El rejunte parasitario. Por Nicolás Márquez.
Fue bajo la demagógica consigna que
invitaba a ir a “La Plaza de los Artistas”, que toda la servil comparsa
de vividores que durante el gobierno más corrupto de la historia
argentina gozaron de grandilocuentes estipendios a cambio de una
vergonzosa sumisión, que parte de esta volvió al ruedo convocando a un
festival en Parque Saavedra (CABA), cuyo éxito y estructura no fue el de
otrora: ya no tuvieron al generoso régimen que les proveía de
propaganda, parafernalia, honorarios y micros cargados de militantes
subsidiados.
En este empobrecido contexto, alicaídos
personajes de la farándula como Fernán Mirás, Gustavo Garzón, Gastón
Pauls, Nancy Dupláa, Gerardo Romano, Pablo Echarri y el inefable Fito
Páez (que fungió como estrella del evento), convocaron “al pueblo” en
defensa de la “Alegría, el Trabajo y la Libertad”, valores que
curiosamente jamás representaron al kirchnerismo: la alegría fue
permutada por el odio militante, el trabajo fue cambiado por el
humillante plan social y la libertad fue cercenada como nunca en la
historia democrática reciente.
A la comparsa antedicha hay que sumarle
la presencia de políticos y figurones que, nostálgicos de un próspero
pasado personal, también se hicieron presentes para conmemorar y
reivindicar los vergonzosos años del latrocinio kirchnerista: las
cantantes Teresa Parodi y Marilina Ross; las actrices Graciela Dufau y
Luisa Kuliok; el periodista Carlos Polimeni y el tanguero militante
Guillermo Fernández, fueron algunos de los refunfuñadores que acudieron a
rememorar los tiempos de la plata fácil a costa de los demás. También
se dieron cita los ex funcionarios Carlos Tomada, Axel Kisciloff, Carlos
Zanini y Martín Sabatella, todos coprotagonistas de lujo durante el
latrocinio nacional y popular que padeció nuestro desdichado país
durante 12 interminables años.
Algunas de las caras de la “alegría” que pudieron verse en el nostálgico carnaval kirchnerista.
Uno de los voceros más preponderantes
del amontonamiento progresista, el galán venido a menos Pablo Etcharri,
públicamente sostuvo: “Somos un grupo de artistas cada vez
más nutrido que participó de un encuentro
de alegría, trabajo y libertad. Las actitudes del Gobierno se están
poniendo en tela de juicio” y añadió “Es un espacio de pensamiento a
través del arte, la canción, la poesía. Lo más
importante que ganamos los argentinos en los últimos años es
poder expresarnos libremente, sin miedo. Estamos militando por eso,
poder decir lo que sentimos y decir qué clase de país queremos”
sentenció el pensador, a quien cabría decirle que el país que él y sus
secuaces quieren ya fue rechazado por “el pueblo” en las recientes
elecciones de fines del año pasado.
Etcharri
desesperado: como actor es un galancito y como “ideólogo popular”,
también es un galancito. Pero los años pasan, los galanes se renuevan y a
Etcharri se le acortan las perspectivas del “curro”
Tal como había sido anticipado, el
juglar Fito Páez (que hasta el año pasado cobraba dos millones de pesos
del Estado por cantar las mismas melodías simplonas de siempre en cada
recital proselitista), cerró la noche con su profundo hit “Mariposa
Tecnicolor”, en esta ocasión secundado por una coreografía acorde con su
calidad artística: la murga villera “Los Auténticos Reyes del Ritmo”
subieron al escenario a desplegar su tribalismo corporal, al compás del
millonario Páez y del resto de las “personalidades de la cultura” que se
aunaron para recordar los años dorados en los cuales ganaban mucho más
de lo que su talento les permitía.
Fito
Páez y su murga. Sobrados motivos tiene el juglar progresista para
sentir afecto por el kirchnerismo: cobraba dos millones de pesos por
cantar las mismas huevadas de siempre.
Como nota de color, llamó mucho la
atención la ausencia del payador más representativo de la era
kirchnerista, nos referimos a Ignacio Copani. Pero claro, ocurre que en
esta ocasión los cantantes, ya sin el Estado que los financie ni gente
dispuesta a pagar una entrada por ellos, no tuvieron más remedio que
actuar ad honorem, idea que al parecer a Copani no le copó.
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