domingo, 10 de abril de 2016

REVISTA CABILDO Nº42- MES DE DICIEMTRE DE 2004- EDITORAL- ANTE LA PERSECUCIÓN AL CATOLICISMO

 Publicado por Revista Cabildo Nº 42
Mes de Diciembre de 2094-3era.Época
 REVISTA CABILDO Nº42-
MES DE DICIEMBRE DE 2004-
EDITORAL-
ANTE LA PERSECUCIÓN AL CATOLICISMO
 
SE nos permitirá que esta vez editorialicemos una escueta y frontal declaración de principios, pero'así parece imponerlo la gravedad de las circunstancias bajo las cuales escribimos estas líneas.
1- Se ha desatado con furia en el país una evidente cuanto injustísima persecución al Catolicismo. Ella no se manifiesta principalmente ni en las procacidades televisivas de un invertido bufón, ni en el muestrario pseudo-artístico de un rencoroso e indocto enajenado. Ella es hoy política de Estado, ejecutada a sabiendas y convergentemente por los tres poderes públicos. Asombrarse por este aserto es desconocer que, en los días que corren, quienes dicen. conducir los destinos nacionales son, sin eufemismo alguno, genuinos criminales de guerra.
 


De la guerra que tres décadas atrás el marxismo le declaró a la Nación, mediante el asalto de las organizaciones guerrilleras. Desde el presidente hacia abajo, quienes integran este tiránico gobierno, reivindican casi obsesivamente su inserción en aquella subversiva contienda; honran a los asesinos, izan sus jirones rojos y ponen en funciones públicas a quienes integraron la soldadesca homicida. Lo menos que puede seguirse, de acuerdo con la perversa lógica que los anima, es que la Fe Católica -su credo, su magisterio, sus símbolos y sus profesantes- sea atacada a mansalva, con el apoyo casi unánime de los medios masivos que le son adictos, y el despliegue callejero de provocadores impunes.
2.- La Jerarquía de la Iglesia tiene la responsabilidad y la obligación de hablar claro, de obrar con intrépida virilidad, de sostener a los combatientes cristianos, de encabezar heroicamente la resistencia, e incluso, de castigar con las máximas sanciones previstas en el Derecho Canónico a quienes habiéndose confesado católicos, obran públicamente movidos por el odium fidei, ocupen los puestos que ocupen. Tiene el deber de instar a la lucha, en defensa de Dios y de la Patria. La tristísima realidad -que nos lacera el alma decirla- es que salvo casos aislados e insuficientes, nuestros pastores no se comportan ni como guías veraces, ni como centinelas firmes, ni como testigos valientes; y estos tres atributos aquí reclamados no son desmedidas ocurrencias nuestras, sino los que les pide Papa Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica Pastores greqis. Seguir escamoteando la debida y legítima confrontación con los ultrajadores, no detendrá la furia de éstos, los volverá más insolentes. Seguir repitiendo ante cada violación del segundo mandamiento, que se agravian sentimientos religiosos mayoritarios, que se conspira contra la convivencia democrática o que se malversan nuestros impuestos, es distraer la atención de lo principal y ocultar las únicas cuestiones esenciales. Jesucristo es el escarnecido, su Santa Madre la vilipendiada, la Cátedra de Pedro la profanada, la catolicidad la injuriada, nuestro tesoro en el Cielo el robado, la Cruz la única víctima de un complot siniestro. Perversiones todas que no significan la ruptura del diálogo pluralista, del alegre ecumenismo y de las democráticas tenidas; antes bien, son sus frutos naturales, previsibles y funestos. Si los pastores continúan apacentándose a sí mismos -en lugar de velar por el rebaño- merecerán la maldiciones proferidas explícitamente al respecto en el Antiguo Testamento, y el temible vómito del Altísimo reservado a los tibios, del que le habla el Ángel al obispo de Laodicea, en los textos apocalípticos.
3.- Cristo ha sido destronado, y la sola mención de una patria católica y mariana -en consonancia con el plan inaugural de sus genuinos héroes fundadores- escandaliza hoy a unos y otros. Como si la argentinidad no tuviese los mismos derechos a vertebrarse en la catolicidad que reclaman para sus respectivas naciones los pueblos de diversas y falsas ascendencias religiosas. En tales circunstancias , y cualesquiera vayan a ser en lo su-cesivo las ofensas del enemigo y la inercia de los pastores, creemos que urge reaccionar, llamamos a reaccionar, somos fervorosamente reaccionarios. El pacifismo no es cristiano; sí la paz sostenida en la justicia. El perdón se le ofrece gustoso al que se arrepiente y se enmienda, no al que usa la clemencia para seguir delinquiendo. La mejilla derecha particular ya está ofrecida y golpeada por nuestros ofensores privados; nada nos importa. Pero no se nos manda poner las mejillas de la majestad divina, de la tradición católica y de la patria violada; antes bien, se nos obliga a custodiarlas a costa de la propia sangre. Tendremos en cuenta lo que nos enseñaba Pió XII en la Navidad de 1945: "un pueblo amenazado y víctima de una injusta agresión, si quiere pensar y obrar cristianamente, no puede permanecer en una indiferencia pasiva; y si no quiere dejar las manos libres a los criminales, no le queda otro remedio que prepararse para el día en que tendrá que defenderse''./
El día ha llegado. Cada cual en su puesto. Con entera sencillez y con pleno conocimiento de nuestras propias debilidades, pero también con firmeza que quiere ser santa y heroica, anunciamos que aún en la adversidad y en la soledad estamos dispuestos al desafío. Porque es preferible ser herido o caer en la demanda, antes que esa triste integridad de aquel pellejo, que nunca se jugó por la Verdad. •
Antonio CAPONNETTO