FRANCISCO ENSEÑA A SER COMUNISTA EN SU MENSAJE DE CUARESMA
Francisco
enseña su comunismo en la Iglesia; enseña a ser comunista, a pensar
como un comunista, a ver la vida como un comunista.
1. “En
toda época y en todo lugar, Dios sigue salvando a los hombres y
salvando el mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre
en los Sacramentos, en la Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de
pobres. La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza,
sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y
comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo”. Esto no es
sólo la necedad de ese hombre, sino su marxismo, su ideología de los
pobres, su devoción a las ideas de la masonería.
a.
Dios salva a los hombres, pero no al mundo. La salvación del mundo no
existe. Existe la maldición de la tierra, pero no su condenación o
salvación. Por estar la tierra maldita, entonces no se puede dar el
Reino Glorioso de Cristo. Hay que transformar la tierra para que se
produzca ese Reino. Pero esa transformación sólo le corresponde a Dios,
ya no es exigencia de la muerte de Cristo. Con la muerte de Cristo, Dios
pone el camino de la salvación de los hombres, pero no para quitar la
maldición del pecado de Adán sobre la tierra. Si se da un nuevo Cielo y
una nueva Tierra es por Voluntad de Dios, es porque Dios quiere poner su
plan primero sobre el hombre, pero esto no es de necesidad en la Obra
de la Redención del hombre.
b.
Dios salva al hombre por medio de la Cruz, no de la pobreza de Cristo.
Es la muerte en Cruz lo que salva al hombre. Y esa muerte no es una
pobreza, no es signo de una pobreza. Esa muerte es la Voluntad de Dios,
que es siempre una riqueza para el hombre, un bien para el hombre, un
tesoro para el hombre, un valor para el hombre.
c.
Cristo no se hace pobre en los sacramentos, ni en la Palabra ni en la
Iglesia. Este es el lenguaje comunista, pero aberrante, de Francisco.
Esto da asco leerlo porque va en contra de la verdad de lo que es el
Sacramento, de lo que es la Palabra de Dios y de lo que es la Iglesia.
La Iglesia ni es pobre ni es rica; los Sacramentos ni son pobres ni son
ricos; la Palabra de Dios ni es pobre ni es rica.
i. la Iglesia es la Obra de Cristo, la Obra de la Verdad, porque Cristo es la Verdad.
ii. La palabra de Dios es Cristo, el Verbo del Padre, que habla por la boca de Jesús.
iii. Los Sacramentos son los que dan la Vida de la Gracia a las almas.
iv.
Cristo es la Iglesia; luego, no se hace pobre en la Iglesia. La Iglesia
es Su Cuerpo Místico. Y, en este Cuerpo Místico, hay toda clase de
hombres, ya sean pobres, ya sean ricos. Cristo no es pobre en la
Iglesia, porque la Iglesia no es pobre. La Iglesia no es ni para los
pobres ni para los ricos. La Iglesia es para aquellas almas que obedecen
la Verdad, que es Cristo. Cristo es para los obedientes a Su Palabra,
para los humildes de la Iglesia, para los sencillos de corazón de la
Iglesia, para las almas penitentes de la Iglesia. Cristo es para las
almas de la Iglesia.
v.
Cristo es la Palabra del Pensamiento del Padre; luego, Cristo no se
hace pobre en la Palabra. Su Palabra es la Mente del Padre. Y esta Mente
es un tesoro inagotable, una riqueza sin fondos. Cristo da toda la
riqueza de Su Padre a las almas. ¿Cómo se va a hacer pobre siendo rico?
En el lenguaje comunista, la pobreza es siempre algo que no se tiene
porque se ha dejado, porque se ha renunciado a ello en bien de una
comunidad. Cristo no renuncia a Su Palabra, porque Cristo es Su Palabra.
Y Su Palabra es riqueza, no pobreza. Cristo es rico en Su Palabra. No
es pobre.
vi.
