Publicado por Revista Cabildo Nº42
Mes de Diciembre de 2004-3era.Época
REVISTA CABILDO Nº42-
MES DE DICIEMRE DE 2004-
MIRANDO PASAR LOS HECHOS
por Víctor Eduardo ORDÓÑEZ
ORDINARIEZ Y DEPENDENCIA
EL CLAN Di TELLA
Si hay una nota distintiva en la política argentina actual y en el peronismo en especial, es la ordinariez, la vulgaridad, la tosquedad en todo, en los pronunciamientos, en las actitudes, en la terminología, en la vida pública y en la privada, en la actividad legislativa y en la administrativa, en la periodística y en la académica. Los ejemplos, que nunca faltaron a partir del retorno de la democracia, se multiplican con atroz desenfado en estos días. Primero, por orden "jerárquico" figura Torcuato Di Telia, digno hermano del canciller de infausta memoria de las "relaciones carnales" y que terminó sus abundantes juicios y días declarado insano, lo que debió haber sido resuelto exactamente al momento de asumir el ministerio de relaciones exteriores o, más simple, carnales. Ahora es su hermano, que parece seguirlo en su carrera de orate, el que finalizó siendo inaguantable aún para un hombre de la harto escasa delicadeza y de tan amplias tragaderas como Kirchner.
Aquel hombre del que lo menos que se puede decir es que es ridiculamente exótico, responsable que fue en el éxtasis de la disolución de la fortuna paterna a través de esa nefasta iniciativa que se llamó instituto Di Telia -el que introdujo la transgresión y el mal gusto sistémicos en la cultura nacional- se ocupó de escandalizar y de dejar en posición incómoda incluso al gobierno del que formaba parte.
No se privó del uso de palabras obscenas para dar a conocer sus inquietudes "intelectuales" -que, de modesto nomás, no hizo conocer nunca- y de groserías que, dicho sea de paso, no son un mal sayo para los destinatarios a los que estaban dirigidas. Con este vastago, los Di Telia -que tuvieron un paso por la democracia cristiana y por el budismo, lo que acredita la superficialidad del pensamiento familiar- pueden disputarle a los Menem y a los Yoma (¿porqué no a los Kirchner?) el título de baldón para la Argentina: esos clanes semimafiosos que están por debajo del país y jamás a la altura de sus necesidades ni posibilidades.
INODORO CONGRESO
En el mismo orden hemos de colocar -sólo que aquí el papelón fue internacional- el discurso que no sabemos a título de qué ni con qué título, el dibujante de historietas semipornográficas Fontanarrosa dirigió al Congreso de la Lengua reunido en Rosario. Como un "intelectual" como él no puede ir más allá de sus propios personajes, hizo la apología de las malas palabras con lo que, lejos de lograr el galardón al que aspiraba -y para el que lo promocionaban sus amigos de la izquierda-no hizo más que de bufón; claro, cada cual se gana la vida o salta a la popularidad como puede, pero lo malo en el caso fue que integraba la delegación argentina en esa presunta magna reunión. El mundo es más serio de que lo que estos saltimbanquis suponen, tensos entre el extinguido y mediocre Sábato y el inventado Caparros, que encabezados por la mujer del presidente -una analfabeta funcional- tomaron nuestra representación idiomática. Episodios como éstos acreditan con dolor y evidencia la decadencia argentina, iniciada por la clase política y acompañada y culminada por la intelectual, como vimos patentemente a orillas del Paraná.
EL PROTOKOLO
No otra cosa cabe decir de las actitudes -más que intempestivas, espasmódicas- del propio primer magistrado que se permitió morisquetas inaceptables en un orden civilizado y protocolar. No cualquiera deja plantado dos horas al rey de España -por pelafustán que éste sea en concreto- ni esperando a los principales mandatarios del continente en Brasilia, ni se ausenta de la reunión del G-20 sin aviso previo. Ni tampoco cualquiera se da la satisfacción de recibir a un subproducto del género humano, como la Tota Santillán y pasarse largo tiempo con él: hay que ser muy bajo para obtener agrado en diálogos con gente de ese calibre.
Si Kirchner aprecia y ahorra tanto su tiempo al punto de no asistir a comidas oficiales porque prefiere trabajar, no se comprende cómo lo pierde con personas al que ningún hombre de bien le tendería la mano. No son éstos gajes del oficio sino signos de la vulgaridad que se ha entronizado en el poder.
