El proceso jurídico de Cristo (3): la detención
El proceso jurídico de Cristo (3): la detención
5) El prendimiento de Jesús
Todo estaba previsto para detener a Cristo, pero acontecimiento imprevisto cambiaría los planes: “Judas,
llamado el Iscariote, uno de los doce, vino a los príncipes de los
sacerdotes, para entregarles a Jesús. Y conferenció con los príncipes de
los sacerdotes, y los magistrados cómo le los entregaría. Estos al
verle, se alegraron mucho y le prometieron darle dinero” (cfr. Lc
22, 3,4; Mc 14, 10, 11). Entonces el tiempo del prendimiento varió: y,
en vez de hacerlo luego de la pascua, pensaron que la oportunidad estaba
pronta para detenerlo a la primera ocasión que se les presentara: “Ellos
prometieron a Judas 30 monedas de plata, y este se comprometió por su
parte a aprovechar la primera ocasión favorable para entregar a Jesús en
sus manos sin conmoción del pueblo” (cfr. Lc 22,6; Mt 26, 16). Sin
embargo, recalquémoslo, desde el punto de vista jurídico, Jesucristo
nunca había sido citado por el Tribunal, ni interrogado, ni oído
siquiera… No había estrictamente causa pues hasta el momento ningún
acusador se había presentado ni ningún testigo había atestiguado.
En cuanto a la noche del Jueves, sólo sus amigos sabían que Cristo
pasaría la noche en el huerto, de allí que Judas abandonase rápidamente
la sala del Cenáculo para concretar la entrega por 30 monedas de plata
(equivalente al precio de la compra de un esclavo). Su traición
consistió en dar a conocer a los judíos el lugar donde podía ser
apresado lo más pronto posible sin llamar la atención y sorprendió a los
sanedritas por ser Judas amigo de Jesús y único apóstol no galileo (era
de Judea).
Pero veamos cómo estará organizado el prendimiento:
a. La policía en tiempos de Cristo[1]
En la época que se realizó la detención de Nuestro Señor, la guardia
policial judía estaba dividida en dos cuerpos que tenían por finalidad
la tranquilidad y seguridad estatal y el cuidado de los particulares.
Para ello se organizaban del siguiente modo:
a) Por un dado existían los soldados romanos o “policía extrajera”;
en efecto, el historiador Flavio Josefo narra que desde de la sumisión
de Judea al Imperio Romano, los dominadores romanos mantenían una legión
de su ejército en Jerusalén, asentada en la ciudadela Antonia, pequeña
villa situada en el ángulo noroeste de la explanada del Templo y
comunicada por medio de los pórticos. Dicha legión estaba encargada de
velar por la seguridad de la ciudad impidiendo que, en las grandes
solemnidades religiosas (donde la masa superaba el millón de personas),
se levantara algún tumulto o desorden. Con este fin, una cohorte de la
legión romana (alrededor de 600 o 700 soldados), tomaba posición delante
del pórtico del Templo, con la consiga de mantener la tranquilidad
pública en manos del superior de la policía judía denominado “Capitán” o
“Magistrado” el Templo (Hech 4,1; 5,24) Dichos soldados romanos se
encontraban así a disposición de este jefe superior del cuerpo
sacerdotal, constituyendo una verdadero grupo de elite o policía para
asuntos “federales”.
b) Por otra parte se encontraban también los soldados judíos, la
policía local, cuya función era la de ejecutar las órdenes de detención
emitidas por el Sanedrín (como ya hemos visto, Roma había dejado a los
judíos el derecho de juzgar las causas que tocaban a su religión, con el
consiguiente derecho de detener, realizar castigos menores y hasta
excomulgar). Esta policía dependía únicamente del tribunal supremo y es
llamada por los Evangelios con la palabra “ministros” de los sacerdotes, o sea, los servidores o esbirros o criados, según el sinóptico y la traducción que se tome.
En base a los testigos oculares, la detención de Jesús fue efectuada por los esbirros que venían de parte de los sacerdotes, escribas y ancianos; (Jn 18, 3) o los criados de los pontífices y fariseos. Los sinópticos hablan de oxlos polus, que en griego tiene el sentido de “muchedumbre”, “montón”, “masa”, entendida de manera relativa.
