lunes, 5 de octubre de 2015

LOS ZURDOS PRO YANQUIS


LOS ZURDOS PRO YANQUIS

MARX



El Amblimoron antifascista o la extrema izquierda pro-americana




“La peor herencia del fascismo fue el anti-fascismo democrático”

Amadeo Bordiga.


El oxímoron, figura retórica que consiste  en unir en una única frase a dos palabras que  expresan conceptos contrarios, es, como  revela la etimología griega, una "locura  aguda" (oxy morón). Como ejemplos del  oxymoron, el Diccionario de la lengua  italiana de Devoto-Oli, edición 2000-2001,  cita expresiones como "hielo caliente" o  "convergencia paralela". Sin embargo, hay casos en los que la  combinación de los dos términos de sentido opuesto representa, a diferencia del  oxymoron, una locura que no es en absoluto  aguda, sino que es, al contrario, una  determinación embotada, por eso se podría  crear para tal caso un neologismo: el  amblimoron (ambly morón), la "locura  embotada". 



Así en la categoría del amblimoron se  podrían guardar sintagmas como  "antifascismo antiimpérialista",  "antiimperialismo antifascista", "antifascismo  y antiimperialismo", "antifascista y  antiimpérialista," etc. 
Expresiones como éstas se pusieron a  circular recientemente, después de que a  alguno se le ocurrió la idea de organizar, en  apoyo a Irak, una manifestación sin  prejuicios ideológicos, de la que nadie debía ser excluido por su orientación política. 
Inmediatamente resultó escandaloso, a  algunos, que no se haya fijado, por la  antedicha iniciativa, la condición  indispensable y necesaria de profesar la fe  antifascista para para tener el derecho a  manifestar. Por ello se comenzó a decir y  escribir que una manifestación políticamente  ortodoxa de apoyo de Irak debía ser, al  mismo tiempo, "antiimpérialista y  antifascista". 
Que la combinación de los dos conceptos  representa una contradicción es para  nosotros manifiesta. Pero, para otros, no lo es  en absoluto y por lo tanto es necesario  demostrarlo, con pruebas en mano. 
El joven Marx ya había definido a  Estados Unidos como el "país de la  emancipación política realizada", así como  como "el ejemplo más perfecto del Estado  moderno", capaz de garantizar la soberanía  de la burguesía sin excluir a las otras clases  del disfrute de los derechos políticos y como  una de las naciones mas progresistas de la  época. Una crítica marxista observó que "en  los Estados Unidos la discriminación  censitaria toma una forma racial", por eso "se  puede percibir una determinada  indulgencia" de Marx respecto al sistema de  Estados Unidos, mientras que "la actitud de  Engels se desequilibra aún más en sentido  americanofilo", que le lleva a escribir que: "en  los países burgueses la abolición del Estado  significa la abolición del poder nacional  como en Norteamérica." 
Aquí los conflictos  de clase se desarrollan solamente de una  manera incompleta; los choques de clases se  producen de vez en cuando camuflados por  la emigración al Oeste de la superpoblación  proletaria... La intervención del poder del  Estado, reducido a un mínimo al Este, no  existe en absoluto en el Oeste "(Marx-Engels,  Opere complete, Editori Riuniti, Rome 1955,  VII, p. 288).  La suerte del Oeste parece ser sinónima  de ampliación de la libertad: no hay rastro  esa suerte reservada a los Pieles Rojas, así  mismo se oculta la esclavitud de los negros." 
A veces, Engels se convierte en el apologista  formal del imperialismo americano, como  cuando celebra la "valentía de los voluntarios  americanos" en la guerra contra México: "la  espléndida California fue arrancada a los  Mexicanos indolentes, que no sabían que  hacer con ella"; o como cuando exalta "a los  enérgicos Yanquis" que dan un impulso a la  producción de la riqueza, al "comercio  mundial" y por lo tanto a la difusión de la  "civilización" (Marx-Engels, ídem, VI, pp 273-  275). La izquierda, por lo tanto, "no podía ser  sino americanista y fordista." Ya que desde  su origen era industrialista; en realidad  desde la Ideología alemana Marx y Engels  habían exaltado el desarrollo de la industria  (...) y el marxista que quería realizar el  socialismo antes del desarrollo generalizado  del capitalismo, Lénin, fue américanista y  fordista (...)"y Bukarin, en 1923, podía  exhortar a los comunistas" a añadir el  americanismo al marxismo." 
 