LA ESTÉTICA PROGRESISTA
Ya nadie puede dudar de que Aníbal Ibarra -gestor que supo ser de los premios a los terroristas por lo que cobraba no menguados honorarios- es el partenaire del gramscismo en la Argentina. Menos comprometido que su casi correligionario Néstor Kirchner en la medida que tiene menos que perder que el presidente (aun a cargo de la farsa de no ser más que liberal agnóstico y por lo tanto inofensivo que sólo pretende reivindicar el oscuro ideario de los 70) puede permitirse ciertas transgresiones, ciertos adelantos de la Nación que el neomarxista jefe del estado de Buenos Aires quiere lo más pronto posible. De allí la imposición de la educación sexual en las escuelas porteñas y el encargo a gays y lesbianas corporizados (en patota) para enseñarles a los alumnos qué "género" elegir. Ahora dio un paso más en ese sentido y cedió las salas del Centro Cultural Recoleta para que un referente (en rigor bastante módico dada su mediocridad) de la blasfemia, un tal León Ferrari, expusiera sus obras de arte (sic) sobre lo que supone temas religiosos. La cuestión no daría para más si se tratara únicamente de un desdichado anciano que al borde del abismo de la eternidad, se dedica a poner en piedra, en metal o en madera sus rencores anticristianos y antimarianos, recurriendo en un postrer esfuerzo a cualquier medio para creer que es, efectivamente, un artista: sólo restaría orar por su alma antes que se la devore el abismo. Nos hace recordar al desesperado por pasar a la historia para lo cual quemó la biblioteca de Alejandría, patología de la medianía aceptada por la cultura moderna. Pero se suman dos factores que interesa rescatar. Primero es la reacción de la Jerarquía, justa y oportuna pero desafortunada, porque su protesta -como ante el caso Gasalla
enfatiza la ofensa que estas expresiones significan para el sentimiento de la mayoría; no se trata de esto sólo, un reclamo en estos términos adopta un criterio democrático y plantea la cuestión en una perspectiva democrática, como si la ofensa a las personas de Cristo y Su Madre no constituyera por sí y objetivamente un motivo de condena y de dolor; de esta manera la Iglesia se comporta como una especie de ONG que sale en defensa de sus valores internos, no de la verdad. Segundo es la impasibilidad con que los medios -de ordinario tan sensibles ante otros temas- consideraron esta agresión a la religión católica. Ni a favor ni en contra, como si nada trascendente estuviera en juego. Nos preguntamos qué hubiera pasado si a alguien se le ocurriera exponer cuadros haciendo el panegírico de los campos de concentración o, más simplemente, de la guerra antisubversiva. Allí hubiera bramado la indignación dirigida mediáticamente y la persecución sin límites hubiera caído sobre el artista y sobre los dueños de la sala. Aquí no pasó nada de esto y no solo porque la ciudad se encuentre paralizada por el indiferentismo (en realidad, son pocos los que creen en algo) sino porque los valores religiosos carecen de convocatoria y de atractivo. Hoy la preocupación religiosa es de los ateos, furiosos por conseguir la extirpación de toda forma de piedad, en especial la verdadera. El progresismo, cuanto más radicalizado peor, se maneja con un cuerpo dogmático intransigente e inalterable. Quede, pues, el episodio como un giro más de la espiral dialéctica inspirada por Gramsci que consiste en filtrarse en la ciudadela sin llamar al comienzo la atención ni despertar alarma. Luego se trata de ir asentando bases, despertando menos resistencia al acostumbrar a la sociedad a tolerar y hasta aplaudir los desmanes de la estética progresista-Se trata de romper los mecanismos espontáneos de defensa.
EL TÍO BUSH
Tanto como para festejar piadosamente su reelección, George W. Bush dispuso un ataque masivo contra las posiciones iraquíes. Siempre en nombre de la civilización, la democracia y el capitalismo arrasó la ciudad decontabilizando, con cristiana satisfacción, casi dos mil supuestos guerrilleros muertos. Ahora se dispone en el próximo enero cumplir con su ritual y llamar a elecciones para que la milenaria nación se integre, por fin, al orden occidental que, como se sabe, gira en torno a las votaciones, su último gran valor por el que vale la pena morir o, preferentemente, matar. Envuelto en sus mendacidades y contradicciones el emperador está tomando cumplida venganza de todos aquellos que desconocieron el "way of ufe" que él, al igual que su padre, marcaron. Se desligó de Colín Powell, sospechado de "paloma" y colocó en su lugar a Condolezza Rice, morocha que, vinculada con el negocio petrolero al igual que su presidente, tiene razones y títulos para ser "halcón". Lo que señala a las claras que se propone llevar una política exterior aun más agresiva y exaltada que la practicada hasta ahora. Se trata de encontrar un nuevo enemigo, un nuevo "imperio del mal" contra el cual combatir, suponemos que hasta que, de aquí a varias décadas, se produzca el enfrentamiento abierto con la surgente China a la que, mientras tanto, le permite poner pie en su espacio tenido por propio aunque poco estimado. Tal vez sea mejor así, para los meridionales del continente, habituados a trasladarnos de una órbita a otra, Por el momento, el terrorismo está absorbiendo las energías bélicas de EE.UU. hasta nueva excusa. Por ahora Bush no parece preocuparse seriamente de la estrafalaria situación económica de su país, desconociendo probablemente aquella sentencia de Aristóteles: es imposible que les vaya bien a los que no obran bien.
LAS TRENZAS DE MI CHINA
Algo no tan curioso como sugestivo es la actitud de la fiera izquierda argentina que, habiendo perdido su centro una vez caídos el Muro y el imperio soviético, quedó huérfana de centro al que pertenecer; se inclinó lacrimosa sobre Cuba como ejemplo de David que enfrentaba a Goliat pero, como el poder es el poder, terminaron por solidarizarse con China; en su edición de diciembre Le Monde -órgano de los intelectuales progresistas que quieren volver a ser marxistas y están a la espera de la oportunidad- defiende, es cierto que tartajeantemente los acuerdos con China o, por lo menos, les resta la gravedad que tienen en potencia. La ideología para la izquierda de cualquier tipo, está muy por encima de la verdad y de la conveniencia nacional y así exactamente en la misma página en que se disimulan los peligros orientales publica un feroz artículo contra la entrega de las empresas estatales. Tienen un lenguaje, una preocupación y unos aspavientos nacionalistas pero siguen siendo lo de siempre: un pensamiento cerrado sobre sí mismo y al servicio de sí mismo.
¿DE QUÉ LAVAGNA?
