Nuestro anterior análisis acertó
Nos llena de satisfacción que Juan Manuel de Prada haya publicado ayer un artículo en el diario español ABC en el que, palabras más palabras menos, coincide con lo que habíamos expresado en nuestro post "Siria bajo las garras del Occidente apóstata".
Abajo transcribimos la nota completa que él tituló "Chusma".
Por otro lado y con relación al ataque pendiente
sobre Siria, Obama acaba de juzgar que debe ser realizado puesto que,
para él, Bashar al Asad ha sido el responsable de utilizar armas
químicas contra su propio pueblo.
Sentencia pronunciada aún antes de saberse el resultado de la
investigación que sobre el terreno lleva adelante la ONU. Y que ha sido
escrita en base a informes de inteligencia de los israelíes.
La hipocresía de esta gente no tiene límites. ¿Qué imparcialidad puede
haber en ese tribunal donde los jueces son también partes del conflicto?
Veamos ahora la secuencia de los últimos acontecimientos:
Luego de producirse el ataque, que muy probablemente haya sido realizado
por los rebeldes con armas procedentes de Arabia Saudita, USA envió
fuertes señales de que atacaría en forma inmediata. El gobierno inglés y
el francés los apoyaron sin restricciones.
Pero luego de una reunión habida en la noche del miércoles pasado entre
los 5 grandes del Consejo de Seguridad, donde muy probablemente Rusia y
China hayan puesto los puntos sobre las íes (se llegó a decir que los
soviéticos tenían planes para bombardear Arabia Saudita), el tono
comenzó a bajar.
Al día siguiente Inglaterra se bajó del tren belicista extra ONU y
Francia mantuvo el silencio. Previamente varios países como Italia y
Austria dijeron también nones.
Entonces se supo, que si bien Obama no había tomado la decisión de
atacar, de hacerlo limitaría la cuestión a objetivos puntuales, es decir
una especie de castigo leve para los que, según él, habían cruzado la
línea roja.
Ayer a la mañana, el presidente ruso Putin dijo:
"Si ellos [EE.UU.] dicen que las fuerzas gubernamentales han utilizado armas de destrucción masiva -en este caso químicas- y dicen que tienen esas pruebas, que las presenten ante los inspectores de la ONU y el Consejo de Seguridad.Que digan que tienen esas pruebas, pero que son secretas y no las pueden presentar a nadie no resiste ninguna crítica. Esto sencillamente es una falta de respeto a sus socios y participantes de las relaciones internacionales. Decir que el gobierno sirio ha usado armas químicas en su actual situación es una completa tontería. La información sobre el uso de armas químicas por las autoridades de Siria es una provocación."
En la misma entrevista Putin dijo que los planes para atacar Siria son
consecuencia del éxito del gobierno y el repliegue de los rebeldes, y
que por eso los patrocinadores de esta guerra quieren ayudarlos
militarmente.
Recordarán nuestros lectores que en la nota oportunamente publicada
aquí, dijimos lo mismo: que el ataque con gases tiene olor a
"autoatentado" (como el Lusitania o Pear Harbor, Juan Manuel de Prada
dijo "la voladura del Maine", refiriéndose a la excusa que utilizaron
los Yanquis para hacer la guerra de Cuba contra España), porque el éxito
del gobierno en la lucha hace imprescindible el auxilio directo de
quienes la planearon, organizaron y pagaron.
Qué de Prada diga lo mismo después que nosotros nos contenta, como ya
dijimos arriba. Pero que Putin coincida exactamente con nuestro
análisis, bueno... eso ya es el Oscar para el periodismo amateur que
hacemos aquí.
Poco después de estas palabras del presidente de Rusia, el señor Obama
salió a decir pública y oficialmente que había decidido llevar adelante
su "castigo" limitado a Siria por haber cruzado la línea roja,
pero que también había decidido consultar al Congreso aún cuando tuviera
facultades para actuar sin hacerlo.
Esta es una buena noticia porque el ataque se postergará no menos de
diez días, pues la Cámara de Representantes lo tratará el 9 de
septiembre próximo. Período en el que quizá aparezcan otros elementos de
juicio que aplacen o anulen la ofensiva.
Pero si vemos lo acontecido desde el principio hasta ahora, no se puede
menos que concluir que en Washington alguien metió la pata. Salieron con
los "tapones de punta" y han ido bajando rápidamente los decibeles
hasta casi tirar la toalla.
