Neo Poligamia. Por Horacio Giusto
En el año 1970, Kate Millet[i], una de las principales referentes a nivel mundial del feminismo, sostenía en su obra lo siguiente: “Una
revolución sexual requeriría, como primera medida, la desaparición de
los tabúes e inhibiciones sexuales que coartan las actividades que más
seriamente amenazan la institución patriarcal del matrimonio monogámico:
la homosexualidad, la «ilegitimidad», las relaciones entre adolescentes
y la sexualidad prematrimonial y extramatrimonial. Asimismo tendría que
eliminar el halo negativo construido en torno a la actividad sexual,
así como la dualidad normativa y la prostitución. El objetivo de la
revolución consistiría en establecer un código moral único y permisivo
basado en la libertad sexual y ajeno a la corrupción que representan las
alianzas sexuales tradicionales, fondadas sobre la tosca explotación
económica”[ii].
El pensamiento de Millet se encuentra más que vigente en el discurso
feminista actual. Sin embargo, existiendo una multiplicad considerable
de análisis a realizar, resulta prudente enfocarse en una singular idea
que el feminismo ataca: la Monogamia.
Para Millet, toda revolución, sea de
clases o de razas (incluso de especies si consideramos el actual
pensamiento ecologista imperante), requiere previamente la revolución
sexual. Ella vendría a ser, quizás, quien mejor refleja el pensamiento
marxista, en el que traslada la lógica “Burgueses y Proletarios” al
“Opresor y Oprimido”. Dirá Marx en el Manifiesto del Partido Comunista: “el
comunismo viene a destruir estas verdades eternas, la moral, la
religión, y no a sustituirlas por otras nuevas; viene a interrumpir
violentamente todo el desarrollo histórico anterior”[iii];
para el marxismo clásico, las leyes, la moral y la cultura son
consecuencias del dominio económico de cierta clase social, por lo
tanto, al aniquilar el yugo del capital, toda la superestructura
(Estado, Derecho, Familia, Fe) caerá inevitablemente. Millet mantiene
esa dialéctica a lo largo de su vida. Considera ella que las nociones de
romanticismo, fidelidad, heterosexualidad e incluso la idea de madurez
sexual, son producto de un género opresor que, culturalmente, impone
ciertas pautas de conducta para mantener indemnes sus privilegios.
Ciertamente, Millet no fue la primera
persona en observar la monogamia como una forma de opresión. Engels
cuando escribe “El origen de la Familia, la Propiedad Privada y el
Estado”[iv] sostiene que “…El
estadio de la producción de mercancías, con el que comienza la
civilización, se distingue desde el punto de vista económico por la
introducción: 1) de la moneda metálica, y con ella del capital en
dinero, del interés y de la usura; 2) de los mercaderes, como clase
intermediaria entre los productores; 3) de la propiedad privada de la
tierra y de la hipoteca, y 4) del trabajo de los esclavos como forma
dominante de la producción. La forma de familia que corresponde a la
civilización y vence definitivamente con ella es la monogamia, la
supremacía del hombre sobre la mujer, y la familia individual como
unidad económica de la sociedad…”; por lo expuesto, puede
aseverarse que, tanto la izquierda tradicional como la nueva izquierda
cultural, coinciden en que el sistema sociocultural de occidente tiene
como pilar básico a la Familia y que la misma posee como característica
distintiva la monogamia. Eso permite explicar que, aquellos que estén en
contra la civilización tal como se concibe hoy, amedrenten en forma
constante contra la estructura familiar que sostiene tal sistema.
Existen entonces diversas formas de intentar justificar la poligamia con
el fin de quebrantar la monogamia. Sin embargo, son tres las ideas
principales que subyacen en los distintos argumentos.
En primer lugar se suele aludir a
ciertas analogías con las bestias; independiente de que existen animales
que son fieles a su pareja hasta el final de sus días, esta tesis
merece ser analizada por cuanto son múltiples los sectores
“ecomarxistas” que la postulan. Atento al funcionamiento biológico del
hombre, pareciera que la poligamia debiera fomentarse por cuanto es
posible. El ser humano posee un elemento biológico inserto en su
esencia, pero el mismo es complementado con el elemento cultural. La
actividad sexual del ser humano posee características que lo diferencia
de otras especies; tal es el diseño anatómico de la mujer, que la misma
puede copular y besar a su pareja a la vez, algo imposible en cualquier
animal[v].