Al momento de escribir estas líneas se desconoce si el ministro Lavagna permanecerá en su cartera. Muchos indicios apuntan a la afirmativa en especial porque -bien o mal- es el único funciona¬rio que sabe lo que se debe hacer o, por lo menos, que sabe lo que hace. Por arbitrario que sea Kirchner no se puede permitir el lujo de prescindir de "el técnico" (que supondría también de su equipo). Es cierto que las dificultades con que tropieza el titular de economía obedecen más a la oposición del sector político del gobierno que siempre apuesta al más corto pero más espectacular plazo (así, por ejemplo, las precipitadas negociaciones, abiertas por tiempo indefinido, con China) que a una estrategia de mayor alcance, con una mejor perspectiva a mediano y largo término. Este tipo de especulaciones le resultan insoportables al presidente que quiere y necesita resultados ya, aun sin medir las consecuencias que, en el fondo, no le interesan: Kirchner gobierna para sí, para sus rencores y sus apetitos, basándose en la preservación de su imagen que para él es todo, según lo prescribiera Maquiavelo (a quien no creemos que haya leído). La caída de la operación canje de la deuda externa -por retiro del Bank of New York, la negativa de los acreedores italianos -con el apoyo expreso de su gobierno- y la negativa "de plano" de parte de Japón a aceptar la quita propuesta por la Argentina, son factores que hicieron trastabillar la llamada reestructuración de la deuda; la negociación, por lo tanto, se cayó por el momento postergándose para enero su reanudación junto con la qué se reiniciará con el FMI. Los inconvenientes venideros no son menores como lo señala el vencimiento de deudas con el organiso por u$s 2300 millones en el primer trimestre del año próximo. Todo esto -y mucho más, como el hecho que ese monto ha de salir en su mayoría de las cuentas oficiales de cuya magnitud el gobierno montonero se vanagloria, la evidente amesetamiento que traba la economía, las eventuales alteraciones internacionales (el último año la economía mundial subió apenas poco más del 1%), el constante aumento del gasto público que nadie parece dispuesto a frenar, etc.- le explotó a Kirchner en las manos y lo colocó de golpe frente a la realidad; le era imprescindible encontrar un chivo expiatorio y lo encontró con toda naturalidad en Lavagna, enfrentado desde antiguo con el favorito De Vido. Es decir que habrá que recurrir al superávit acumulado en los recientes buenos tiempos cancelando vencimientos que no serán reembolsados. Lo que quiere decir que los montoneros en el poder se acomodan -eso sí: con groseras gesticulaciones y promoviendo conflictos artificiales- a las exigencias financieras del mercado, como cualquier liberal ortodoxo que se respete.
ATENTADOS SIN NOMBRE
En los primeros días de noviembre se produjeron cinco atentados con explosivos en diversas instalaciones bancarias en la Capital, los que costaron la vida a un vigilador y heridas a un policía. El estruendo de las bombas fue seguido por- el silencio oficial que, como era de¡ esperar, constituyó la respuesta del gobierno montonero a este retorno -quizá un poco improvisado y un poco desprolijo- de la violencia de otrora, precisa y no casualmente la setentista, la misma que elogia el presidente de continuo. Por lo tanto no es exagerado suponer que hay sino una complicidad explícita de parte del gobierno de Kirchner sí una tolerancia, una pasividad complaciente ante hechos -esto sí dicho sin ninguna apreciación extrema- declaradamente terroristas.
La noticia desapareció con sugestiva velocidad primero de los grandes titulares de los diarios y después de las páginas interiores y en cuanto a las publicaciones oficiales (como el boletín gubernamental Página 12, Canal 7 y demás órganos más o menos dependientes del favor y de la voluntad oficiales) de modo que el asunto pasara con la mayor rapidez posible y la opinión pública no tuviera tiempo de alarmarse. Ni de atar cabos, replantearse la situación y extraer consecuencias, lo que hubiera significado advertir la importancia real de los atentados; una importancia que va mucho más allá de lo propiamente delictivo y del acontecimiento anecdótico.
La colocación de artefactos de fabricación casera que nadie reivindica ni nadie explica, ya que no se produjo en medio de algún litigio, está preñada de sugerencias porque puede ser interpretada como un anuncio de un programa más vasto y orgánico que se está preparando (¿en el marco de la estrategia de Manta o como un anticipo de la llegada de la vanguardia de las FARC colombianas?) o un acto espontáneo e inconexo de algún grupo radical aislado.
Como quiera que sea la instalación de explosivos prevista para su estallido regular, señala un rasgo propio del terrorismo de los '70: el ataque indiscriminado para causar daños, incluso la muerte como ocurrió, sin destinatario preciso; como un acto popular justiciero contra los dueños del dinero, los bancos, o vaya uno a saber contra quien ni, menos aun, en nombre de quien.
Como para decir algo, varios funcionarios les asignaron a los atentados caracteres de delito común. Como no se investigó más, nunca se conocerá ni la autoría ni la intencionalidad de estos crímenes. Pero desde ya se puede descartar su condición de delito común porque carece de sentido su simple comisión ya que un delito como el que suponen las autoridades se lleva a cabo para obtener un beneficio concreto, contante y sonante y no para aterrorizar a la población. •
En todo caso tenemos derecho los argentinos a alarmarnos y a tomar las precauciones correspondientes. Pero un gobierno como el actual, que se preocupa exclusivamente por disimular la gravedad así sea potencial, no permite pensar ni reaccionar a la sociedad nuevamente agredida y, en forma virtual, la deja indefensa, más indefensa que nunca. Con fuerzas armadas y de seguridad cohibidas y acomplejadas, atadas por los abusos en que pudieran incurrir, trabadas por inquisidores ojos oficiales y por centelleantes ONG dispuestos unos y otras a detener el brazo vindicativo y de defensa del que dispone- o, mejor dicho, disponía- la república. Ahora con un Estado en manos de los enemigos de ayer y, como se ve, de hoy también, un rebrote del terrorismo adquiere una gravedad inusitada que no conviene menospreciar. No es que nos asustemos, con las cosas que llevamos vividas a esta altura del partido, pero permítasenos por lo menos tener claro el peligro que se vuelve a cernir sobre el país.
