Apostasía
“Se
trastornan los dogmas de la religión; se confunden las leyes de la Iglesia. La
ambición de los que no temen al Señor salta las dignidades, y se propone el
episcopado como premio de la más descarada impiedad, de suerte que a quien más
graves blasfemias profiere, se le tiene por más apto para regir al pueblo como
obispo. Desapareció la gravedad episcopal. Faltan pastores que apacienten con
ciencia el rebaño del Señor… La libertad de pecar es mucha. Y es que quienes
han subido al gobierno de la Iglesia por empeño humano, lo pagan luego consintiéndolo
todo a los que pecan… La maldad no tiene límite; los pueblos no son corregidos;
los prelados no tienen libertad para hablar. Porque quienes adquirieron para sí
el poder o dignidad episcopal por medio de los hombres, son esclavos de quienes
les hicieron esa gracia…
Sobre
todo eso ríen los incrédulos, vacilan los débiles en la fe, la fe misma es
dudosa, la ignorancia se derrama sobre las almas, pues imitan la verdad los que
amancillan la palabra divina en su malicia. Y es que las bocas de los piadosos
guardan silencio, y anda suelta toda lengua blasfema. Lo santo está profanado;
la parte sana de la gente huyen de los lugares de oración como de escuelas de
impiedad y marchan a los desiertos, para levantar allí, entre gemidos y
lágrimas, las manos al Señor del cielo…”
Carta colectiva que 32
obispos orientales dirigieron a los obispos de Italia y las Galias en la lucha
antiarriana en el siglo IV.
Alfredo
Saenz “La Nave y las Tempestades” – Ed. Gladius 2005. Pág. 234
Nacionalismo Católico San Juan Bautista