viernes, 3 de octubre de 2014

CLAMANDO EN EL DESIERTO, BERGOGLIO NO ES PAPA



CLAMANDO EN EL DESIERTO, BERGOGLIO NO ES PAPA
capitangarfio
En el lugar santo está la abominación de la desolación, predicha por el profeta Daniel: 
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«A su orden se presentarán tropas que profanarán el Santuario y la Fortaleza y harán cesar el Sacrificio Perpetuo y alzarán la Abominación Desoladora» (Dn 11, 31).
Bergoglio es el inicio de esta abominación que llevará a su perfección el Anticristo: «el hombre de la iniquidad, el hijo de la perdición, que se opone y se alza contra todo lo que se dice Dios o es adorado, hasta sentarse en el templo de Dios y proclamarse dios a sí mismo» (1 Ts 2, 4).
Bergoglio es abominación: está sentado en el lugar santo, en la Silla de Pedro. Y no es Su Silla. La ha usurpado y ha empezado a profanarla. No le pertenece, porque Bergoglio no es el Papa de la Iglesia Católica.
¿Y por qué no es el Papa? ¿No ha sido elegido por los Cardenales? ¿No renunció el anterior Papa y dejó la Sede Vacante?
Por muchos caminos, se puede demostrar que Bergoglio no es el Papa.
Pero hay uno que todos pueden ver: su obra de herejía pertinaz y su obra cismática. Todos la pueden ver, pero nadie la quiere ver.
Si Bergoglio fuera el Papa de la Iglesia Católica, entonces la gobernaría según el dogma del Papado, es decir, según un gobierno vertical: la Iglesia es una monarquía en el gobierno; una sola cabeza que reina en todos y a la que todos tienen que obedecer.
La Iglesia es Jerárquica, no es carismática, no es una democracia, no es una congregación en donde todos realizan un servicio y son responsables en conjunto sus miembros, no es un suceso en el cual todos realizan un acto de fe y así gobiernan todas las cosas.
La verticalidad en la Iglesia le viene por haber sido instituida como sociedad jerárquica: “Si alguno dijere que la Iglesia instituida por Dios es a manera de una sociedad de iguales; y que los Obispos tienen ciertamente un cargo y un ministerio, pero que no tienen propiamente una potestad de gobierno, que les competa por ordenación divina.., sea anatema” (C. Vaticano 1- Esquema I, canon 11)
“Si alguno negare que en la Iglesia ha sido constituida por ordenación divina la Jerarquía… con potestad de orden y de jurisdicción…, sea anatema”. (C. Vaticano 1 – Esquema II, canon 3:
«La fundación de la Iglesia como sociedad se ha efectuado, contrariamente al origen del Estado, no desde abajo hacia arriba, sino desde arriba hacia abajo; es decir, que Cristo… no ha confiado a la comunidad de los fieles la misión de ser Maestro, de ser Sacerdote y de ser Pastor…sino que ha transmitido y comunicado a un colegio de Apóstoles, que Él mismo ha elegido, para que con su predicación, con su ministerio sacerdotal y con la potestad social, posean el oficio de hacer entrar en la Iglesia a la multitud de fieles, iluminarlos y conducirlos a la plena maduración del seguimiento de Cristo» (Alocución de Pío XII – 2 de octubre 1945).
Se gobierna la Iglesia de arriba abajo: eso es el gobierno vertical. ¿Qué ha hecho Bergoglio? Anularlo poniendo su gobierno horizontal: ya no hay una sola cabeza que manda, sino muchas cabezas: el vértice de la Iglesia, que es Pedro, quedó anulado.
La Iglesia está levantada en Pedro, en uno solo: es el mando de uno solo. Es un mando sagrado, porque esa cabeza es una persona sagrada, que pertenece a la Jerarquía: posee una autoridad que le viene directamente de Dios, no de los hombres.
Esto a muchos católicos les da igual. No conocen cómo se gobierna la Iglesia. Y les trae sin cuidado que Bergoglio haya puesto un gobierno horizontal. No saben ver el daño que ese hombre ha hecho a la Iglesia en su vértice. Y se pierden en las ambigüedades del lenguaje de Bergoglio. No son capaces de ir a esta obra de herejía y de cisma. Son dos obras en una.
Al poner el gobierno horizontal se va en contra del mismo dogma del Papado: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra, edificaré Mi Iglesia». Se va en contra de esta Verdad Revelada. Se va en contra de todo el Magisterio de la Iglesia. Se va en contra de 20 siglos de Tradición. Y todos callan esta obra de herejía, que es la principal en Bergoglio. Es para lo que fue elegido: para quitar el Vértice. Sólo para esto sirvió Bergoglio. Lo demás, es puro entretenimiento de masas. Pero como a los católicos les da igual quien esté como Papa, entonces se cae en la idolatría de un Papa que no es Papa: se cae en la franciscomanía. Y se cumple lo que decía el Padre Leonardo Castellani:
 Tantos católicos tibios y pervertidos que, por defender a Bergoglio, se vuelven una irrisión en toda la Iglesia; están haciendo un fetichismo de ese hombre. No ven que es un hereje y lo llaman santo. ¡Es la ceguera de tantos por no profesar su fe católica! No saben lo que es un Papa en la Iglesia, no investigan su persona: este hombre, mientras era Cardenal, ¿qué cosa hizo? No lo saben. Otros sí lo saben, pero lo aceptan: muchos han renegado de Bergoglio como Cardenal, pero han aceptado a Francisco como Papa. Así hay mucha gente en la Iglesia.
