Publicado por Revista Cabildo Nº15
Mes de Abril-Mayo 2001-3era.Época
“Recordar
es un deber y olvidar es una culpa” fue la magistral enseñanza, que con señorío
nos señaló y dejó el mártir CATOLICO Y NACIONALISTA Jordán Bruno Genta, que
complace su uso.. Las brindamos como un digno ejemplo y, de igual manera
deseamos repetir a un pueblo argentino, que aletargado, confundido, presionado
y preparado a adoptar esa fragilidad de
memoria percibe golpes lamentables. Ante tales provocaciones infatigables en
búsqueda de disolver e invadir nuestro suelo, los métodos educativos a
posterioridad de Caseros fueron aplicados con tal continuidad que vaciaron el
ser y sentir nacional. Las ideologías del “PROTESTANTISMO LUTERANO”, “LA
REVOLUCION FRANCESA” y “EL COMUNISMO SOVIETICO”, en busca del fin propuesto con
aval de la BANCA INTERNACIONAL han dado frutos inimaginables. ¡SU LOGRO PARECE
ESTAR OBTENIDO!. La lucha por reconquistar lo que el cielo nos regaló, nos hace
reiterar publicaciones de no viejos ni muy nuevos números de la revista
“CABILDO”: Actuaban ayer “Por la Nación contra el caos”, hoy: “porque alguien tiene que decir la verdad”
CABILDO Nº 15/3º
EPOCA-ABRIL/MARZO AÑO 2001
EDITORIAL
Contra el Cuarto
Jinete
HABIENDO ya eufemismos para todo -y tanto más efectivos si pueden ser
pronunciados -en inglés- se ha dado en llamar reality shows a la exhibición
televisiva, promiscua y continua, de un puñado de seres abisales, dispuestos a
mercar con la impudicia. La degeneración y la desvergüenza han encontrado así
una nomenclatura elíptica, para que el negocio continúe, la corrupción aumente
y la animalización se instale ya sin sobresaltos. Pues ausente el pudor en la
intimidad, en los vestidos y en el lenguaje -los tres ámbitos que naturalmente
está llamado a custodiar- no queda el hombre sino la bestia.
Cuesta muy poco trasladar este fenómeno mediático, y la descalificación
que de él hacemos, al ámbito político. Porque oscilando sus protagonistas entre
lo indecente y lo lúbrico, ha devenido en una vulgar mezcolanza de brutos en
pugna por su ración. Visibles ellos a toda hora, con sus descaros, sus molicies
y sus guaranguerías múltiples, desfilan amontonados, ante los ojos estupefactos
de la ciudadanía. El títere que funge de presidente, el reo que oficia de ex
mandatario, la banda delictiva que canturreando se le solidariza, la crapulosa oposición
que lo acusa, la justicia otrora afín que lo acorrala, la Corte que le guiña
tranquilizadoramente un ojo, el preso que simula inocencia y el libre que
disfruta de su impunidad, el general que sin motivos le pide perdón a la
colectividad judía, el banquero que se declara inocente acomodando fajos
malhabidos, la diputada de "comunión diaria" respaldando leyes
proabortistas y antinatalistas. el terrorista devenido en fiscal, el agitador
estudiantil en ministro de educación y el desertor escolar en secretario de
cultura.
No faltan las acusaciones entre ellos, ni tampoco los connubios
carnales, los llantos fingidos, las sobre-actuaciones ramplonas. Reproches y
confesiones recíprocas abundan, amén de maridajes, rupturas y ardides de bajo
vuelo. Y para que el símil con la parodia televisada sea completo, un hermano
mayor vigila todo realmente, no para mediciones de audiencia sino de ingresos
en las arcas del Fondo Monetario. Es el reality show de la democracia, el sucio
espectáculo del sistema, la inmoral representación del Régimen, la indecorosa
función montada por el Modelo. Mas como de la supervivencia del Modelo se trata
-aunque perezca la Nación y quede sepultada su honra- el mismo va rotando sus
garantes, nombrados oportunamente por la plutocracia, según conveniencias. Ora
un atildado burócrata de pusilánime aspecto, ora un científico del vasallaje,
ora un semblante adusto para anunciar catástrofes, lo mismo da. No hay
diferenciaciones accidentales que puedan engañar al observador atento. Como los
jinetes de un apocalipsis profano y subvertido, esto es, de una revelación
inmanente y maldita, los ministros de economía van sembrando a su paso señales
trágicas y augurios funestos. Cabalgan malamente, pisoteando por encargo una
tierra que debió resultarles propia y han enajenado a sabiendas. Portan sus
bridas los mercaderes apátridas, que aporrean cada tanto al montado, si su paso
no es todo lo dócil que se requiere. Galgueando tras ellos, la partidocracia
toda. El Congreso por establo, que olores no le faltan al efecto.
Ha resultado ser el cuarto de la serie jineteril un conocido caballista,
inarmónica mezcla de plebeyo alucinado, de activista mitómano y de ególatra
componedor de expoliaciones. Con nada de caballero y todo de montador al
servicio de la trilateral extranjería. Sin corcel brioso ni soberano que lo
transporte, antes un jumento vil privatizado y con amo exigente. Su nombre es
muerte, si ha de aplicársele sin irreverencia alguna la visión de San Juan. Y
la muerte que traerá se llamará también hambre, persecución y peste. Herida
letal al alma, como nos lo ha interpretado Castellani.
Es hora de impedirle el galope depredador y el estropicio. A él, y a
quienes lo mandan y secundan. A él y a este Modelo innoble para el que sirven
de palafreneros a sueldo. Y de impedírselo con la concertación de todas las
conductas argentinas, movilizadas en un repudio unánime, sostenido, constante.
Por si desfallecieran en el intento las fuerzas humanas, bien estará
recordar -ya sin aplicabilidades forzadas ni metáforas terrenas- que el mismo
sacro texto, nos habla de "un caballo blanco, y el jinete sobre él,
¡levando un arco. Y le fue dada la corona, y salió vencedor y para vencer"
(Apoc., 6,2). No habrá cuadrúpedo que pueda resultarle antagonista.
Como es seguro que despida estas líneas la eterna risa burlesca de los
"estrategas de la praxis política", sirva recordar una vez más la
conocida sentencia de León Bloy: "cuando quiero enterarme de las últimas
noticias, leo el Apokalipsis".
Antonio CAPONNETTO