UN CINISMO QUE SIRVE AL ENEMIGO

 
Uno espera que transcurra un lapso de tiempo para no ocuparse tanto de Bergoglio. Pero no hay día que pase sin que diga barbaridades o barrabasadas o una descarada mentira como ésta:
“Hablando de desaparecidos, tengo una historia fuerte. En Argentina fueron más de 30.000 en la época de la dictadura. Me tocó de cerca eso”.
Bergoglio nos toma por tontos, convencido como está de que el cargo que detenta le permite decir y hacer cualquier cosa, sin detenerse a pensar en sus consecuencias,  revelando su insoportable ligereza moral e intelectual, casi sin antecedentes en la historia  de la Iglesia.


 
Según los datos del Informe Nunca Más, redactado por la  Comisión para la Desaparición de Personas (CONADEP) creada por Alfonsín el número de desaparecidos fue de 7.954 casos. Es decir que Bergoglio conoce bien qué pasó con los 22.046 casos restantes – y algunos más, según él.
¿Y si el tema lo tocó “de cerca”, se lo habrá planteado a su amigo el almirante Massera, a quien nombró profesor honoris causa de la Universidad del Salvador?
Con esta nueva mentira suya, Bergoglio avala “el número simbólico de 30.000” que esgrimen los derrotados en la guerra revolucionaria que asoló a nuestra Patria en los años 70, una cantidad “simbólica” elevada a la categoría de dogma que no se discute y empleada como una de sus principales armas psicológicas.
No se debe esperar rectificación alguna. Estamos frente a un narcisista irreductible con la conciencia enferma y no hay vuelta que darle.