GRAMSCI
En Italia, uno de los más grandes  representantes del pensamiento marxista, el  proto-antifascista Antonio Gramsci,  reivindicó para el grupo comunista Ordine  Nuovo (fundado por él en 1919 con Palmiro  Togliatti y otros) el mérito de apoyar una  "forma de americanismo aceptado por las  masas trabajadoras". Para Gramsci existe en  realidad un "enemigo principal" es, citamos  textualmente, "la tradición, la civilización  europea (...), la vieja y anacrónica estructura  social europea". Es necesario pues agradecer,  dice, a "la vieja clase plutocrática", porque  pretendió introducir "una forma muy  moderna de producción y de trabajo que es  ofrecida por el tipo americano más  perfeccionado, la industria de Henry Ford". 
Y la clase plutocrática determinó  rápidamente a sus compañeros de viaje.  Felice Platone, cuyos trabajos sobre los  clásicos del marxismo son reconocidos,  recuerda cómo el senador Agnelli había  hecho una "invitación" al grupo de Gramsci y  Togliatti, en nombre de una pretendida "concordancia de intereses entre los obreros de la gran industria y los capitalistas de la  misma industria". Es Gramsci, quien habló  de una "financiación de Agnelli" y de  "tentativas de Agnelli de absorber al grupo  Ordine Nuovo". 
Sin embargo Gramsci no fue ni el  primero, ni el único, entre los marxistas que  vio en América el paso ideal para la  edificación de una sociedad alternativa a la  europea, que desgraciadamente "estaba  cargada de esa cubierta de plomo" que era su  tradición histórica y cultural". Es él mismo  Gramsci, en realidad, que menciona  explícitamente el interés de "León  Davidovic" (es decir, Lev Davidovich  Bronstein, alias Trotsky) por el  americanismo, sus investigaciones sobre el  American way of life y sobre la literatura  norteamericana. 
Ese interés del pensador marxista por el  americanismo se debe, explica Gramsci, a la  importancia y al significado del fenómeno  americano, que es: "el principal esfuerzo  colectivo constatado hasta entonces para  crear con una rapidez inaudita y con una  conciencia del objetivo nunca visto en la  historia, de un nuevo tipo de trabajador y de  hombre". Los logros del americanismo  hicieron nacer una especie de complejo de  inferioridad en los marxistas, que declaran  por la boca de Gramsci que "el  antiamericanismo es cómico además de ser  estúpido". 
Hablamos, más arriba, de literatura  americana. Ahora bien, una de las  manifestaciones más significativas de cultura  antifascista ocurrida durante el período  fascista fue la que tuvo lugar en 1942, con la  publicación de la antología Americana de  Elio Vittorini en la editorial Bompiani. Se dijo  con mucha razón que para Vittorini, y para  los camaradas que le sostuvieron en la  iniciativa en calidad de traductor (todos  giraban más o menos en la órbita de la  resistencia comunista clandestina), "la  literatura americana contemporánea (...) se  volvió una especie de bandera;" fue también,  o quizá sobre todo, como un manifiesto  implícito de fe antifascista que Vittorini  concibió y realizó su antología. América  debía revelarse para los lectores, como una  gran metáfora de libertad y progreso." 
El mismo año, varios antifascistas  encarcelados por el régimen fascista - entre  los cuales se encontraban los futuros dirigentes del PCI (Partido Comunista  Italiano) - brindaban por la monarquía británica: "Estaban, entre otros, Cario  Muscetta, Mario Alicata, Mario Socrate,  Antonello Trombadori, Guglielmo Petroni,  Gabriele Pepe, Marco Cesarini;" (...) Gabriele  Pepe propuso un brindis por Inglaterra,  luego por Churchill, luego por la Real Fuerza  aérea. "Bebamos por su felicidad y alegría." 
En los discursos que Palmiró Togliatti dirigía a los italianos desde Radio Moscú, la exaltación de los Estados Unidos era frecuente y tomaba a veces un verdadero acento de misticismo. He aquí resumidamente un significativo florilegio del Laudes Americae entonado por Togliatti: 8 de agosto de 1941. "Realmente debemos estar agradecidos con América, no sólo de haber dado trabajo durante tantas décadas a tantos de nuestros hermanos, sino también por el hecho de que a esos hombres, que salían de las oscuridad de un entorno social casi medieval, les hizo ver e incluir lo que es un régimen democrático moderno, lo que es la libertad (...) Mussolini y el fascismo (...) querrían hacer creer al pueblo italiano que tiene un enemigo en el pueblo americano (...). los Italianos que conocen América dicen la verdad a sus conciudadanos." Les dicen que el pueblo de los Estados Unidos es amigo de Italia, pero que es enemigo implacable de toda tiranía (...). y los Italianos que gustan de su país, que no son y no quieren ser los esclavos de ningún despotismo, tienen un nuevo motivo de  reconocimiento hacia el pueblo de los  Estados Unidos, que ayuda al pueblo italiano  no solamente a romper sus propias cadenas." 
