Judas en la Catedral de Buenos Aires
Entregador en un asalto armado a la Curia
¡El que a hierro mata, a hierro muere! |
Recordarán nuestros lectores que el apodo "Judas B." era
frecuentemente utilizado entre algunos opositores al Bergogliato, luego
de que fuera dado a luz, si mal no recordamos, por la pluma inteligente y
afilada de Catapulta.
Sin embargo de que el destinatario de tal calificativo habite hoy en el
Vaticano, la última noticia hace suponer que un hijo de Judas sigue
allí.
Y no nos estamos refiriendo a las traiciones que pudieran cometer
nuestros pastores, como por ejemplo haberse callado absolutamente la
boca frente a la aparición del Portal "Chau Tabú", del cual quisiéramos ocuparnos más adelante, si Dios lo permite.
En este caso se trata de alguien que, sabiendo la existencia de una suma
de dinero que sería llevada por un cura, advirtió a los ejecutores del
robo perpetrado el pasado Domingo 26 de Enero.
Antes de exponerles la noticia tal cual la traen los medios (Perfil), recordamos un viejo aforismo "Quien le roba a un ladrón, tiene cien años de perdón".
Pues desde esa misma Curia, y mediando la persona de Mons. Eduardo
Horacio García, Comisario Pontificio, se planeó y ejecutó el
apropiamiento de las rentas de las hermanas de la Sociedad del Divino
Salvador, más conocidas como las monjas de la Santa Casa de Ejercicios,
que ahora han dejado casi de existir luego de la brillante gestión del
mencionado Obispo.
Lo que no ha dejado de existir es el Santuario de San Cayetano en
Liniers, ni los siete colegios de pago que tenían las monjas, cuyos
abundantísimos dinerillos, frente a lo cual los cien mil pesos (Dólares
12.500,00 al tipo de cambio oficial) son una miserable minucia, están a
merced de la Curia asaltada.
De todos modos, el hecho de que estos delincuentes se hayan animado a
operar dentro del templo mayor de la Argentina, situado a escasos pasos
de la Casa Rosada y de la sede del Gobierno Porteño, en un lugar que
debería ser el más seguro de la Nación, dice mucho sobre la situación
que atravesamos.
p/d: Resulta extraño oír de boca del periodista que Mons. Poli "ocupa" la catedral de Bs As. ¡Qué manera más impropia de hablar!
Difícil es encontrar en la ciudad un espacio más pacífico y seguro que
las habitaciones del Arzobispado de Buenos Aires, ubicado al lado de la
Catedral y en el que vive el arzobispo Mario Poli. Ambos edificios están
comunicados por un pasillo interno. Para llegar de un lugar a otro, se
deben atravesar seis puertas. El domingo pasado, la tranquilidad
habitual fue quebrada por un violento robo. Un grupo de delincuentes se
mezcló entre los creyentes que presenciaban la misa de las 18. Al
finalizar –y cuando ya no quedaban testigos en el templo católico– se
escabulleron por una puerta lateral, atravesaron el pasillo y llegaron
hasta el lugar donde descansa y trabaja el sucesor de Jorge Mario
Bergoglio en la arquidiócesis de Buenos Aires.
Allí, redujeron a un guardia de seguridad y amenazaron con armas a cinco
religiosos que se encontraban en las oficinas del primer piso.
Los ladrones sabían que uno de ellos llevaba unos 100 mil pesos. Con el
dinero en su poder, y luego de revisar todos los cuartos de la Curia,
escaparon sin ser detenidos hasta el cierre de esta edición.
Si bien la máxima autoridad de la Iglesia argentina optó por mantener el
hecho en reserva, fuentes de la Policía Federal y el Ministerio de
Seguridad confirmaron el episodio a PERFIL. Los delincuentes, entre dos y
tres, no actuaron de forma espontánea. Por el contrario, “sabían a
quién buscaban, conocían el nombre del cura que tenía el dinero”, indicó
un informante. Además, contaban con una llave con la que pudieron
ingresar a la Curia. Por esa razón los investigadores no tienen dudas de
que hubo un entregador.
Además de la plata, los delincuentes se “apoderaron de alcancías y otros
objetos de valor” que encontraron en los tres pisos que ocupa el
Arzobispado en el edificio de Rivadavia 415. “Revolvieron todo”, resumió
un investigador del caso.
