Estoy harto de mentiras
No hay duda alguna de que la capacidad de asombro de los argentinos
es puesta a prueba en forma constante. Y si cada vez que uno cree haber
llegado al límite supusiera que ya no habrá nada que lo sobresalte… pues
se equivocaría de medio a medio.
En los últimos días hemos escuchado fantasiosas declaraciones de
distintos integrantes del gabinete o poderes del Estado que demuestran
que el límite que creemos haber tocado, como si fuera la línea del
horizonte, se aleja pese a nuestra ilusión de llegar a él.
Ya resulta redundante y de un infantil facilismo hacer crítica de los
dichos y desdichos del Jefe de Gabinete, sometido mansamente a la
inmolación pública; pero la afirmación de que la inflación y el
desabastecimiento tienen como únicos culpables a los comerciantes,
fabricantes y empresarios que suben los precios de puro capricho, sin
causa alguna que lo motive, causaría mucha gracia si fueran los libretos
de algún sainete, pero el que está diciendo semejante barrabasada es el
Jefe de los Ministros intentando vanamente evadir responsabilidad en
los penosos resultados de la gestión económica. Y esta acusación nos
retrotrae al relato de la última década en el sentido de que este
gobierno “sacó al país del incendio” al que lo habían llevado anteriores
administraciones. Eso referido, justamente a similares índices de
inflación y desabastecimiento que sufríamos en el 2001, pero jamás una
cita a que en el 2003 el Dr. Duhalde y su ministro de Economía les
habían entregado el país con el incendio apagado. Pensar que durante
diez años hemos sido informados, con la soberbia y desenfado que
caracteriza a nuestros actuales funcionarios, que los únicos culpables
de la debacle habían sido pura y exclusivamente los gobernantes que los
antecedieron. Nunca hubo cita alguna a que los comerciantes, los
fabricantes y los empresarios hubieran participado, aunque sea
tangencialmente, en la crisis económica, todo lo contrario, ellos la
habían sufrido con el conjunto de la ciudadanía. Pero llegaron los
Kirchner y el relato debía nutrirse de fantasías. Al punto que hoy se
nos informa quiénes son los verdaderos causantes de nuestros pesares.
Ayer la oposición, hoy los formadores de precios, nunca ellos.
¿Algún día reconocerán siquiera una mínima cuota de responsabilidad luego de diez años de relato triunfalista?