Moscú se aleja del acuerdo Kerry-Lavrov. Assad se queda con sus armas químicas
Los líderes rusos finalmente se han alejado del acuerdo entre Kerry y
Lavrov para el desarme químico de Siria -menos de una semana después de
que se diera a conocer en Ginebra el pasado sábado. Este jueves, 19 de
septiembre, golpearon con una serie de obstrucciones coordinadas. El
golpe de gracia vino de parte del presidente Vladimir Putin, quien
comentó secamente que no podía estar 100 por ciento seguro de que el
plan para la destrucción de armas químicas de Siria fuera a tener éxito.
“Pero todo lo que hemos visto hasta ahora en los últimos días nos da la
confianza de que esto va a suceder. Espero que sí”, dijo.
Para disipar esa esperanza, el ministro de Defensa Sergey Shoigu
siguió con una negación de que vayan a destruirse ninguna de las
reservas químicas sirias en suelo ruso.
Luego, en una entrevista con Fox News, el presidente sirio,
Bashar Assad, en sintonía con Moscú, preguntó burlonamente: “La
destrucción de los productos químicos venenosos es muy perjudicial para
el medio ambiente. Si el gobierno estadounidense está dispuesto a pagar
ese dinero y toma la responsabilidad de llevarse esos materiales tóxicos
a los Estados Unidos, ¿por qué no lo hacen?”
Dado que Rusia y los EE.UU. son los únicos países que tienen la
capacidad a escala industrial de destruir municiones químicas y su
importación está prohibida por la ley de EE.UU., el arsenal químico de
Assad está a salvo.
De hecho, sólo Alemania ha ofrecido enviar a un pequeño número de
expertos químicos a Siria. Nadie más está dispuesto a supervisar el
complicado desmontaje y retirada de alrededor de 10.000 toneladas de
materiales peligrosamente venenosos, pagar la operación o aceptar los
materiales en su terreno.
El Secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, al ver escapar su
acuerdo con Sergey Lavrov escapándose, hizo un intento desesperado por
salvarlo. Convocó una conferencia de prensa en el Departamento de Estado
el jueves para declarar que era esencial que el acuerdo se ejecutará
con una resolución vinculante y que el Consejo de Seguridad de la ONU
actuara sobre este tema la semana que viene, cuando la Asamblea General
de las Naciones Unidas celebra su reunión anual en Nueva York.
Kerry no indicó cómo el gobierno de EE.UU. reaccionaría si el acuerdo
no se concretase o si la opción militar de EE.UU. sería revivida.
Pero ya estaba claro que su trato con Lavrov no va a ninguna parte,
ni siquiera para los pocos simpatizantes de Obama, que había saludado al
presidente por lograr al fin subir a Moscú a bordo de una solución para
la guerra siria y la eliminación del arsenal químico de Assad.
El gobernante sirio dijo con calma a Fox que por su parte su gobierno
estaba dispuesto a deshacerse de sus armas químicas, pero sería una
operación muy complicada que tomaría alrededor de un año o más, y que
costará alrededor de mil millones de dólares.
Después de analizar sus comentarios, los expertos de inteligencia occidentales dijeron a Debkafile que habían llegado a dos conclusiones:
1. Que Assad ha establecido una distinción entre su arsenal químico
operacional y los arsenales de esas armas. Está al parecer dispuesto a
dejar ir a la primera categoría, pero decidido a mantener los stocks.
2. Su actitud era confiada y casi arrogante, mostrando que él estaba
seguro de que no iba a ser privado de sus capacidades químicas para
salir venciendo de la guerra civil siria.
No tuvo reparos en negar que sus fuerzas fueran responsables del
ataque del 21 de agosto al este de Damasco, plenamente respaldado por la
perseverancia de las autoridades rusas en echar la culpa a los
rebeldes.
Mientras se emitían extractos de su entrevista para la Fox, Assad
recibió al vicecanciller Sergey Ryabkov en Damasco a la cabeza de una
numerosa delegación rusa de militares y oficiales de inteligencia.
Aprovechó la ocasión para quejarse de que estaba atrapado entre Al Qaeda
y la presión de EE.UU. y expresó la esperanza de que Moscú fuera capaz
de “dibujar un nuevo mapa del equilibrio global.”
Mientras el acuerdo Kerry-Lavrov se desmorona, ha resultado ser menos
un acuerdo y más una compilación más flexible de acuerdos limitados
sobre la cuestión química siria, que dejó sin resolver afilados y
fundamentales desacuerdos entre Washington y Moscú acerca de cómo se
debe manejar, en particular en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Nada de esto ha detenido al presidente Obama de vender la propuesta
al público estadounidense y al mundo de que el acuerdo
ruso-estadounidense para la eliminación de las armas químicas de Siria
fue un gran avance triunfal de la diplomacia de su gobierno, que abría
la puerta a un acuerdo para resolver también el problema nuclear de
Irán.