JORGE DORÉ: El marxismo: aún vivo, aún diabólico
El marxismo: aún vivo, aún diabólico
Jorge Doré
Sólo hay dos justificaciones para abrazar el marxismo: ser ignorante o ser desalmado.
El estado marxista es un mundo de
miseria, corrupción y esclavitud; es la muerte de las sanas aspiraciones
del ser humano, el desafío a todas sus virtudes y la puesta a prueba de
sus esperanzas. Es, en resumen, una avanzada del infierno sobre la
Tierra.
Origen e intenciones del marxismo ateo
En el esclarecedor documento Los Protocolos de los sabios de Sión, se
manifiesta la intención de infiltrar ideologías disfuncionales entre
los cristianos con el propósito de esclavizarlos y obliterarlos. El
primer protocolo da evidencia de ello:
Somos los primeros que en los tiempos que se llaman antiguos
echamos a volar entre el pueblo las palabras libertad, igualdad,
fraternidad; palabras tantas veces repetidas en el correr de los años
por cotorras inconscientes que, atraídas de todas partes por este cebo,
no han hecho uso de él sino para destruir la prosperidad del mundo, la
verdadera libertad del individuo, en otras épocas tan bien garantizada
contra las violencias de las turbas.
Hombres que se juzgan inteligentes, no han sido capaces de
desentrañar el sentido oculto de estas palabras, ni han visto la
contradicción que ellas encierran, ni han comprendido que no puede haber
igualdad en la naturaleza, ni puede haber libertad, y que la naturaleza
misma ha establecido la desigualdad de espíritus, de caracteres, de
inteligencias, tan estrictamente sometidos a sus leyes; tampoco han
comprendido que las turbas son una fuerza ciega; que los advenedizos que
ellas escogen para que las gobiernen no son menos ciegos ni más
entendidos en política que ellas mismas; que el iniciado en estos
secretos, así sea un ignorante, será apto para el gobierno, mientras que
las multitudes de los no iniciados, aunque sean grandes talentos, nada
entienden de política.
Todas estas consideraciones no están al alcance de las inteligencias de los Gentiles…
Todas estas consideraciones no están al alcance de las inteligencias de los Gentiles…
Sin embargo, en el mundo las palabras igualdad, libertad y
fraternidad, con la intervención de nuestros agentes incondicionales,
incorporaron a nuestras filas verdaderas legiones de hombres que
tremolaron con entusiasmo nuestras banderas. Pero estas palabras son la
carcoma que roe y destruye la prosperidad de todos los Gentiles,
destruyendo por completo la paz, la tranquilidad, la unión,- minando
todos los fundamentos de sus Estados.
La ideología marxista es hija de este inicuo propósito y lo cumple a la perfección.
Más adelante, el Protocolo XIII lo confirma de otro modo:
Por eso todavía ahora seguimos impulsando y estimulando a las inteligencias a inventar toda clase de teorías fantásticas, nuevas y que dan en llamar progresistas, porque hemos trastornado la cabeza a esos imbéciles gentiles con éxito completo por medio de esa palabreja: progreso…
Por eso todavía ahora seguimos impulsando y estimulando a las inteligencias a inventar toda clase de teorías fantásticas, nuevas y que dan en llamar progresistas, porque hemos trastornado la cabeza a esos imbéciles gentiles con éxito completo por medio de esa palabreja: progreso…
Porque dos intenciones tiene el marxismo: una ficticia y otra real.
La ficticia es su falso interés en solucionar la injusticia generada por
la desigualdad de clases. La real consiste en la erradicación de la
civilización cristiana con todos sus valores, –y a Dios con ella–, y el
establecimiento de una tiranía humanista donde un oligárquico y opulento
dios-estado determina y sella el destino del pueblo esclavo.
El gobierno marxista, arrogante e hipócrita, es impenetrable al voto
popular y sordo a las opiniones de sus súbditos, y se caracteriza por la
eliminación de quien no adhiera a sus fines. Mediante estudiadas
consignas, seduce y controla a la sociedad a la que parasita con la
imposición de valores contrarios a los revelados por Dios.
