QUIÉN ES BERGOGLIO
Buen artículo de Wanderer, como siempre.
En pocas palabras describe la situación tal cual se plantea en la mente
de los católicos que asisten a este espectáculo indescriptible. En fin,
en la mente de aquellos católicos que no están completamente
estupidizados por el discurso conciliar de la “civilización del amor” y
de la “cultura del encuentro”, se entiende. Porque esos, salvo un
milagro, jamás comprenderán nada
y seguirán idolatrando al impostor argentino aún cuando esté
intronizando al mismísimo Anticristo en la basílica de San Pedro… Pero
eso sí: lo harán “requete emocionados” por su gran humildad y
misericordia, naturalmente… Por mi parte, respondo a la pregunta de manera categórica.
1. Francisco no es un Papa legítimo,
provisto del poder de jurisdicción sobre la Iglesia universal, sino un
mero impostor, un antipapa, un usurpador del trono petrino.
No es concebible que el Vicario de Cristo, infalible en materia de fe y
de moral, y quien debería confirmarme en la fe, no deje pasar un sólo
día sin decir una herejía o una blasfemia. Nadie puede racionalmente
pretender que yo, simple laico, pueda darles lecciones de fe y de moral
católicas al Papa. Eso es ridículo. Ahora bien, es lo que sucede desde hace más de dos años cada santo día con Bergoglio…
2. Francisco es muy probablemente
el falso profeta de Apocalipsis 13, 11. Muchísimos indicios
convergentes, con fundamento escriturario algunos y otros basados en
revelaciones privadas reconocidas por la Iglesia así me lo hacen pensar:
los expondré algún día en un artículo, si Dios quiere.
3. Francisco no obra movido por sus solas fuerzas. Ese hombre esta poseído por el demonio.
No es difícil demostrarlo. Desde su elección, despliega una actividad
física e intelectual portentosa, anormal en un hombre de su edad, y en
contraste flagrante con su actividad porteña. Su habilidad para
manipular y su capacidad para engañar a la gente es de una maestría
nunca vista. Es un hipnotizador de masas. Y de nuevo, esto es algo que
contrasta totalmente con su perfil durante sus años de ministerio
porteño. Por último, la facilidad con la que blasfema es un indicio que no admite otra explicación en un eclesiástico. Les paso un adjunto al respecto. Recemos y permanezcamos vigilantes, porque la situación actual no es para nada anodina. Es, a mi entender, sencillamente apocalíptica…
Post Scripum:
Recomiendo vivamente la lectura, la meditación y la difusión del segundo
fichero adjunto. Expone el tema central de la época en que vivimos.
Toda otra cuestión, por importante que sea, se ve automáticamente
relegada a un segundo plano…
Relacionados:
¿Quién es Bergoglio?
El desconcierto que despierta la figura del Romano
Pontífice en todos los ámbitos -católicos y paganos- da lugar a
interesantes esfuerzos hermenéuticos:
No más de lo que se ve
El Papa Bergoglio no es más que un personaje menor, dotado de una enorme ansia de poder y de una fuerte carga de resentimiento social,
que supo aprovechar los momentos adecuados para trepar y llegar donde
llegó. Renunció a la función natural del intelecto -la especulación-, y
la reemplazó por la praxis pura. Esta combinación lo convierte en un
monstruo capaz del daño más inconcebible para un cristiano, el cual
cometería sin el menor problema de conciencia por su clara psicopatía.
Olor a azufre
Los últimos días, en que se desarrollaba
el viaje papal a Hispanoamérica, han sido particularmente penosos para
muchos católicos, sobre todo españoles e hispanoamericanos, manifestada
en la misma sensación: una tristeza profunda y un sentimiento de soledad muy pronunciado. No se trata de esas tristezas transitorias de las que habla Benson y que Dios envía a sus hijos para probarlos. Es otra cosa, casi desconocida e inquietante.
Más allá que desde la elección de
Bergoglio, un buen número de católicos viven de amargura en amargura,
esta vez su superó un límite que jamás siquiera se pensó que pudiera
franquearse, reflexionan. Quienes aplaudían a rabiar a Francisco en la
asamblea mundial de los Movimientos Populares, justo cuando pedía perdón
por los crímenes cometidos por la Iglesia contra los pueblos
originarios, eran claramente el enemigo contra el que siempre combatimos
los católicos, la izquierda progre y mentirosa que profesa un odio
profundo por la Iglesia y por la fe.
Por eso -piensan-, Bergoglio nos ha entregado.
En una semana ha destruido aquello por lo que han luchado toda la vida y
está convirtiendo a la Iglesia en tierra arrasada. Y esto no puede ser
más que obra de las Fuerzas Oscuras.
Bergoglio no es Papa
Frente a este panorama son muchos los
católicos que comienzan ya a hablar de que Bergoglio no es Papa,
sumándose así a las variadas voces del sedevacantismo. “Un Papa no puede
hacer lo que este hombre está haciendo”, dicen. Es la solución más fácil y tranquilizadora. Se trata nada más que de un impostor que estará ocupando durante algunos años un lugar que no es el suyo. Nada más que eso.
Es verdad que no podemos saber con
certeza si la renuncia de Benedicto XVI fue realmente libre y si la
elección de Francisco fue canónica. Pero nosotros, laicos de a pie, lo
único que podemos hacer es remitimos a la evidencia documental que
muestra que, afectivamente, Ratzinger renunció libremente y Bergoglio
fue elegido legítimamente. Francisco es el verdadero obispo de Roma y
Sumo Pontífice.
Olor a azufre concentrado o el Falso Profeta
Otros prefieren ver en Bergoglio al
anunciado Falso Profeta. Siempre pensamos que sería un brillante y agudo
intelectual, una suerte de príncipe renacentista en el que se uniría la
cultura más refinada, con la inteligencia superior y gestos
principescos. Con todas esas cualidades sería capaz de seducir
rápidamente al mundo entero. Pero lo cierto es que, si un tal personaje
surgiera en la actualidad, seduciría a muy pocos. El mundo de hoy ha
adquirido sus nutrientes en Tinelli, el rock y el arte de Andy Warhol.
El hombre del siglo XXI encontraría aburrida la agudeza intelectual y
los modales refinados. Jamás sería seducido por Lorenzo de Médici. Es seducido solamente por la chabacanería y la vulgaridad en la que se revuelca diariamente.
De Wanderer