Una palmada de la República Imperial
El
presidente de la nación se encuentra en China participando en la Cumbre
del G-20 donde tuvo relaciones bilaterales con varios presidentes,
entre ellos el anfitrión chino, Xi Jinping, a quien el mandatario
argentino le planteó que la Argentina aspira a venderle al coloso
asiático alimentos de valor agregado, además de soja “porque es una
manera de generar más empleo y combatir la pobreza”. También dialogó con
su par egipcio, el golpista Al Sisi, quien le manifestó el deseo de que
empresas argentinas participen en proyectos de logística y destacó las
oportunidades que se les abren a las firmas argentinas con el aumento
del tránsito comercial a lo largo del Canal de Suez. Pero lo que más
saboreó el presidente de la nación fue el explícito apoyo que le brindó
Barack Obama, tanto en público como en privado.
En efecto, el presidente
de la república imperial le dispensó a Macri una serie de elogios
apenas iniciada la cumbre de presidentes. Se lo dijo personalmente
durante un amable encuentro que tuvo con él y la primera dama luego de
la tradicional foto general de los presidentes y sus esposas. En la
sesión plenaria Obama lo felicitó en público por intentar “rediseñar y
darle nueva fuerza” a la economía argentina. “Las economías crecen mejor
cuando todos participan de ese crecimiento”, sostuvo Obama, quien
exigió “tomar medidas para asegurarnos que no vamos a tomar nuevas
recetas proteccionistas ni populistas”. Consideró que hay “presidentes
que están tomando medidas correctas” y destacó al “nuevo presidente de
la Argentina” que está tratando de “rediseñar y darle nueva fuerza a su
economía”. El terrorismo fue tema de conversación entre Macri y su par
egipcio, quien le manifestó que “hoy el terrorismo está globalizado y a
través de las redes, con mensajes radicalizados, capturan a jóvenes que
terminan inmolándose y hacen un desastre”. Además, le comunicó su
impulso “para que estos sitios de Internet con mensajes fanáticos sean
cerrados, porque una sola persona puede hacer mucho daño en cualquier
parte del mundo” (fuente: “Felicitado por ser buen alumno”, Página 12,
5/9/016).
Mauricio Macri cada día se parece más a Carlos Menem, el
metafísico de Anillaco. Luego de asumir en julio de 1989 el riojano
impuso en el país severos planes de ajuste que fueron bendecidos por el
entonces presidente norteamericano George Bush. A tal punto llegaron a
congeniar que Bush llegó a catapultar a Menem a la categoría de líder
mundial. Menem se alió económica y estratégicamente con la república
imperial creyendo que de esa forma la Argentina formaría parte del nuevo
orden mundial surgido tras la implosión de la URSS. Si bien durante sus
diez años de reinado Menem recibió de parte de los organismos
multilaterales de crédito montañas de dólares y recibió varias palmadas
en la espalda, su gobierno terminó muy mal económica y socialmente.
Cuando su inútil sucesor asumió había recesión, desempleo, déficit
fiscal y una brecha social intolerable. Fruto de su decisión de
alinearse incondicionalmente con la república imperial el país quedó
expuesto a las garras del terrorismo internacional: Embajada de Israel,
Amia y “accidente” del hijo presidencial. Ese fue el precio que pagó el
pueblo por la decisión de Menem de terminar con el “aislamiento”
internacional al que lo había sometido el gobierno de Alfonsín. Hoy la
historia pareciera querer repetirse. Así como Menem criticó la política
exterior alfonsinista, Macri hizo lo mismo con la política exterior
kirchnerista. “Es esencial”, repiquetea Macri de continuo, “que la
Argentina retorne al mundo porque es la única forma de atraer aquellas
inversiones foráneas que nos permitirán salir del atolladero en que nos
encontramos gracias a Néstor y Cristina Kirchner”. Emulando al riojano,
Macri viene aplicando desde que asumió un pavoroso ajuste y en materia
internacional ha decidido aliarse incondicionalmente con Estados Unidos.
Si en los noventa esa estrategia condujo al país al fracaso, ¿por qué
ahora, dos décadas después, la misma política habría de provocar
resultados distintos?
En su edición del lunes 5 de septiembre
Página 12 publicó un artículo de Javier Lewkowicz titulado “Volver al
pasado de cara al presente”, en el que reconocidos especialistas
responden a estos interrogantes: a) ¿con qué gobierno de la historia
argentina se puede comparar la gestión de Mauricio Macri?; b) ¿es un
modelo desarrollista o liberal?; c) ¿cómo les fue a otros proyectos que
intentaron reformas similares?; y d) ¿qué podría pasar en esta
oportunidad?