Sus prosélitos emplean todos los medios posibles para demoler el
orden establecido, so pretexto de eliminar la injusticia social
liberando un progreso que, en algún punto histórico, pretende alcanzar
un justiciero paraíso terrenal. Irrealizable utopía ésta que jamás ha
visto ni verá la luz.
La institución de un inhumano aparato represivo, es indispensable
para el sostén de un régimen injusto que, sólo con el terror y el
castigo, logra sobrevivir al inevitable espectro de la rebelión social.
Los números dan fe de la crueldad inspirada por la doctrina marxista,
siempre tan seductora para las nuevas generaciones que en ella
canalizan sus frustraciones y rebeldías, ignorantes de su papel de
tontos útiles y saboteadores de la cordura. Colaboradores éstos al
envilecimiento general causado por vacío de Dios y a la conversión de
sus naciones en prisiones.
Más de cien millones de muertos sobre la tierra es el legado de esta
satánica doctrina, siendo la gran mayoría de estas muertes atroces,
producto de los férreos y sórdidos aparatos represivos con que estos
gobiernos cubren sus espaldas e imponen sus cadenas a las naciones que
embaucan y desangran.
¿Vivo o muerto?
Aunque muchos creen superado el peligro marxista, en la actualidad
esta ideología continúa pugnando incansablemente por imponerse tras
cambiantes y múltiples fachadas, todas ellas inmorales y anticristianas,
y amenaza a la humanidad con una ambición mayor: el nuevo orden
mundial: sú última y gigantesca finta tras la cual se oculta la
esclavitud de toda la humanidad.
Sin duda los motores impulsores de este orden monstruoso son ingentes
fortunas de la tierra, antagónicas a la fe cristiana, que amasan las
experiencias obtenidas con el comunismo. La pretensión de la oligarquía
mundialista es lograr una síntesis de capitalismo y marxismo para
hallar una solución económica efectiva y equitativa a nivel mundial.
Pero a la luz de la inteligencia cristiana, esos planes no son más que
cantos de sirena, alimento para las almas crédulas, manejables y tibias.
Por ello es muy probable que en el marco de un régimen global
totalitario, el Anticristo haría su aparición sobre la tierra para
hacerse adorar como a Dios. En una tiranía planetaria que no sería otra
cosa que un neocomunismo con recursos económicos.
Estados Unidos de América es una prueba de la vigente influencia de
la perversa ideología que tratamos, nada menos que en la nación más
poderosa de la Tierra. Su presidente marxista, Barack Obama, –a quien
bien pudiera calificarse de tirano en jefe– adicto a la decisión
ejecutiva y alérgico a la constitución americana, ha socializado la
industria de la salud provocando un verdadero caos nacional en una
nación poco habituada a ese tipo de medidas.
La gran nación americana está recibiendo lentas pero incesantes dosis
de socialismo que poco a poco están cambiando la fisonomía del país tal
como esas mujeres que a base de botox y cirujía llegan, un día, a
parecer sólo un recuerdo de ellas mismas. La desfiguración de la nación
americana, es ya notable.
Obama, –simple títere de la élite mundialista– da su incondicional
espaldarazo a numerosas causas minoritarias anticristianas –financiadas
por la izquierda liberal–, algunas de las cuales buscan la destrucción
del orden cristiano de la familia. También aboga por la redistribución
equitativa de las riquezas; ha criminalizado la libre profesión y el
proselitismo del cristianismo en el ejército y hace todo lo posible por
eliminar o restringir libertades en tanto engorda un super-gobierno del
cual quiere hacer dependientes a los ciudadanos, aniquilando en éstos su
natural empuje y creatividad individuales. ¿Quién dice que el marxismo
ha muerto?
También en la Iglesia
La actual influencia marxista también puede apreciarse en los cambios
sucitados en la Iglesia católica después del conciliábulo Vaticano II.
Documentos como el libro School of Darkness, (http://genus.cogia.net/)
ofrecen detallado testimonio de ello. Su autora, Bella Dodd,
posteriormente convertida al catolicismo, fue una activa comunista que
contribuyó a la infiltración de la Iglesia católica en los Estados
Unidos de América para fomentar su destrucción desde el interior.
