nosotros en forma explícita el principio de desigualdad ya que según que el procesado cuente o no con algún factor de poder (sea dinero, sea influencia política, sea capacidad para torcer el brazo de un juez o de una fiscal, como en este caso) dispondrá de un tratamiento especial. Se nos dirá -y es así- que vale más un Castells vivo que uno muerto y victimizado porque éste que bordeó la muerte -si es que no se trató de una pantomima más, propia de la izquierda mediática- al continuar entre nosotros no tardará en volver a mostrar sus limitaciones de todo tipo y la ficción que se montó sobre un supuesto martirologio. Muerto, en cambio, se transformaría en una bandera, algo parecido al Che, en un símbolo de la resistencia de clase y el pueblo argentino -sentimental y frivolo- lo aceptaría como un tierno personaje de telenovela. El derecho, para serlo, no puede admitir más excepciones que las dictadas por la equidad que es una manifestación del buen sentido, que no es un sentimiento sino un acto de elevada racionalidad y de prudencia. Castells ha demostrado que con su metodología puede colocarse al margen y por encima del orden ju¬rídico y amenaza que con sus procedimientos más melodramáticos que sinceros puede erigir un derecho para los rebeldes, que de esta suerte adquirirían un síaíus propio. Como antecedente es harto peligroso y sienta desde ya las bases de un Estado proletario (no por eso ajeno a la ortodoxia del mercado) que no tardará en culminar en un caos.
LOS OLIGARCAS DE KlRCHNER
A medida y en la medida en que el gobierno va cediendo a las presiones y a las exigencias del Fondo -encarnación y representante real y virtual de los acreedores del mundo- hace más ficción y recurre a más declamaciones en el sentido de negarlo. Ha dispuesto, por ejemplo, un aumento de los servicios públicos sin consultarlo con los usuarios, al mismo tiempo que mejora, aunque negándolo, la oferta de pago de aquellas deudas sin discutirlas más. Mientras tanto sanciona leyes decididamente injustas e inadecuadas en cualquier economía; como la que establece la obligación de las empresas de seguir proveyendo de luz, gas o agua a incluso quien no pague. Se trata de un disparate mayúsculo pero también de una aberración jurídica porque desconoce el principio básico del derecho que establece la necesidad de pagar por lo que se. recibe y de cobrar por lo que se da. Por su parte, la Corte Adicta le ha librado a los montoneros en el poder la desagradable preocupación de los dólares confiscados en su momento y que gracias al absurdo fallo del "alto" tribunal sobre la pesificación podrán continuar la reconstrucción de la economía, ahora con la ayuda de los chinos, según parece. Claro que la solución se alcanzó a costa de la aniquilación del derecho, del olvido del principio de equidad y del simple sentido común. Sin propiedad -que es lo que se acaba de desconocer- no hay libertades concretas de la misma manera que sin justicia no hay comunidad. Si se sentencia o se legisla para los bancos caeremos en aquello que los clásicos conocían como oligarquía, ahora liberal y marxista.
LOS ENOJOS DE KlRCHNER
El presidente, bien lo saben sus colaboradores, tiene un carácter irascible que, a falta de un rasgo más positivo, constituye su estilo de presentación y de convivencia. Nunca elude una confrontación vana, pudiendo eludirla. Siempre elude las confrontaciones necesarias, debiendo librarlas. Es así el presidente. De matón les va ganando a los militares que, acobardados y confundidos, les ceden sin protesta ni resistencia sus funciones, sus establecimientos y hasta su buen nombre y honor. Ahora promovió un litigio por completo innecesario con los chilenos. El motivo o la excusa fue la designación como ministro de relaciones exteriores trasandino de un diputado Ignacio Walger, quien había osado escribir algunas verdades en El Mercurio de mayo sobre el peronismo y sobre el propio Kirchner. De aquél dijo que era indefinible y de éste que con apenas el 22% de los votos gobernaba como si fuera mayoría. Lo que es cierto es cierto aunque lo digan desde afuera. No se puede negar que el peronismo es tanto un cajón de sastre como una bolsa de gatos y que su enorme capacidad de sumar, de combinar, de olvidar y de transformarse hoy en lo contrario de ayer y de mañana lo aproxima al nihilismo y al vacío; su relativismo es decididamente antiético y termina por volverse insoportable ¿Cómo es posible que el peronismo, que adoptó un costoso estatismo inicial, remate medio siglo después en el más afrentoso liberalismo y luego en un gobierno de izquierda -que ciertamente no deja de respetar las leyes del mercado, como todas las izquierdas modernas- que se ensaña en el abandono de las mejores tradiciones y en el abandono del orden natural? ¿Cómo comprender un movimiento que dijo nacer bajo un signo cristiano y que culmina en una revolución cultural anticristiana sin límites?
