Publicado por Revista Cabildo Nº10
Mes de Septeimbre de 2000-3era-Época
Apología de lo pérfido-
Palenques para rascarseNo hace mucho un abogado (cuyo nombre no interesa) denunció por apología del crimen a un militar (cuyo nombre interesa menos aun) porque en una carta recién descubierta —escrita hace un montón de años— trató con deferencia y encomio a otro oficial, condenado por irregularidades en la represión del terrorismo. Un caso tan increíble como similar al de Astiz. La curiosa denuncia se abrió camino por los tribunales, a pesar de la enorme cantidad de juicios gravísimos que esperan tratamiento antes de que se produzcan prescripciones.
En relación a recientes acontecimientos, daría la impresión que algo cambió, o puede cambiar. ¿Será?, son las mismas personas adoptando distintas posiciones. Publicaciones de este estilo deseariamos mostrar a menudo.http://elquijotesiglo21.blogspot.com.ar/
Generosas prescripciones, cada vez más repetidas, sobre todo cuando se trata de delitos perpetrados en el ejercicio de la función pública. La señora María Julia Alsogaray, de quien se sospecha que ha ahorrado demasiada plata en proporción con sus ingresos laborales, ha llevado años sin ser indagada por el juez, que una vez la citó sin fijarle fecha para comparecer (cfr. La Na¬ción, 26/6/00). Un pequeño detalle unido a otro un poco más voluminoso: obviamente los apetecibles bienes que se le conocen a la cuasi diva, en el país y en el extranjero, pasaron años sin ser embargados. Hace acordar a la inspección ocular que le hicieron para el tiempo de Ñaupa al departamento del Intendente de Lujo, que legó a Buenos Aires los cepos y las pérdidas millonadas. El diario antes citado dice en otra parte algo que debería movilizar a la justicia y a los letrados celosos como el recordado al principio de la presente. Se están activando ahora las causas contra ex funcionarios menemistas "que perdieron la protección política de que gozaban". Un interrogante más, sin abrir juicio (que lo haga algún fiscal) sobre el responsable de "la maravillosa transformación nacional" y del intendente de marras, de la pista de Anillaco y los excelentes colaboradores desde el tiempo de la leche podrida y las valijas, hasta la destrucción de los ferrocarriles y la "privatización" de caminos hechos y derechos, etc., etc. ¿No se ha dado el caso de formularle algunas preguntas desde el estrado? Pero no somos ingenuos, ya sabemos lo ocurrido (o no ocurrido) con las hazañas del régimen alfoncínico. Y que, por supuesto, entre bueyes..., etc. Lo cual bien conocen la D'ranghetta y L'omertá. Y ahora el escándalo de los senadores coimeros y los funcionarios del Ejecutivo proveedores de las dádivas para infligirle una buena estocada a los obreros. La más democrática de las náuseas.
Piano piano
Pero no debemos desanimarnos por los bemoles de la Justicia "andante ma non troppo". Hay en compensación "justicieros" ejemplares que funcionan con una rapidez vertiginosa, pronunciándose por supuesto antes que los tribunales legales. Sobre todo cuando se trata de temas caros a los dueños del poder real. El director del Museo Nacional de Bellas Artes, don Jorge Glusberg. ya anunció corajudamente, casi como el gaucho Cruz, que le pedirá la renuncia a la presidenta de la Asociación de Amigos del Museo —Nelly Arrieta de Blaquier— acusada por la Agrupación Hijos de supuestas desapariciones de personas ocurridas en algunas de sus empresas (cfr. La Prensa, 28/7/00).