Cristo da la Vida en los Sacramentos. Y una Vida Divina y, por tanto,
da tesoros divinos a las almas. Cristo es rico en los sacramentos y da
su riqueza al alma.
vii.La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza:
éste es la lucha de clases del comunismo. En esta ideología comunista,
sólo hay pobres. Cristo, que es rico, es pobre. La Iglesia, que es rica,
es pobre. Los hombres, que son ricos, tienen que ser pobres. Lucha de
clases: riqueza y pobreza. Se anula totalmente la Gracia. Aquí enseña
Francisco su comunismo.
Dios
da la Gracia al hombre; pero esa Gracia no la puede recibir el alma que
está en el pecado. Debe arrepentirse del pecado y expiarlo, para tener
la Gracia. Francisco ya no habla de la Gracia, sino de la riqueza de
Dios. Francisco ya no habla del pecado, sino de la riqueza del hombre.
Se quita la Gracia, se pone la riqueza de Dios. Se quita el pecado, se
pone la riqueza del hombre. Es el juego del lenguaje humano, para
predicar lo que interesa: el comunismo.
viii. “sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo”. Esto es el comunismo. Se ha cargado la Obra de la Redención.
Dios
da la riqueza siempre a través de la pobreza: esto es para excomulgar a
Francisco. Riqueza-pobreza: es el binomio de Francisco. Sólo existe eso
entre Dios y el alma: riqueza-pobreza.
Y
entre Dios y el alma no existe nada. Dios no da Su Gracia porque el
hombre sea pecador o sea santo. Dios da Su Gracia porque Dios la da. La
Gracia es algo gratis, que el hombre no se la merece, ni por santo ni
por pecador. Si Dios quiere salvar al hombre en su pecado, tiene que
darle su Gracia. Pero si Dios no quiere salvar al hombre en su pecado,
Dios no da nada al hombre. Dios lo deja condenarse.
Como
Dios es Justo, ve, en el pecado del hombre, una gracia que debe darle
por Su Justicia, no porque se lo merezca el hombre. Y, entonces, manda a
Su Hijo, a que muera en una Cruz. De esta manera, Dios pone, por
Gracia, un camino al hombre en su pecado. Pero esto es insuficiente para
salvar a cada hombre. Esto sólo es para quitar el pecado de Adán.
Quitar este pecado no supone que el hombre merezca salvarse. Cuando Dios
quita el pecado de Adán, entonces ve otra Misericordia en Su Justicia:
salvar a cada hombre en particular. Y, entonces, pone Su Iglesia para
que cada hombre, en privado, pueda salvarse. Para eso son los
Sacramentos. Y hasta que el hombre, en privado, no acepta la Iglesia, no
vive los Sacramentos, no puede merecer más gracias. Para merecer una
gracia, es necesario, primero, obtener la Gracia de estar en la Iglesia.
La Iglesia es la que salva al hombre en particular, porque en la
Iglesia cada hombre puede vivir la fe en la Palabra. Y si vive esa fe,
puede salvar a otros en la Iglesia. Si no vive esa fe, lo que hace en la
Iglesia es llevar a muchos al infierno.
Dios
da sus tesoros celestiales en la libertad del hombre, no en la pobreza
del hombre. Es el binomio: Gracia-Libertad. No es el binomio de
Francisco: riqueza-pobreza.
En
la Gracia está la Vida Divina para cada alma; en la libertad está el
pecado para cada alma. Hay que escoger entre el pecado y la Vida Divina
para salvarse, para crecer en Gracia, para ser santo, para ser Iglesia,
para pertenecer al Cuerpo Místico de Cristo.
2. “A
imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar
las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a
realizar obras concretas a fin de aliviarlas”. Francisco enseña
a mirar al hombre en la Iglesia, a hacer comunidad con los hombres en
la Iglesia, a estar pendiente de la vida de los hombres en la Iglesia, a
buscar el bien común de todos los hombres en la Iglesia. Esto se llama
hacer comunismo, enseñar el comunismo.
Cristo
no hizo nada de esto en su vida pública: no miró la miseria de nadie,
no tocó las miserias de nadie, no se hizo cargo de las miserias de
nadie, no hizo obras concretas para aliviar las miserias de nadie.