En cuanto a su opinión sobre el primer magistrado también le sobra razón al flamante canciller del país vecino. Sólo le indicaremos que en realidad tiene bastante menos de ese caudal ya que su soporte principal proviene, como nadie ignora en la Argentina, del segmento de la provincia de Buenos Aires que encabeza Eduardo Duhalde, el inventor de Kirchner. Por lo demás las acertadas opiniones de Walger -en general porque el autor de la nota que irritó a nuestro gobierno maneja una terminología inapropiada en un académico de su nivel, como se pretende- fueron formuladas meses antes de ser designado ministro y a nadie se le puede exigir que rinda cuenta por sus opiniones hechas desde el llano. Finalmente llama la atención que un motivo apenas personal, que de ninguna forma afecta el interés nacional, sea invocado para crear un litigio bilateral (pasajero y pueril y que fue resuelto con meras declaraciones verbales).
Por supuesto que con bravuconadas de este tenor no se diseña una política exterior. •
LOS ODIOS DE KlRCHNER
El presidente, que ya dispone según sus deseos y en contra de sus declaraciones, de una Corte Suprema propia y servilmente adicta, dio instrucciones a sus amigos-empleados del alto tribunal para que extendieran el generoso sistema de indemnizaciones a los exiliados de la "dictadura". No sólo se trata de una injusticia patente y de una arbitrariedad desafiante, puesto que muchos (la mayoría) de los que pusieron los pies er^polvorosa en su momento eran delincuentes, verbigratia Bonasso, sino que abre la puerta para los peores y más previsibles abusos. Porque, en efecto, quien quiera aprovecharse de la actual y precaria prosperidad fiscal del Estado -tan generoso con sus cómlices y tan mezquino con sus agentes a los que hace años que no les otorga ningún aumento- lo podrá hacer sin dificultad alguna; y así, por ejemplo, el que en cualquier momento después del 76 se fue del país por estudios, por trabajo o por diversión, podrá alegar su condición de perseguido y percibir dinero público que, gracias a este fallo absurdo y malintencionado, tendrá a su disposición. De cualquier manera adviértase que se ha caído con esta medida y la angurria con que fue recibida y con que será aprovechada, un nuevo mito, el que nos hacía creer que los terroristas eran jóvenes idealistas y desinteresados. No lo son en modo alguno como lo acreditará la lluvia de juicios que los "exiliados" reclamarán su porción de torta que pertenece a una sociedad a la que, curiosamente, tras ser agredida la obligan a pagar a sus agresores. Exactamente, la lógica del secuestro.
LOS MIEDOS DE KlRCHNER
Resulta increíble el episodio -tomado de una mala novela policial- del intruso que entró y salió de la quinta presidencial, trepando paredes que se suponen debidamente custodiadas y que se paseó con asombrosa impunidad por sus jardines y hasta llegó a proveerse de un refrescante vaso de agua. Aunque bien, puede suceder que la ineficiencia que es la segunda naturaleza de la actual gestión se haya extendido a todas sus manifestaciones. Pero lo más probable es que se trate de una excusa para que el presidente despegue de sus odiados custodios, vieja desconfianza que culminaría en el alejamiento de los Granaderos para que el primer magistrado confíe sus espaldas a correligionarios que, como se sabe de sobra, están acostumbrados a portar armas y a utilizarlas.
LOS ARROJOS DE KlRCHNER
Previamente no puede sino movernos a risa la ampulosa pretensión del primer magistrado poniéndose al frente de la lucha contra el delito ¿Cómo puede hacerlo quien ha colaborado, aunque haya sido desde una segunda fila, con los delincuentes terroristas de su generación? ¿Cómo distinguir entre el delito común y el que pretenden hacer pasar por "político"¿ ¿Acaso el arma del asesino que mata para robar escupe un proyectil más censurable que las itakas de los hombres de Santucho o de Firmenich? ¿Podemos creerle a un presidente que va a combatir el delito cuando acepta el apoyo explícito de quien, como D'Elía, a quien, a varios meses de haber asaltado y arrasado una comisaría -salvajada que reconoció y de la que se enorgullece- todavía no fue procesado?
