miércoles, 20 de agosto de 2014

JORGE DORÉ: El marxismo: aún vivo, aún diabólico

JORGE DORÉ: El marxismo: aún vivo, aún diabólico

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El marxismo: aún vivo, aún diabólico

Jorge Doré
Sólo hay dos justificaciones para abrazar el marxismo: ser ignorante o ser desalmado.
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El estado marxista es un mundo de miseria, corrupción y esclavitud; es la muerte de las sanas aspiraciones del ser humano, el desafío a todas sus virtudes y la puesta a prueba de sus esperanzas. Es, en resumen, una avanzada del infierno sobre la Tierra.
Origen e intenciones del marxismo ateo
En el esclarecedor documento Los Protocolos de los sabios de Sión, se manifiesta la intención de infiltrar ideologías disfuncionales entre los cristianos con el propósito de esclavizarlos y obliterarlos. El primer protocolo da evidencia de ello:
Somos los primeros que en los tiempos que se llaman antiguos echamos a volar entre el pueblo las palabras libertad, igualdad, fraternidad; palabras tantas veces repetidas en el correr de los años por cotorras inconscientes que, atraídas de todas partes por este cebo, no han hecho uso de él sino para destruir la prosperidad del mundo, la verdadera libertad del individuo, en otras épocas tan bien garantizada contra las violencias de las turbas.
Hombres que se juzgan inteligentes, no han sido capaces de desentrañar el sentido oculto de estas palabras, ni han visto la contradicción que ellas encierran, ni han comprendido que no puede haber igualdad en la naturaleza, ni puede haber libertad, y que la naturaleza misma ha establecido la desigualdad de espíritus, de caracteres, de inteligencias, tan estrictamente sometidos a sus leyes; tampoco han comprendido que las turbas son una fuerza ciega; que los advenedizos que ellas escogen para que las gobiernen no son menos ciegos ni más entendidos en política que ellas mismas; que el iniciado en estos secretos, así sea un ignorante, será apto para el gobierno, mientras que las multitudes de los no iniciados, aunque sean grandes talentos, nada entienden de política.
Todas estas consideraciones no están al alcance de las inteligencias de los Gentiles…
Sin embargo, en el mundo las palabras igualdad, libertad y fraternidad, con la intervención de nuestros agentes incondicionales, incorporaron a nuestras filas verdaderas legiones de hombres que tremolaron con entusiasmo nuestras banderas. Pero estas palabras son la carcoma que roe y destruye la prosperidad de todos los Gentiles, destruyendo por completo la paz, la tranquilidad, la unión,- minando todos los fundamentos de sus Estados.
La ideología marxista es hija de este inicuo propósito y lo cumple a la perfección.
Más adelante, el Protocolo XIII lo confirma de otro modo:
Por eso todavía ahora seguimos impulsando y estimulando a las inteligencias a inventar toda clase de teorías fantásticas, nuevas y que dan en llamar progresistas, porque hemos trastornado la cabeza a esos imbéciles gentiles con éxito completo por medio de esa palabreja: progreso…
Porque dos intenciones tiene el marxismo: una ficticia y otra real. La ficticia es su falso interés en solucionar la injusticia generada por la desigualdad de clases. La real consiste en la erradicación de la civilización cristiana con todos sus valores, –y a Dios con ella–, y el establecimiento de una tiranía humanista donde un oligárquico y opulento dios-estado determina y sella el destino del pueblo esclavo.
El gobierno marxista, arrogante e hipócrita, es impenetrable al voto popular y sordo a las opiniones de sus súbditos, y se caracteriza por la eliminación de quien no adhiera a sus fines. Mediante estudiadas consignas, seduce y controla a la sociedad a la que parasita con la imposición de valores contrarios a los revelados por Dios.
Sus prosélitos emplean todos los medios posibles para demoler el orden establecido, so pretexto de eliminar la injusticia social liberando un progreso que, en algún punto histórico, pretende alcanzar un justiciero paraíso terrenal. Irrealizable utopía ésta que jamás ha visto ni verá la luz.
La institución de un inhumano aparato represivo, es indispensable para el sostén de un régimen injusto que, sólo con el terror y el castigo, logra sobrevivir al inevitable espectro de la rebelión social.
Los números dan fe de la crueldad inspirada por la doctrina marxista, siempre tan seductora para las nuevas generaciones que en ella canalizan sus frustraciones y rebeldías, ignorantes de su papel de tontos útiles y saboteadores de la cordura. Colaboradores éstos al envilecimiento general causado por vacío de Dios y a la conversión de sus naciones en prisiones.
