FURIBUNDO ARTÍCULO DE SÁNCHEZ DRAGÓ CONTRA FRANCISCO
[Ha aparecido hoy en una columna del periódico “El Mundo”. Al leerlo
mientras comía, casi me atraganto. El escritor no es católico y en
ocasiones se ha mostrado muy ufano de su conducta amatoria totalmente al
margen de la moral católica. Además tiene libros proclives a culturas y
religiones orientales. Creo que siempre se ha manifestado anticomunista
visceral. Ésa puede ser la razón de su alegato. Yo no he leído nada
así, en blogs y comentaristas ” tradis” ni ” sedes” aunque en
comentarios de ” conciliares” conservadores, sí he leído cosas del mismo
tenor.
Hago excepción de los “modernistas” partidarios de Benedicto que
tambiēn se muestran vitriólicos en sus comentarios. En fin aquí les
dejo el artículo de hoy día de San Valentín en El Mundo.]
Incapacitación
(Fernando Sánchez Dragó, en El Mundo )
¿Se
puede y se debe incapacitar a un Papa? Imaginemos que el Pontífice de
turno se vuelve loco, se cree Napoleón, se encasqueta, en vez del
solideo o la tiara, un sombrero de dos picos y utiliza la mano diestra
no para bendecir, sino para llevársela al pecho por el resquicio de la
botonadura. Imaginemos que imagina que habla con Dios. Bueno, eso no,
porque todos los Papas están convencidos de que es así, y quienes los
eligen, también.
En 1294 el ermitaño escogido para ocupar el solio de Pedro con el nombre de Celestino
V abdicó a los cinco meses de su nombramiento al darse cuenta de que no
rayaba a la altura de tan difícil misión.Cuatro lustros después fue
canonizado por Clemente V, homosexual notorio al que en los círculos gay
de Avignon llamaban Flora. Su afeminamiento no le impidió aliarse con
Felipe IV el Hermoso para poner fuera de la ley la Orden del Temple y
pasar a horca, hoguera y cuchillo a sus monjes.
Pero no quiero hablar hoy de esa fechoría, sino de la necesidad de meter en cintura al hereje Francisco si se niega a cambiar el rumbo de su pontificado o a dimitir.
Bonifacio VIII sentó la doctrina de que «el Romano Pontífice es libre para abdicar de su cargo» y Ratzinger
la aplicó. Muchas voces de peso y rango demandan ya en un reciente
manifiesto la incapacitación del réprobo que está poniendo en serio
peligro el futuro de la Iglesia al aliarse con todos sus enemigos,
burlarse de los creyentes -«¿Acaso tienes la manos atadas?», espetó hace
poco a un pobre feligrés que oraba, con ellas juntas, a la entrada de
las grutas del Vaticano-, meter el báculo y la pata en cuestiones
sociales y políticas que no son de su incumbencia, y proponer una
gaseosa «revolución de la ternura».
Fue su
antecesor quien habló de la necesidad de «vincular la Iglesia a la
palabra de Dios frente a todos los intentos de adaptación y alteración
inspirados por el oportunismo».
Relea usted, cura
Paco (no le ofenderé llamándole Santidad), lo que escribió santa
Catalina de Siena, doctora de la Iglesia, en su carta a Gregorio IX:
«Dios os ha concedido autoridad y la habéis asumido. Si no estáis
dispuesto a emplearla, sería mejor que abandonaseis el cargo». De no
hacerlo, que el ‘impeachment’ propuesto por algunos purpurados ataje sin
demora sus payasadas y sus blasfemias. Lo pido, como ellos, ‘in nomine
Dei’. Yo no soy ateo; usted, sí.