¿Cómo pueden aceptar a un hereje como Papa?
¿Qué dice el Magisterio de la Iglesia?
El Papa Pablo IV publicó una Bula Papal declarando solemnemente que la elección de un hereje como Papa es nula e inválida. ¿Por qué no obedecen a este Magisterio? ¿Por qué siguen teniendo a Bergoglio como Papa si es un hereje?
«Agregamos, que si en algún tiempo aconteciese que un Obispo, incluso en función de Arzobispo, o de Patriarca, o Primado; o un Cardenal, incluso en función de Legado, o electo Pontífice Romano que antes de su promoción al Cardenalato o asunción al Pontificado, se hubiese desviado de la Fe Católica, o hubiese caído en herejía:
(i) o lo hubiese suscitado o cometido, la promoción o la asunción, incluso si ésta hubiera ocurrido con el acuerdo unánime de todos los Cardenales, es nula, inválida y sin ningún efecto;
(ii) y de ningún modo puede considerarse que tal asunción haya adquirido validez, por aceptación del cargo y por su consagración, o por la subsiguiente posesión o cuasi posesión de gobierno y administración, o por la misma entronización o adoración del Pontífice Romano, o por la obediencia que todos le hayan prestado, cualquiera sea el tiempo transcurrido después de los supuestos antedichos.
(iii) Tal asunción no será tenida por legítima en ninguna de sus partes…
(vi) los que así hubiesen sido promovidos y hubiesen asumido sus funciones, por esa misma razón y sin necesidad de hacer ninguna declaración ulterior, están privados de toda dignidad, lugar, honor, título, autoridad, función y poder…
… Dado en Roma, junto a San Pedro, en el año de la Encarnación del Señor 1559, XV anterior a las calendas de Marzo, año 4º de nuestro Pontificado» (Papa Pablo IV, de la Bula Cum ex Apostolatus Officio, 15 de feb. de 1559).
¿Quién era el Cardenal Bergoglio antes de ser elegido en el Cónclave? Un hereje pertinaz, un hombre que se había desviado completamente de la Fe Católica. Un apóstata de la fe. Sus obras en la Argentina lo demuestran. Y por ser elegido a Papa, creen muchos que Bergoglio ha dejado su apostasía, que tiene una iluminación especial de Dios para guiar la Iglesia en la herejía. Esto es lo que muchos creen. Ya para muchos, la herejía es una clase de verdad divina, una forma de entender el dogma; el desarrollo de la verdad Revelada se hace, para muchos, con la mentira, con los errores, con las ideas de todos los hombres.
La elección de Bergoglio es totalmente nula, inválida, ilícita. Es decir, Francisco no es Papa de la Iglesia Católica.
Sin embargo, es aceptado por todos como Papa. También por la Jerarquía. Y esto sólo tiene un nombre: maldad diabólica. Poner a Bergoglio como Papa es una obra del demonio en la Iglesia. Obra que ha hecho a través de una Jerarquía que le pertenece, una Jerarquía diabólica. No es una obra divina, ni puede serlo nunca.
Bergoglio, que no pertenece a la Iglesia Católica por su herejía pertinaz, gobierna la Iglesia con un gobierno horizontal; entonces no gobierna la Iglesia Católica, sino su nueva iglesia: no es el Papa en el Vértice de la Iglesia Católica, sino que es un hombre, un falso Papa, uno al cual lo llaman Papa, de una iglesia que se levanta en el Vaticano.
Bergoglio no gobierna la Iglesia Católica: es decir, no tiene autoridad divina en Ella porque no es Pedro. Y, por tanto, no es posible la obediencia a Bergoglio. Y es un pecado mortal someterse a su mente humana, a sus mandatos en la Iglesia. Es pecado mortal hacer publicidad de su magisterio en la Iglesia. No se puede alabar a un hereje. No se puede comulgar con un hereje. Un hereje no enseña nunca la verdad absoluta, sino sus verdades relativas.
Bergoglio, al estar en el gobierno de la Iglesia Católica con un poder humano, arrastra a todos hacia esa estructura en el gobierno: está produciendo una dictadura comunista en el gobierno. Una dictadura que se abre a una democracia: es el pueblo el que tiene el poder soberano. Es el voto de la mayoría. Es lo que opine la gente en la Iglesia. Y el Sínodo, que ya se inicia, es sólo obrar esta estructura democrática.
La obra herética de Bergoglio: poner un gobierno horizontal, que es ir en contra del dogma del Papado. Esta herejía es pertinaz: no la ha quitado. Persiste en su error, en su mentira. Y, por tanto, al persistir, al estar gobernando con esa mentira, está produciendo una obra cismática o sectaria.