Más de cien millones de muertos sobre la tierra es el legado de esta satánica doctrina, siendo la gran mayoría de estas muertes atroces, producto de los férreos y sórdidos aparatos represivos con que estos gobiernos cubren sus espaldas e imponen sus cadenas a las naciones que embaucan y desangran.
¿Vivo o muerto?
Aunque muchos creen superado el peligro marxista, en la actualidad esta ideología continúa pugnando incansablemente por imponerse tras cambiantes y múltiples fachadas, todas ellas inmorales y anticristianas, y amenaza a la humanidad con una ambición mayor: el nuevo orden mundial: sú última y gigantesca finta tras la cual se oculta la esclavitud de toda la humanidad.
Sin duda los motores impulsores de este orden monstruoso son ingentes fortunas de la tierra, antagónicas a la fe cristiana, que amasan las experiencias obtenidas con el comunismo. La pretensión  de la oligarquía mundialista es lograr una síntesis de capitalismo y marxismo para hallar una solución económica efectiva y equitativa a nivel mundial. Pero a la luz de la inteligencia cristiana, esos planes no son más que cantos de sirena, alimento para las almas crédulas, manejables y tibias.
Por ello es muy probable que en el marco de un régimen global totalitario, el Anticristo haría su aparición sobre la tierra para hacerse adorar como a Dios. En una tiranía planetaria que no sería otra cosa que un neocomunismo con recursos económicos.
Estados Unidos de América es una prueba de la vigente influencia de la perversa ideología que tratamos, nada menos que en la nación más poderosa de la Tierra. Su presidente marxista, Barack Obama, –a quien bien pudiera calificarse de tirano en jefe– adicto a la decisión ejecutiva y alérgico a la constitución americana, ha socializado la industria de la salud provocando un verdadero caos nacional en una nación poco habituada a ese tipo de medidas.
La gran nación americana está recibiendo lentas pero incesantes dosis de socialismo que poco a poco están cambiando la fisonomía del país tal como esas mujeres que a base de botox y cirujía llegan, un día, a parecer sólo un recuerdo de ellas mismas. La desfiguración de la nación americana, es ya notable.
Obama, –simple títere de la élite mundialista– da su incondicional espaldarazo a numerosas causas minoritarias anticristianas –financiadas por la izquierda liberal–, algunas de las cuales buscan la destrucción del orden cristiano de la familia. También aboga por la redistribución equitativa de las riquezas; ha criminalizado la libre profesión y el proselitismo del cristianismo en el ejército y hace todo lo posible por eliminar o restringir libertades en tanto engorda un super-gobierno del cual quiere hacer dependientes a los ciudadanos, aniquilando en éstos su natural empuje y creatividad individuales. ¿Quién dice que el marxismo ha muerto?
También en la Iglesia
La actual influencia marxista también puede apreciarse en los cambios sucitados en la Iglesia católica después del conciliábulo Vaticano II.
Documentos como el libro School of Darkness, (http://genus.cogia.net/) ofrecen detallado testimonio de ello. Su autora, Bella Dodd, posteriormente convertida al catolicismo, fue una activa comunista que contribuyó a la infiltración de la Iglesia católica en los Estados Unidos de América para fomentar su destrucción desde el interior. También se describe un plan similar en el libro de Marie Carré: AA-1025, las memorias de un anti-apóstol.
La eficacia de la intriga comunista fue, sin duda, exitosa. Para muestra, véase el espurio catolicismo que hoy impera en Roma: una iglesia disfrazada de la Esposa de Cristo y sin embargo, abominable, sacrílega y hereje.
Obstinado sobreviviente
La ideología marxista ha sobrevivido y su amenaza a la ciudad de Dios no ha dejado de constituir un peligro jamás. La izquierda sigue y seguirá persiguiendo a Cristo en el corazón de todos los hombres.
Es mi esperanza que la siguiente denuncia libere a algún iluso entrampado en esta perversa ideología,  ayude a corregir su rumbo y lo acerque o retorne a Dios.
Que así sea.
Denuncia
A quienes comulgan, practican y coquetean con el marxismo ateo.
A ustedes, usuarios de sus cínicas máscaras tras las que ocultan sus viles intenciones de esclavizar al pueblo.
A ustedes, pérfidos intelectuales, que con su vergonzosa adulación al mal y con sus insidiosas obras contribuyen al destierro de Dios del corazón de los hombres y estorban el reinado de Cristo sobre la Tierra.
A ustedes, políticos abyectos, que fingen celo por el bienestar social y disputan la prebenda y el puesto como perros tras el hueso.
A ustedes, demagogos de oficio, ambiciosos taimados, que soliviantan muchedumbres con huecas promesas y consignas destinadas a dividir y a conquistar.