También se describe un plan similar en el libro de Marie Carré: AA-1025,
las memorias de un anti-apóstol.
La eficacia de la intriga comunista fue, sin duda, exitosa. Para
muestra, véase el espurio catolicismo que hoy impera en Roma: una
iglesia disfrazada de la Esposa de Cristo y sin embargo, abominable,
sacrílega y hereje.
Obstinado sobreviviente
La ideología marxista ha sobrevivido y su amenaza a la ciudad de Dios
no ha dejado de constituir un peligro jamás. La izquierda sigue y
seguirá persiguiendo a Cristo en el corazón de todos los hombres.
Es mi esperanza que la siguiente denuncia libere a algún iluso
entrampado en esta perversa ideología, ayude a corregir su rumbo y lo
acerque o retorne a Dios.
Que así sea.
Denuncia
A quienes comulgan, practican y coquetean con el marxismo ateo.
A ustedes, usuarios de sus cínicas máscaras tras las que ocultan sus viles intenciones de esclavizar al pueblo.
A ustedes, pérfidos intelectuales, que con su vergonzosa adulación al
mal y con sus insidiosas obras contribuyen al destierro de Dios del
corazón de los hombres y estorban el reinado de Cristo sobre la Tierra.
A ustedes, políticos abyectos, que fingen celo por el bienestar
social y disputan la prebenda y el puesto como perros tras el hueso.
A ustedes, demagogos de oficio, ambiciosos taimados, que soliviantan
muchedumbres con huecas promesas y consignas destinadas a dividir y a
conquistar.
A ustedes, que persiguen cargos vitalicios para disfrutar en perpetua opulencia, de bienes restringidos a la ciudadanía.
A ustedes, sepulcros mugrientos, –promiscuos corruptores de
sociedades–, que exaltan las pasiones carnales del prójimo para sumirlo
en la depravación moral con miras a su fácil manipulación; que para
conquistarlo, incitan el animal en las personas pero aborrecen la gracia
divina.
A ustedes, promotores de lo grosero, de lo ordinario, de lo ruin, de
lo perecedero, de lo vano, de lo perniciosamente seductor, de todo lo
que contribuye a lapidar la virtud y acotar las altas aspiraciones del
ser humano, lo sacro y lo excelso.
A ustedes, incapaces de erigir catedrales pero diestros en la
construcción de albañales, que presumen de la capacidad de regir
naciones cuando hasta las alcantarillas son palacios comparadas con los
antros de sus corazones sin Cristo.
A ustedes que, –reacios a los sublimes mandamientos entregados al
hombre en el Sinaí–, dictan inicuas leyes desde sus siempre mal habidos
puestos.
A ustedes, críticos acérrimos del defecto ajeno, enemigos de la cruz,
de la libertad, del bien y de la honradez, cuyas agendas rebosan de
planes despiadados, traiciones y argucias contra sus semejantes.
A ustedes que, en amarga burla, distraen a sus pueblos de la desolación con la perpetua ilusión de una amenaza común.
A ustedes, condonadores del estigma de millones de muertos que, aun
así, persisten en los mismos medios para conseguir idénticos fines por
tal de retener el poder.
A ustedes, corruptos, depredadores y cánceres sociales, estigmas del
mundo, sucios borrones en páginas de la historia que no aportan a la
humanidad sino bajeza y dolor; jactanciosas piedras de tropiezo de todos
los hombres de buena voluntad.
A ustedes, promotores de ideales disfuncionales y vanas utopías, de
edenes inalcanzables sin Dios, que seducen con proyectos imposibles y
planes irrealizables porque sus sistemas son absurdos, inoperantes y
crueles.
A ustedes, capciosos propagandistas, que proselitizan en busca de
desinformados que asimilen y reproduzcan su perniciosa ideología como
huecas antenas repetidoras.
A ustedes, falsos altruistas, que encubren sus malas intenciones tras escuálidos proyectos sociales y utilitaria filantropía.
