domingo, 8 de marzo de 2020

PRIMERA PARTE LECCIÓN III


PRIMERA PARTE
LECCIÓN III

La crisis actual de la Física teórica en su estructura impropiamente llamada “clásica” y la necesaria construcción de su edificio conceptual por medio de un andamiaje hipotético que difiere del utilizado en la etapa newtoniana, no altera lo más mínimo su específica intencionalidad, ni sus bases metodológicas, ni sus límites especulativos. 


La ciencia exacta y experimental de los fenómenos de la naturaleza seguirá desarrollándose prodigiosamente sobre los mismos lineamientos fundamentales, trazados por Galileo y por Descartes; seguirá construyéndose como una ciencia mixta, formalmente matemática y materialmente empírica. La forma de un saber determinado es tan invariable como la esencia o la forma sustancial de un ser físico o moral; por ello, la Física matemática seguirá siendo una ciencia de fenómenos; una ciencia que hace cálculos y los comprueba experimentalmente. Y en la nueva sistematización ganará seguramente en claridad respecto de sí misma; sus devotos sabrán, incluso, que por ser una matemática universal y no una metafísica o filosofía primera, su tarea no es la explicación real del universo sino la descripción de la estructura matemática de los fenómenos en su exterioridad. Esto significa haber aprendido que una ciencia sin metafísica no quiere decir una ciencia contra la metafísica, contra la humana sabiduría; y que no es lícito seguir repitiendo con Kant que la metafísica no es posible como ciencia por la sin razón de que no es una ciencia exacta y experimental de fenómenos. Es razonable esperar que la reconstrucción de la Física teórica, opere una cuidadosa depuración de su terminología peligrosamente contaminada de metafísica, a fin de evitar que los hombres de ciencia, los pedagogos y los libres pensadores sigan difundiendo el funesto equívoco de presentar las hipótesis científicas de validez siempre circunstancial, como si fueran teorías puras, como si fueran verdaderas explicaciones causales de la realidad. En los últimos tres siglos se ha venido intensificando una obra de confusión y de envenenamiento de la mente y el corazón, so pretexto de enseñanza científica, que consiste en poner en ridículo y como estúpidas sin razones y disparates notorios, las explicaciones teológicas y metafísicas de la Tradición. Germán Mark expone el verdadero significado y alcance de esa crisis de crecimiento que padece la Física teórica: “La mecánica de Newton y la electrodinámica de Maxwell-Hertz fueron apropiadas por mucho tiempo para dar cuenta con gran aproximación en los cálculos, de los fenómenos naturales accesibles a nuestra observación, desde el movimiento de las estrellas en la esfera celeste hasta el de los electrones en los tubos en que ha hecho el vacío 27”.  Ocurre que los esquematismos hipotéticos y los sistemas de ecuaciones elaborados por la llamada Física “clásica” para interpretar matemáticamente los resultados experimentales, no se aplican en una serie de casos debidamente establecidos; de ahí la necesaria onstrucción de otras hipótesis como la de los cuanta o la de la relatividad, cuyas fórmulas concuerdan con los resultados de los experimentos. Las hipótesis son contenidos variables de la ciencia exacta y experimental; su vigencia está ceñida por el límite de experiencia alcanzado en un momento dado.
