Brutal censura a un programa de TV que denunciaba la corrupción del gobierno de Córdoba
Algo
grave sucedió camino a las elecciones en Córdoba previstas para el 12
de mayo. Fue la denuncia penal contra el candidato a vicegobernador
Manuel Calvo, por negociaciones incompatibles con la función pública,
para enriquecer a su amigo de la infancia Diego Vitali, concretada por
el abogado Marcelo Touriño. Pero algo muchísimo más grave sucedió en la
semana siguiente, cuando el gobierno cordobés ordenó levantar el
programa de Canal C “Ojos de la Justicia”, en el que Touriño había dado
cuenta al público de la existencia de esa denuncia penal. Violentando
así con esa censura previa y cancelación del programa reglas básicas del
sistema democrático, volviendo a Córdoba a tiempos del Medioevo, en
medio de un proceso de prostitución imparable del periodismo
tradicional.
En una reciente nota Stripteasedelpoder
fue el único medio cordobés que dio cuenta de la grave denuncia penal
concretada contra el candidato a vicegobernador de “Hacemos por
Córdoba”, ex “Unión por Córdoba”, Manuel Calvo, compañero de fórmula del
candidato a gobernador y actual gobernador Juan Schiaretti.
Someramente en ella se daba cuenta del
delito de negociaciones incompatibles con la función pública que habría
perpetrado el candidato Manuel Calvo, para favorecer y enriquecer a su
amigo desde la infancia, Diego Vitali. Adjudicándole contrataciones
públicas, muchas de ellas en forma directa, por un monto actualizado de
por lo menos 344 millones de pesos.
En la corrompida justicia cordobesa, esa
denuncia se convirtió en una brasa ardiente, por el peso de las pruebas
presentadas, basadas en información oficial. Y por ello hasta la fecha
se han apartado cinco fiscales alegando distintos motivos. Y seguramente
otros están esperando para hacerlo, elucubrando que razones argüirán
para no tener que enfrentarse con el poderoso régimen cordobés de turno
desde 1999.
Todo esto ante el silencio absoluto de
la prensa tradicional cordobesa, que depende enteramente de los avisos
oficiales. No obstante la denuncia tomo estado público con el programa
televisivo “Ojos de la Justicia”, emitido el jueves de la semana
antepasada, al que recientemente se había incorporado el abogado Touriño
como co-conductor. Y por su parte Stripteasedelpoder hizo lo mismo,
conforme su ideario de que en una democracia la información de interés
público está para hacerla circular, no para negociarla.
El hecho estruendoso que luego sucedió,
que es una notable muestra no de poder, sino de debilidad del gobierno
cordobés encabezado por Schiaretti, fue el levantamiento de dicho
programa de Canal C. Según explicaron las autoridades del mismo, por
orden directa de la autoridad gubernamental, de las que reciben jugosas
partidas de dinero por los avisos oficiales.
La que de esta manera evidenciaría tener
muchos cadáveres guardados en el ropero, al infundirle temor un
programa de televisión que aparece en días y horas marginales, y hasta
ahora había pasado casi desapercibido para la opinión pública. Del
tamaño de un ratón, pero que de repente para el gobierno cordobés parece
haberse convertido en un león que puede devorarlo, en el medio del
desierto del silencio cómplice del resto de la prensa cordobesa, solo
por estar alimentado con el maná de la verdad.
En el siguiente video, se da cuenta de
dicho proceso de silencio cómplice con el gobierno por parte de la
prensa tradicional cordobesa, tras la fundada denuncia penal de Touriño.
Rematado finalmente con el acto de censura brutal, consistente en
impedir que “Ojos de la Justicia” siguiera saliendo en sus emisiones
subsiguientes. Quizás por el temor de que aparecieran nuevas
revelaciones de graves inconductas por parte del actual gobierno o sus
integrantes.
