sábado, 1 de febrero de 2014

CAPI & KICI ¿CAPISCI?

Capi & Kici ¿Capisci?

febrero 1, 2014
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Capitanich - Kicillof y Cristina
En la admonición suya de cada mañana el pintoresco, aunque no por ello menos verborrágico, Jefe de Gabinete nos ha dado algunas lecciones sobre temas variados, algunos ignorados absolutamente y otros que suponíamos conocer pero que las sabias palabras de Capitanich Popovich nos llevaron a la comprensión del evidente error en que nos encontrábamos. Nunca es tarde para aprender.
Ya es sabido por todo argentino que se precie -y diez años no nos pueden ilusionar con cambios abruptos- que los previsibles desastres en que terminan casi todas las medidas del equipo económico, siempre tuvieron el mismo culpable (Cualquiera de los pobres ciudadanos) y la misma victima (Cualquiera de los pobres funcionarios).
Ya lo advirtió el joven Kicillof con su flema marxista: “Vamos a bajar el precio de la chapa y fundir al señor Paolo Rocca!!!!” Lo dijo apuntando con el índice erecto, la mirada desafiante, la voz desencajada. Me imagino que ese día dentro del grupo Techint cundió el pánico. Por suerte el pibe Axel les perdonó la vida.
Y ahora parece que terminó la búsqueda de los culpables de la extrema devaluación que este gobierno no quería llevar a cabo (nosotros tampoco) aunque no le quedó más remedio que tragarse el sapo y aceptar los vaivenes del mercado. Gracias al heraldo del gobierno hemos comprendido que la culpa fue casi exclusivamente de dos potenciales enemigos de la Patria: Los agricultores y la prensa independiente. Justamente dos actores que han acompañado la vida argentina desde su nacimiento. Unos aportando esforzadamente las divisas generadas por los frutos de la tierra, divisas que administradas y distribuidas con honestidad por preclaros gobernantes de antaño nos llevaron al podio de las naciones desarrolladas. Era entonces la Argentina el país del venturoso futuro. Y la prensa independiente, pese a los arteros ataques y siniestras leyes, cumplió y sigue cumpliendo la función de informarnos con ecuanimidad, independencia, profesionalismo y variedad de opiniones.
Y no debemos descartar de esta “vergonzosa y antipatriótica galería” a los industriales y comerciantes argentinos que atesoran su mercadería para venderla remarcada luego del devalúo, y a las empresas extranjeras que invirtieron en el país y hoy nos abandonan con la infantil excusa de que no pueden importar insumos para seguir produciendo ni girando parte de sus utilidades a la casa Matriz para ir compensando el capital invertido.
Es como dijo nuestra Presidente: “El mundo se nos cayó encima”. Qué lástima, podía haber caído un poco acá y un poco en Uruguay, o en Chile, o en Bolivia hermanos todos de florecientes economías. O en la Antártida que iban a estar de lo más frescos sin joder a nadie.
No me digan que no es pura mala suerte.
Y hoy asistimos a un nuevo fracaso, el del minucioso plan económico pergeñado por preclaras mentes comandadas por el joven Kicillof, plan que se discutió a fondo en secreto claustro, que se analizó punto por punto, aplicando teorías comparadas de la evolución de mercados, de variación de tasas en las más importantes bolsas del mundo, estudio de coincidencia de medidas con escalas dinerarias de distintas divisas, esquemas de producción y consumo, incidencia impositiva, retornos de insumos, importación y exportación y sus efectos en la vida de la sociedad a través de los siglos, etc. que no hubo un tema ligado a la economía política que no se hubiere desmenuzado y comparado, desde Aristóteles hasta Samuelson, sin dejar de lado a Marx, Friedman, Malthus y Keynes, nadie fue olvidado.
Todo en quince minutos y a la calle con el nuevo y exitoso programa.
Capi y Kici no cabían en sí de orgullo al anunciarlo por la cadena.
Pero las oscuras fuerzas del mal han convergido nuevamente para boicotear tanto esfuerzo, tanto estudio, tanto sacrificio. No es justo.
Y como dije, cada día entiendo menos y debo confesar mi supina ignorancia.
Si un chacarero, un frigorífico, un horticultor, un comerciante minorista, en fin cualquiera que viva del fruto de su trabajo, comprueba que los precios saltan día a día y cuando vende y pretende reponer insumos, luego de pagar IVA, retenciones, ganancias y sueldos, no le alcanza para adquirir idéntica mercadería, ni siquiera incluyendo en el precio a pagar la supuesta plusvalía de las ventas anteriores. ¿No tiene derecho a desensillar hasta que aclare? ¿Es por eso un traidor que merece el escarnio público como aseguran Capi y Kici?
Me parece absurdo e injusto pero supongo que deben ser las nuevas reglas del mercado.
Por ejemplo, si un plan económico se aplica y de inmediato se notan sus fallas garrafales, razón por la cual se lo reemplaza por otro que recoge idénticos resultados… y así sucesivamente, y los resultados son siempre los mismos: el cierre de plantas fabriles, aumento del real desempleo, retiro de firmas extranjeras, cierre de locales de comercio, disminución de las reservas, prohibición de adquirir divisas, ausencia absoluta de inversiones, pérdida de mercados tradicionales y centenarios, mayor devaluación en décadas…
¿No sería el momento de dejar de lado la soberbia y el fanatismo, el odio y el rencor, en una palabra dejar de lado la ceguera, abrir los ojos y la mente y ponerse a pensar en qué es lo que está mal hecho y convocar a quienes están capacitados para contribuir a encontrar soluciones? ¿No sería el momento de utilizar a los militantes sólo para aplaudir en los actos y no para calentar despachos con sueldos injustificados y decisiones absurdas que pagamos y sufrimos todos los argentinos?
Y con la prensa independiente pasa algo similar. Se la ha demonizado calificándola de destituyente, antipatriótica, monopólica, etc. Pero es de todos conocido el hecho de que el gobierno tiene bajo su poder y a sus absolutas órdenes, sobornados con la pauta oficial al 85% de la prensa oral, escrita y televisiva del país. Ejércitos de periodistas y periodistos, animadores y animadoras, actores y actrices, obsecuentes y obsecuentas, todos fieles propagadores del relato. También es sabido que ese paquete de sumisos comunicadores cuenta con un 10% de audiencia.
El 90% restante de seguidores se vuelca al 15% de periodismo independiente.
¿No sería el momento de dejar de lado el costoso e inútil relato que durante diez años intentó engañarnos, asumir la realidad con humildad y escuchar con respeto a los que saben?
Les queda poco tiempo, pero suficiente para un acto de contrición y reconocimiento. Tal vez ese sea el único camino para evitar formar parte de la triste galería de la vergüenza argentina.