Según Benito de Miguel (consejero latinoamericano y
de gobierno de la Sociedad Internacional para el Desarrollo) “los
históricos detractores de Arturo Frondizi hicieron todo lo posible para
sepultar, por un lado, la experiencia de los cuatro años en que gobernó
la Argentina (1958-1962), y, por el otro, la aproximación teórica de
Rogelio Frigerio, su socio político de ahí para siempre. Con una
despiadada guerra psicológica desde 1963 y finalmente a sangre y fuego a
partir de 1976, lo consiguieron” (…) “varios conspicuos miembros de la
administración Macri, comenzando por Macri mismo, reivindican a Frondizi
y Frigerio. Siendo ofertistas y exportadores primarios sin atenuantes,
han creído ver ahí el único éxito concreto de la fe que los empecina.
Esta búsqueda de respetabilidad en un pasado que les es completamente
ajeno, conforme los hechos actuales y la conducta de siempre, funge de
rito que los protege de las consecuencias de la cruda realidad del
porvenir, en vista de que el presente como historia nos recuerda que
tentativa tras tentativa de las políticas económicas que se pusieron en
marcha después de los cuatro años, inspiradas y animadas por el
ofertismo de acendrado tinte librecambista, conocieron el fracaso como
único e ineluctable resultado. Y esto porque en el capitalismo realmente
existente se crece dirigido por demanda o no se crece. Además de
ritual, la necesidad de invocar a Frondizi y Frigerio la provoca la
creencia en que con esta postura construyen un relato atractivo que les
permite diferenciarse de lo que ellos llaman “populismo” para, entonces,
ser presentado ante la opinión pública como una alternativa política
seria y coherente. Destacan la indudable seriedad con que el gobierno de
Frondizi llevó adelante los asuntos de la nación dando a entender que
eso provino de poner en caja a los sectores populares, cuyos reclamos
suponen contrarios a la acumulación, para no darse por enterados de que
esa “seriedad” se materializó en sentido contrario: a partir de un
esfuerzo de desarrollo guiado a incrementar estructuralmente el nivel de
demanda. En este plano, como ideológicamente no concilian una cosa con
la otra, confunden y hacen confundir. La idea de que el desarrollismo se
opone a la reivindicación de los intereses de la clase trabajadora es
un mal entendido que choca de lleno con su verdadera esencia e historia.
Estábamos acostumbrados a que desde la izquierda todos los abusos y
ficciones posibles se dieran el gusto de pintar de negro la experiencia
desarrollista. Ahora, tal parece que es el turno del amarillo”.
Para
Francisco Cantamutto y Martín Schorr (Unsam/Conicet-SEC) “la historia
nunca se repite, aun cuando el libreto se asemeje. La proyección a
futuro de propuestas ya ensayadas está siempre mediada por las tensiones
del presente. Cambiemos es una coalición entre nuevos partidos
liberales, otros con trayectoria y base territorial, y representantes
directos del poder económico. Es también, como fuerza social, la forma
concreta que adoptó la confluencia de ciertas fracciones empresarias
para oponerse al gobierno anterior” (…) “Decir que se trata de
neoliberalismo es insuficiente: ese conjunto de tareas ya fue realizado
por gobiernos anteriores y sus trazos consiguieron cierta continuidad.