Según las distintas fuentes consultadas por este diario, fue el mismo
arzobispo Poli el que se encargó de informar el caso a la Policía
Federal, poco después de haber ocurrido.
El robo inquietó a las autoridades policiales y ese mismo domingo a la
noche, hubo una reunión de mando, según dijeron a este diario. A casi
una semana del robo, los investigadores creen que están cerca de atrapar
a los delincuentes.
Entregador. Una fuente cercana al arzobispo Poli cree que las personas
que pudieron cometer el asalto “tenían un alto conocimiento de la
estructura edilicia de la Curia”. Ocurre que no es sencillo acceder al
edificio que cuenta con cámaras de seguridad, custodia policial y varias
puertas cerradas.
La Catedral y el Arzobispado conforman un mismo edificio en forma de
“U”. Están unidos por un pasillo interno, al que se accede por una
puerta lateral ubicada a un costado del altar del templo católico.
En la primera planta del Arzobispado funciona la administración, una
sala de reuniones y la oficina de personal. El primer piso cuenta con
más oficinas y una biblioteca. En el segundo, se encuentra el despacho
de la secretaria de Poli, de nombre Mirtha. Además, funciona una capilla
interna. Por último, el tercer piso es compartido por el arzobispo y
dos obispos. Poli “vive entre el segundo y el tercer piso, es donde vive
y trabaja”, mencionaron desde su entorno.
A ese sector de la Curia también se puede acceder por un tercer cuerpo
de la construcción. El edificio lindero, de Rivadavia 413, también
custodiado por cámaras y un guardia de seguridad, cuenta con diez pisos.
En el último, funciona el canal de la Iglesia Católica.
PERFIL intentó comunicarse con el arzobispo, pero no obtuvo respuesta.
Poli, que será nombrado cardenal el próximo 22 de febrero, posee el
mismo estilo de su antecesor. “No tiene custodia ni auto oficial. Sale
sin avisar y puede sorprender dando misa en cualquier momento”,
indicaron quienes lo conocen.
En enero, la actividad administrativa merma en la Catedral. Pero, con la
mayoría de sus autoridades y empleados de vacaciones, el templo
cristiano no deja de recibir la constante visita de turistas y
creyentes, atraídos por el paso del papa Francisco. Con ellos, se
mezclan delincuentes que cometen arrebatos menores, pese a la custodia
permanente de la Policía Federal dentro y fuera de la Iglesia. El jueves
pasado, un turista distraído dejó un bolso para sacar una foto en uno
de los bancos y cuando quiso tomarlo, ya no estaba. El mausoleo del
General José de San Martín también sufrió algunos robos. Se llevaron
algunas piezas de cobre que recubren las urnas de los generales Juan
Gregorio Las Heras y Tomás Guido que rodean el cajón del libertador.
Otros asaltos en templos religiosos
No existen antecedentes de un hecho similar ocurrido en el Arzobispado
de Buenos Aires. Al menos en la crónica policial reciente. El caso sí
recuerda a un robo registrado en la sede arzobispal de Rosario. Fue hace
doce años, cuando dos sujetos armados entraron en el “Paseo del Siglo”.
Los autores escaparon con un botín que fue estimado en 6 mil pesos. El
dinero estaba en una de las oficinas centrales del Arzobispado.
Sí existen otros casos cercanos en catedrales. Por ejemplo, el 4 de
diciembre pasado falsos feligreses robaron pertenencias de la banda que
toca en la Catedral de Santa Rosa, en La Pampa. Entre otras cosas, se
llevaron una mochila, dos notebooks y varios teléfonos celulares.
El 11 enero de 2013 dos delincuentes realizaron un boquete en un
histórico vitraux de la Catedral San Juan Bosco, en el centro de
Comodoro Rivadavia, en Chubut. Una vez que llegaron a la oficina del
párroco revolvieron todo hasta que encontraron la caja fuerte, donde se
guardan los ahorros de las ofrendas, limosnas y los cálices de la
eucaristía. El 31 de octubre del año pasado autores desconocidos
entraron en la Catedral de Mar del Plata, donde provocaron destrozos y
robaron “elementos significativos vinculados con reliquias de los
santos”. En abril de 2012, robaron en la casa de la Catedral de Neuquén
cuando el padre oficiaba misa. Los autores rompieron una reja y forzaron
la cerradura de la puerta principal. Se llevaron 4 mil pesos y objetos
de valor.