ESTEBAN SANCHEZ MALAGÓN- SI BOFE LO DICE… ASÍ DEBE SER…
AFINIDADES ENTRE
LA ENCÍCLICA “LAUDATO SI”
Y LA “CARTA DE LA TIERRA”
News
2015.08.31
Leonardo Boff: Afinidades entre la Encíclica “Laudato Si” y la “Carta de la Tierra”
Afinidades entre la encíclica sobre “el cuidado de la Casa Común” y la “Carta de la Tierra, nuestro Hogar”
Leonardo Boff
27/07/2015
La encíclica
“Cuidado de la Casa Común” y la “Carta de la Tierra” tal vez sean los
dos únicos documentos de relevancia mundial que presentan tantas
afinidades comunes. Tratan del estado degradado de la Tierra y de la
vida en sus varias dimensiones, fuera de la visión convencional que se
restringe al ambientalismo. Se inscriben dentro del nuevo paradigma
relacional y holístico, el único, así nos parece, capaz de darnos
todavía esperanza.
La encíclica
conoce la Carta de la Tierra que cita en uno de los puntos más
fundamentales: «me atrevo a proponer nuevamente su precioso desafío:
como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un llamado a
buscar un nuevo comienzo» (n. 207). Ese nuevo comienzo es asumido por el
Papa.
Enumeremos, entre otras, algunas de esas afinidades.
En primer
lugar aparece el mismo espíritu que atraviesa los textos: de forma
analítica, recogiendo los datos científicos más seguros, de forma
crítica, denunciando el actual sistema que produce el desequilibrio de
la Tierra, y de forma esperanzadora, apuntando salidas salvadoras. No se
rinde a la resignación sino que confía en la capacidad humana de forjar
un nuevo estilo de vida y en la acción innovadora del Creador,
“soberano amante de la vida” (Sab 11, 26).
Hay un mismo
punto de partida. Dice la Carta: «Los patrones dominantes de producción
y consumo están causando devastación ambiental, agotamiento de recursos
y una extinción masiva de especies» (Preámbulo, 2). Repite la
encíclica: «basta mirar la realidad con sinceridad para ver que hay un
gran deterioro de nuestra casa común… el actual sistema mundial es
insostenible desde diversos puntos de vista» (n.61).
Hay la misma
propuesta. Afirma la Carta: «Se necesitan cambios fundamentales en
nuestros valores, instituciones y formas de vida» (Preámbulo, 3). La
encíclica enfatiza: «Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone
cambios profundos en los estilos de vida, los modelos de producción y
de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la
sociedad» (n.5).
Una gran
novedad, propia del nuevo paradigma cosmológico y ecológico, es esta
afirmación de la Carta: «Nuestros retos ambientales, económicos,
políticos, sociales y espirituales, están interrelacionados y juntos
podemos forjar soluciones incluyentes» (Preámbulo, 3). Hay un eco de
esta afirmación en la encíclica: «hay algunos ejes que atraviesan toda
la encíclica: la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del
planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la
invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso,
el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología y la
propuesta de un nuevo estilo de vida» (n. 16). Aquí toma valor la
solidaridad entre todos, la sobriedad compartida y «pasar de la avidez a
la generosidad y a saber compartir» (n.9).
La Carta
afirma que «hay un espíritu de parentesco con toda la vida» (Preámbulo
4). Lo mismo afirma la encíclica: «Todo está relacionado, y todos los
seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas… y nos unimos
también, con tierno cariño, al hermano sol, a la hermana luna, al
hermano río y a la Madre Tierra» (n.92). Es la franciscana fraternidad
universal.
La Carta De
la Tierra enfatiza que es nuestro deber «respetar y cuidar de la
comunidad de vida… respetar la Tierra en toda su diversidad» (I, 1).
Toda la encíclica, comenzando por el título “cuidar de la Casa Común”
hace de ese imperativo una especie de ritornelo. Propone «alimentar una
pasión por el cuidado de mundo» (n. 216) y «una cultura del cuidado que
impregne toda la sociedad» (n. 231). Aquí surge el cuidado no como mera
benevolencia puntual sino como un nuevo paradigma, amoroso y amigo de la
vida y de todo lo que existe y vive.
Otra
afinidad importante es el valor asignado a la justicia social. La Carta
mantiene una fuerte relación entre ecología y «la justicia social y
económica» que «protege a los vulnerables y sirve a aquellos que sufren»
(n.III, 9 c). La encíclica alcanza uno de sus puntos altos al afirmar
«que un verdadero planteo ecológico debe integrar la justicia para oír
tanto el grito de la Tierra como el grito de los pobres» (n.49; 53).
Tanto la
Carta de la Tierra como la encíclica subrayan contra el sentido común
vigente que «cada forma de vida tiene valor, independientemente de su
uso humano» (I, 1, a). El Papa reafirma que «todas las criaturas están
conectadas, cada una debe ser valorada con afecto y admiración, y todos
los seres nos necesitamos unos a otros» (n.42). En nombre de esta
comprensión hace una vigorosa crítica al antropocentrismo (nn.115-120),
pues solamente ve la relación del ser humano con la naturaleza usándola y
devastándola y no al contrario, olvidando que él forma parte de ella y
que su misión es la de ser su guardián y cuidador.
La Carta de
la Tierra formuló una definición de paz de las más felices que han sido
elaboradas por la reflexión humana: «la plenitud que resulta de las
relaciones correctas consigo mismo, con otras personas, con otras
culturas, con otras vidas, con la Tierra y con el Todo del cual somos
parte» (16, f). Si la paz, según el Papa Pablo VI, es «el equilibrio del
movimiento» entonces la encíclica dice que el «equilibrio ecológico
tiene que ser el interior con uno mismo, el solidario con los demás, el
natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios» (n.210). El
resultado de ese proceso es la paz perenne tan ansiada por los pueblos.
Estos dos
documentos son faros que nos guían en estos tiempos sombríos, capaces de
devolvernos la necesaria esperanza de que todavía podemos salvar la
Casa Común y a nosotros mismos.
∞∞∞
El mismo espíritu atraviesa los textos…
Un mismo punto de partida…
La misma propuesta…
Nuevo paradigma cosmológico y ecológico…
Valor asignado a la justicia social…
Una definición de paz de las más felices…
Estos dos documentos son faros que nos guían en estos tiempos sombríos…
Si Bofe lo dice… Así debe ser…
Y así será…