Cristo no se preocupó de la vida humana de los hombres. Por eso, dijo:
pobres siempre tendréis. Él vino a salvar almas. Y punto y final. si
quiere imitar a Cristo: entonces, ponte a salvar almas en la Iglesia. No
des dinero a los pobres, no pongas una escuela para enseñar a los
niños; no pongas un hospital para curar a la gente, no pongas una
empresa para dar trabajo e loa jóvenes. Hacer esto es comunismo, es el
espíritu de la masonería: la fraternidad. Como todos somos hermanos,
entonces todos tenemos que ayudarnos mutuamente en nuestra vida. Cristo
enseñó lo contrario: si quieres amar a los hombres muere en una cruz.
Esa es la doctrina de Cristo. Si quieres que el mundo cambie, haz
penitencia por todos los pecados que hay en el mundo. Si quiere que tu
familia viva una vida llena de felicidad, entonces combate al demonio,
al mundo y a la carne, y serás feliz tú y tu familia. Cristo enseña a
morir, no a dar dinero. Cristo, desde la Cruz, enseña a cada alma a
mirar sus pecados; no enseña a aliviar la vida de nadie. Enseña a cargar
con los pecados. Y sólo así se alivia la vida de los hombres.
Francisco
enseña su amor fraternal, su amor sentimental, su amor alocado, su
negocio en la Iglesia: denme dinero porque hay que construir el bien
común en la Iglesia. Hay que meter el comunismo en la Iglesia.
3. “La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza”.
Esto es la payasada de Francisco para declarar que no tiene ni idea de
lo que está hablando. Es el sentimentalismo de un hombre que se le cae
la baba por obtener un maldito dinero en la Iglesia. Así habla para
mover a la gente a que dé dinero para los miserables, para los que no
tienen alimento, vestido, casa, etc. Pero él habla así no porque le
interese los miserables, sino porque quiere su dinero, el dinero de la
gente. ¡Da pena este hombre! ¡Da vergüenza que este hombre siga sentado
en la Silla de Pedro como si nada pasara! ¡Qué infierno va a tener este
hombre si no cambia su vida, si no hace penitencia por su gran vida de
pecado! ¡Francisco enseña a condenarse al infierno!
4. “La
miseria material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a
cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana:
privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera
necesidad como la comida, el agua, las condiciones higiénicas, el
trabajo, la posibilidad de desarrollo y de crecimiento cultural”.
Ante la miseria material, Cristo dice: pobres siempre tendréis. Es
decir, es bueno que existan pobres, gente que no tiene ni comida, ni
vestido, ni cosas necesarias. Es muy bueno. Lo quiere Dios. Es la
voluntad de Dios que hayan pobres. Y los hombres no tienen que vivir
para quitar la pobreza material de nadie. Si hacen esto, no sólo hacen
comunismo sino cualquier otra vida en contra del Evangelio. Los hombres
se dedican a su progreso técnico, científico etc., pero no viven la
Verdad del Evangelio. Y, entonces, viene la angustia de Francisco, que
es su angustia comunista: vosotros, países ricos del mundo, que vivís
bien, sois malos porque no compartís vuestra riqueza con la gente pobre.
Esto es siempre el espíritu del comunismo: lucha de clases: ricos
contra pobres, dominadores contra esclavos.
Vosotros,
los que os dedicáis a la tradición, a la liturgia, a cultivar el dogma
en la Iglesia sois malos porque hay gente que se muere de hambre: dejad
vuestras verdades y poneos a aliviar las necesidades de los pobres.
Esto es lo que enseña Francisco: lucha de clases; comunismo, marxismo,
vivir para resolver los problemas de los pobres. Él lucha por una
igualdad humana, social, comunitaria; él lucha por un interés social,
por una dignidad humana, natural, carnal, económica, cultural. Pero no
lucha por la Verdad del Evangelio.
La
gente rica, los países ricos son los culpables de que haya pobres en el
mundo. La gente que es fiel a las verdades absolutas son los culpables
de que hayan pobres en el mundo. Las almas que miran a Cristo y se
Crucifican con Él son los auténticos culpables de que haya pobres en el
mundo.
