Otra foto para seguir en carrera
El Papa Francisco, a efectos de la política vernácula, da para todo.
No sólo desde aquella miserable foto de Insauralde y CFK, en Brasil, sino también con las más recientes, - Mariotto y Macri -, Jorge Bergoglio debe poner la cara para que, a partir de la foto que no se le niega a nadie, tener que soportar luego que cada uno de los fotografiados le asigne las implicancias políticas que le convengan, a expensas del hombre de Dios.
Así salió Mariotto a decir que el Papa apoyaba la ley de medios. Así apareció luego Macri a instalar que el Papa integraba su ya, tristemente célebre, círculo rojo.
Macri pretende que el círculo rojo es un colectivo político social que pide la unión entre los dirigentes. Nombre conspiranoico eligió para tan noble tarea, si así lo fuera.
Círculo remite a grupete, no hay círculo misterioso integrado por 200.000 personas.
El pedido de unión dirigencial es una noble causa que la gente sostuvo desde las calles, durante las marchas ciudadanas. Así lo explicaron oportunamente dirigentes como Solanas, Venegas, Patricia Bullrich, Pinedo y Carrió, entre otros.
Pero a ninguno se le ocurrió ir tan lejos como a Mauricio Macri, e incorporar al Papa. A partir de las constantes prédicas de unidad, lógicas en cualquier sacerdote y mucho más en un Papa, Macri tomó a Francisco y lo metió en su círculo.
La foto de Macri con el Papa no difiere mucho de la Insaurralde en Brasil. Ambos la fueron a buscar para seguir en carrera.
La realidad es que Macri se ha dado cuenta (tarde) que la incorporación de nombres PRO a las listas massistas lo dejaba como un segundón del hombre del Tigre, y lo relegaba en la carrera presidencial por 2015. Algunos dirigentes del PRO lo advirtieron en su momento, y salieron a intentar un desmarque, pero el massismo, rápido de reflejos, los ninguneó bloqueando cualquier estratagema.
Desespera, el jefe de gobierno de Buenos Aires, por convencer a la gente que la alianza que hizo no fue tal cosa, y que se trató de una estrategia que de ninguna forma lo encolumna detrás de Massa.
Parece estar diciendo "cómo es posible que ahora me dejen afuera y me cambien por otro, cuando hasta hace menos de un año era el favorito de todos ustedes". Macri no entiende la lógica del poder, y de la política. Y Durán Barba nunca entendió el pragmatismo del Pj, que es tan diferente del suyo.
No tiene arreglo el tema, decimos desde aquí. Macri deberá integrarse de alguna u otra forma al Pj, si aspira a participar en una interna presidencial de cara al 2015. De no hacerlo, su fuerza no tiene dónde abrevar caudal electoral para otorgarle chances presidenciales, y como ya no tendrá reelección como jefe de gobierno en 2015, será otro de los que Massa está dejando por el camino. Como con CFK, que tampoco puede aspirar a ser reelecta, o como Daniel Scioli, que está en la misma circunstancia.
El Papa Francisco, a efectos de la política vernácula, da para todo.
No sólo desde aquella miserable foto de Insauralde y CFK, en Brasil, sino también con las más recientes, - Mariotto y Macri -, Jorge Bergoglio debe poner la cara para que, a partir de la foto que no se le niega a nadie, tener que soportar luego que cada uno de los fotografiados le asigne las implicancias políticas que le convengan, a expensas del hombre de Dios.
Así salió Mariotto a decir que el Papa apoyaba la ley de medios. Así apareció luego Macri a instalar que el Papa integraba su ya, tristemente célebre, círculo rojo.
Macri pretende que el círculo rojo es un colectivo político social que pide la unión entre los dirigentes. Nombre conspiranoico eligió para tan noble tarea, si así lo fuera.
Círculo remite a grupete, no hay círculo misterioso integrado por 200.000 personas.
El pedido de unión dirigencial es una noble causa que la gente sostuvo desde las calles, durante las marchas ciudadanas. Así lo explicaron oportunamente dirigentes como Solanas, Venegas, Patricia Bullrich, Pinedo y Carrió, entre otros.
Pero a ninguno se le ocurrió ir tan lejos como a Mauricio Macri, e incorporar al Papa. A partir de las constantes prédicas de unidad, lógicas en cualquier sacerdote y mucho más en un Papa, Macri tomó a Francisco y lo metió en su círculo.
La foto de Macri con el Papa no difiere mucho de la Insaurralde en Brasil. Ambos la fueron a buscar para seguir en carrera.
La realidad es que Macri se ha dado cuenta (tarde) que la incorporación de nombres PRO a las listas massistas lo dejaba como un segundón del hombre del Tigre, y lo relegaba en la carrera presidencial por 2015. Algunos dirigentes del PRO lo advirtieron en su momento, y salieron a intentar un desmarque, pero el massismo, rápido de reflejos, los ninguneó bloqueando cualquier estratagema.
Desespera, el jefe de gobierno de Buenos Aires, por convencer a la gente que la alianza que hizo no fue tal cosa, y que se trató de una estrategia que de ninguna forma lo encolumna detrás de Massa.
Parece estar diciendo "cómo es posible que ahora me dejen afuera y me cambien por otro, cuando hasta hace menos de un año era el favorito de todos ustedes". Macri no entiende la lógica del poder, y de la política. Y Durán Barba nunca entendió el pragmatismo del Pj, que es tan diferente del suyo.
No tiene arreglo el tema, decimos desde aquí. Macri deberá integrarse de alguna u otra forma al Pj, si aspira a participar en una interna presidencial de cara al 2015. De no hacerlo, su fuerza no tiene dónde abrevar caudal electoral para otorgarle chances presidenciales, y como ya no tendrá reelección como jefe de gobierno en 2015, será otro de los que Massa está dejando por el camino. Como con CFK, que tampoco puede aspirar a ser reelecta, o como Daniel Scioli, que está en la misma circunstancia.
El serio problema que aqueja a Macri, para
crecer, es que la enorme mayoría de su voto en CABA, es,
básicamente, antiperonista.
Mientras el Pro se mantenga independiente, estará condenado a ser
tercera fuerza, con arraigo genuino apenas vecinal en CABA. Por más
fotos que pueda mostrar junto al papa Francisco, Mauricio Macri ,
para ser presidente de este país, deberá cosechar votos.
Y, hoy, los votos parecen estar en otra parte.
Fabián Ferrante