Nosotros nos animamos a poner como hipótesis que Rusia se plantó firme,
porque un ataque a Siria es casi como si fuera uno a su propio
territorio. Conquistada Siria, sólo queda Irán camino de Moscú.
Por otro lado hay un gasoducto que lleva el gas ruso a Europa y que pasa por el territorio hoy bajo conflicto.
Los barcos rusos se abastecen en dos puertos sirios que son casi unas
bases militares extranjeras en ese país: Tartus y Latakia. Siria, pues,
es la avanzada de Rusia en el Mediterráneo.
Frente a este probable parate ruso, incluyera o no la amenaza de un
ataque a Arabia Saudita que es la verdadera proveedora de los gases,
primero Inglaterra y luego USA se achicaron, pero aún tienen que salvar
el honor y por eso insisten en el "castigo" limitado y sólo por aire.
Ahora bien: ¿qué sentido tiene realizar una acción de guerra limitada
que no desestabilizaría al régimen de Al Asad ni inclinaría la guerra en
su contra? ¿Acaso no se conoce que algunos enemigos internos del
gobierno sirio han declarado que se pasarán a su bando si Siria es
atacada por los EEUU? ¿No se sabe que las encuestas en USA marcan un 65 %
en contra de esta intervención? ¿No está acaso la opinión pública
internacional en contra? ¿Cómo se sabe lo que va a hacer Irán o
Hesbollah, incluso Egipto, luego de este "castigo"?
Es decir, son muchos riesgos para el beneficio que puede dar un ataque
limitado. Por eso, quizá la Cámara de Representantes en Washington le de
a Obama una salida honorable, elegante y barata, votando en contra del
pedido que les hará para intervenir en Siria.
Recemos para que así sea por el bien del Cristianismo y de todos los sirios.
La intervención en Siria es un subterfugio para desestabilizar aún más la zona y justificar una ofensiva contra Irán EMPECEMOS por aclarar que en Siria no hay ninguna guerra civil. Los llamados «rebeldes sirios» no reclaman reformas ni acaudillan ninguna «revolución popular». Los llamados «rebeldes sirios» no son sino mercenarios y terroristas reclutados en los parajes más variopintos del atlas, financiados desde Qatar o Arabia Saudita y con frecuencia adiestrados por los propios Estados Unidos, que les llevan prestando apoyo logístico –al igual que Israel– desde que comenzara el conflicto. Enfrente de ellos se halla un régimen de corte dictatorial que, al igual que ocurría con Sadam Husein en Irak o con Gadafi en Libia, se distingue por ejercer la tolerancia con las comunidades cristianas y por defender los barrios en los que se asientan de los sanguinarios ataques de los «rebeldes», que no pierden ocasión de cometer las atrocidades más espeluznantes contra los cristianos. Si esta chusma no hubiese recibido incesantes refuerzos, financiación y suministros de armas desde el exterior, la guerra en Siria habría sido atajada hace tiempo. Como los Estados Unidos no pueden proclamar sin ambages que apoyan el terrorismo en Siria justifican ahora su ataque alegando que el régimen de Assad ha utilizado armas químicas. ¿Quién puede tragarse semejante superchería? El ataque con armas químicas ocurrió en Guta, el suburbio oriental de Damasco, donde Assad mantiene reñida disputa contra los terroristas financiados desde el exterior. Resulta muy difícilmente concebible que se empleen armas químicas allá donde se mantienen concentradas tropas; y resulta directamente rocambolesco que, además, se empleen mientras los inspectores de armas de la ONU se hallan en el país. Las armas químicas, evidentemente, han sido empleadas por la chusma a la que apoya Estados Unidos. Y el intento de justificar tan burdamente la intervención se incorpora así al repertorio de engañifas fabricadas por los Estados Unidos en su afán imperialista, iniciado con la voladura del Maine. La intervención en Siria fue diseñada hace mucho tiempo, a modo de prólogo al ataque a Irán, que es la pieza que en última instancia se pretende abatir. Las razones que se alegaban para justificarla eran, sin embargo, tan inconsistentes y la calaña de la chusma que combate a Assad tan repugnante que tal intervención se había tenido que aplazar. Pero el peligro de colapso inminente del dólar ha exigido urdir ahora esta engañifa tan burda. Por aceptar euros a cambio de petróleo fue derrocado Sadam Husein; por pretender crear una divisa africana fundada en el patrón oro –el dinar– fue liquidado Gadafi; por pretender desligar las ventas de su petróleo del dólar, Irán se ha convertido en la bicha de los americanos. El problema de fondo es que el dólar, la moneda de reserva mundial desde Bretton-Woods, está cada vez más desprestigiada; con una deuda pública mayor que todos los países de la Unión Europea juntos, cada dólar que imprime Estados Unidos es, a estas alturas, papel mojado. El colapso del dólar sólo se podrá dilatar mientras se mantenga como divisa de las transacciones internacionales de petróleo; en cuanto un grupo de países empezase a comerciar en otra divisa, Estados Unidos iría a la bancarrota. La intervención en Siria es tan sólo un subterfugio para desestabilizar aún más la zona y justificar una ofensiva contra Irán. «Otra vez millares de víctimas serán sacrificadas sobre el altar de una imaginaria democracia», acaba de denunciar paladinamente el Patriarcado de Moscú. Estamos en manos de una chusma dispuesta a todo con tal de mantener su supremacía.