Y 2 de enero de 1942. "A nosotros llega por las ondas otra voz. Es la voz del gran pueblo americano. En su acento masculino acompañado por el ruido de mil de fábricas que trabajan día y noche, sin parar, para forjar cañones, tanques, aviones, municiones. 
Hace un mes, América fabricaba mensualmente tantos aviones como Alemania y su vasallo conjunto. De aquí a unos meses puede que fabricará dos veces lo mismo. Treinta millones de obreros americanos juraron no retrasar su esfuerzo productivo mientras los regímenes fascistas de terror, violencia y guerras no fuesen aplastados. Buena perspectiva, por lo tanto para el nuevo año." 
Los imperialistas no se negaron a  mostrar su reconocimiento a los camaradas de Togliatti. Un ejemplo famoso es  especialmente significativo, el general McCreery decoró con la medalla de oro a Arrigo Boldrini alias "Bulow", que después de haber liderado la 28° brigada Garibaldi fue un parlamentario durante mucho tiempo del PCI. 
TOGLIATTI
Que la "Resistencia" antifascista fue un movimiento colaboracionista al servicio del invasor angloamericano, un movimiento que contribuyó a entregar a Italia al capital impérialista es un dato reconocido hoy por la historiografía comunista "herética", es decir, no alineada con la mitología de la resistencia. "La acusación que mantiene que el movimiento socialista se inserto con pleno conocimiento de causa en el frente militar de los aliados tiene evidencia histórica", escrito, por ejemplo, por un historiador que redactó varios artículos para la Enciclopedia dell' antifascismo e della resistenza. Por otra parte, ya en 1944, el órgano de un grupo comunista escribía: "por la desagregación del ejército, las bandas armadas son, objetivamente y en las intenciones de sus animadores, instrumentos del mecanismo de guerra ingles". 
Los antifascistas de Badoglio, católicos,  liberales y socialdemócratas no tuvieron, terminada la guerra, ninguna dificultad para admitir el carácter colaboracionista de la "Resistencia" con los Americanos, ya que en los años de la posguerra sus partidos siguieron estando subordinados a la política de los Estados Unidos y numerosos  "partidarios blancos" siguieron sus  actividades americanofilas en los "Partidos  demócratas", en el periodismo o en las filas  del contraespionaje o de la red Gladio. Los  comunistas, que por causa de la "guerra fría"  se encontraron alineados con la URSS,  pretendieron crear una imagen patriótica de  la "Resistencia" y asignar a su acción el  mérito exclusivo de la derrota nazi-fascista. 
Como si los Angloamericanos nunca  hubiesen existido. Como si la acción de los antifascistas no había sido apoyada y había sido financiada por los impérialistas occidentales (además de los capitalistas del Norte hostiles a la socialización de las empresas públicas por la República social). En el Sur ocupado, algunas formaciones de la  extrema-izquierda se habían puesto inmediatamente a disposición de los invasores angloamericanos "para liberar" el resto del territorio de la península. En Campania por ejemplo, había nacido el Partido socialista-revolucionario italiano, que entre sus objetivos inmediatos tenía el "de ayudar a los angloamericanos en la liberación del territorio restante de la península". "Después de haber acogido a los aliados como liberadores, los socialista- revolucionarios se habían entrevistado, en Salerno, con el General Clark." Le pidieron entonces poder asistir a las tropas americanas en su entrada en Nápoles y participaron, además en los tratos para la constitución de los Grupos de combatientes italianos." 
En el Norte, en febrero de 1943, el Partido comunista, el Partido de acción, el Partido proletario para una República socialista y el Partido social-cristiano, se habían puesto en contacto con el OSS, el servicio secreto americano, por medio de un agente de conexión de primer orden: el ingeniero Adriano Olivetti, amigo de Cario Rosselli. 
La dependencia económica de los antifascistas del CLNAI con los angloamericanos fue formalizada por un documento de cinco páginas redactado en inglés, los Protocolos de Roma, que fue firmado el 7 de diciembre de 1944 por el general británico Henry Maitland Wilson, el comandante general combinado en el Mediterráneo y por los jefes antifascistas: Alfredo Pizzoni (Pietro Longhi), Ferrucio Parri (Maurizio), Giancarlo Pajetta (Charca), Edgardo Sogno (Mauri). 
Gral WILSON
Los signatarios se comprometían a realizar, durante el conflicto, el trabajo sucio de los Aliados; se comprometían a nombrar como jefe militar del Cuerpo de los voluntarios de la libertad a un funcionario autorizado por los Angloamericanos; se comprometían a realizar cualquier orden que les dieran los Angloamericanos después de la "liberación" del territorio italiano. Y el CLNAI, contra parte, era reconocido por los Angloamericanos como el único Gobierno, de hecho y derecho, de Italia del Norte. 