La experiencia atravesada y sufrida treinta años atrás nos au-toriza a levantar la voz de riesgo como el centinela fiel en su puesto ya no de combate sino de vigilia y casi de profeta.
UNA BUENA INICIATIVA
Infobae, con quien no nos une ninguna relación de ningún tipo, tuvo el acierto de empezar a publicar los textos de los terroristas de otrora, esos que no sólo no terminan de irse sino que se empeñan en volver o en quedarse. No hace, con buen criterio, sino reproducirlos sin agregarle comentario ni glosa alguna. Es que con su ferocidad basta para ilustrar a las generaciones que no la vivieron ni la conocieron porque una cuidadosa y falaz educación y labor mediática proporcionada por los colegios y los medios adictos, les ocultó la verdad de esa etapa de la historia argentina que ahora interesa a los subversivos olvidar y hacer olvidar. Porque ¿qué se puede decir a favor de criminales como Roberto Santucho y Rodolfo Walsh, entre otros -no pocos con vigente poder en la actualidad- que exhortaban a sus desmesuradas huestes con proclamas siniestras en las que se las empujaba a "proseguir la lucha" o "señalar como enemigos del Pueblo (sic) ex presidente Onganía, Levingston y Lanusse, a los comandantes de las FFAA., jueces de las Cámaras Federales..."? Era la condena virtual a muerte de los nombrados y, por extensión, de todos quienes los tribunales del ERP, en nombre de una difusa pero omnipotente "justicia revolucionaria" , fueran indicando en sus te-nebrosas reuniones secretas. Semejante arbitrariedad es confirmada por otros textos en los que el ERP se declara "respetuoso de la voluntad popular" y que, por lo tanto, no atacará al gobierno re-cién electo (el de Cámpora) "mientras éste no ataque al pueblo ni a la guerrilla". Esta es una vieja y necesaria pretensión que el terrorismo sigue teniendo en nuestros días: asegurarse a priori un marco de impunidad para lo cual nada mejor que ilegalizar la represión en base a un razonamiento tosco pero eficaz, la Revolución es intangible, buena de por sí y no existen razones éticas, jurídicas ni políticas que justifiquen ni autoricen perseguirla, ni siquiera enfren-tarla. Aplican, de esta manera, una dialéctica que, puesta en marcha adecuada y oportunamente, invalida la represión inhibiendo al poder político o militar para combatir al terrorismo que es el arma de la Revolución puesta de forma unilateral fuera de todo cuestionamiento. La Revolución todo lo permite porque se comporta y debe ser considerada como la fuente del bien, de todo bien al que todo le ha de quedar sujeto.
Igualmente desaprensiva y desafiante es la "promesa" conte-nida un poco más adelante del comunicado del que extraemos estas citas: "En cuanto a la policía... el ERP suspenderá los ataques contra ella a partir del 25 de Mayo (de 1973, fecha de acceso de Cámpora al gobierno) no así contra los torturadores ya sentenciados y no atacará a la policía mientras ésta se mantenga neutral. El ERP advierte a todos los policías para evitar hechos de esta naturaleza a no perturbar la acción de nuestros comandos en ninguna circunstancia". Cuesta determinar de qué asombrarse o de qué indignarse más ante estas palabras y ante esta actitud mental; de su soberbia, de su convicción en la legitimidad del uso de la fuerza, de la desfachatez de sus consideraciones y amenazas, del infantilismo prepotente que las inspira... Los dirigentes del Ejército Revolucionario del Pueblo, tal vez la organización más radicalizada y criminal de las que protagonizaron el peor y más sistemático terrorismo de la historia argentina, sabían lo que hacían y decían: actuaban, según los lineamientos de la teoría, como un poder legítimo que disputaba el espacio al establecido. Por eso ese trato igualitario, de Estado a Estado. Al comienzo una cierta convivencia para luego desplazar al gobierno existente y al orden ético y cultural que presuponía por la Revolución que arrasaría hasta sus raíces el régimen anterior depuesto. Por eso la izquierda -revolucionaria o empresaris va por mas. Quiere y necesita el poder completo y sin contrapesos. Lo que no quiere decir que esté dispuesta a renunciar al que se vea obligada a compartir, al acecho de una filtración que le permita ingresar en búsqueda y disposición de la totalidad. Detrás de su pluralismo late inexorable su naturaleza hegemónica que no tolera la contradicción ni el disenso.
No se privó del uso de palabras obscenas para dar a conocer sus inquietudes "intelectuales" -que, de modesto nomás, no hizo conocer nunca- y de groserías que, dicho sea de paso, no son un mal sayo para los destinatarios a los que estaban dirigidas. Con este vastago, los Di Telia -que tuvieron un paso por la democracia cristiana y por el budismo, lo que acredita la superficialidad del pensamiento familiar- pueden disputarle a los Menem y a los Yoma (¿porqué no a los Kirchner?) el título de baldón para la Argentina: esos clanes semimafiosos que están por debajo del país y jamás a la altura de sus necesidades ni posibilidades.