No es nuestro propósito analizar aquí tantos casos en sus aspectos jurídicos y técnicos, sino relacionarlos con otras situaciones también merecedoras de atención judicial, que afectan espiritualmente al cuerpo social por las graves violaciones al orden natural, por la infestación de las costumbres y la lamentable indefensión de los sectores más perjudicados. Pasemos por alto la ligereza con que últimamente se tratan los atropellos contra el pudor y los usos civilizados, tan clara en la resolución aquella que consideraba inatacable penalmente cierta exhibición abundante y pública de una persona de sexo femenino, como dice el parte. Es peor lo que comentaba un viejo vecino de Palermo. "Mire, decía, estoy prácticamente sitiado por los travestís, cada día más insolentes y agresivos, hasta el punto de tenerla a raya a la misma policía. Si la vez pasada aporrearon a los agentes cuando efectuaban un procedimiento, para qué le voy a contar cómo se comportan con la gente desarmada. Y ahora, en la cima de la impotencia irracional pretenden filmarlos. ¿Me quiere decir para qué? Figúrese, el otro día saqué a pasear a un sobrino de unos 5 años y tuve que mirar, a un lado y respirar hondo con le puños crispados, sin saber si suspirar hondo o callar ante algunas preguntas frescas del chiquito. ¿Cómo explico lo que es un pu...? —decía el hombre con lenguaje indisimuldo: cuando yo era chico ni se im ginaban esas cosas los chicos. Ahí ra las están poniendo en las narices de los niños y jóvenes. Evidentemente se trata de un proceso de quebrantamiento diseñado y que : vaya al diablo los que no creen en la 'conspiración . Bueno, ya se sabe que hay muñequitos gays. No sé: me parece que la gente y los vigías que deberian cuidar las co tumbres no advierten bien lo que ocurre, como si estuvieran anestesiados. En esto tiene mucho que ver la deformación cultural de los espectáculos, el pretexto del arte poblado de manfloros y manejados por cierta crítica enrolada en la exploración de distintas preferencia sexuales y la difusión de confidecias de sábanas o cámaras ocultas
Kulturkamf
Últimamente se produjo un escándalo ejemplar (valga la contra dicíio in adjecto). No por la exhitación de un desnudo explícito mezclado porque sí en una obra de teatro sino por el estallido brutal... ¡de un caso de censura! Ocurrió en la mediterránea y tal vez atávica, provine de Santiago del Estero, zona evidentemente primaria, de sólo un par de sexos. Parece que las autoridades provinciales —titulares del teatro en cuestión— han tenido que ver en tropelía, invocando con bronca voz arcaicas ideas sobre la moralidad popular. Inclusive el propio gobernador habría dicho —y esto ha colmado de asombro e indignación— que "el Estado es custodio de la moral pública santiagueña". El revuelo ha sido tan grande que —como ya quedó dicho por don Víctor Eduardo Ordóñez— debió intervenir el secretario de Cultura de la Nación y vocero presidencial, don Darío Lopérfido, pasando raudamente por sobre cualquier prejuicio federal. Una vez más ha tenido que salir a la palestra. Como lo hiciera hace poco, para poner las cosas en su lugar explicando diáfana y oficialmente quién había pagado las expansiones sexuales del delfín presidencial, sea en el Sur, sea en Miami. Pero en esto de ahora se ha erguido aún más, con toda su energía moral: "No quiero pensar que el gobernador es cómplice o tiene actitudes fascistas. No quiero que mi país, en materia cultural, sea visto como un retrógrado". Seguramente estaba tonificado con la sanción, en la Capital Federal, de la Ley Olivera (de Fornicación Asistida). De tal manera profundizó decidiendo que "hay que buscar los recursos (¿apelando a fondos reservados para "diferentes"?) para que la obra se represente en esa ciudad (Santiago). Ya sea —enfatizó— en una carpa o en un club o en otro lugar .
En fin, el señor Lopérfido, acaba de entregar ahora el segundo aporte cultural de su vida: "Reuitalizando la gestión cultural", se llama su ópera magna publicada en La Nación (22/8/00). Lo ha hecho ajustándose al espeso hermetismo que exigen los suplementos culturales del referido periódico. Ciertamente nadie ha entendido nada. A no ser su vocación federal-unitaria, su estatismo-privatista, su recomendación de un "virus" profesional, la defensa de la "diversidad", su fobia a la frivolidad (sic), la creación del "Indec" (?) y sus avanzadas tratativas con FLACSO (¡ah picarón!). Como es sabido, el primer aporte cultural —un corto de propaganda de las Abuelas de Plaza de Mayo— acaba de merecer la complacencia de la señora Carlotto.
Justicia
Sabemos —conociendo los resabios neonazimedievales de la Argentina— que se levantarán voces para acusar a muchas de estas cosas de traición y deslealtad a la tradición criolla, de infidelidad a la verdad y a los preceptos jurídicos y morales. Pero de algo estamos bien seguros, porque la justicia del establishment se va imponiendo inexorable en este ya exangüe siglo XXI: llegará el día en que se haga la Apología de Lopérfido.
J.E.O.
Piano piano
Pero no debemos desanimarnos por los bemoles de la Justicia "andante ma non troppo". Hay en compensación "justicieros" ejemplares que funcionan con una rapidez vertiginosa, pronunciándose por supuesto antes que los tribunales legales. Sobre todo cuando se trata de temas caros a los dueños del poder real. El director del Museo Nacional de Bellas Artes, don Jorge Glusberg. ya anunció corajudamente, casi como el gaucho Cruz, que le pedirá la renuncia a la presidenta de la Asociación de Amigos del Museo —Nelly Arrieta de Blaquier— acusada por la Agrupación Hijos de supuestas desapariciones de personas ocurridas en algunas de sus empresas (cfr. La Prensa, 28/7/00).
