Desde la inhóspita trinchera: Misión Apolo 11
Desde la inhóspita trinchera
Misión Apolo 11
Misión Apolo 11: “Houston, aquí Base Tranquilidad, el Águila ha alunizado.”
Primera de las misiones tripuladas estadounidenses en descender en la superficie lunar.
El
20 de julio de 1969 se concreta un hito en la historia de la humanidad,
la misión espacial de los EE.UU., Apolo 11, ¡Coloca exitosamente los
primeros hombres en la Luna…!
¡¡Tal
cuál!! Los grandes mandatarios y jerarcas del gran proyecto de
mundialización colocan exitosamente los primeros hombres en la luna… ¡En la luna de Valencia…!
No es que ésta sea, como sostienen algunos (y cada día más), la mentira más grande de todos los tiempos.
¡No…! De ninguna manera. ¡¡Ellos no nos han mentido…!!
Lo
que sucedió es que los hombres no supimos interpretar en su momento qué
era verdaderamente lo que ellos, los mandatarios, nos quisieron
revelar; y estúpidamente, cuando anunciaron la noticia, el mundo todo,
en vez de estudiar el proyecto, no atinamos más que a mirar al cielo
para contemplar la luna, creyendo que el mensaje o la noticia se refería
a que el hombre “llegaría” a “esa luna”, esa que se nos muestra en
cuarto menguante, creciente o llena, y que se encuentra en nuestra
Galaxia.
Ellos de ninguna manera mintieron; ellos le anunciaban al mundo que “colocaban a los primeros hombres en la luna”, especialmente a los católicos y a su jerarquía.
Casualmente, otro hecho que podríamos calificar como hito en la historia de la humanidad, fue producido en el mismo año. Leamos. Nota: Lo que está en paréntesis y azul es nuestro:
“El día 3 de abril de 1969, feria V in Cœna Domini, el papa Pablo VI firmaba la constitución apostólica Missale Romanum, para promulgar el libro litúrgico más esperado de cuantos han sido reformados según los decretos del Concilio Vaticano II. La expectación estaba justificada a causa de la importancia que para la unidad en el culto y en la fe (lex orandi – lex credendi) tiene
el libro, destinado a regular y a nutrir la celebración de la
eucaristía. Por otra parte, el misal es, después del Leccionario de la
palabra de Dios, el más importante instrumento pastoral para la
participación activa, consciente y fructuosa de los fieles en el
sacramento de nuestra fe (cf SC 48-49).
Cuatro siglos antes, exactamente el 13 de julio de 1570, otro papa, san Pío V, había promulgado el Missale Romanum, que estuvo en vigor hasta la aparición del actual. El misal de 1570, que algunos llaman de San Pío V para distinguirlo del misal de Pablo VI, es el antecesor directo de este último, pero existen entre ambos diferencias muy notables. La primera afecta al carácter específico del libro: el Missale Romanum de 1570 era un misal plenario; el actual ya no lo es, al estar compuesto de varios volúmenes: el libro del altar u oracional, el Leccionario y el Graduale Simplex. No obstante el título Missale Romanum ex decreto… que encabeza el Leccionario (desde el Ordo Lectionum Missae hasta cada uno de los tomos de que consta) y el Graduale, la expresión misal romano se viene dando de hecho al libro de altar u oracional.
Otras
diferencias entre el misal de 1570 y el actual se refieren a la
amplitud del contenido, a la utilización del material eucológico
anterior y a los criterios de distribución y selección de textos, etc.
Estas diferencias tienen su origen no sólo en los condicionamientos
históricos y doctrinales de 1570, sino sobre todo en el gran avance moderno de los estudios litúrgicos y sobre las fuentes de la tradición eucológica occidental.
El Missale Romanum promulgado en 1969 por Pablo VI fue publicado un año después (decreto Celebrationis Eucharisticae, de 26 de marzo de 1970). En 1969 tan sólo se había dado a la luz el Ordo Missae juntamente con la Institutio Generalis Missalis Romani (Ordenación general del Misal Romano) y el Ordo Lectionum Missae, con el fin de que el 30 de noviembre, domingo 1º de adviento y fecha de entrada en vigor del nuevo Calendarium Romanum, se pudiese poner en práctica la
renovación de la estructura de la misa y se empezase a usar el orden de lecturas con el comienzo del año litúrgico.
renovación de la estructura de la misa y se empezase a usar el orden de lecturas con el comienzo del año litúrgico.