Mediante transferencias de ingresos cuantiosas y sumamente regresivas,
el programa procura una nueva configuración del bloque de poder, y para
ello pone a prueba diferentes políticas. Entre las más significativas
están la devaluación, la supresión o reducción de retenciones, la
liberalización comercial y de capitales, el tarifazo, la emisión
descontrolada de Lebac, la vigencia de tasas de interés reales positivas
y los despidos. Estas medidas implican redistribuciones donde algunos
ganan y otros deben perder: no hay posibilidad de un ilusorio “todos
ganan”. La Marcha Federal, las numerosas protestas contra el tarifazo,
los reclamos de algunos sindicalistas y las movilizaciones de
trabajadores de la economía popular son algunas de las formas de
resistencia al ajuste. Existen también roces entre los integrantes de la
coalición, como se expresa por ejemplo en las disputas en torno al
nivel del tipo de cambio o de las tasas de interés. La historia muestra
que algunos intentos de configurar un determinado bloque de poder logran
consolidarse y otros no.” (…) “Incluso los primeros ensayos del
menemismo fallaron en mantener ciertos precios relativos y acabaron en
hiperinflación. El programa recién se pudo consolidar cuando la
afluencia de capitales externos se articuló con la prenda de cambio para
dar nacimiento a la convertibilidad: las privatizaciones” (…) “Las
privatizaciones fueron la oportunidad concreta de obtener ganancias para
aquellos grupos locales afectados por esa apertura, al insertarse en
actividades protegidas y reguladas en su favor. La amenaza del caos
previo y la oportunidad concreta de potenciar la acumulación de capital
de los intereses más concentrados delinearon el programa económico del
menemismo. El gobierno de Macri carece de ambos elementos, al menos en
intensidad equivalente. El período inmediato previo, plagado de
contradicciones, no terminó en un estallido, ni económico ni social. Por
el contrario, la intensificación de la inflación y la recesión ocurren a
posteriori” (…) “Al interior del bloque de poder el gobierno carece de
activos abundantes para rematar. La principal oferta pasa por la toma de
deuda y su valorización en colocaciones de corto plazo. Esta
herramienta, aunque inestable, permitió extender la convertibilidad
hasta su explosión en 2001. Si ese es el camino, sabemos cómo termina”.
La
apertura indiscriminada a los productos foráneos no se detiene. En
julio ingresaron al país 121 kilos de dulce de leche provenientes de
Chile. También lo hicieron en gran escala mandarinas provenientes de
Uruguay, batatas de Brasil y pasas de uva de la India. El proceso de
liberalización del comercio exterior también afectó a otros sectores
como la línea blanca, la actividad química, la producción de muebles, la
marroquinería y la maquinaria agrícola. Una de las ramas de la
industria más afectadas es la textil-mecánica: el ingreso de ropa de
cama, pantalones e hilados de algodón aumentó-medido en kilos-entre 26 y
67 por ciento en julio en relación con julio de 2015. Según Paula
Español, directora de la consultora Radar, “la crisis del empleo
comienza a tomar un carácter federal, ya que los sectores afectados por
la entrada de productos del exterior tienen una fuerte presencia a lo
largo y a lo ancho del país”. Durante los primeros siete meses de 2016
el nivel global de importaciones registró una caída del 7,7 por ciento.
Hay dos factores que permiten comprender el desempeño de las compras
externas: por un lado, “el retroceso en los precios ante los excedentes
de producción exhibidos en los países de origen por la crisis
internacional”; por el otro, “la contracción en los niveles de demanda
interna por la caída del poder adquisitivo”. Este comportamiento
agregado encubre dos hechos relevantes: a) el aumento del 20,3 por
ciento en las cantidades importadas de bienes de consumo final; y b) el
aumento del 40,1 por ciento en los ingresos de vehículos del exterior.
Sin embargo, para Prat Gay vamos por el buen camino: “vamos de una
economía cerrada y prebendaría a una economía competitiva. No vamos a
una apertura comercial salvaje, sino con una idea de integrarnos
inteligentemente al mundo”. Ahora bien, quien realmente tiene a su cargo
la liberalización del comercio exterior es Francisco Cabrera, titular
del ministerio de Producción. Bajo su supervisión se desmanteló el
esquema de Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación y se
enervaron los procesos en contra de la competencia desleal (dumping,
licencias no automáticas y trabas fitosanitarias). Dentro del nuevo
contexto económico mundial la apertura del comercio exterior sirve para
amortiguar en el tiempo los efectos inflacionarios de una devaluación
como la de diciembre pasado. La historia argentina ha demostrado que la
fuerza de la desregulación del comercio exterior para impedir que los
precios se descontrolen operó por dos vías: a) la posibilidad de comprar
productos baratos afuera y b) el aumento del desempleo con
precarización laboral. Según Español “el entramado industrial cumple un
rol clave en la generación de empleo en diversas provincias o pequeñas
poblaciones en todo el país”. Y agrega: “profundizar la
industrialización es clave para avanzar en el sendero de crecimiento
sostenido del país de manera integral. Y además resulta fundamental para
impulsar un desarrollo federal e inclusivo, con la generación de empleo
de calidad por fuera de los históricos conglomerados urbanos.
Retroceder en este camino significa profundizar aún más los
desequilibrios regionales existentes, incrementando el desempleo y la
pobreza estructural” (fuente: Tomás Lukin, “Volver al mundo pagando con
producción y trabajo”, 4/9/016).