Esta situación absurda en una democracia
del siglo XXI, en la que supuestamente la opinión pública es la que
encumbra los gobiernos, y ella se alimenta de la libre circulación de la
información, hacer recordar las palabras que dijo el periodista John
Swinton al respecto hace casi un siglo y medio, en 1880.
Periodista John Swinton
Swinton fue un notable periodista
estadounidense, nacido en Escocia, que vivió entre 1829 y 1901, que se
desempeñó como editor principal en The New York Times y jefe de
redacción del New York Sun. E incluso publicó por su cuenta durante un
tiempo, un periódico laboral con el nombre de John Swinton Paper. En un
festejo con sus colegas periodistas, invitado a brindar por la “prensa
independiente”, Swinson dijo este célebre discurso:
“No hay tal cosa, en esta fecha de
la historia del mundo, en América, como una prensa independiente.
Ustedes lo saben y yo lo sé. No hay uno de ustedes que se atreva a
escribir sus opiniones honestas, y si lo hicieran, ya saben de antemano
que nunca aparecería impresa. Me pagan semanalmente para que no publique
mi honesta opinión en el periódico en el que trabajo.
A ustedes se les paga salarios
similares para cosas similares, y cualquiera de ustedes que sería tan
tonto como para escribir sus opiniones honestas, estaría inmediatamente
en la calle en busca de otro trabajo que no sea el de periodista. Si se
permite que mis opiniones honestas aparezcan en una nota confeccionada
por mi, antes de veinticuatro horas habré perdido mi ocupación.
El negocio de los periodistas es
destruir la verdad, mentir abiertamente, pervertir, vilipendiar,
arrojarse a los pies de las riquezas, y vender su país y su carrera por
su pan de cada día. Tú lo sabes y yo lo sé, y ¿qué locura es ésta
proclamar una prensa independiente? Somos las herramientas y vasallos de
hombres ricos detrás de las escenas. Somos polichinelas de los
editores, ellos mueven los hilos y nosotros bailamos. Nuestros talentos,
nuestras posibilidades y nuestras vidas son propiedad de otros hombres.
Somos prostitutas intelectuales.”
Pero hoy la prostitución intelectual del
periodista tradicional se ha agravado sustancialmente, por dos razones
concurrentes. Una es la crisis terminal del periodismo gráfico de la
era Gutenberg, que con la aparición del periodismo digital y las redes
sociales, se ha transformado en un elefante blanco insustentable. La
otra es la actual recesión de la economía local, con la baja de la
propaganda privada, que debe ser sustituida por la propaganda oficial.
De esta manera ya no solo hay “hombres ricos detrás de las escenas”, que
hasta ahora moldeaban la opinión pública, en base a lo que opina la
opinión privada. Sino que también hay gobernantes aviesos, que en base a
detentar generosos dineros públicos, han pasado a ser los nuevos “hombres ricos detrás de las escenas”. Que
procuran moldear la opinión pública en base sus mezquinos intereses y
ambiciones, y pueden dar o quitar sustentabilidad a los medios
tradicionales.
Y esto los mismos periodistas lo saben. Y
así se han vuelto cómplices de los “hombres ricos” dueños de los
medios, que no pueden vivir sin los “hombres ricos” en dineros públicos,
que detentan los que gobiernan. Y pretenden perpetuarse indefinidamente
en el poder como monarcas, en violación de la regla básica de la
democracia que es la alternancia.
No obstante que los periodistas no están
inermes ante esa situación de sujeción y dominio. Y por ello bien
podrían no consentir en ser “polichinelas” o “prostitutas
intelectuales”, como decía Swinton, de los gobernantes de turno. Ya que
tienen como arma la huelga de noticias, como la tiene todo gremio, de
las que la sociedad está ávida.
Y también puede exigir que existan
claras reglas escritas, para la distribución equitativa de la pauta
oficial. Y así evitar también que los “hombres ricos” dueños de los
medios, sigan enriqueciéndose gracias a su complicidad con los aviesos
“hombres ricos” que gobiernan y detentan los dineros públicos.-