miércoles, 24 de abril de 2019
EL VENENO DEMOCRÁTICO
Son los mismos nombres desde hace décadas, más aquellos que se fueron sumando. Solo faltan aquellos que fueron muriendo.
No se les conoce oficio ni
profesión; jamás trabajaron en algo productivo ni en busca de la
sabiduría. No tienen que pagar de su bolsillo los sueldos de sus
empleados, consejeros ni asesores. Alguna repartición pública, algún
estudio de abogados, un banco, una "fundación", son el refugio o
cobertura para dedicarse por entero a "hacer política". Cuentan con la
colaboración/supervisión de embajadas extranjeras, grandes empresas,
multimedios y agencias de inteligencia locales o extranjeras.
Tienen espacio en la radio, la televisión y en los diarios para hacer lo que mejor hacen: hablar sin decir nada y mentir mucho.
Ocupan cargos en el Estado cobrando
sueldos que jamás habrían soñado en la actividad privada, y el mismo
Estado es el que paga los sueldos de sus asesores, secretarias/os,
amigos y amantes; como así también los viajes por el país y el mundo. En
los revolucionarios "tres poderes" encuentran acomodo y solo se
subordinan al verdadero PODER; el del dinero de la alta finanza mundial y
las empresas multinacionales, y en ese caso imponen el aborto, el
divorcio, la corrupción de menores con la ESI, y lo que ordenen.
Argentina lleva las mismas décadas
en imparable decadencia moral, social, y económica, pero pocos parecen
advertirlo. Los más, repitiendo la falacia de "hay que defender la
democracia que tanto nos costó conseguir", andan pensando a quién votar o
a quién no votar, según les hayan soplado los vientos. Unos, ante la
decepción, admiten que votaron a A por "asco" a B, otros votaron a C
porque son de C de toda la vida, como quien elige un club de fútbol, y
ante el fracaso palpable, nadie, ni votantes ni votados, se hace
responsable: unos porque saben que su voto es anónimo ("yo no lo voté",
dirán), y los otros porque podrán echarle la culpa a la lluvia, a la
sequía, a los mercados, a la "oposición", o a lo que sea.
Véanlos. Ahí anda la casta política,
los contemplamos a diario: con el país agonizante, indefenso y
empobrecido, llevan meses en campaña (y los que faltan), paseando por
todo el país para apoyar a sus compañeros/as de fechorías, hablando
(mintiendo), tejiendo efímeras alianzas, calculando, midiendo encuestas,
repartiéndose cargos, traicionando... Se llamen como se llamen, TODOS
reman en la misma dirección: el bienestar personal, la comodidad propia y
el desinterés por el bien común. TODOS dicen "respetar la Constitución"
(un cuadernito que es modificable en toda y en cada una de sus partes
cuando los políticos lo decidan) y "las instituciones", eufemismo este
que en definitiva significa defender su cómoda vida y que nada cambie.
En nuestras propias caras y sin ruborizarse, nos cuentan planes y
acciones para llegar al único objetivo que tienen: alcanzar las
elecciones y mantenerse en el poder, olvidando que lo que necesita el
país es autoridad, orden, jerarquías y gobierno.
Así funciona este engendro llamado democracia. Así se está muriendo la Nación.
Nestor Daniel Veiga Gomez