A ustedes, afectos al barrote y la intimidación, que cinchan al
pueblo con la carestía y la corrupción para impedir la madurez de una
rebelión.
A ustedes, que instando a la unidad nacional dividen a la población
en delatores y delatados, acusadores y acusados, victimarios y víctimas,
incondicionales y traidores.
A ustedes, propugnadores de aparatos represivos, de terror y de aterrados, de vigilancia y de vigilados.
A ustedes, avivadores del resentimiento social, –combustible de los
vigilantes, delatores y perros de presa–, que transforman al pueblo en
coliseo de odio donde el trofeo al rencor es la miserable palmada de la
impía autoridad sobre el hombro.
A ustedes, enemigos de la unión familiar y negadores del natural
derecho de los padres sobre sus hijos, a quienes arrebatan para su
inhumano adoctrinamiento violando su inocencia y sus intelectos con
pérfidas doctrinas que los ponen al servicio del estado y no bajo el
amparo de Dios.
A ustedes, que achacan el fracaso de su inoperante sistema al enemigo
mientras drenan las arcas nacionales sin que tiemblen sus conciencias
por ello.
A ustedes, que prohiben, castigan o silencian despiadadamente toda
opinión discorde con la suya propia, que vedan la libertad de expresión y
con ello el sano y justo intercambio de opiniones.
A ustedes, que acosan a la disidencia con sus rabiosas jaurías de
resentidos sociales, castigando el derecho a la opción con el zarpazo de
una plebe sedienta de autoridad y sangre.
A ustedes, que en nombre de una utópica igualdad reducen al pueblo a
una chatura donde sólo avanza quien, pisoteando su propia dignidad y
renunciando a Dios, le entrega el alma al estado.
A ustedes, que ven en las masas no un pueblo al que gobernar con justicia sino un rebaño al servicio de la tiranía.
A ustedes, mandatarios del dios-estado que, ausente de toda autoridad
divina, se torna en prisión controlada por los más bajos instintos del
hombre.
A ustedes, cuya justicia consiste en las tristes vendettas de los
juicios populares y sumarios que despachan al acusado con falsos
testimonios y toda suerte de intrigas y falsedades características de su
inmundo repertorio de tropelías.
A ustedes, vendedores de casas sobre arena que garantizan seguridad y paz a sus moradores sabiendo que su ruina es inminente.
A ustedes denuncio ante Dios y ante los hombres por traidores a la humanidad.
Denuncio su odio visceral a Cristo y a la cruz.
Denuncio su afán por destruir el orden establecido para entronizar su
perversa naturaleza caída como se pretendió un infausto día entronizar
la diosa Razón.
Denuncio su intención de perpetuarse en el poder a base de
subterfugios y falsas promesas, –con la excusa de corregir males
sociales–, a sabiendas de que buscan esclavizar al prójimo a la par que
disfrutar la impunidad de sus abusos y crímenes desde un gobierno
opresor sustentado con el expolio al pueblo.
A ustedes denuncio. A ustedes, de quienes dijo San Pablo:
“Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros,
vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres,
ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores,
intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores,
impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que
tendrán apariencia de piedad (todas sus promesas de reforma social),
pero negarán la eficacia de ella…”
De ahí su animadversión contra Dios y su repudio a la cruz.
De ahí su obstinada lucha por enemistar religión y ciencia, denigrar a
Cristo, oponerse a la voluntad de Dios, estigmatizar las virtudes,
destruir el orden cristiano de la familia, seducir y corromper a la
infancia, exaltar el pecado, reservarse el derecho a la existencia
ajena, respaldar el aborto, la eutanasia, encender el odio de las
minorías contra las mayorías, fomentar la degeneración de las artes,
propagar todo tipo de conflicto y desestabilización sociales y la
creación de muchos otros males de su hechura.
De ahí su afán por mantener la separación entre estado e iglesia,
–división ésta comparable a la separación del alma y el cuerpo–, que
garantiza el florecimiento del ateísmo, e instituye la indignidad, la
desmoralización y la apatía generales en cualquier nación.