No es nuestro propósito analizar aquí tantos casos en sus aspectos jurídicos y técnicos, sino relacionarlos con otras situaciones también merecedoras de atención judicial, que afectan espiritualmente al cuerpo social por las graves violaciones al orden natural, por la infestación de las costumbres y la lamentable indefensión de los sectores más perjudicados. Pasemos por alto la ligereza con que últimamente se tratan los atropellos contra el pudor y los usos civilizados, tan clara en la resolución aquella que consideraba inatacable penalmente cierta exhibición abundante y pública de una persona de sexo femenino, como dice el parte. Es peor lo que comentaba un viejo vecino de Palermo. "Mire, decía, estoy prácticamente sitiado por los travestís, cada día más insolentes y agresivos, hasta el punto de tenerla a raya a la misma policía. Si la vez pasada aporrearon a los agentes cuando efectuaban un procedimiento, para qué le voy a contar cómo se comportan con la gente desarmada. Y ahora, en la cima de la impotencia irracional pretenden filmarlos. ¿Me quiere decir para qué? Figúrese, el otro día saqué a pasear a un sobrino de unos 5 años y tuve que mirar, a un lado y respirar hondo con le puños crispados, sin saber si suspirar hondo o callar ante algunas preguntas frescas del chiquito. ¿Cómo explico lo que es un pu...? —decía el hombre con lenguaje indisimuldo: cuando yo era chico ni se im ginaban esas cosas los chicos. Ahí ra las están poniendo en las narices de los niños y jóvenes. Evidentemente se trata de un proceso de quebrantamiento diseñado y que : vaya al diablo los que no creen en la 'conspiración . Bueno, ya se sabe que hay muñequitos gays. No sé: me parece que la gente y los vigías que deberian cuidar las co tumbres no advierten bien lo que ocurre, como si estuvieran anestesiados. En esto tiene mucho que ver la deformación cultural de los espectáculos, el pretexto del arte poblado de manfloros y manejados por cierta crítica enrolada en la exploración de distintas preferencia sexuales y la difusión de confidecias de sábanas o cámaras ocultas
Kulturkamf
Últimamente se produjo un escándalo ejemplar (valga la contra dicíio in adjecto). No por la exhitación de un desnudo explícito mezclado porque sí en una obra de teatro sino por el estallido brutal... ¡de un caso de censura! Ocurrió en la mediterránea y tal vez atávica, provine de Santiago del Estero, zona evidentemente primaria, de sólo un par de sexos. Parece que las autoridades provinciales —titulares del teatro en cuestión— han tenido que ver en tropelía, invocando con bronca voz arcaicas ideas sobre la moralidad popular. Inclusive el propio gobernador habría dicho —y esto ha colmado de asombro e indignación— que "el Estado es custodio de la moral pública santiagueña". El revuelo ha sido tan grande que —como ya quedó dicho por don Víctor Eduardo Ordóñez— debió intervenir el secretario de Cultura de la Nación y vocero presidencial, don Darío Lopérfido, pasando raudamente por sobre cualquier prejuicio federal. Una vez más ha tenido que salir a la palestra. Como lo hiciera hace poco, para poner las cosas en su lugar explicando diáfana y oficialmente quién había pagado las expansiones sexuales del delfín presidencial, sea en el Sur, sea en Miami. Pero en esto de ahora se ha erguido aún más, con toda su energía moral: "No quiero pensar que el gobernador es cómplice o tiene actitudes fascistas. No quiero que mi país, en materia cultural, sea visto como un retrógrado". Seguramente estaba tonificado con la sanción, en la Capital Federal, de la Ley Olivera (de Fornicación Asistida). De tal manera profundizó decidiendo que "hay que buscar los recursos (¿apelando a fondos reservados para "diferentes"?) para que la obra se represente en esa ciudad (Santiago). Ya sea —enfatizó— en una carpa o en un club o en otro lugar .
En fin, el señor Lopérfido, acaba de entregar ahora el segundo aporte cultural de su vida: "Reuitalizando la gestión cultural", se llama su ópera magna publicada en La Nación (22/8/00). Lo ha hecho ajustándose al espeso hermetismo que exigen los suplementos culturales del referido periódico. Ciertamente nadie ha entendido nada. A no ser su vocación federal-unitaria, su estatismo-privatista, su recomendación de un "virus" profesional, la defensa de la "diversidad", su fobia a la frivolidad (sic), la creación del "Indec" (?) y sus avanzadas tratativas con FLACSO (¡ah picarón!). Como es sabido, el primer aporte cultural —un corto de propaganda de las Abuelas de Plaza de Mayo— acaba de merecer la complacencia de la señora Carlotto.
Justicia
Sabemos —conociendo los resabios neonazimedievales de la Argentina— que se levantarán voces para acusar a muchas de estas cosas de traición y deslealtad a la tradición criolla, de infidelidad a la verdad y a los preceptos jurídicos y morales. Pero de algo estamos bien seguros, porque la justicia del establishment se va imponiendo inexorable en este ya exangüe siglo XXI: llegará el día en que se haga la Apología de Lopérfido.
J.E.O.