Massa se involucra en la crisis venezolana y se aleja más del gobierno
El agravamiento de la situación política venezolana sirvió para que
Sergio Massa, de gira por México, saliera a condenar duramente la
represión ordenada por el presidente Nicolás Maduro contra los
estudiantes venezolanos que cuestionan su legitimidad de ejercicio y
especialmente el fracasado control de precios en ese país, que superó
todos los límites, ya que obligó a los supermercados y cadenas de
electrodomésticos a vender por debajo de sus precios de reposición.
Cuestión ésta que no ha sucedido en nuestro país y que es impensable que
ocurra, porque Maduro tiene todo el apoyo del ejército y las fuerzas de
seguridad ampliamente politizadas. El gobierno argentino se ha
solidarizado con la represión y apoya incondicionalmente a su aliado
caribeño pero las diferencias entre el cristinismo con el chavismo son
muchas, para suerte del pueblo argentino. Si bien es cierto que CFK
encabezó una ofensiva contra Clarín y La Nación y otros
medios independientes, no los cerró o no pudo hacerlo, en parte por la
actitud de la Corte Suprema de Justicia. Cabe reconocer que el
autoritarismo de nuestra presidente es mucho menor que el de Maduro,
estrechamente ligado a los hermanos Castro, a los cuales la presidente
admira pero no sigue su mismo camino.
La nueva veta renovadora
La firme actitud de Massa contrasta con la posición de Hermes Binner y
sus aliados, como Humberto Tumini y Victoria Donda, conocidos
chavistas. Y Mauricio Macri brilló por su ausencia, aunque Laura Alonso y
Patricia Bullrich son claras opositoras al chavismo. Pero el
macricaputismo no abrió la boca y la cúpula de la Unión Cívica Radical,
que recibió a Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, no explotó que Leopoldo
López, el líder venezolano, sea su aliado en la internacional
socialista. En este panorama influye el internismo entre Ernesto Sanz y
Julio Cobos.
Massa ha decidido tomar distancia definitivamente del cristinismo,
porque entiende que la continuidad de la presidente hasta el final de su
mandato, con espasmódicas subidas del dólar oficial y futuros picos de
inflación, puede hacer pensar a la ciudadanía que los peronismos de
Cristina, Scioli y Massa son lo mismo y que todos ellos, por primera vez
en la historia, pueden desencadenar una crisis de gobernabilidad.
Situación ésta que hasta ahora fue un privilegio de los radicales pero
esta vez le puede tocar al peronismo.
Asi es que el economista Miguel Bein dijo que la corrida cambiaria
terminó y que el dólar oficial a fin de año estaría a $ 9,30. Sin
embargo, los bancos de inversión de Wall Street dicen que el dólar
oficial en julio estará a 10 pesitos, por lo cual ese mismo dólar de
intercambio comercial puede estar a fin del 2014 a más de $ 12 y la
inflación a más del 40%. Razones todas de peso para que Massa quiera
estar bien lejos de Cristina Fernández. En cambio, Daniel Scioli
lamentablemente está obligado a permanecer al lado del gobierno
nacional, aunque la inflación llegue al 45%, al igual que los
gobernadores del PJ. Uno de ellos, el entrerriano Sergio Urribarri,
junto a Unidos y Organizados, puede aspirar a acompañar en la fórmula a
Scioli para condicionarlo. Por eso Massa opta por estar lo más lejos
posible de esa situación y tiene preparadas algunas jugadas para
diferenciarse. Una fue su condena al régimen venezolano y la próxima
podría ser convertirse en abanderado de la oposición al nuevo código
penal, apoyado por el espacio progresista y el PRO pero condenado por un
amplio arco social.
Una sorpresa de ayer fue que Adrián Rois, un joven de 31 años y líder
del Frente Renovador de la Capital Federal, estaba ayer en Venezuela
junto a los estudiantes que protestaban en Caracas y Massa alentaba
desde Twitter a su joven dirigente, en detrimento de los ex ministros
Alberto Fernández y Alberto Iribarne, dos figuritas repetidas del
peronismo porteño que ya no arrastran casi a nadie.