Lamentablemente, en el tiempo que media entre la promulgación del misal por Pablo VI y la publicación de la edición típica se produjo una verdadera tempestad contra elOrdo Missae (parece que algunos no querían alunizar), y la IGMR (= OGMR), desencadenada por los sectores más opuestos a la reforma litúrgica emprendida por el Vaticano II (Prefirieron estudiar el proyecto y no mirar el cielo).
Los
principales ataques, en los que no faltaron opúsculos anónimos y otros
dirigidos por nombre de eminentes personalidades eclesiásticas
[1], contenían la gravísima acusación de que la “nueva misa” significaba una ruptura con la doctrina católica sobre la santa misa, tal como ésta fue formulada en la sesión XXII del concilio de Trento. Varios liturgistas, historiadores y teólogos (éstos apoyaban el proyecto del
alunizaje) salieron al paso de estos ataques, interviniendo incluso el propio Pablo VI en una enérgica alocución en defensa del Ordo Missae (después de la visita a la ONU 4-10-1965) pronunciada en la basílica vaticana el 19 de noviembre de 1969.
[1], contenían la gravísima acusación de que la “nueva misa” significaba una ruptura con la doctrina católica sobre la santa misa, tal como ésta fue formulada en la sesión XXII del concilio de Trento. Varios liturgistas, historiadores y teólogos (éstos apoyaban el proyecto del
alunizaje) salieron al paso de estos ataques, interviniendo incluso el propio Pablo VI en una enérgica alocución en defensa del Ordo Missae (después de la visita a la ONU 4-10-1965) pronunciada en la basílica vaticana el 19 de noviembre de 1969.
No es justo, por tanto, contraponer ambos misales, y menos aún pretender descalificar uno en nombre del concilio, o de la autoridad del papa que está detrás del otro. Del mismo modo que Trento tiene verdadera continuidad en el Vaticano II, el misal promulgado por san Pío V, que alimentó la piedad litúrgica de cuatro siglos, tiene también continuidad en el misal de Pablo VI. Las circunstancias históricas y la finalidad inmediata de las reformas litúrgicas de Trento y del Vaticano II no son las
mismas, (¡ya lo creemos los que no estamos en la luna!), pero la autoridad apostólica de san Pío V y de Pablo VI es idéntica (¡¡¡???!!!); y uno y otro papa la ejercieron legítimamente (¡¡¡???!!!), al promulgar el misal.”
mismas, (¡ya lo creemos los que no estamos en la luna!), pero la autoridad apostólica de san Pío V y de Pablo VI es idéntica (¡¡¡???!!!); y uno y otro papa la ejercieron legítimamente (¡¡¡???!!!), al promulgar el misal.”
¡¡Mucha tela que cortar…!!
Misión Apolo 11: “Houston, aquí Base Tranquilidad, el Águila ha alunizado.”
Primera de las misiones tripuladas estadounidenses en descender en la superficie lunar.
Efectivamente en el año 1969 se coloca a “LOS PRIMEROS HOMBRES EN LA LUNA”.
Si
como “primeros hombres”, entendemos al Papa y su séquito de Cardenales y
Obispos, sin duda estos hombres (los mandatarios del mundo globalizado)
festejan el alunizaje de los “Primeros” compartiendo su felicidad, no
solo con aquellos elaboradores del siniestro proyecto, sino con todos
los que, aunque piadosos católicos, continúan contemplando el infinito…
Sin duda que muchos han pisado la Luna… de Valencia, y
que otros tripulantes, como los de Apolo 11 (Amstrong, Coling y
Aldrín), desean que sigamos pisándola y que continuemos mirando al cielo
como quien paspa moscas, pero que, en realidad, estamos contemplando la
luna llena.
A ellos, les confesamos que algunos (y ya somos muchos) no confiamos más en los experimentos truchos de la NASA.
“BASE TRANQUILIDAD, EL ÁGUILA HA ALUNIZADO”
¿Se referirán a la Iglesia dada a luz por el Concilio Vaticano II…?
En Cristo y María
Desde la Inhóspita Trinchera