La persona es un perfecto amalgamiento entre naturaleza y cultura, por
ello es posible mantener diversos tipos de actividades sexuales sin la
necesidad de que la hembra se encuentre en celo, como así también es
posible que tanto hombres y mujeres decidan vivir en castidad. Entonces,
el argumento reduccionista que justifica la poligamia en base a la
naturaleza, queda completamente descartado. Que el hombre y la mujer
decidan besarse y verse a los ojos durante el coito da muestra de que
existe un factor comunicacional y simbólico que trasciende el mero
apetito sexual. Querer llevar a la sociedad a una poligamia aceptada es
querer convertir al ser humano en una bestia incapaz de dotar de sentido
a sus actos. Quizás algún defensor de esta teoría se anime a decir que
han existido culturas que fomentaron la poligamia, lo cual es cierto.
Una de las principales culturas que llevó adelante esta teoría fue la
tradición islámica; inspirados en el Corán, y atentos al superávit de
mujeres, no es de extrañarse que se diera la poligamia en pueblos
primitivos de pastoreo, donde se emulaba la conducta de animales. Esta
humillante forma de trato a la mujer, donde un hombre poseía varias
esposas y concubinas a la vez, es visto donde el matrimonio es aceptado
como un contrato y no como un sacramento. La civilización occidental, en
respuesta a esas culturas primitivas, es un salto cualitativo en el que
las personas dejan el comportamiento animal para alcanzar un fin
superior.
En
segundo lugar, suele afirmarse que la poligamia transparenta una
voluntad libre por parte de una sociedad que elige cómo y con quien
mantener cualquier tipo de relaciones. Algún lector inspirado en ciertas
ideas de liberación podría considerar este argumento como válido.
Claramente que en los actos libres de los adultos, aun cuando sean
reprobados moralmente, el Estado y su estructura legal no tendrían
razones suficientes para legislar sobre aquellas cuestiones que hacen a
la intimidad de las personas. Por ello es importante no confundir el
poliamor con la poligamia; en el primer supuesto hay personas adultas
que gozan abiertamente con su pareja de la banalidad sexual con terceros
para tapar su vacío interior, mientras que en el segundo concepto, es
el Estado que regula una cuestión de orden público como es el
matrimonio. Cónyuges, etimológicamente, alude a la idea de vivir atados
bajo el mismo yugo. Si la Familia es la célula básica de la sociedad
según Aristóteles, es lógico considerar que el aparato estatal brinde
una protección especial al núcleo de la comunidad (es válido señalar que
el abordaje sobre el Matrimonio requeriría un estudio especial en algún
próximo artículo). De todas las formas posibles de organización
familiar, la monogámica es aquella que más favoreció a la evolución de
la sociedad. El matrimonio monogámico implica la unión de dos personas
con un proyecto de vida en común y es el punto de partida en la
formación de una nueva familia. La familia es a su vez la primera
institución en que las personas aprenderán las nociones básicas de bien y
responsabilidad, elementos esenciales para desarrollar una vida libre.
El ser humano alcanza su plena libertad cuando en sus decisiones
meditadas concurren el discernimiento, la intención y la voluntad. Es
posible que una persona adulta, defensora de la poligamia, no haya
alcanzado aún un cierto grado de madurez que le permita salir de la
etapa de “donjuanismo”[vi].
La liviandad sentimental y su posterior búsqueda de legitimación a
través de terceros (legalizar la poligamia) puede ser considerada como
una muestra de alguien que no es libre de asumir un compromiso y
responsabilizarse por las decisiones que toma.
En tercer lugar, la poligamia es
arduamente defendida por ciertos sectores feministas que, creen que es
posible un mundo en el que la mujer sea cabeza de la sociedad. Este
argumento es erróneo por dos razones elementales (sumado al hecho de que
todo argumento contra fáctico es necesariamente falaz); primeramente
porque sólo en la civilización occidental la mujer alcanzó la paridad
con el hombre, tanto a nivel económico, cultural y político, y además
porque dentro del matrimonio, la complementariedad que se produce con el
marido otorga a ambos cónyuges la misma relevancia para que el proyecto
de vida en común prospere. El “Matriarcado” es un mito. El mito no es
conocimiento; el conocer está, por regla, sujeto a crítica (el mito es
una vivencia, es una creencia profunda que no admite prueba en
contrario). A la luz de la verdad, las sociedades polígamas actuales[vii] presentan,
aun en pleno S. XXI, un altísimo índice de disparidad en favor del
hombre, quedando la mujer relegada en la vida pública y objetualizada en
la vida privada[viii].