INODORO CONGRESO
En el mismo orden hemos de colocar -sólo que aquí el papelón fue internacional- el discurso que no sabemos a título de qué ni con qué título, el dibujante de historietas semipornográficas Fontanarrosa dirigió al Congreso de la Lengua reunido en Rosario. Como un "intelectual" como él no puede ir más allá de sus propios personajes, hizo la apología de las malas palabras con lo que, lejos de lograr el galardón al que aspiraba -y para el que lo promocionaban sus amigos de la izquierda-no hizo más que de bufón; claro, cada cual se gana la vida o salta a la popularidad como puede, pero lo malo en el caso fue que integraba la delegación argentina en esa presunta magna reunión. El mundo es más serio de que lo que estos saltimbanquis suponen, tensos entre el extinguido y mediocre Sábato y el inventado Caparros, que encabezados por la mujer del presidente -una analfabeta funcional- tomaron nuestra representación idiomática. Episodios como éstos acreditan con dolor y evidencia la decadencia argentina, iniciada por la clase política y acompañada y culminada por la intelectual, como vimos patentemente a orillas del Paraná.
EL PROTOKOLO
No otra cosa cabe decir de las actitudes -más que intempestivas, espasmódicas- del propio primer magistrado que se permitió morisquetas inaceptables en un orden civilizado y protocolar. No cualquiera deja plantado dos horas al rey de España -por pelafustán que éste sea en concreto- ni esperando a los principales mandatarios del continente en Brasilia, ni se ausenta de la reunión del G-20 sin aviso previo. Ni tampoco cualquiera se da la satisfacción de recibir a un subproducto del género humano, como la Tota Santillán y pasarse largo tiempo con él: hay que ser muy bajo para obtener agrado en diálogos con gente de ese calibre.
Si Kirchner aprecia y ahorra tanto su tiempo al punto de no asistir a comidas oficiales porque prefiere trabajar, no se comprende cómo lo pierde con personas al que ningún hombre de bien le tendería la mano. No son éstos gajes del oficio sino signos de la vulgaridad que se ha entronizado en el poder.
LA ESTÉTICA PROGRESISTA
Ya nadie puede dudar de que Aníbal Ibarra -gestor que supo ser de los premios a los terroristas por lo que cobraba no menguados honorarios- es el partenaire del gramscismo en la Argentina. Menos comprometido que su casi correligionario Néstor Kirchner en la medida que tiene menos que perder que el presidente (aun a cargo de la farsa de no ser más que liberal agnóstico y por lo tanto inofensivo que sólo pretende reivindicar el oscuro ideario de los 70) puede permitirse ciertas transgresiones, ciertos adelantos de la Nación que el neomarxista jefe del estado de Buenos Aires quiere lo más pronto posible. De allí la imposición de la educación sexual en las escuelas porteñas y el encargo a gays y lesbianas corporizados (en patota) para enseñarles a los alumnos qué "género" elegir. Ahora dio un paso más en ese sentido y cedió las salas del Centro Cultural Recoleta para que un referente (en rigor bastante módico dada su mediocridad) de la blasfemia, un tal León Ferrari, expusiera sus obras de arte (sic) sobre lo que supone temas religiosos. La cuestión no daría para más si se tratara únicamente de un desdichado anciano que al borde del abismo de la eternidad, se dedica a poner en piedra, en metal o en madera sus rencores anticristianos y antimarianos, recurriendo en un postrer esfuerzo a cualquier medio para creer que es, efectivamente, un artista: sólo restaría orar por su alma antes que se la devore el abismo. Nos hace recordar al desesperado por pasar a la historia para lo cual quemó la biblioteca de Alejandría, patología de la medianía aceptada por la cultura moderna. Pero se suman dos factores que interesa rescatar. Primero es la reacción de la Jerarquía, justa y oportuna pero desafortunada, porque su protesta -como ante el caso Gasalla
enfatiza la ofensa que estas expresiones significan para el sentimiento de la mayoría; no se trata de esto sólo, un reclamo en estos términos adopta un criterio democrático y plantea la cuestión en una perspectiva democrática, como si la ofensa a las personas de Cristo y Su Madre no constituyera por sí y objetivamente un motivo de condena y de dolor; de esta manera la Iglesia se comporta como una especie de ONG que sale en defensa de sus valores internos, no de la verdad. Segundo es la impasibilidad con que los medios -de ordinario tan sensibles ante otros temas- consideraron esta agresión a la religión católica. Ni a favor ni en contra, como si nada trascendente estuviera en juego. Nos preguntamos qué hubiera pasado si a alguien se le ocurriera exponer cuadros haciendo el panegírico de los campos de concentración o, más simplemente, de la guerra antisubversiva. Allí hubiera bramado la indignación dirigida mediáticamente y la persecución sin límites hubiera caído sobre el artista y sobre los dueños de la sala. Aquí no pasó nada de esto y no solo porque la ciudad se encuentre paralizada por el indiferentismo (en realidad, son pocos los que creen en algo) sino porque los valores religiosos carecen de convocatoria y de atractivo. Hoy la preocupación religiosa es de los ateos, furiosos por conseguir la extirpación de toda forma de piedad, en especial la verdadera. El progresismo, cuanto más radicalizado peor, se maneja con un cuerpo dogmático intransigente e inalterable. Quede, pues, el episodio como un giro más de la espiral dialéctica inspirada por Gramsci que consiste en filtrarse en la ciudadela sin llamar al comienzo la atención ni despertar alarma. Luego se trata de ir asentando bases, despertando menos resistencia al acostumbrar a la sociedad a tolerar y hasta aplaudir los desmanes de la estética progresista-Se trata de romper los mecanismos espontáneos de defensa.
