viernes, 6 de septiembre de 2013

EL CIRCULO ROJO


Cronometrando al nuevo caballo del comisario


Tradicionalmente, las carreras de caballos pueblerinas, - cuadreras -, eran competencias donde cada uno inscribía a su caballo, con una esperanza de doble entrada. Un factor era la ambición de ganar la carrera y llevarse el pozo de las apuestas. El otro era el temor de que se apareciera el comisario del pueblo, para inscribir a su propio pingo.
Porque el caballo del comisario ganaba siempre, aunque tuviera tres patas. Y el comisario era el que, invariablemente, se llevaba el pozo. Por algo es el comisario, al fin y al cabo.
Por estos días crece la polémica en torno al llamado Círculo Rojo. Cristina Kirchner y Mauricio Macri se han referido al mismo, con expresiones disímiles y con las adecuadas reformulaciones de rigor.
Diremos que el círculo rojo es el comisario del pueblo.
Hay que entenderlos a ambos, - la doctora y Mauricio -. Se encuentran en este momento unidos en el desfavor del Círculo Rojo, el que ya no quiere saber más nada con el modelo narc & pop, y que cambió de caballo antes de la cuadrera, al ver los increíbles tiempos que aprontaba el potrillo del Haras Galmarini.
El comisario jugó todos sus boletos a Duhalde, en 2001, y le dejó las apuestas a su delfín, Kirchner, lo que le permitió seguir llevándose grandes dividendos hasta fines de 2007.
Fueron 6 años de jolgorio financiero y grandes negocios, al cabo de los cuales el ladrón más grande la historia de este país, emergió como estadista. Vale decir; habían logrado que un caballo de calesita ganara el Carlos Pellegrini.
El comisario continuó jugando su plata, a fines de 2007, a las patas de "La Doctora", presunta continuadora de los grandes negocios y de los festivales de redituable patriotismo. Pero en Octubre de 2010 se le murió el cuidador, y para las presidenciales de 2011 no tuvo mejor idea que elegir la monta equivocada. La jineteó nada menos que Slowhand Boudou, y se robó hasta la montura. Era fracaso asegurado.
Así el comisario o el Círculo Rojo, fue cronometrando tiempos y comportamientos de dos potrillos prometedores, Daniel Scioli, que corre siempre por adentro, pegado a los palos, y Mauricio Macri, el que venía por afuera y amenazaba con pegar el chirlo y sacar un par de cuerpos de distancia. Siempre de afuera, de chaquetilla amarilla y bien cerquita de las rejas, para que el público lo viera transpirar.
En realidad ninguno de los dos mostraba condiciones demasiado interesantes, pero al menos garantizaban correr en dirección al disco, con fundadas chances de llegar.
Pero el 11 de agosto el potrillo del Tigre deslumbró a la cátedra, rompiendo todos los relojes. Salió de las gateras picando en punta y corrió los mil seiscientos metros como si fueran un tiro corto. Llegó al disco sin siquiera sudar, de orejitas paradas y con la fusta bajo el brazo. 6 cómodos cuerpos de ventaja sobre el segundo, y varios, incontables, sobre el tercero. El tordillo del Haras Alikate ni siquiera agarró chapa. Se mancó antes de doblar el codo de Dorrego.
Mientras los propietarios del Haras Galmarini, sonrientes, se estaban sacando la foto de rigor, el Comisario anotó los tiempos, los comparó, y entendió cual era el potrillo ganador para la cuadrera de 2015.  Desde de Mendiguren hasta Alberto Fernández, incluyendo a Redrado y Cariglino, se empujaban para salir en la foto que sería colgada en la Pizzería Magnetto. Afamado reducto de tradicionales circulistas.
El comisario se olvidó de los pingües beneficios que le trajo el modelo, y entendió que Macri, ante la fulgurante aparición tigrense, quedaba más apto para tirar de un mateo, por Palermo, que para correr el Gran Premio Nacional.
El Círculo Rojo del comisario nunca pierde. Cambia la plata en una, por cada diez donde embolsa.
Macri lo sabe y CFK también. Ambos pugnan por explicarle al comisario que tanto el tordillo de ojos claros, como Scioli, pueden aún ser grandes créditos para el Círculo Rojo.  Pero el comisario ya anotó a su nuevo potrillo. Sabe que gana, y por varios...
Fabián Ferrante