27 GERMÁN MARK, Crisis de la Física clásica por obra del experimento. Sin datos de la edición consultada por el autor.
Las leyes exactas son, en cambio, inmutables y valen siempre dentro del campo experimental a que están referidas. Importa sobremanera para la conciencia crítica de nuestra mentalidad examinar, en un ejemplo sencillo, la forma del tratamiento matemático de las cuestiones. Seguiremos atentamente el texto de Eddington en el análisis de un problema corriente en los manuales de Física y de ciencias naturales: “Un elefante se desliza por una pendiente herbosa”. El estudiante avisado sabe que no es necesario ocuparse demasiado de esto; está puesto allí sólo para dar la impresión de realismo. Lee más adelante: “La masa del elefante es de dos toneladas.” Ahora se comienza a hablar seriamente: el elefante desaparece del problema y lo sustituye una masa de dos toneladas. ¿Qué cosa son estas dos toneladas, verdadero sujeto del problema? Se refiere a una propiedad que descubrimos vagamente como “peso” y se manifiesta en una región particular del mundo externo... No importa a qué cosa se refieren “dos toneladas”; ¿qué cosa son? ¿Cómo han entrado realmente en nuestra experiencia en modo tan preciso? “Dos toneladas” es cuanto indica el cuadrante cuando se pone al elefante sobre la balanza. Sigamos adelante. “La pendiente de la colina es de 60º.” Ahora la pendiente desaparece del problema y es sustituida por un ángulo de 60º. ¿Qué cosa es un ángulo de 60º?... es la lectura de una división del transportador. Y análogamente para los otros datos del problema. El suelo mórbido y blando por donde se desliza el elefante es reemplazado por un coeficiente de atracción, de condición análoga a la lectura de un índice... Se trataba de encontrar el tiempo de descenso del elefante y la respuesta es dada por la indicación de la aguja de los minutos y de los segundos sobre el cuadrante de nuestro reloj 28. 28Cf. SIR A. S. EDDIGNTON, La natura…, o. c., c. 12.  Resulta claro, pues, los aspectos que destaca y los que omite la consideración matemática de los seres y de los valores. Es evidente que la reducción cuantitativa de los fenómenos abstrae sus datos registrables en algún índice numérico y deja de lado todo lo sustantivo e intrínsecamente valioso. Todo lo que distingue y jerarquiza. Sobre el fondo abstracto de la cantidad pura –la exterioridad absoluta, el espacio homogéneo- se recortan magnitudes, figuras, posiciones y trayectorias como los rígidos perfiles de entes vacíos y de su juego ciego. La reducción cuantitativa procede invariablemente en el sentido de los denominadores comunes;  opera una necesaria declinación hacia la materia amorfa e indiferente. En rigor, cantidad y materia son la misma cosa y sólo difieren, como señala Hegel, en que “la cantidad es la materia en cuanto pensada y la materia es la cantidad en una existencia exterior 29”.  
 29 Citado según la versión italiana: G. G. F. HEGEL, La scienza della Logica, Libro Primo, Sezione Seconda, Capitolo Primo, Nota 1. Traduzione italiana con note di ARTURO NONI, Volume Primo, Bari, Gius. Laterza & Figli, 1924, p. 216.  30Citado según la versión italiana: G. G. F. HEGEL, La scienza…, o. c., Libro Primo, Sezione Seconda, Capitolo Primo, Nota 2, p. 223. 31 Cf. ARISTÓTELES, Metafísica VII, 4, 1029 a, 28-29. Sin datos respecto de la versión utilizada por el autor.                                 
La unidad sustancial o de forma en un ser determinado –agua o alma-, sometido al punto de vista de la cantidad, deja de ser la identidad consigo mismo, su primordial referencia a sí mismo para manifestarse como un perpetuo salir fuera de sí, como ser absolutamente en otro. El agua deja de  ser agua para resolverse en hidrógeno y oxígeno; el alma deja de ser alma para resolverse en funciones corporales. El agua se anula a sí misma, se disgrega en otro pulverizándose en átomos; el alma se anula a sí misma y se disgrega en un polvillo de partículas sensoriales. Análogamente la unidad moral del Estado se destruye a sí misma, pulverizándose en la atomística del arbitrio y del querer individuales. Lo mismo pasa con la familia y con la corporación sometidas al principio de la extrema exterioridad. El agua, una forma física; el alma, forma que vivifica el cuerpo, forma que anima y que ama; el Estado, existencia en forma de personas, de voluntades libres. Agua, alma y Estado, ya no son nada en sí y por sí mismos; sólo son fuera de sí, en otro, en su exterioridad. La mecánica de la cantidad indiferente, del más o menos implacable, los ha triturado con sus ruedas pesadas y han quedado convertidos en polvillo amontonado, en conjuntos accidentales, en composiciones de partículas separadas y extrañas las unas de las otras: átomos, moléculas, corpúsculos, genes o factores, hormonas o mensajeros químicos, vitaminas; vibraciones nerviosas, localizaciones cerebrales, átomos psíquicos; egoísmos individuales, de clase o de partido. Y luego las múltiples y variables composiciones atómicas de la mecánica, física o biológica, junto a las ocasionales expresiones de la llamada voluntad general, esa atomística política de las mayorías accidentales. Todas composiciones de unos vacíos que permanecen extraños e indiferentes en su absoluta y rígida exclusividad. El conjunto accidental, la composición, se determina en la absoluta exterioridad, en una relación extrínseca y accidental de