LA INEFICIENCIA DE KIRCHNER
La República se cae a pedazos; no desconocemos, por cierto, que la acción de los piqueteros y sus imitadores que reclaman por cualquier cosa constituye un precalentamiento para lo que vendrá. Pero también suponemos que esos movimientos tumultuosos responden a un hecho crucial: que las instituciones republicanas no funcionan. No se trata simplemente de que se hayan empantanado por desgaste y decadencia natural. Es que han caído en lo que llamaríamos una perversidad estructural que las llevan a no funcionar y a una desvir-tuación plena. Los obreros salen a la calle para exigir mejoras salariales, los fleteros para oponerse a determinadas exigencias que los fastidian, los alumnos porque no están de acuerdo con éste o aquel profesor o programa, las víctimas de los delitos se manifiestan para obtener justicia... La lista es interminable y se renueva todos los días. Lo cual está significando que, con razón o sin ella, la sociedad no encuentra salida a sus problemas a través de los organismos y mecanismos creados y pagados para atender, precisamente, las concretas necesidades del organismo social. Es decir que ni los sindicatos ni los partidos políticos ni los burócratas ni los legisladores ni los jueces ni..., sirven para sus funciones ni cumplen con sus obligaciones. Ahora bien, un Estado que no disimula ya su vocación homogenei-zante y que, al mismo tiempo, se muestra incapaz de gobernar ha conseguido la producción de un fenómeno nuevo y escalofriante: el totalitarismo se impone en medio de la anarquía, con un efecto sumatorio aterrador.
LA JURIDICIDAD DE KlRCHNER
Raúl Castells es otro que le ha aplicado un golpe de muerte al orden republicano argentino. Con sus amagues de suicidio consiguió que lo dejaran en libertad contra derecho. Le costó 22 kilos lograr que el desflecado sistema jurídico argentino se la concediera contra derecho, puesto que el delito que se le imputa no es excarceladle. Sin embargo se la otorgó ante su decisión de dejarse morir de hambre si se lo mantenía preso. Recurso audaz pero eficiente según se pudo ver y que abre las puertas para todas las presiones: es lo propio de un gobierno que no quiere ni puede cargar con las consecuencias de la aplicación de un orden jurídico de un modo igualitario para todos. Lo que se hizo con Castells inaugura la posibilidad de beneficiar con excepciones a quien esté en condiciones de presionar sobre el poder; claro, un poder complaciente y, en el fondo, débil. Él exige -es lo primero que dijo desde su melodramática camilla- la libertad de otros cuarenta y tantos piqueteros presos por delitos similares y, en la lógica que forzó al Estado a aceptar, no le falta razón. Pero ¿por qué no a todos los demás delincuentes que, extremando un poco la imaginación, podrían alegar idéntica pretensión y recurrir a similares métodos? La justicia chaqueña se apartó groseramente de la norma escrita puesto que el delito que se le atribuye al líder o pseudo líder de los desocupados no es excarcelable, sin contar con que el imputado carga con una pena firme en suspenso. De esta manera se ha instalado entre nosotros en forma explícita el principio de desigualdad ya que según que el procesado cuente o no con algún factor de poder (sea dinero, sea influencia política, sea capacidad para torcer el brazo de un juez o de una fiscal, como en este caso) dispondrá de un tratamiento especial. Se nos dirá -y es así- que vale más un Castells vivo que uno muerto y victimizado porque éste que bordeó la muerte -si es que no se trató de una pantomima más, propia de la izquierda mediática- al continuar entre nosotros no tardará en volver a mostrar sus limitaciones de todo tipo y la ficción que se montó sobre un supuesto martirologio. Muerto, en cambio, se transformaría en una bandera, algo parecido al Che, en un símbolo de la resistencia de clase y el pueblo argentino -sentimental y frivolo- lo aceptaría como un tierno personaje de telenovela. El derecho, para serlo, no puede admitir más excepciones que las dictadas por la equidad que es una manifestación del buen sentido, que no es un sentimiento sino un acto de elevada racionalidad y de prudencia. Castells ha demostrado que con su metodología puede colocarse al margen y por encima del orden ju¬rídico y amenaza que con sus procedimientos más melodramáticos que sinceros puede erigir un derecho para los rebeldes, que de esta suerte adquirirían un síaíus propio. Como antecedente es harto peligroso y sienta desde ya las bases de un Estado proletario (no por eso ajeno a la ortodoxia del mercado) que no tardará en culminar en un caos.
