El puzzle de la guerra civil siria
El nuevo alto el fuego en Siria
está más próximo. Así lo sostienen Estados Unidos y Rusia tras las 10
infructuosas horas de encuentro que el secretario de Estado de Estados
Unidos John Kerry y su homólogo ruso Sergei Lavrov mantuvieron el
viernes en Ginebra. “Estamos cerca”, confirmó Kerry. “No queremos un
acuerdo por un acuerdo, queremos hacer algo que sea efectivo para el
pueblo de Siria, para la estabilidad de la región y que permita volver a
la mesa [de negociaciones] para buscar una solución política”, agregó.
Equipos técnicos de ambos países, enfrentados en el laberinto sirio,
seguirán discutiendo “los asuntos técnicos pendientes para que se puedan
dar los pasos necesarios para superar la profunda desconfianza que
existe en todas las partes”, detalló el demócrata.
Cinco años,
unos 400.000 muertos y millones de desplazados después, el conflicto
sirio es un complejo puzzle que involucra a una miríada de actores
locales -representantes de diferentes filiaciones sectarias, étnicas e
ideológicas- y a potencias internacionales y regionales.
RÉGIMEN.
Damasco
controla alrededor del 35% de su territorio, y entre esas zonas están
la capital, la costa mediterránea, la mayor parte de Alepo y las
ciudades de Homs y Hama. Aproximadamente el 60% de la población siria
vive bajo su dominio. Además del amplio respaldo de Rusia e Irán, el
ejército sirio -unos 200.000 efectivos- batalla codo a codo con miembros
de la milicia chií libanesa Hizbulá y un conglomerado de brigadas
sirias pro gubernamentales. Combate a una legión de facciones rebeldes
-seculares, islamistas o yihadistas-; a los kurdos y al autodenominado Estado Islámico.
OPOSICIÓN.
La
constelación de grupos rebeldes que forma la oposición a Asad domina un
12% del territorio. En el campo de batalla, el principal actor es Jaish
al Fatah (el Ejército de la Conquista), una alianza de facciones
islamistas como Ahrar al Sham que incluye al extinto Frente al Nusra.
Tiene su principal feudo en la provincia de Idlib. Combate al régimen,
el IS y los kurdos.
JABHAT FATEH AL SHAM.
A
finales del pasado julio el Frente Al Nusra, hasta entonces sucursal
siria de Al Qaeda, soltó amarras con la organización que dirige Ayman al
Zawahiri y su líder Mohamed Golan rebautizó el grupo como Jabhat Fateh
al Sham (Frente para la Conquista de Siria, en árabe). A diferencia del
Estado Islámico -con el que libra una dura rivalidad-, la popularidad y
el potencial militar de este movimiento -aliado del Ejército Libre
Sirio- está en alza. Encabezó la contraofensiva en la ciudad de Alepo
que rompió a principios de este mes el asedio gubernamental sobre el
este de la villa. Tras el cambio de marca, sus dirigentes negocian una
gran fusión de grupos islamistas y yihadistas en el norte de Siria.
“Desde el punto de vista de Estados Unidos estas mejoras sólo cementan
el dilema de cómo ejercer presión sobre el régimen y Rusia con el fin de
facilitar una transición política sin acrecentar el poder de Jabhat
Fateh al Sham”, advierte el experto en yihadismo Ayman al Tamimi.
ESTADO ISLÁMICO.
A
pesar de las derrotas que encadena desde 2015, la organización de Abu
Bakr al Bagdadi mantiene bajo su yugo un 35% de Siria, en su mayor
parte, territorio deshabitado. Las huestes del califato tienen su
capital en la ciudad siria de Raqqa. Sus militantes libran batalla
contra el régimen, los rebeldes y los kurdos.
KURDOS. Las Unidades
de Defensa Popular (YPG), la principal milicia kurdo siria, es una
organización clave dentro de la estructura de las Fuerzas Democráticas
Sirias (FDS), una alianza integrada por kurdos y árabes que cuenta con
el apoyo de las fuerzas especiales estadounidenses. Para desgracia de
Turquía, los kurdos controlan un 18% del territorio sirio. Sus dominios
se extienden a lo largo de unos 400 kilómetros de la frontera
sirio-turca. Combaten al régimen de Asad, el Estado Islámico y algunos
grupos rebeldes.
ESTADOS UNIDOS. La intervención de Washington en
Siria está repleta de titubeos. Estados Unidos ha proporcionado ayuda no
letal, armamento, entrenamiento y dinero a facciones rebeldes
“moderadas”, como el Ejército Libre Sirio. Una de sus derrotas más
sonadas fue su programa para formar y armar a esos rebeldes. En el
verano del año 2015 los primeros graduados desaparecieron o fallecieron
poco después de entrar en combate. El pasado mes de octubre, el
Pentágono anunció el fin de la iniciativa. Los esfuerzos estadounidenses
se centran en debilitar la estructura del Estado Islámico. Desde el mes
de septiembre de 2014 la coalición internacional que dirige bombardea
enclaves de la organización yihadista a lo largo del territorio sirio.
Su diplomacia insiste en que el presidente Bashar Asad tiene que
marcharse.