El friki y el lobo
En
un sitio frikitradi, de
cuyo nombre no quiero acordarme, se ha publicado una entrada que merece
se recuerde un breve texto de Santo Tomás de Aquino y un cuento alusivo
al que
hemos cambiado automáticamente los nombres de sus protagonistas. Quien pueda entender, que entienda…
“aunque aquello que dicta la conciencia errónea no sea conforme a la ley
de Dios, con todo, se toma por el que yerra como la misma ley de Dios, y por
eso, hablando propiamente, si se aparta de esto se aparta de la ley de Dios,
aunque accidentalmente no se aparte de la ley de Dios” (De veritate q. 17 a.
4 ad 1.)
* * *
Érase una vez un pequeño [frikitradi]
que se pasaba la mayor parte de su tiempo cuidando sus ovejas y, como muchas
veces se aburría mientras las veía pastar, pensaba cosas que hacer para
divertirse.
Un día, decidió que sería buena
idea divertirse a costa de la gente del pueblo que había por allí cerca. Se
acercó y empezó a gritar:
- Socorro! El [modernista]! Que
viene el [modernista]!
La gente del pueblo cogió lo que
tenía a mano y corriendo fueron a auxiliar al pobre [frikitradicito] que pedía
auxilio, pero cuando llegaron, descubrieron que todo había sido una broma
pesada del [frikitradi]. Y se enfadaron.
Cuando se habían ido, al [frikitradi]
le hizo tanta gracia la broma que pensó en repetirla. Y cuando vió a la gente
suficientemente lejos, volvió a gritar:
- Socorro! El [modernista]! Que
viene el [modernista]!
Las gentes del pueblo, en volverlo
a oír, empezó a correr otra vez pensando que esta vez si que se había
presentado el [modernista], y realmente les estaba pidiendo ayuda. Pero al
llegar donde estaba el [frikitradi], se lo encontraron por los suelos, riendo
de ver como los aldeanos habían vuelto a auxiliarlo. Esta vez los aldeanos se
enfadaron aún más, y se marcharon terriblemente enojados.
A la mañana siguiente, el [frikitradi]
volvió a pastar con sus ovejas en el mismo campo. Aún reía cuando recordaba
correr a los aldeanos. Pero no contó que, ese mismo día, si vió acercarse el [modernista].
El miedo le invadió el cuerpo y, al ver que se acercaba cada vez más, empezó a
gritar:
Pero esta vez los aldeanos,
habiendo aprendido la lección el día anterior, hicieron oídos sordos.
El [frikitradicillo] vió como el [modernista]
se abalanzaba sobre sus ovejas, y chilló cada vez más desesperado:
- Socorro! El [modernista]! El [modernista]!
- pero los aldeanos continuaron sin hacer caso.
Es así, como el [frikitradicillo] vió como el [modernista] se comía unas cuantas ovejas y se llevaba otras para la cena, sin poder hacer nada. Y se arrepintió en lo más profundo de la broma que hizo el día anterior.