Publicado po Revista Cabildo Nº13-
Mes de Febrero 2001-3era.Época
“Recordar
es un deber y olvidar es una culpa” fue la magistral enseñanza, que con señorío
nos señaló y dejó el mártir CATOLICO Y NACIONALISTA Jordán Bruno Genta, que
complace su uso.. Las brindamos como un digno ejemplo y, de igual manera
deseamos repetir a un pueblo argentino, que aletargado, confundido, presionado
y preparado a adoptar esa fragilidad de
memoria percibe golpes lamentables. Ante tales provocaciones infatigables en
búsqueda de disolver e invadir nuestro suelo, los métodos educativos a
posterioridad de Caseros fueron aplicados con tal continuidad que vaciaron el
ser y sentir nacional. Las ideologías del “PROTESTANTISMO LUTERANO”, “LA
REVOLUCION FRANCESA” y “EL COMUNISMO SOVIETICO”, en busca del fin propuesto con
aval de la BANCA INTERNACIONAL han dado frutos inimaginables. ¡SU LOGRO PARECE
ESTAR OBTENIDO!. La lucha por reconquistar lo que el cielo nos regaló, nos hace
reiterar publicaciones de no viejos ni muy nuevos números de la revista
“CABILDO”: Actuaban ayer “Por la Nación contra el caos”, hoy: “porque alguien tiene que decir la verdad”
CABILDO Nº 13/3º EPOCA-FEBRERO AÑO
2001
EDITORIAL
El lavado que
ensucia
Varias
noticias concurrentes —un informe del Senado norteamericano, ciertas denuncias
de algunos diputados locales, y el posible asesinato de un oscuro personaje—
han dejado definitivamente a la vista el delito de lavado de dinero. Nada que
no se conjeturara o supiese ya, o que no pudiese rondar por el magín o el
palpito del sufriente ciudadano, pero que a juzgar por las evidencias, roza
ahora al mismo Gobierno, sea por encubrimiento de algunos de sus funcionarios,
por falta de control o negligencia en otros, y aún por presunta asociación en
los beneficios de parte de no pocos. Pero que roza incluso a los mismos
acusadores, devenidos en sospechosos o alcanzados por la suspicacia del común.
Agobiados
por el peso de una realidad demasiado densa, y por el descrédito generalizado
que crece con las horas, los hombres del Régimen —desde el que funge de
presidente hasta el menor de sus dependientes— han optado por prometer
correctivos, simular indignaciones o posar ante los medios con gestos de
asombro. Algo tarde llega la comedia de la honestidad, cuando ya se ha cumplido
el viejo proverbio según el cual "al que se mete en el cieno, los puercos
lo pisotean".
Pero
acaso sea un símbolo el de este lavado de dinero, enrroñador de manos que
juraron ser limpias y de conciencias que declamaron aseados propósitos. El
símbolo de una política decididamente impúdica, y por lo tanto inmunda, si
hemos de prescindir de los eufemismos.
Impudicia
es blindar la economía nacional con las blindas de la usura y de la expoliación
de las finanzas internacionales. Impudicia la diplomacia obsecuente y temerosa,
marcada por la pusilanimidad y la dependencia de los planteos del Nuevo Orden.
Impudicia la "cultura para todos", confiada a los agentes de la
ignorancia crapulosa y grosera. Impudicia la salud pública entregada a
partidarios del aborto y de la sexolatría; las obras y los servicios asignados
a ineptos, incapaces de resolver una inundación, un corte de energía eléctrica
o un desabastecimiento hospitalario. Impudicia la sanción a los delincuentes
cuando ella es adjudicada a quienes resultan sus protectores y garantes.
Impudicia la educación ofrecida a los artífices de la nada, y las
comunicaciones oficiales a quien la perfidia le cabe más por su conducta que
por su patronímico. Impudicia es constatar que los asuntos internos del país
dependen de aquellos que hasta ayer nomás militaban en los ejércitos rojos, y
que los asuntos externos ni siquiera tienen administradores inútiles, pues los
resuelven expeditivamente en algún despacho de la Casa Blanca.
Pero
es también impudicia —y no de menor cuantía— haber empeñado la palabra de que
cesaría la fiesta de unos pocos, para proseguirla con otros o con similares
protagonistas, contestes al fin en que el solaz es sinónimo de desvergüenza, el
regocijo de contravención moral y el divertimento de grave felonía. Desde la
prole y la parentela presidencial, lanzada a la frivolidad o al nepotismo,
hasta el Senado coimero, de impunidad jocunda y reincidente. Todo sigue su curso,
su camino trazado y el modelo legitimado por el mundo. Tal vez porque sea
cierto lo que escribía Augier, de que hay en los réprobos "una nostalgia
de la porquería". Ó porque la democracia no es más que promisión de
felicidad para todos, pero ejercicio de la corrupción para un puñado de
poderosos.
Decía
Lugones en su Prometeo que sin la posesión de la justicia, "todo comporta
en la vida desabrimiento y amargura. La civilización es imposible cuando falta,
porque ella realiza la conformidad con los principios superiores cuyo imperio
mejora a los pueblos. La patria muere con su ausencia, al carecer en ésta de
razón para existir, pues la fundación de toda patria obedece a la necesidad que
experimentaron sus primeros hijos de asegurarse la justicia. La justicia es
fundamento de toda patria, y por lo mismo, es la iniquidad lo que destruye a
las naciones". Mas cuando prima lo justo, regresa la dicha esencial y la
paz verdadera, aquella que entrega lo debido al campesino o al labriego, al
artesano o al científico, a la nación entera en sus instituciones naturales y
en sus componentes reales y tangibles.
Clama
la Argentina por justicia, por la supresión de los inmundos, por el destierro
de los deshonestos y el abatimiento de los canallas. Clama la Argentina por la
recuperación de aquel anhelo que experimentaron sus primeros hijos, y sin el
cual ninguna beatitud es posible. Por la conformidad con aquellos principios
superiores, que inaugura y sostiene una tierra y la hace digna de pertenecer a
Occidente.
Nos
sumamos al clamor, que en buen castellano es voz lanzada con fuerza y vigor,
perseverantemente. Pero es también repique de campanas, impetración y reclamo.
No podrá desoírse para siempre el clamoreo justiciero de los patriotas. Dios
permitirá que para él, exista una mañana y una tarde del primer día victorioso.
Antonio
Caponnetto