EL TÍO BUSH
Tanto como para festejar piadosamente su reelección, George W. Bush dispuso un ataque masivo contra las posiciones iraquíes. Siempre en nombre de la civilización, la democracia y el capitalismo arrasó la ciudad decontabilizando, con cristiana satisfacción, casi dos mil supuestos guerrilleros muertos. Ahora se dispone en el próximo enero cumplir con su ritual y llamar a elecciones para que la milenaria nación se integre, por fin, al orden occidental que, como se sabe, gira en torno a las votaciones, su último gran valor por el que vale la pena morir o, preferentemente, matar. Envuelto en sus mendacidades y contradicciones el emperador está tomando cumplida venganza de todos aquellos que desconocieron el "way of ufe" que él, al igual que su padre, marcaron. Se desligó de Colín Powell, sospechado de "paloma" y colocó en su lugar a Condolezza Rice, morocha que, vinculada con el negocio petrolero al igual que su presidente, tiene razones y títulos para ser "halcón". Lo que señala a las claras que se propone llevar una política exterior aun más agresiva y exaltada que la practicada hasta ahora. Se trata de encontrar un nuevo enemigo, un nuevo "imperio del mal" contra el cual combatir, suponemos que hasta que, de aquí a varias décadas, se produzca el enfrentamiento abierto con la surgente China a la que, mientras tanto, le permite poner pie en su espacio tenido por propio aunque poco estimado. Tal vez sea mejor así, para los meridionales del continente, habituados a trasladarnos de una órbita a otra, Por el momento, el terrorismo está absorbiendo las energías bélicas de EE.UU. hasta nueva excusa. Por ahora Bush no parece preocuparse seriamente de la estrafalaria situación económica de su país, desconociendo probablemente aquella sentencia de Aristóteles: es imposible que les vaya bien a los que no obran bien.
LAS TRENZAS DE MI CHINA
Algo no tan curioso como sugestivo es la actitud de la fiera izquierda argentina que, habiendo perdido su centro una vez caídos el Muro y el imperio soviético, quedó huérfana de centro al que pertenecer; se inclinó lacrimosa sobre Cuba como ejemplo de David que enfrentaba a Goliat pero, como el poder es el poder, terminaron por solidarizarse con China; en su edición de diciembre Le Monde -órgano de los intelectuales progresistas que quieren volver a ser marxistas y están a la espera de la oportunidad- defiende, es cierto que tartajeantemente los acuerdos con China o, por lo menos, les resta la gravedad que tienen en potencia. La ideología para la izquierda de cualquier tipo, está muy por encima de la verdad y de la conveniencia nacional y así exactamente en la misma página en que se disimulan los peligros orientales publica un feroz artículo contra la entrega de las empresas estatales. Tienen un lenguaje, una preocupación y unos aspavientos nacionalistas pero siguen siendo lo de siempre: un pensamiento cerrado sobre sí mismo y al servicio de sí mismo.
¿DE QUÉ LAVAGNA?
Al momento de escribir estas líneas se desconoce si el ministro Lavagna permanecerá en su cartera. Muchos indicios apuntan a la afirmativa en especial porque -bien o mal- es el único funciona¬rio que sabe lo que se debe hacer o, por lo menos, que sabe lo que hace. Por arbitrario que sea Kirchner no se puede permitir el lujo de prescindir de "el técnico" (que supondría también de su equipo). Es cierto que las dificultades con que tropieza el titular de economía obedecen más a la oposición del sector político del gobierno que siempre apuesta al más corto pero más espectacular plazo (así, por ejemplo, las precipitadas negociaciones, abiertas por tiempo indefinido, con China) que a una estrategia de mayor alcance, con una mejor perspectiva a mediano y largo término. Este tipo de especulaciones le resultan insoportables al presidente que quiere y necesita resultados ya, aun sin medir las consecuencias que, en el fondo, no le interesan: Kirchner gobierna para sí, para sus rencores y sus apetitos, basándose en la preservación de su imagen que para él es todo, según lo prescribiera Maquiavelo (a quien no creemos que haya leído). La caída de la operación canje de la deuda externa -por retiro del Bank of New York, la negativa de los acreedores italianos -con el apoyo expreso de su gobierno- y la negativa "de plano" de parte de Japón a aceptar la quita propuesta por la Argentina, son factores que hicieron trastabillar la llamada reestructuración de la deuda; la negociación, por lo tanto, se cayó por el momento postergándose para enero su reanudación junto con la qué se reiniciará con el FMI. Los inconvenientes venideros no son menores como lo señala el vencimiento de deudas con el organiso por u$s 2300 millones en el primer trimestre del año próximo. Todo esto -y mucho más, como el hecho que ese monto ha de salir en su mayoría de las cuentas oficiales de cuya magnitud el gobierno montonero se vanagloria, la evidente amesetamiento que traba la economía, las eventuales alteraciones internacionales (el último año la economía mundial subió apenas poco más del 1%), el constante aumento del gasto público que nadie parece dispuesto a frenar, etc.- le explotó a Kirchner en las manos y lo colocó de golpe frente a la realidad; le era imprescindible encontrar un chivo expiatorio y lo encontró con toda naturalidad en Lavagna, enfrentado desde antiguo con el favorito De Vido. Es decir que habrá que recurrir al superávit acumulado en los recientes buenos tiempos cancelando vencimientos que no serán reembolsados. Lo que quiere decir que los montoneros en el poder se acomodan -eso sí: con groseras gesticulaciones y promoviendo conflictos artificiales- a las exigencias financieras del mercado, como cualquier liberal ortodoxo que se respete.
