La amenaza de una nueva primavera árabe llega de Asia
La deceleración económica en
Asia, en particular en China y la India, tendrá repercusiones en los
países del golfo Pérsico, que podrían enfrentarse a una nueva primavera
árabe capaz de aplastar a las monarquías de la región.
El desplazamiento del eje económico
desde Occidente hacia la región de Asia-Pacífico en las últimas décadas
posiblemente en ningún lugar se siente con tanta intensidad como en el
golfo Pérsico.
Desde hace unos años Asia se ha impuesto
a Occidente como el mayor socio comercial de la región del Golfo.
Aunque habitualmente solo se presta atención a la creciente dependencia
que tiene Asia del petróleo de Oriente Medio, existe también la otra
cara de la moneda: la dependencia de Oriente Medio de su socio, señala
el portal The Diplomat.
Las operaciones con Asia representan una
proporción de al menos el 57% en el comercio de los seis países
miembros del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo
(CCEAG): Baréin, Kuwait, Catar, Omán, Arabia Saudita y los Emiratos
Árabes Unidos.
Asia compra dos tercios del producto más
importante de los que exporta el CCEAG, el crudo, y esta proporción
seguirá aumentando en los próximos años hasta el 90% hasta 2035, según
pronósticos de la Agencia Internacional de Energía.
“La disposición y la capacidad de Asia
para cumplir con estas predicciones son vitales para la estabilidad de
los países del golfo Pérsico, que en su mayoría la mantienen gracias a
que pueden pagar a su población”, señala el portal.
Medidas estabilizadoras
La estabilidad se consigue al menos de
dos maneras. Primero, manteniendo burocracias excesivamente amplias que
proporcionan empleo a la población, aunque este no sea necesario ni
productivo.
Otro mecanismo utilizado por las
monarquías de la región es subvencionar diversos sectores para evitar
aumentos de los precios. Sirva como ejemplo la subvención del agua en
Arabia Saudita, que alcanza los 20.000 millones de dólares al año, según
‘Financial Times’
Cada vez que aparecen amenazas de protestas, se aumentan sueldos y se asignan subsidios para los productos básicos.
Cuando estallaron los disturbios en
Egipto a principios de 2011, Arabia Saudita no tardó en declarar un
aumento de las subvenciones de 35.000 millones de dólares. Jordania
respondió con un paquete de subsidios de 125.000 millones, y Kuwait tomó
medidas semejantes.
“Estos son pasos astutos, que vinculan
el empleo a la supervivencia del régimen. Sin embargo, también es
extremadamente caro mantener estos subsidios, y una vez se han
introducido es difícil revocarlos”, resalta el portal.
Amenaza a largo plazo
Los subsidios se asignan gracias a las
enormes riquezas procedentes de las exportaciones de crudo, lo que hace
que la deceleración en Asia sea tan peligrosa para las monarquías del
Golfo.
Si Asia, encabezada por China como el
principal importador, no cumple con los pronósticos para las compras de
crudo, es muy probable que los precios del petróleo caigan.
“De ser muy prolongado, el descenso de
precios agotaría los tesoros de las monarquías, y eso las convertiría en
incapaces de seguir comprando la lealtad de sus súbditos”, afirma el
medio.
Existe la amenaza de que el proceso se
retroalimente, ya que la inestabilidad social resultante haría disparar
los precios globales de combustible.
Y aunque este aumento podría ayudar
temporalmente a algunos de los regímenes en Oriente Medio, al mismo
tiempo minimizaría las perspectivas de recuperación económica en Asia,
lo que en su turno reduciría la demanda global de petróleo.