A ustedes, que persiguen cargos vitalicios para disfrutar en perpetua opulencia, de bienes restringidos a la ciudadanía.
A ustedes, sepulcros mugrientos, –promiscuos corruptores de sociedades–, que exaltan las pasiones carnales del prójimo para sumirlo en la depravación moral con miras a su fácil manipulación; que para conquistarlo, incitan el animal en las personas pero aborrecen la gracia divina.
A ustedes, promotores de lo grosero, de lo ordinario, de lo ruin, de lo perecedero, de lo vano, de lo perniciosamente seductor, de todo lo que contribuye a lapidar la virtud y acotar las altas aspiraciones del ser humano, lo sacro y lo excelso.
A ustedes, incapaces de erigir catedrales pero diestros en la construcción de albañales, que presumen de la capacidad de regir naciones cuando hasta las alcantarillas son palacios comparadas con los antros de sus corazones sin Cristo.
A ustedes que, –reacios a los sublimes mandamientos entregados al hombre en el Sinaí–, dictan inicuas leyes desde sus siempre mal habidos puestos.
A ustedes, críticos acérrimos del defecto ajeno, enemigos de la cruz, de la libertad, del bien y de la honradez, cuyas agendas rebosan de planes despiadados, traiciones y argucias contra sus semejantes.
A ustedes que, en amarga burla, distraen a sus pueblos de la desolación con la perpetua ilusión de una amenaza común.
A ustedes, condonadores del estigma de millones de muertos que, aun así, persisten en los mismos medios para conseguir idénticos fines por tal de retener el poder.
A ustedes, corruptos, depredadores y cánceres sociales, estigmas del mundo, sucios borrones en páginas de la historia que no aportan a la humanidad sino bajeza y dolor; jactanciosas piedras de tropiezo de todos los hombres de buena voluntad.
A ustedes, promotores de ideales disfuncionales y vanas utopías, de edenes inalcanzables sin Dios, que seducen con proyectos imposibles y planes irrealizables porque sus sistemas son absurdos, inoperantes y crueles.
A ustedes, capciosos propagandistas, que proselitizan en busca de desinformados que asimilen y reproduzcan su perniciosa ideología como huecas antenas repetidoras.
A ustedes, falsos altruistas, que encubren sus malas intenciones tras escuálidos proyectos sociales y utilitaria filantropía.
A ustedes, afectos al barrote y la intimidación, que cinchan al pueblo con la carestía y la corrupción para impedir la madurez de una rebelión.
A ustedes, que instando a la unidad nacional dividen a la población en delatores y delatados, acusadores y acusados, victimarios y víctimas, incondicionales y traidores.
A ustedes, propugnadores de aparatos represivos, de terror y de aterrados, de vigilancia y de vigilados.
A ustedes, avivadores del resentimiento social, –combustible de los vigilantes, delatores y perros de presa–, que transforman al pueblo en coliseo de odio donde el trofeo al rencor es la miserable palmada de la impía autoridad sobre el hombro.
A ustedes, enemigos de la unión familiar y negadores del natural derecho de los padres sobre sus hijos, a quienes arrebatan para su inhumano adoctrinamiento violando su inocencia y sus intelectos con pérfidas doctrinas que los ponen al servicio del estado y no bajo el amparo de Dios.
A ustedes, que achacan el fracaso de su inoperante sistema al enemigo mientras drenan las arcas nacionales sin que tiemblen sus conciencias por ello.
A ustedes, que prohiben, castigan o silencian despiadadamente toda opinión discorde con la suya propia, que vedan la libertad de expresión y con ello el sano y justo intercambio de opiniones.
A ustedes, que acosan a la disidencia con sus rabiosas jaurías de resentidos sociales, castigando el derecho a la opción con el zarpazo de una plebe sedienta de autoridad y sangre.
A ustedes, que en nombre de una utópica igualdad reducen al pueblo a una chatura donde sólo avanza quien, pisoteando su propia dignidad y renunciando a Dios, le entrega el alma al estado.
A ustedes, que ven en las masas no un pueblo al que gobernar con justicia sino un rebaño al servicio de la tiranía.
A ustedes, mandatarios del dios-estado que, ausente de toda autoridad divina, se torna en prisión controlada por los más bajos instintos del hombre.
A ustedes, cuya justicia consiste en las tristes vendettas de los juicios populares y sumarios que despachan al acusado con falsos testimonios y toda suerte de intrigas y falsedades características de su inmundo repertorio de tropelías.
A ustedes, vendedores de casas sobre arena que garantizan seguridad y paz a sus moradores sabiendo que su ruina es inminente.
A ustedes denuncio ante Dios y ante los hombres por traidores a la humanidad.