Francisco
sólo le interesa el rostro de la humanidad: hay que “responder a las
necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la
humanidad”. Pero no le interesa responder a las necesidades y curar las
heridas que desfiguran el rostro de Cristo. Francisco no mira el rostro
sangriento de Cristo por nuestros pecados. Francisco no mira las llagas
de Cristo. Francisco no hace caso del sufrimiento de Cristo por los
pecados de su alma. Cada alma tiene que responder a la muerte de Cristo
quitando sus pecados. Cada alma tiene que responder a la necesidad del
Corazón de Cristo, que le exige repara sus pecados y cargar con los
pecados de los demás para salvar almas. Cada alma necesita curar las
llagas de Cristo, de su rostro. Cada alma tiene que quitar sus pecados
para no herir de nuevo a Cristo, para no crucificar de nuevo a Cristo.
5. “En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo”.
Esta es la palabrería barata y blasfema de ese hombre que no sabe lo
que está diciendo. El rostro de Cristo está en el hombre pecador. Cristo
muere por el hombre en pecado. Cristo sufre por el hombre en pecado.
Cristo derrama Su Sangre por el hombre en pecado. Quien peca mata a
Cristo. Quien peca le pone una corona de espinas a Cristo. Quien peca da
latigazos a Cristo. Quien peca escupe a Cristo. Cristo está en el
hombre que peca. Cristo no está en el pobre, ni en el rico. Cristo no
está en quien no tiene trabajo. Cristo no está en el anciano que no es
cuidado. Cristo no está en la sociedad, en el mundo, en los países.
Cristo está en cada corazón que se abre a Su Amor Misericordioso y
comienza, con Él, a purificarse de sus pecados. Cristo está en el que
hace penitencia por sus pecados. Cristo está en el que se crucifica con
él para salvar del pecado a otras almas. Cristo está con aquel hombre
que sólo vive para obedecer la Verdad, que es Cristo mismo.
6. “Nuestros
esfuerzos se orientan asimismo a encontrar el modo de que cesen en el
mundo las violaciones de la dignidad humana, las discriminaciones y los
abusos, que, en tantos casos, son el origen de la miseria”.
¡Qué manera de perder el tiempo en el mundo! ¡Vaya estupidez que dice
aquí Francisco! El mundo es del demonio; entonces, ¿cómo quieres que se
quiten los problemas del mundo, si no luchas en contra del demonio?
¡Estúpido Francisco! Y, ¿cómo quieres luchar en contra del demonio si no
enseñas a quitar el pecado, a luchar en contra del pecado? ¡Estúpido
Francisco! Esta es su ideología comunista, porque el problema de la
miseria es, para el marxismo, un problema histórico, humano, natural,
social, económico, cultural, pero nunca es un pecado, algo espiritual y
místico. Hay pobres no porque exista en pecado de avaricia, sino porque
hay un problema de desigualdad entre ricos y pobres. Y todo el esfuerzo
de Francisco está en eso: en quitar esa desigualdad social, cultural,
económica, etc.
7. “Cuando
el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a
la exigencia de una distribución justa de las riquezas. Por tanto, es
necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la
igualdad, a la sobriedad y al compartir”: ¡qué peste a
comunismo tiene esta frase! Si hay culto al dinero, entonces una sola
cosa: quita tu pecado, tu adoración al dinero. Lucha contra tu pecado de
avaricia y de usura. enfrenta al demonio que te lleva a ese culto.
Enfrenta a los hombres que quieren vivir sólo para ganare dinero.
Enfrenta tus apegos al dinero, por el cual derrochas y derrochas sin
darte cuenta. domina tu afán por tener cosas, por comprar cosas, por
estar bien en la vida. Guarda tu dinero y aprende a usarlo preguntado a
Dios: cómo hay que usarlo, en qué hay que gastarlo y cómo se hace
penitencia por los pecados de avaricia, de usura, por tu lujo y por tu
comodidad en la vida. Pero si te dedicas a seguir las opiniones de
Francisco, es seguro que te condenas aunque des toda tu fortuna a los
pobres. Dios no te pide que des tu dinero a los pobres, sino que quites
tu pecado de avaricia, que expíes ese pecado. Esto es lo que Francisco
no enseña, porque sólo está en su idea del bien común, de su comunismo.