Así por ejemplo, un grupo de 12 personas sería bastante para prender a
una sola, pero en el caso de Jesús, los sanedritas debieron tener en
cuenta la presencia de los 11 compañeros (incluso con que algunos de
éstos estaban armados, como Pedro). Sea como fuere, la policía que
apresó a Nuestro Señor actuó por encargo y con la autoridad del Sanedrín
en vistas de la custodia y guarda del Templo. Sin embargo, dicha
policía sólo tenía jurisdicción para guardar la seguridad “dentro” del
Templo aunque el Sanedrín se las arreglaba muy bien como para utilizar
sus fuerzas más allá de su jurisdicción como se lee en los mismos
evangelios[2]. Incluso actuaban sin orden romana como se ve en el caso
de Cristo al entregarlo a Pilatos quien no tenía ningún conocimiento del
asunto antes que se lo presentasen (cfr. Jn 18,29).
b. ¿Cuántos soldados detuvieron a Cristo?
Hay un detalle importante en el prendimiento que normalmente se nos
pasa por alto al leer los evangelios. Como sabemos, los Evangelios
fueron escritos en un orden, Mateo, Marcos, Lucas y por último Juan,
quien tenía a la vista el resto de los relatos y que se ocupa de narrar
lo que ellos no han podido relatar. Quizás fue éste el propósito del
apóstol San Juan al narrar la Pasión y explicitar exactamente, con
palabras técnicas, la participación romana en el momento de la detención de Cristo; participación más bien mixta, como veremos.
En el Evangelio de San Juan, junto a los servidores del Sanedrín, se menciona también la speira (o “cohorte” en latín) con su jefe (xiliaryos), que comandaba la tropa. Una speira
romana estaba compuesta de alrededor de 600 (enorme cantidad para
Getsemaní, un pequeño huerto) pero absolutamente necesaria para detener a
alguien que desde hacía tiempo los judíos querían detener y siempre se
les escapaba de entre las manos (vgr. Lc 4,28). Se debe afirmar,
entonces que la tropa que detiene a Cristo no es simplemente un pequeño
grupo como muchas veces se ve en los cuadros, sino un verdadera cohorte
de soldados romanos (o policía extrajera, federal) bajo las órdenes del
Jefe del Templo, junto con la “policía local” o los servidores del
Sanedrín. Es por ello que recrimina a los jefes de las tropas: “todos los días estaba yo en medio de vosotros en el Templo y vosotros no me prendisteis”
(Mt 26,55), haciendo mención claramente a esa policía “federal”
dirigida por los sanedritas del Templo que, luego de prenderlo lo
condujeron a casa de Anás y Caifás. Hay quienes, comoBlinzler, concluyen
a favor de la legalidad formal del prendimiento pues quienes lo
llevaron a cabo estaban al servicio del Sanedrín, la más alta autoridad
judía con cuyo consentimiento y voluntad se llevó a cabo.
Esquematicemos entonces (Jn 18,3):
– Policía judía: los alguaciles, policíacos y judiciales, que fueron enviados por el Sanedrín a Getsemaní directamente desde (ex, dice el texto griego) el lugar donde se reunían[3].
– Policía romana: la guardia del Templo, mandada por el oficial del Templo, el xiliarxos, que salió para Getsemaní desde su lugar de estacionamiento (el Templo) y fue enviado igualmente por el Sanedrín.
[1] Cfr. Agustín Lemann, La police autour de Jesús-Christ, Librarie V. Lecoffre, París 1895.
[2] También por los Evangelios sabemos que existía en toda Galilea el
“espionaje” o policía secreta que informaba al Sanedrín. Según Mateo
(15,1; 16,1) y Lucas (5,7) eran “escribas y fariseos” enviados entre
medio de la masa para informar sobre Jesús. Además todo el capítulo 7 de
San Juan está dedicado al proceder de este espionaje judío.
[3] A este grupo se añade el soldado Malco, perteneciente al servicio
personal del Sumo Sacerdote (Jn 18,10; Mc. 14,47), parece que no
cumplía una tarea oficial, sino que, seguramente, tenía la misión de
informar a Caifás.