LOS OLIGARCAS DE KlRCHNER
A medida y en la medida en que el gobierno va cediendo a las presiones y a las exigencias del Fondo -encarnación y representante real y virtual de los acreedores del mundo- hace más ficción y recurre a más declamaciones en el sentido de negarlo. Ha dispuesto, por ejemplo, un aumento de los servicios públicos sin consultarlo con los usuarios, al mismo tiempo que mejora, aunque negándolo, la oferta de pago de aquellas deudas sin discutirlas más. Mientras tanto sanciona leyes decididamente injustas e inadecuadas en cualquier economía; como la que establece la obligación de las empresas de seguir proveyendo de luz, gas o agua a incluso quien no pague. Se trata de un disparate mayúsculo pero también de una aberración jurídica porque desconoce el principio básico del derecho que establece la necesidad de pagar por lo que se. recibe y de cobrar por lo que se da. Por su parte, la Corte Adicta le ha librado a los montoneros en el poder la desagradable preocupación de los dólares confiscados en su momento y que gracias al absurdo fallo del "alto" tribunal sobre la pesificación podrán continuar la reconstrucción de la economía, ahora con la ayuda de los chinos, según parece. Claro que la solución se alcanzó a costa de la aniquilación del derecho, del olvido del principio de equidad y del simple sentido común. Sin propiedad -que es lo que se acaba de desconocer- no hay libertades concretas de la misma manera que sin justicia no hay comunidad. Si se sentencia o se legisla para los bancos caeremos en aquello que los clásicos conocían como oligarquía, ahora liberal y marxista.
LOS ENOJOS DE KlRCHNER
El presidente, bien lo saben sus colaboradores, tiene un carácter irascible que, a falta de un rasgo más positivo, constituye su estilo de presentación y de convivencia. Nunca elude una confrontación vana, pudiendo eludirla. Siempre elude las confrontaciones necesarias, debiendo librarlas. Es así el presidente. De matón les va ganando a los militares que, acobardados y confundidos, les ceden sin protesta ni resistencia sus funciones, sus establecimientos y hasta su buen nombre y honor. Ahora promovió un litigio por completo innecesario con los chilenos. El motivo o la excusa fue la designación como ministro de relaciones exteriores trasandino de un diputado Ignacio Walger, quien había osado escribir algunas verdades en El Mercurio de mayo sobre el peronismo y sobre el propio Kirchner. De aquél dijo que era indefinible y de éste que con apenas el 22% de los votos gobernaba como si fuera mayoría. Lo que es cierto es cierto aunque lo digan desde afuera. No se puede negar que el peronismo es tanto un cajón de sastre como una bolsa de gatos y que su enorme capacidad de sumar, de combinar, de olvidar y de transformarse hoy en lo contrario de ayer y de mañana lo aproxima al nihilismo y al vacío; su relativismo es decididamente antiético y termina por volverse insoportable ¿Cómo es posible que el peronismo, que adoptó un costoso estatismo inicial, remate medio siglo después en el más afrentoso liberalismo y luego en un gobierno de izquierda -que ciertamente no deja de respetar las leyes del mercado, como todas las izquierdas modernas- que se ensaña en el abandono de las mejores tradiciones y en el abandono del orden natural? ¿Cómo comprender un movimiento que dijo nacer bajo un signo cristiano y que culmina en una revolución cultural anticristiana sin límites?
En cuanto a su opinión sobre el primer magistrado también le sobra razón al flamante canciller del país vecino. Sólo le indicaremos que en realidad tiene bastante menos de ese caudal ya que su soporte principal proviene, como nadie ignora en la Argentina, del segmento de la provincia de Buenos Aires que encabeza Eduardo Duhalde, el inventor de Kirchner. Por lo demás las acertadas opiniones de Walger -en general porque el autor de la nota que irritó a nuestro gobierno maneja una terminología inapropiada en un académico de su nivel, como se pretende- fueron formuladas meses antes de ser designado ministro y a nadie se le puede exigir que rinda cuenta por sus opiniones hechas desde el llano. Finalmente llama la atención que un motivo apenas personal, que de ninguna forma afecta el interés nacional, sea invocado para crear un litigio bilateral (pasajero y pueril y que fue resuelto con meras declaraciones verbales).
Por supuesto que con bravuconadas de este tenor no se diseña una política exterior. •