sus partes. Y “esa relación es ajena a las sustancias, no las tiene en cuenta para nada y no toca su naturaleza, como tampoco la toca todo lo que puede derivarse de la espacialidad 30  La sustancia es lo real por excelencia; “el ser que existe separadamente y es algo determinado 31; el sujeto de lo que se piensa y se dice en última instancia, el individuo: Juan y Pedro, Argentina y Estados Unidos, el agua de este vaso y este oro que brilla sobre la mesa. Pero el individuo, la sustancia primera, no se define por lo individual, por su singularidad ni por sus rasgos particulares y contingentes; tampoco se define por su materia, estas carnes y estos huesos por ejemplo. El individuo se define por su esencia; por aquello que es en sí y por sí mismo considerado; por aquello que hace que Juan sea Juan, es decir, hombre, nada menos y nada más que un hombre si es como debe ser; por aquello que hace que la Argentina sea Argentina, es decir soberana, nada más y nada menos que una Patria soberana. La esencia, pues, expresa la sustancia; es su concepto y su definición. Y por ello, es lo primero que existe en un individuo; sin ella no existiría nada. La esencia es, en cierto sentido, uno y lo mismo que el individuo real y concreto; es, por ejemplo, el alma de Juan, el alma que anima su cuerpo y el alma que ama en él. Pero la esencia no es la estatura de Juan, ni el color de su piel, ni las fuerzas de sus músculos, ni el timbre de su voz, ni sus pocos o muchos años, ni su salud robusta o endeble, ni sus haberes, ni sus títulos, ni su fortuna, ni nada de lo que está en él y le pertenece, cuando hacemos abstracción de su alma y lo consideramos en la forma de la exterioridad y del accidente. La esencia es individual en la existencia real y concreta; y es universal en la existencia ideal y abstracta del pensamiento. Pero es una y la misma esencia. Cuando pensamos el ser de una cosa determinada, le arrancamos mentalmente su esencia por medio de la abstracción; la despojamos de su existencia carnal y la convertimos en una idea, en un concepto que la contiene intencionalmente como referencia mental), es un soplo del espíritu que le infunde un significado a la voz, que penetra de intención y de sentido a la letra, que convierte en signos y símbolos las líneas, las figuras, las posiciones y los movimientos exteriores. No olvidemos en adelante; no olvidemos lo que nos enseña una antigua sabiduría: “Ni la longitud, ni la anchura, ni la profundidad son otra cosa que determinaciones cuantitativas y no sustancias. Sustancia no es la cantidad sino, más bien, aquello a lo cual pertenecen originalmente las determinaciones cuantitativas 32  No olvidar esta fundamental enseñanza, importa no incurrir jamás en el error de querer explicar lo principal por lo secundario, lo superior por lo inferior, la sustancia por el accidente, lo que una cosa es en sí misma, por aquello que sólo está en ella y le pertenece. La cantidad es algo que está en la sustancia y en dependencia de ella; de tal modo que sólo una argumentación sofística puede aparecer confiriendo validez a la subversión de ese orden necesario de primacía. So pretexto, repetimos, de educación científica, se ha venido atentando sistemáticamente en contra de la Sabiduría divina y humana. Así la escolarización y vulgarización de tanto simulacro convencional inventado por una imaginación saturada de matematicismo o mecanicismo, hasta el punto de sustituir la entera realidad sustancial por un mundo de fantasmas extravagantes y de sombras geométricas, ha terminado por secarnos el cerebro y envilecer nuestro corazón. No sólo representamos mecánicamente los fenómenos físicos y morales, sino que nos rodeamos de un contorno de cosas cúbicas y de cubismo pictórico, de columnas estadísticas y de test universales, de planos y de planes para obras de ingeniería y obras en las almas. Tal como ya observaba Vico 33, en las matemáticas, el hombre conteniendo dentro de sí un mundo imaginario de líneas y de números opera en su interior con abstracciones; y lo mismo ocurre con las aplicaciones exteriores del cálculo y de las reducciones geométricas. Las ciencias y las artes de base matemática no tienen que ver, pues, con realidades sustanciales sino con esquemas de la realidad. 32 ARISTÓTELES, Metafísica VII, 3, 1029 a, 13 -16.                                                                               33 GIOVANNI BATTISTA VICO (1668 – 1744), filósofo italiano representante, junto con Luís Vives y Gracián, de la tradición humanista de origen latina contrapuesta tanto al racionalismo como al empirismo.
Fue profesor de Elocuencia Latina en la Universidad de Nápoles (su ciudad natal)  pero cultivó, además, la Historia y el Derecho. Encarnó una fuerte reacción frente al racionalismo cartesiano y a las ideas de la Ilustración. De acuerdo con Vico, el cogito cartesiano nada dice respecto de la esencia del hombre sino que aporta tan sólo la conciencia de su existencia. Por otra parte, puesto que la ciencia es un saber por las causas, solamente Dios, la Causa Suprema, posee la Ciencia General; el saber humano, en cambio, se limita a aquello de lo que el hombre es causa, la Matemática y la Historia. A partir de estos postulados, Vico desarrolla su “nueva ciencia” que expuso, sobre todo, en su obra fundamental, Principios de una ciencia nueva sobre la naturaleza común de las naciones, publicada en 1725.