ATENTADOS SIN NOMBRE
En los primeros días de noviembre se produjeron cinco atentados con explosivos en diversas instalaciones bancarias en la Capital, los que costaron la vida a un vigilador y heridas a un policía. El estruendo de las bombas fue seguido por- el silencio oficial que, como era de¡ esperar, constituyó la respuesta del gobierno montonero a este retorno -quizá un poco improvisado y un poco desprolijo- de la violencia de otrora, precisa y no casualmente la setentista, la misma que elogia el presidente de continuo. Por lo tanto no es exagerado suponer que hay sino una complicidad explícita de parte del gobierno de Kirchner sí una tolerancia, una pasividad complaciente ante hechos -esto sí dicho sin ninguna apreciación extrema- declaradamente terroristas.
La noticia desapareció con sugestiva velocidad primero de los grandes titulares de los diarios y después de las páginas interiores y en cuanto a las publicaciones oficiales (como el boletín gubernamental Página 12, Canal 7 y demás órganos más o menos dependientes del favor y de la voluntad oficiales) de modo que el asunto pasara con la mayor rapidez posible y la opinión pública no tuviera tiempo de alarmarse. Ni de atar cabos, replantearse la situación y extraer consecuencias, lo que hubiera significado advertir la importancia real de los atentados; una importancia que va mucho más allá de lo propiamente delictivo y del acontecimiento anecdótico.
La colocación de artefactos de fabricación casera que nadie reivindica ni nadie explica, ya que no se produjo en medio de algún litigio, está preñada de sugerencias porque puede ser interpretada como un anuncio de un programa más vasto y orgánico que se está preparando (¿en el marco de la estrategia de Manta o como un anticipo de la llegada de la vanguardia de las FARC colombianas?) o un acto espontáneo e inconexo de algún grupo radical aislado.
Como quiera que sea la instalación de explosivos prevista para su estallido regular, señala un rasgo propio del terrorismo de los '70: el ataque indiscriminado para causar daños, incluso la muerte como ocurrió, sin destinatario preciso; como un acto popular justiciero contra los dueños del dinero, los bancos, o vaya uno a saber contra quien ni, menos aun, en nombre de quien.
Como para decir algo, varios funcionarios les asignaron a los atentados caracteres de delito común. Como no se investigó más, nunca se conocerá ni la autoría ni la intencionalidad de estos crímenes. Pero desde ya se puede descartar su condición de delito común porque carece de sentido su simple comisión ya que un delito como el que suponen las autoridades se lleva a cabo para obtener un beneficio concreto, contante y sonante y no para aterrorizar a la población. •
En todo caso tenemos derecho los argentinos a alarmarnos y a tomar las precauciones correspondientes. Pero un gobierno como el actual, que se preocupa exclusivamente por disimular la gravedad así sea potencial, no permite pensar ni reaccionar a la sociedad nuevamente agredida y, en forma virtual, la deja indefensa, más indefensa que nunca. Con fuerzas armadas y de seguridad cohibidas y acomplejadas, atadas por los abusos en que pudieran incurrir, trabadas por inquisidores ojos oficiales y por centelleantes ONG dispuestos unos y otras a detener el brazo vindicativo y de defensa del que dispone- o, mejor dicho, disponía- la república. Ahora con un Estado en manos de los enemigos de ayer y, como se ve, de hoy también, un rebrote del terrorismo adquiere una gravedad inusitada que no conviene menospreciar. No es que nos asustemos, con las cosas que llevamos vividas a esta altura del partido, pero permítasenos por lo menos tener claro el peligro que se vuelve a cernir sobre el país.
La experiencia atravesada y sufrida treinta años atrás nos au-toriza a levantar la voz de riesgo como el centinela fiel en su puesto ya no de combate sino de vigilia y casi de profeta.
UNA BUENA INICIATIVA
Infobae, con quien no nos une ninguna relación de ningún tipo, tuvo el acierto de empezar a publicar los textos de los terroristas de otrora, esos que no sólo no terminan de irse sino que se empeñan en volver o en quedarse. No hace, con buen criterio, sino reproducirlos sin agregarle comentario ni glosa alguna. Es que con su ferocidad basta para ilustrar a las generaciones que no la vivieron ni la conocieron porque una cuidadosa y falaz educación y labor mediática proporcionada por los colegios y los medios adictos, les ocultó la verdad de esa etapa de la historia argentina que ahora interesa a los subversivos olvidar y hacer olvidar. Porque ¿qué se puede decir a favor de criminales como Roberto Santucho y Rodolfo Walsh, entre otros -no pocos con vigente poder en la actualidad- que exhortaban a sus desmesuradas huestes con proclamas siniestras en las que se las empujaba a "proseguir la lucha" o "señalar como enemigos del Pueblo (sic) ex presidente Onganía, Levingston y Lanusse, a los comandantes de las FFAA., jueces de las Cámaras Federales..."? Era la condena virtual a muerte de los nombrados y, por extensión, de todos quienes los tribunales del ERP, en nombre de una difusa pero omnipotente "justicia revolucionaria" , fueran indicando en sus te-nebrosas reuniones secretas. Semejante arbitrariedad es confirmada por otros textos en los que el ERP se declara "respetuoso de la voluntad popular" y que, por lo tanto, no atacará al gobierno re-cién electo (el de Cámpora) "mientras éste no ataque al pueblo ni a la guerrilla". Esta es una vieja y necesaria pretensión que el terrorismo sigue teniendo en nuestros días: asegurarse a priori un marco de impunidad para lo cual nada mejor que ilegalizar la represión en base a un razonamiento tosco pero eficaz, la Revolución es intangible, buena de por sí y no existen razones éticas, jurídicas ni políticas que justifiquen ni autoricen perseguirla, ni siquiera enfren-tarla. Aplican, de esta manera, una dialéctica que, puesta en marcha adecuada y oportunamente, invalida la represión inhibiendo al poder político o militar para combatir al terrorismo que es el arma de la Revolución puesta de forma unilateral fuera de todo cuestionamiento. La Revolución todo lo permite porque se comporta y debe ser considerada como la fuente del bien, de todo bien al que todo le ha de quedar sujeto.