  En el apartado 5 del documento se estableció en estos términos la financiación destinada a las actividades antifascistas: "Durante el período de dominio enemigo en el norte de Italia se dará toda asistencia al CLNAI, conjuntamente con todas las organizaciones antifascistas, para cubrir las necesidades de sus miembros que son contratados en la oposición al enemigo en los territorios ocupados." El Comandante combinado hará una contribución mensual que no excederá ciento sesenta millones de liras para cubrir los gastos del CLNAI y de todas las demás organizaciones antifascistas." 
Traducido a buen español eso significa que los imperialistas atlánticos asignaban una financiación mensual de ciento sesenta millones de liras (valor de entonces) a sus colaboradores antifascistas!... 
Los Protocolos de Roma estipulaban, pues, que el Comitato di Liberazione Nazionale Alta Italia subordinaba formalmente la resistencia a la estrategia militar angloamericana y la ponía, como escribió un autor comunista "bajo la dependencia directa de los aliados", mientras que la Orden de los voluntarios de la libertad se reconocía como el ejecutor de los órdenes de la orden principal combinada. 
Ya antes de los Protocolos, los "patriotas" se habían puesto al servicio de los "liberadores", la prueba es que el general Alexander les había pedido: "Matemos a los Alemanes, pero para poder huir rápidamente y volver a atacar (...) los grupos de patriotas de Italia del Norte deben destruir las líneas ferroviarias y si es posible telefónicas, y hacer descarrilar los trenes." Destruid las instalaciones telegráficas y telefónicas." 
Pero dejemos la palabra a Renzo de Felice: "Los acuerdos de Roma aportaron a la Resistencia ciento sesenta millones de liras." Fue la salvación. Y Harold Mac Millan, responsable de la política inglesa en el Mediterráneo, pudo escribir en sus memorias un comentario salvaje y de satisfacción: "quién paga la orquesta decide la danza." 
"Para la Resistencia, era imposible romper con los Aliados, eso habría sido una catástrofe económica (el mismo Parri en su Memoriale sull' unita della Resistenza, escrito en 1972, precisa que esa ruptura habría conseguido "la derrota")". "Los Aliados sabían que tenían en mano las mejores tarjetas:" la fuerza militar y las ayudas económicas. Si para mantener un resistente, al final de 1943, era necesario mil liras, a principios de 1945 costaba mas de mil, o incluso ocho mil en las zonas donde la vida era más costosa. La cuestión económica se había vuelto política. Un ejército tan grande ya no podía autofinanciarse: los requerimientos, los impuestos revolucionarios, los golpes de mano del suministro, en otros términos la rapiña, el gran bandolerismo, los vuelos, comprometían, en ese largo invierno de 1944, la imagen misma del movimiento resistente. 
Seguir en lo mismo habría sido catastrófico en términos de resultados. Era necesario racionalizar el sistema de financiación más allá de las subvenciones de los industriales y ayudas de los servicios secretos ingleses y americanos. Eso era el trabajo de Pizzoni. El dinero de los Aliados llegaba a Milán por el Sur y pasaba por Suiza." 
En 1944, frente al espectáculo de una extrema izquierda subvencionada por los Angloamericanos, el fascista republicano Stanis se dirigió a uno de sus viejos amigos, que del fascismo antiburges se había inclinado hacia el comunismo: "A riesgo de pasar por un ingenuo, confesó no entender cómo hombres que se declaraban revolucionarios, socialistas, comunistas, anarquistas - y que por sus ideales habían sufrido el exilio, podían aplaudir la Inglaterra plutocrática y la América que en nombre de la democracia y la libertad democrática devastaban Europa." "Sé de antemano tu respuesta." Como revolucionario no te gusta Hitler y no tienes confianza en Mussolini. ¿Pero cómo puedes confiar en la Inglaterra imperialista que traicionó al Persa, aplasto la República, oprimió durante tanto tiempo la India y Egipto y asume el derecho quitar la libertad  y dirigir tantos pueblos? (...) ¿Cómo haces para reconciliar tus ideales revolucionarios con los de Churchill y Roosevelt?" 
Gracias a Dios, que rápidamente el Mariscal Stalin obligó a estos "hombres que se declaraban revolucionarios" a desconfiar de "la Inglaterra plutocrática" y en "la América". Pero ellos tuvieron hijos y nietos, que pretenden dar lecciones de antimperialismo, exigir testimonios e imponer prejuicios, para rechazar, indignados, todas las hipótesis de frente común con los neofascistas verdaderos o presuntos. Estos hijos y nietos harían bien en estudiar la historia de su familia y de reflexionar, si no quieren repetir el error de sus abuelos que durante un determinado período bailaron la música elegida por los que les pagaban en dólares y en libras esterlinas..

Claudio Mutti

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