Es una nueva secta lo que Bergoglio está levantando en el Vaticano: una nueva sociedad religiosa, que no es la Iglesia Católica. Esta es su obra cismática que a nadie le interesa. Nadie ve el cisma que ha levantado Bergoglio en el Vaticano. Nadie. Y todos quieren pertenecer a ese cisma, a esa nueva iglesia sectaria, que ya no posee la Verdad. Todos llaman a ese gobierno de Bergoglio como gobierno de la Iglesia Católica. ¿No ven el cisma? ¿No ven cómo toda la Jerarquía está conforme en haber quitado a Pedro de la Iglesia Católica? ¿Es que no han caído en la cuenta de lo que significa la renuncia del Papa Benedicto XVI? Es quitar el Papado. Ese es el significado de esa renuncia. El trágico significado. Y a nadie le interesa esto.
La herejía no es un conjunto de ideas, sino una obra: «Y son patentes las obras de la carne; como son: la fornicación,… idolatría,… disensiones, sectas,…, los que tales obras hacen no heredarán el Reino de Dios» (Gal 5, 19.20.21c).
La herejía es la obra de la carne: el hereje obra sectariamente: divide, anula la verdad, oscurece las mentes, crea infidelidades, promueve el pecado.
Todos aquellos que, para discernir a un hereje, sólo se fijan en el lenguaje, en lo que predican o dicen, en sus escritos, no saben discernir a los herejes modernos.
El hereje moderno se sabe el dogma a la perfección, pero obra siempre en contra de ese conocimiento perfecto. Obra torcidamente, tergiversando con su mente la verdad absoluta.
El hereje moderno es experto en el lenguaje humano: da vueltas a la verdad revelada para mostrar su mentira sin que el hombre la capte. Habla un doble lenguaje: habla una verdad unida a una mentira. Y produce una confusión en todos aquellos que lo escuchan. Pero es una confusión agradable, porque sabe hablar a la mente del hombre, sabe decirle lo que, en ese momento, la persona o el grupo de personas quiere escuchar.
El hereje moderno, como se sabe el dogma, habla para los católicos, el dogma. Bergoglio predica, muchas veces, que Jesús es Dios. Y lo hace porque conviene decirlo: le está escuchando una masa de católicos, que quieren escuchar que Jesús es Dios.
Pero Bergoglio también predica que Jesús no es Dios. Y lo hace a esa masa de personas, que también son católicos, pero que quieren escuchar que Jesús no es Dios.
Y haciendo este juego del lenguaje, parece que Bergoglio no es hereje. Dice un día que Jesús no es Dios, pero al día siguiente, dice lo contrario. Entonces, muchos piensan: se arrepintió. Ya no es hereje pertinaz.
En esta ambigüedad, muchos caen, porque no saben discernir en la Iglesia la Verdad: no profesan la fe católica. Viven, como los herejes: en sus filosofías, teologías, pensamientos extraños, en sus mentes retorcidas, pervertidas. Y no hay más en ellos.
Por lo tanto, si el entendimiento humano está oscurecido y no ve la Verdad, es lógico que no puedan ver la obra de la herejía de Bergoglio.
Todos ven que Bergoglio gobierna con una horizontalidad. Y todos aplauden ese gobierno. Todos aceptan esa obra de herejía. Todos están conformes con esa obra de la carne. Nadie dice nada. Nadie ve que eso va en contra del dogma del Papado y que, por tanto, ese hombre no es Papa. Ven las ambiguedades de este hombre, pero le siguen obedeciendo, le siguen llamando Papa. Están construyendo con él su nueva iglesia.
Esto sólo significa que son muy pocos los que viven su fe católica. Son muy pocos los que saben lo que es la Iglesia, lo que es un Papa en la Iglesia y, por tanto, lo que hay que hacer cuando un Bergoglio pone un gobierno horizontal.
Y son muy pocos en la Jerarquía, no sólo en los fieles. La misma Jerarquía, que es la que tiene que hablar en contra de este hombre, calla, admite la obra herética y cismática de Bergoglio. Y, entonces, se produce otro engaño más en la Iglesia:
Como vale el gobierno horizontal para seguir siendo Iglesia, entonces ¿por qué no hacemos que la Iglesia sea, en la práctica, una democracia? Hagamos que las cuestiones se resuelvan de manera pastoral, sin tener que recurrir a Roma. Que Roma se dedique a otros asuntos, muchos más importantes para el mundo, pero demos libertad a los sacerdotes, a los Obispos, a los fieles, para que hagan y deshagan en cada diócesis. Construyamos la iglesia de abajo a arriba.
Esto es lo que se está imponiendo. Porque esto, en la práctica, se ha ido haciendo durante 50 años. Se ha hecho ocultamente. Ahora es el tiempo de oficializar la democracia. Esto es lo que viene después del Sínodo.
Es fácil poner en la Iglesia que los malcasados puedan comulgar, dar la comunión a los homosexuales, etc… Así como hicieron con la comunión en la mano, van hacer con todo esto: soluciones pastorales que se vuelven una ley maldita en la propia Iglesia.