Denuncio su odio visceral a Cristo y a la cruz.
Denuncio su afán por destruir el orden establecido para entronizar su perversa naturaleza caída como se pretendió un infausto día entronizar la diosa Razón.
Denuncio su intención de perpetuarse en el poder a base de subterfugios y falsas promesas, –con la excusa de corregir males sociales–, a sabiendas de que buscan esclavizar al prójimo a la par que disfrutar la impunidad de sus abusos y crímenes desde un gobierno opresor sustentado con el expolio al pueblo.
A ustedes denuncio. A ustedes, de quienes dijo San Pablo:
“Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad (todas sus promesas de reforma social), pero negarán la eficacia de ella…”
De ahí su animadversión contra Dios y su repudio a la cruz.
De ahí su obstinada lucha por enemistar religión y ciencia, denigrar a Cristo, oponerse a la voluntad de Dios, estigmatizar las virtudes, destruir el orden cristiano de la familia, seducir y corromper a la infancia, exaltar el pecado, reservarse el derecho a la existencia ajena, respaldar el aborto, la eutanasia, encender el odio de las minorías contra las mayorías, fomentar la degeneración de las artes, propagar todo tipo de conflicto y desestabilización sociales y la creación de muchos otros males de su hechura.
De ahí su afán por mantener la separación entre estado e iglesia, –división ésta comparable a la separación del alma y el cuerpo–, que garantiza el florecimiento del ateísmo, e instituye la indignidad, la desmoralización y la apatía generales en cualquier nación.
De ahí su reclamo de un estado secular y de un gobierno laicista que permita circular todo el veneno de sus trasnochadas y disfuncionales ideologías sin impedimento legal o moral alguno que juzgue y castigue sus crímenes de lesa humanidad.
Véase en esta denuncia sólo una escueta síntesis de la diabólica maquinaria con que el marxismo, –muchísimo más incisivo y extenso en su maldad que lo aquí citado–, reduce a las personas y a las naciones en las que hace metástasis.
Conclusión
Concluyo con un poema que alude a quienes apoyan el gangsterismo de los hermanos Castro, –inspiradores de esta denuncia–, en Cuba.
No pocos intelectuales, actores y artistas van a la isla a fumar puros con los déspotas, responsables de innumerables muertos, de incontables familias rotas por la separación y de la miseria y el terror en que malvive, desde hace más de medio siglo, el sufridísimo pueblo cubano. Rendirle pleitesía a los Castro es, sin duda, injusto placer de ciertas almas perversas.
La innecesaria ruina física y moral de la ex-Perla de las Antillas,– hoy muladar del Caribe cortesía de los sicópatas regentes–, ha obligado a muchos ciudadanos cubanos a crear un caparazón de desfachatez imprescindible para sobrevivir en un régimen donde se inventa o se muere en la inopia. La triste prostitución masiva de la juventud cubana como medio de subsistencia es prueba de ello.
Que tantos personajes prominentes a los ojos de los hombres, –que no a los del Altísimo–, encuentren un atractivo carisma en los gobernantes de Cuba, es tan absurdo como lamentable. Es sentir atracción por el mal, justificarlo y avalar su negro credo. En manos de Dios queda el juicio de estos rastreros aduladores a quienes los últimos cuatro versos de este poema, tan bien les cuadran.
Responsables
He querido sacar la cara y grito
por la patria que aún llevo en las entrañas,
la que hoy pone el achaque y el escombro,
esa que tiene prisionera el ala.
He querido dejar claro que opongo
la cruz al rojo estigma que es la infamia
marxista, patológica doctrina
que profana los cuerpos y las almas.
He querido dejar claro el rechazo
a tanta hipocresía y aberrada
coquetería intelectual que encomia
una filosofia carcelaria,
a indignos que suscriben con su pluma
o su voz la injusticia sancionada
sin que tiemblen al punto sus conciencias
comatosas –o bien, aletargadas–.
Concluirá el submundo de infrahombres
que ensucian, desgobiernan y maltratan
la dignidad de un pueblo reducido
a oxígeno y dolor, a golpe y bala.
Pero habrá responsables y sufridos,
victimarios y víctimas alzadas
y cuentas que sacar y largas restas,
y un saldo que pagar entre las llamas.
Pues lo acepten o no nuestros verdugos,
cada obra de impiedad será juzgada
cuando obliguen a todas las cenizas
a pararse ante Dios y a dar la cara.
Una reciente información de la Nación (http://www.lanacion.com.ar/803732-fidel-castro-mas-rico-que-las-reinas-de-inglaterra-y-holanda) atribuye a Fidel Castro una fortuna de 900 millones de dólares. (Aclaro: robados al pueblo cubano a punta de pistola).