Capi & Kici ¿Capisci?
En la admonición suya de cada mañana el pintoresco, aunque no por
ello menos verborrágico, Jefe de Gabinete nos ha dado algunas lecciones
sobre temas variados, algunos ignorados absolutamente y otros que
suponíamos conocer pero que las sabias palabras de Capitanich Popovich
nos llevaron a la comprensión del evidente error en que nos
encontrábamos. Nunca es tarde para aprender.
Ya es sabido por todo argentino que se precie -y diez años no nos
pueden ilusionar con cambios abruptos- que los previsibles desastres en
que terminan casi todas las medidas del equipo económico, siempre
tuvieron el mismo culpable (Cualquiera de los pobres ciudadanos) y la
misma victima (Cualquiera de los pobres funcionarios).
Ya lo advirtió el joven Kicillof con su flema marxista: “Vamos a
bajar el precio de la chapa y fundir al señor Paolo Rocca!!!!” Lo dijo
apuntando con el índice erecto, la mirada desafiante, la voz
desencajada. Me imagino que ese día dentro del grupo Techint cundió el
pánico. Por suerte el pibe Axel les perdonó la vida.
Y ahora parece que terminó la búsqueda de los culpables de la extrema
devaluación que este gobierno no quería llevar a cabo (nosotros
tampoco) aunque no le quedó más remedio que tragarse el sapo y aceptar
los vaivenes del mercado. Gracias al heraldo del gobierno hemos
comprendido que la culpa fue casi exclusivamente de dos potenciales
enemigos de la Patria: Los agricultores y la prensa independiente.
Justamente dos actores que han acompañado la vida argentina desde su
nacimiento. Unos aportando esforzadamente las divisas generadas por los
frutos de la tierra, divisas que administradas y distribuidas con
honestidad por preclaros gobernantes de antaño nos llevaron al podio de
las naciones desarrolladas. Era entonces la Argentina el país del
venturoso futuro. Y la prensa independiente, pese a los arteros ataques y
siniestras leyes, cumplió y sigue cumpliendo la función de informarnos
con ecuanimidad, independencia, profesionalismo y variedad de opiniones.
Y no debemos descartar de esta “vergonzosa y antipatriótica galería” a
los industriales y comerciantes argentinos que atesoran su mercadería
para venderla remarcada luego del devalúo, y a las empresas extranjeras
que invirtieron en el país y hoy nos abandonan con la infantil excusa de
que no pueden importar insumos para seguir produciendo ni girando parte
de sus utilidades a la casa Matriz para ir compensando el capital
invertido.
Es como dijo nuestra Presidente: “El mundo se nos cayó encima”. Qué
lástima, podía haber caído un poco acá y un poco en Uruguay, o en Chile,
o en Bolivia hermanos todos de florecientes economías. O en la
Antártida que iban a estar de lo más frescos sin joder a nadie.
No me digan que no es pura mala suerte.
Y hoy asistimos a un nuevo fracaso, el del minucioso plan económico
pergeñado por preclaras mentes comandadas por el joven Kicillof, plan
que se discutió a fondo en secreto claustro, que se analizó punto por
punto, aplicando teorías comparadas de la evolución de mercados, de
variación de tasas en las más importantes bolsas del mundo, estudio de
coincidencia de medidas con escalas dinerarias de distintas divisas,
esquemas de producción y consumo, incidencia impositiva, retornos de
insumos, importación y exportación y sus efectos en la vida de la
sociedad a través de los siglos, etc. que no hubo un tema ligado a la
economía política que no se hubiere desmenuzado y comparado, desde
Aristóteles hasta Samuelson, sin dejar de lado a Marx, Friedman, Malthus
y Keynes, nadie fue olvidado.
Todo en quince minutos y a la calle con el nuevo y exitoso programa.
Capi y Kici no cabían en sí de orgullo al anunciarlo por la cadena.
Pero las oscuras fuerzas del mal han convergido nuevamente para
boicotear tanto esfuerzo, tanto estudio, tanto sacrificio. No es justo.
Y como dije, cada día entiendo menos y debo confesar mi supina ignorancia.
Si un chacarero, un frigorífico, un horticultor, un comerciante
minorista, en fin cualquiera que viva del fruto de su trabajo, comprueba
que los precios saltan día a día y cuando vende y pretende reponer
insumos, luego de pagar IVA, retenciones, ganancias y sueldos, no le
alcanza para adquirir idéntica mercadería, ni siquiera incluyendo en el
precio a pagar la supuesta plusvalía de las ventas anteriores. ¿No tiene
derecho a desensillar hasta que aclare? ¿Es por eso un traidor que
merece el escarnio público como aseguran Capi y Kici?
Me parece absurdo e injusto pero supongo que deben ser las nuevas reglas del mercado.
Por ejemplo, si un plan económico se aplica y de inmediato se notan
sus fallas garrafales, razón por la cual se lo reemplaza por otro que
recoge idénticos resultados… y así sucesivamente, y los resultados son
siempre los mismos: el cierre de plantas fabriles, aumento del real
desempleo, retiro de firmas extranjeras, cierre de locales de comercio,
disminución de las reservas, prohibición de adquirir divisas, ausencia
absoluta de inversiones, pérdida de mercados tradicionales y
centenarios, mayor devaluación en décadas…
¿No sería el momento de dejar de lado la soberbia y el fanatismo, el
odio y el rencor, en una palabra dejar de lado la ceguera, abrir los
ojos y la mente y ponerse a pensar en qué es lo que está mal hecho y
convocar a quienes están capacitados para contribuir a encontrar
soluciones? ¿No sería el momento de utilizar a los militantes sólo para
aplaudir en los actos y no para calentar despachos con sueldos
injustificados y decisiones absurdas que pagamos y sufrimos todos los
argentinos?
Y con la prensa independiente pasa algo similar. Se la ha demonizado
calificándola de destituyente, antipatriótica, monopólica, etc. Pero es
de todos conocido el hecho de que el gobierno tiene bajo su poder y a
sus absolutas órdenes, sobornados con la pauta oficial al 85% de la
prensa oral, escrita y televisiva del país. Ejércitos de periodistas y periodistos, animadores y animadoras, actores y actrices, obsecuentes y obsecuentas,
todos fieles propagadores del relato. También es sabido que ese paquete
de sumisos comunicadores cuenta con un 10% de audiencia.
El 90% restante de seguidores se vuelca al 15% de periodismo independiente.
¿No sería el momento de dejar de lado el costoso e inútil relato que
durante diez años intentó engañarnos, asumir la realidad con humildad y
escuchar con respeto a los que saben?
Les queda poco tiempo, pero suficiente para un acto de contrición y
reconocimiento. Tal vez ese sea el único camino para evitar formar parte
de la triste galería de la vergüenza argentina.