Por Juan Manuel de Prada
La intervención en Siria es un subterfugio para desestabilizar aún más la zona y justificar una ofensiva contra Irán EMPECEMOS por aclarar que en Siria no hay ninguna guerra civil. Los llamados «rebeldes sirios» no reclaman reformas ni acaudillan ninguna «revolución popular». Los llamados «rebeldes sirios» no son sino mercenarios y terroristas reclutados en los parajes más variopintos del atlas, financiados desde Qatar o Arabia Saudita y con frecuencia adiestrados por los propios Estados Unidos, que les llevan prestando apoyo logístico –al igual que Israel– desde que comenzara el conflicto. Enfrente de ellos se halla un régimen de corte dictatorial que, al igual que ocurría con Sadam Husein en Irak o con Gadafi en Libia, se distingue por ejercer la tolerancia con las comunidades cristianas y por defender los barrios en los que se asientan de los sanguinarios ataques de los «rebeldes», que no pierden ocasión de cometer las atrocidades más espeluznantes contra los cristianos. Si esta chusma no hubiese recibido incesantes refuerzos, financiación y suministros de armas desde el exterior, la guerra en Siria habría sido atajada hace tiempo. Como los Estados Unidos no pueden proclamar sin ambages que apoyan el terrorismo en Siria justifican ahora su ataque alegando que el régimen de Assad ha utilizado armas químicas. ¿Quién puede tragarse semejante superchería? El ataque con armas químicas ocurrió en Guta, el suburbio oriental de Damasco, donde Assad mantiene reñida disputa contra los terroristas financiados desde el exterior. Resulta muy difícilmente concebible que se empleen armas químicas allá donde se mantienen concentradas tropas; y resulta directamente rocambolesco que, además, se empleen mientras los inspectores de armas de la ONU se hallan en el país. Las armas químicas, evidentemente, han sido empleadas por la chusma a la que apoya Estados Unidos. Y el intento de justificar tan burdamente la intervención se incorpora así al repertorio de engañifas fabricadas por los Estados Unidos en su afán imperialista, iniciado con la voladura del Maine. La intervención en Siria fue diseñada hace mucho tiempo, a modo de prólogo al ataque a Irán, que es la pieza que en última instancia se pretende abatir. Las razones que se alegaban para justificarla eran, sin embargo, tan inconsistentes y la calaña de la chusma que combate a Assad tan repugnante que tal intervención se había tenido que aplazar. Pero el peligro de colapso inminente del dólar ha exigido urdir ahora esta engañifa tan burda. Por aceptar euros a cambio de petróleo fue derrocado Sadam Husein; por pretender crear una divisa africana fundada en el patrón oro –el dinar– fue liquidado Gadafi; por pretender desligar las ventas de su petróleo del dólar, Irán se ha convertido en la bicha de los americanos. El problema de fondo es que el dólar, la moneda de reserva mundial desde Bretton-Woods, está cada vez más desprestigiada; con una deuda pública mayor que todos los países de la Unión Europea juntos, cada dólar que imprime Estados Unidos es, a estas alturas, papel mojado. El colapso del dólar sólo se podrá dilatar mientras se mantenga como divisa de las transacciones internacionales de petróleo; en cuanto un grupo de países empezase a comerciar en otra divisa, Estados Unidos iría a la bancarrota. La intervención en Siria es tan sólo un subterfugio para desestabilizar aún más la zona y justificar una ofensiva contra Irán. «Otra vez millares de víctimas serán sacrificadas sobre el altar de una imaginaria democracia», acaba de denunciar paladinamente el Patriarcado de Moscú. Estamos en manos de una chusma dispuesta a todo con tal de mantener su supremacía.