El mito del matriarcado y su consecuente poligamia (técnicamente en
este caso se debería hablar de poliandria para distinguirla de la
poliginia) no encuentra ningún dato objetivo que permita mostrar que es
más beneficioso que el actual sistema matrimonial occidental. Quienes
defienden la poliandria no suelen mencionar dos factores históricos
determinantes. Por un lado es el hecho de que en la antigüedad era
imposible determinar la paternidad, lo que obligaba a que se delegara la
responsabilidad de la crianza en ella. Por otro, y más importante aún,
es que en las épocas anteriores a la civilización, fue la etapa de mayor
atropello a la mujer, que al ser débil físicamente para estar al frente
en constantes estados de guerra, sólo cumplía un rol reproductor
(incluso eran asesinadas al nacer si existía ya un número considerable
de mujeres dentro de la comunidad).
Ante
semejante evidencia resulta extraño que haya personas que consideren
moralmente reprochable el actual sistema de organización familiar y
breguen por un retorno a lo primitivo. La poligamia parece encerrar el
deseo de una sociedad púber que intenta justificarse en un estado de
inmadurez. La sociedad contemporánea asiste anestesiada al encuentro de
una Neo Poligamia (es frecuente encontrar carreras matrimoniales exprés,
que se construyen y destruyen como quien simplemente rescinde un
contrato; los jóvenes son presionados para vivir una sexualidad
prematura no acorde a su desarrollo emocional; la
híper-erotización hace omnipresente al sexo pero a su vez lo vuelve
insignificante; el amor está desarraigado del encuentro sexual; la
identidad sexual de una persona está en manos de una casta política; el
individuo queda desnudo frente al Estado desde el momento en que la
Familia pierde sus potestades naturales). Quizás sea un buen momento
para reflexionar el modelo de sociedad que se pretende para las futuras
generaciones. Por un lado, se puede apuntar a la perversión
institucionalizada en la que una persona deja de poseer dignidad propia
para ser un mero objeto de goce; por otro lado, se puede aspirar a
fortalecer los vínculos del amor, la compañía y el compromiso para que,
desde ese lugar de perfeccionamiento, pueda existir una unión sexual
libre, romántica, madura y sana.
……………………………………………….
[i] Lucario, S. (2017) Quién fue Kate Millett , la feminista que combatió al amor romántico: recuperado enhttps://www.huffingtonpost.com.mx/2017/09/07/quien-fue-kate-millett-feminista-autora-de-politica-sexual_a_23200703/
[ii] Millet, K., (1995), Política Sexual, Madrid, España: Ediciones Cátedra, S.A.
[iii] “Manifiesto del Partido Comunista” Por K. Marx & F. Engels
[iv] Engels, F. El origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado – Archivo Marx-Engels de la Sección en Español del Marxists Internet Archive.
[v] Hernández, L. (2007) Besarse y hacer el amor: recuperado enhttp://www.cienciaonline.com/2007/04/18/besarse-y-hacer-el-amor/
[vi] Peña y Lillo, S. (200) Sexo, Erótica y Amor, Santiago, Chile: Nueva Patris, S.A.
[vii] Casillas, D., (2014) Estos son los 47 países donde es legal la poligamia: recuperado enhttps://www.publimetro.cl/cl/mundo/2014/02/14/estos-son-47-paises-legal-poligamia.html
[viii] Plano Informativo PROHIBICIONES DE LA MUJER EN EL MEDIO ORIENTE: recuperado en https://www.youtube.com/watch?v=3tY_1HjnnHQ
fundacionlibre.org.ar……………………………………………….
[i] Lucario, S. (2017) Quién fue Kate Millett , la feminista que combatió al amor romántico: recuperado enhttps://www.huffingtonpost.com.mx/2017/09/07/quien-fue-kate-millett-feminista-autora-de-politica-sexual_a_23200703/
[ii] Millet, K., (1995), Política Sexual, Madrid, España: Ediciones Cátedra, S.A.
[iii] “Manifiesto del Partido Comunista” Por K. Marx & F. Engels
[iv] Engels, F. El origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado – Archivo Marx-Engels de la Sección en Español del Marxists Internet Archive.
[v] Hernández, L. (2007) Besarse y hacer el amor: recuperado enhttp://www.cienciaonline.com/2007/04/18/besarse-y-hacer-el-amor/
[vi] Peña y Lillo, S. (200) Sexo, Erótica y Amor, Santiago, Chile: Nueva Patris, S.A.
[vii] Casillas, D., (2014) Estos son los 47 países donde es legal la poligamia: recuperado enhttps://www.publimetro.cl/cl/mundo/2014/02/14/estos-son-47-paises-legal-poligamia.html
[viii] Plano Informativo PROHIBICIONES DE LA MUJER EN EL MEDIO ORIENTE: recuperado en https://www.youtube.com/watch?v=3tY_1HjnnHQ
fundacionlibre.org.ar