Igualmente desaprensiva y desafiante es la "promesa" conte-nida un poco más adelante del comunicado del que extraemos estas citas: "En cuanto a la policía... el ERP suspenderá los ataques contra ella a partir del 25 de Mayo (de 1973, fecha de acceso de Cámpora al gobierno) no así contra los torturadores ya sentenciados y no atacará a la policía mientras ésta se mantenga neutral. El ERP advierte a todos los policías para evitar hechos de esta naturaleza a no perturbar la acción de nuestros comandos en ninguna circunstancia". Cuesta determinar de qué asombrarse o de qué indignarse más ante estas palabras y ante esta actitud mental; de su soberbia, de su convicción en la legitimidad del uso de la fuerza, de la desfachatez de sus consideraciones y amenazas, del infantilismo prepotente que las inspira... Los dirigentes del Ejército Revolucionario del Pueblo, tal vez la organización más radicalizada y criminal de las que protagonizaron el peor y más sistemático terrorismo de la historia argentina, sabían lo que hacían y decían: actuaban, según los lineamientos de la teoría, como un poder legítimo que disputaba el espacio al establecido. Por eso ese trato igualitario, de Estado a Estado. Al comienzo una cierta convivencia para luego desplazar al gobierno existente y al orden ético y cultural que presuponía por la Revolución que arrasaría hasta sus raíces el régimen anterior depuesto. Por eso la izquierda -revolucionaria o empresaris va por mas. Quiere y necesita el poder completo y sin contrapesos. Lo que no quiere decir que esté dispuesta a renunciar al que se vea obligada a compartir, al acecho de una filtración que le permita ingresar en búsqueda y disposición de la totalidad. Detrás de su pluralismo late inexorable su naturaleza hegemónica que no tolera la contradicción ni el disenso.
DESPARPAJO
El del diputado sindicalista Basteiro que, siguiendo las consignas que dejamos expuestas arriba, presentó un proyecto de ley por el que no se consideraría delito penal los que se cometieran en el ejercicio del derecho de protesta social. La iniciativa, que esperemos que no prospere, es laxa, permisiva e indeterminada y permite incluir todas aquellas manifestaciones consideradas de "protesta social", cuidándose bien de determinar qué se ha de entender por tales. En la práctica lo que el dirigente aeronáutico procura es conseguir que no se sancionen ni se molesten de cualquier forma a los piquetes que interrumpen el tránsito, agreden a las personas, destrozan comercios y un indeter-minable etcétera. Pues bien, de un manotazo, según tan tramposo y antijurídico proyecto, se borran para estas minorías revoltosas de privilegiados una serie de delitos, incluso si se quisiera, los de sangre. Porque se sabe: el reclamo de justicia -entiéndase lo que se quiera por ello- es lícito en toda circunstancia y, en consecuencia, imponible de incriminar. Es cómodo -sería apenas un deporte bien rentado- desarrollar una actividad violenta, con lesión grave de los derechos ajenos, amparado en la impunidad proporcionada por una norma picara y discriminatoria por la cual los piqueteros dispondrían de fueros especiales y distintos al resto de los argentinos. •
El del diputado sindicalista Basteiro que, siguiendo las consignas que dejamos expuestas arriba, presentó un proyecto de ley por el que no se consideraría delito penal los que se cometieran en el ejercicio del derecho de protesta social. La iniciativa, que esperemos que no prospere, es laxa, permisiva e indeterminada y permite incluir todas aquellas manifestaciones consideradas de "protesta social", cuidándose bien de determinar qué se ha de entender por tales. En la práctica lo que el dirigente aeronáutico procura es conseguir que no se sancionen ni se molesten de cualquier forma a los piquetes que interrumpen el tránsito, agreden a las personas, destrozan comercios y un indeter-minable etcétera. Pues bien, de un manotazo, según tan tramposo y antijurídico proyecto, se borran para estas minorías revoltosas de privilegiados una serie de delitos, incluso si se quisiera, los de sangre. Porque se sabe: el reclamo de justicia -entiéndase lo que se quiera por ello- es lícito en toda circunstancia y, en consecuencia, imponible de incriminar. Es cómodo -sería apenas un deporte bien rentado- desarrollar una actividad violenta, con lesión grave de los derechos ajenos, amparado en la impunidad proporcionada por una norma picara y discriminatoria por la cual los piqueteros dispondrían de fueros especiales y distintos al resto de los argentinos. •