jueves, 12 de septiembre de 2013

EL FRIKI Y EL LOBO

El friki y el lobo

En un sitio frikitradi, de cuyo nombre no quiero acordarme, se ha publicado una entrada que merece se recuerde un breve texto de Santo Tomás de Aquino y un cuento alusivo al que hemos cambiado automáticamente los nombres de sus protagonistas. Quien pueda entender, que entienda…
“aunque aquello que dicta la conciencia errónea no sea conforme a la ley de Dios, con todo, se toma por el que yerra como la misma ley de Dios, y por eso, hablando propiamente, si se aparta de esto se aparta de la ley de Dios, aunque accidentalmente no se aparte de la ley de Dios” (De veritate q. 17 a. 4 ad 1.)
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Érase una vez un pequeño [frikitradi] que se pasaba la mayor parte de su tiempo cuidando sus ovejas y, como muchas veces se aburría mientras las veía pastar, pensaba cosas que hacer para divertirse.
Un día, decidió que sería buena idea divertirse a costa de la gente del pueblo que había por allí cerca. Se acercó y empezó a gritar:
- Socorro! El [modernista]! Que viene el [modernista]!
La gente del pueblo cogió lo que tenía a mano y corriendo fueron a auxiliar al pobre [frikitradicito] que pedía auxilio, pero cuando llegaron, descubrieron que todo había sido una broma pesada del [frikitradi]. Y se enfadaron.
Cuando se habían ido, al [frikitradi] le hizo tanta gracia la broma que pensó en repetirla. Y cuando vió a la gente suficientemente lejos, volvió a gritar:
- Socorro! El [modernista]! Que viene el [modernista]!
Las gentes del pueblo, en volverlo a oír, empezó a correr otra vez pensando que esta vez si que se había presentado el [modernista], y realmente les estaba pidiendo ayuda. Pero al llegar donde estaba el [frikitradi], se lo encontraron por los suelos, riendo de ver como los aldeanos habían vuelto a auxiliarlo. Esta vez los aldeanos se enfadaron aún más, y se marcharon terriblemente enojados.
A la mañana siguiente, el [frikitradi] volvió a pastar con sus ovejas en el mismo campo. Aún reía cuando recordaba correr a los aldeanos. Pero no contó que, ese mismo día, si vió acercarse el [modernista]. El miedo le invadió el cuerpo y, al ver que se acercaba cada vez más, empezó a gritar:
- Socorro! El [modernista]! Que viene el [modernista]! Se va a comer todas mis ovejas! Auxilio!
Pero esta vez los aldeanos, habiendo aprendido la lección el día anterior, hicieron oídos sordos.
El [frikitradicillo] vió como el [modernista] se abalanzaba sobre sus ovejas, y chilló cada vez más desesperado:
- Socorro! El [modernista]! El [modernista]! - pero los aldeanos continuaron sin hacer caso.

Es así, como el [frikitradicillo] vió como el [modernista] se comía unas cuantas ovejas y se llevaba otras para la cena, sin poder hacer nada. Y se arrepintió en lo más profundo de la broma que hizo el día anterior.