ADVERTENCIA APOCALÍPTICA: EL INCENDIO DE NOTRE DAME
Es imposible no ver en el incendio de Notre Dame de Paris un símbolo del incendio de la Iglesia iniciado en el Concilio Vaticano II (1962-1965) y puesto en práctica por seis Papas sin admitir reservas de ninguna clase, a pesar de que su lenguaje y varias de sus declaraciones supuestamente pastorales tienen en realidad un claro intento doctrinario y contradicen la tradición milenaria de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Era una tradición de santidad, de vocaciones maravillosas, de milagros, sabiduría y una liturgia de incomparable belleza y reflejo de bienaventuranza. Ese conjunto grandioso y al mismo tiempo de mucha humildad y pureza, que es la Iglesia, como fiel esposa de Su Fundador el Divino Redentor, fue víctima de los pirómanos de la herejía modernista-progresista que, movidos por un odio apenas disimulado, le prendieron fuego iniciando un incendio que arde desde hace 54 años, cada vez con más violencia. Sabemos que no lograrán su impío intento porque Nuestro Señor Jesucristo prometió que "las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella", pero muchas cosas sagradas han perecido en las llamas y muchas almas han corrido y corren un mayor peligro de terminar en las del infierno, por falta de pastores de la verdadera Fe porque la mayor parte de su prelados se han convertido en nuevos judas iscariotes sin piedad y sin rubor.
Cuando se vio ayer en las pantallas del mundo entero la gloriosa catedral de Notre Dame de Paris en vuelta en llamas y con grave peligro de perecer, no hay quien no haya pensado que era una señal permitida por Dios para hacer recapacitar a los católicos de todo el mundo y arrepentirse de su misteriosa falta de reacción frente al incendio de la Santa Iglesia Católica, Apostólica Romana cometido por quienes deberían ser sus máximos defensores. Esperemos que así sea, porque si ni esa tragedia nos conmoviera habrá quedado claro que la dureza de los corazones y la imbecilidad de las mentalidades de una gran parte de los católicos es irreversible.
Los noticieros sobre el incendio abundan en lamentos de las más diversas procedencias: ateos, comunistas, judíos, protestantes, políticos, empresarios, declaran que se sienten conmovidos porque ha sido arruinada una "joya de la humanidad". Es decir, se esfuerzan por quitarle al bendito templo su principal significado religioso y, desde luego, eluden cualquier interpretación que pueda entenderse como una advertencia divina.
Además, antes de que se hubieran terminado de apagar las llamas, el gobierno francés (encabezado por un advenedizo de dudosa moral) y la prensa en general empezaron a decir que la causa del incendio fue accidental y que de ninguna manera puede pensare en un atentado anticristiano. Semejante apresuramiento en la absolución gratuita de los innumerables grupos terroristas que matan y rompen todo lo que pueden matar y romper, especialmente lo que tenga algún significado cristiano, es obviamente hipócrita e inaceptable. Las llamaradas enormes que salían por el techo de Notre Dame, antes de que cayera el capitel central, revelaban que fuego no empezó de a poco ni dio oportunidad a los bomberos de apagarlo: empezó enorme desde un principio, es decir, hubo una gran cantidad de material altamente inflamable que fue encendido en un instante, cosa que hace extremadamente sospechosa una acción intencional. Al parecer las llamas empezaron en el crucero del templo, es decir, en el lugar más amplio y más alto por lo que puede imaginarse que el foco incendiario no pudo empezar por algún accidente que ocurriera en el pavimento, sino que si se inició allí, debió ser una fuerte llamarada que, como digo, sólo puede ocurrir con la colocación de una materia altamente inflamable encendida en un instante y si se inició cerca de la techumbre, tampoco pudo adquirir semejantes proporciones sin una provocación semejante.
Nadie dice que había una multitud de obreros trabajando en los enromes andamios que desde hace varios meses estaba instalados en la iglesia. Según las noticias, todavía no empezaron ni a identificarlos ni a interrogarlos de manera que no veo cómo saben desde ya el gobierno francés y la prensa que la causa fue "accidental". Ese diagnóstico apresurado parece hecho a la medida de quienes, como el Papa, propician la apertura de todas las fronteras de Europa a la inmigración musulmana, a pesar de que el Islam no es una religión sino una declaración de guerra contra "los infieles", explícita en todo el korán, es decir, contra los cristianos que pueblan el Continente. ¿No habrá algún fanático de esa locura entre los obreros que se paseaban por los andamios de Notre Dame? Espero ansiosamente que el gobierno francés, después de una investigación seria y exhaustiva pueda dar la más amplia seguridad de que no había ninguno. Entretanto, me angustia sólo pensar que el horrible incendio de Notre Dame fue un atentado de perversos enemigos de Cristo Nuestro Señor más implacables que los ya bestiales sicarios de la revolución francesa, de la "commune" del siglo XIX y los invasores teutones de las dos guerras mundiales. Porque si hubiera sido el único atentado exitoso en los 800 años de historia de la magnífica Catedral eso sería un indicio más que revelador de que Dios lo permitió por primera vez porque por primera vez la apostasía entre los católicos, empezando por las más altas jerarquías, ha alcanzado proporciones apocalípticas.
Termino mencionando que una de las fotos posteriores al incendio, me pareció ver intacta la imagen de Nuestra Señora de Paris, siempre venerada en el costado derecho del crucero. Dios quiera que sea así y que la Santa Madre de Dios nos haya dado con eso una señal de Su perdón y una esperanza del futuro.
Cosme Beccar Varela
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