De ahí su reclamo de un estado secular y de un gobierno laicista que
permita circular todo el veneno de sus trasnochadas y disfuncionales
ideologías sin impedimento legal o moral alguno que juzgue y castigue
sus crímenes de lesa humanidad.
Véase en esta denuncia sólo una escueta síntesis de la diabólica
maquinaria con que el marxismo, –muchísimo más incisivo y extenso en su
maldad que lo aquí citado–, reduce a las personas y a las naciones en
las que hace metástasis.
Conclusión
Concluyo con un poema que alude a quienes apoyan el gangsterismo de
los hermanos Castro, –inspiradores de esta denuncia–, en Cuba.
No pocos intelectuales, actores y artistas van a la isla a fumar
puros con los déspotas, responsables de innumerables muertos, de
incontables familias rotas por la separación y de la miseria y el terror
en que malvive, desde hace más de medio siglo, el sufridísimo pueblo
cubano. Rendirle pleitesía a los Castro es, sin duda, injusto placer de
ciertas almas perversas.
La innecesaria ruina física y moral de la ex-Perla de las Antillas,–
hoy muladar del Caribe cortesía de los sicópatas regentes–, ha obligado a
muchos ciudadanos cubanos a crear un caparazón de desfachatez
imprescindible para sobrevivir en un régimen donde se inventa o se muere
en la inopia. La triste prostitución masiva de la juventud cubana como
medio de subsistencia es prueba de ello.
Que tantos personajes prominentes a los ojos de los hombres, –que no a
los del Altísimo–, encuentren un atractivo carisma en los gobernantes
de Cuba, es tan absurdo como lamentable. Es sentir atracción por el mal,
justificarlo y avalar su negro credo. En manos de Dios queda el juicio
de estos rastreros aduladores a quienes los últimos cuatro versos de
este poema, tan bien les cuadran.
Responsables
He querido sacar la cara y grito
por la patria que aún llevo en las entrañas,
la que hoy pone el achaque y el escombro,
esa que tiene prisionera el ala.
por la patria que aún llevo en las entrañas,
la que hoy pone el achaque y el escombro,
esa que tiene prisionera el ala.
He querido dejar claro que opongo
la cruz al rojo estigma que es la infamia
marxista, patológica doctrina
que profana los cuerpos y las almas.
la cruz al rojo estigma que es la infamia
marxista, patológica doctrina
que profana los cuerpos y las almas.
He querido dejar claro el rechazo
a tanta hipocresía y aberrada
coquetería intelectual que encomia
una filosofia carcelaria,
a tanta hipocresía y aberrada
coquetería intelectual que encomia
una filosofia carcelaria,
a indignos que suscriben con su pluma
o su voz la injusticia sancionada
sin que tiemblen al punto sus conciencias
comatosas –o bien, aletargadas–.
o su voz la injusticia sancionada
sin que tiemblen al punto sus conciencias
comatosas –o bien, aletargadas–.
Concluirá el submundo de infrahombres
que ensucian, desgobiernan y maltratan
la dignidad de un pueblo reducido
a oxígeno y dolor, a golpe y bala.
que ensucian, desgobiernan y maltratan
la dignidad de un pueblo reducido
a oxígeno y dolor, a golpe y bala.
Pero habrá responsables y sufridos,
victimarios y víctimas alzadas
y cuentas que sacar y largas restas,
y un saldo que pagar entre las llamas.
victimarios y víctimas alzadas
y cuentas que sacar y largas restas,
y un saldo que pagar entre las llamas.
Pues lo acepten o no nuestros verdugos,
cada obra de impiedad será juzgada
cuando obliguen a todas las cenizas
a pararse ante Dios y a dar la cara.
cada obra de impiedad será juzgada
cuando obliguen a todas las cenizas
a pararse ante Dios y a dar la cara.
Una reciente información de la Nación (http://www.lanacion.com.ar/803732-fidel-castro-mas-rico-que-las-reinas-de-inglaterra-y-holanda) atribuye a Fidel Castro una fortuna de 900 millones de dólares. (Aclaro: robados al pueblo cubano a punta de pistola).