Luis D’Elía pide el fusilamiento de un
opositor venezolano
El fusilamiento es la forma de aplicación de la pena capital en que
al reo se le mata mediante una descarga de disparos, por un pelotón de
fusilero. Una de las particularidades del fusilamiento es que las
ejecuciones pueden realizarse contra un grupo de personas, dando lugar a
escenas como la de los fusilamientos del dos de mayo en Madrid.
En algunos casos, se suele cargar algunas de las armas con salvas. De
éste modo, se crea un efecto de difusión de la responsabilidad entre
los miembros del pelotón, que pueden pensar que el suyo no fue un
disparo fatal. Si bien un tirador experto es capaz de saber cuándo un
arma está cargada con salvas por el retroceso experimenta, es habitual
que psicológicamente se tiende a no prestar atención a dicho detalle
para con posterioridad recordar el retroceso como de una salva.
La ejecución por fusilamiento ha de considerarse diferente a otros
modos de ejecución por arma de fuego como el disparo en la nuca. Sin
embargo, el tiro de gracia suele darse en los fusilamientos, en especial
si la descarga de fusil no ha sido inmediatamente fatal.
El ser humano es capaz de las acciones más nobles que uno puede
imaginar, sea en el campo de la política, de las artes, de la fe o de la
lucha por los derechos humanos.
Basta con recordar a la Madre Teresa de Calcuta, a Gandhi, a Miguel
Ángel, Chopin o Bolívar, todos con una vida dedicada a su razón de ser,
vivieron por una causa o para desarrollar una obra sublime. Así funciona
cuando viene de adentro, cuando responde a nuestra naturaleza.
Pero el hombre puede pasar de lo sublime a lo profano y también es
capaz de las cosas más pérfidas, porque el que nos creó permitió también
la ausencia del bien.
Y la humanidad ha presenciado la existencia de Stalin, Mussolini,
Pinochet, Videla, Fidel, o Hitler, paradoja de la criatura humana que
cuenta con la libertad inmanente para decidir quién ser.
Se supone que las Madres de Plazo saldrán a condenar esos dichos, ¿no?