Derechos Humanos en Argentina: Distintos ante la ley
Claudio Avruj, Secretario de DDHH de Argentina
“Si mañana a
Alfredo Astiz, por cumplir 70 años, le dan la domiciliaria, también la
objetaremos, porque además de la edad hay que ver su estado de salud, si es
peligroso o no. Figuras como Astiz o la de Etchecolatz nos provoca, como a toda
la sociedad, un rechazo. Por lo que hizo y por lo que representa…” le dijo
Claudio Avruj, mandamás de la Secretaría de Derechos Humanos de Argentina a un
periodista hace unas horas.
Avruj es funcionario, claro, y
tiene la sartén por el mango, como decía mi abuelita… yo apenas soy un mortal
ciudadano que un día de hace mucho tiempo… se preguntó ¿por qué?
¿Por qué algunos sí y otro no? ¿Por
qué unos presos y otros libres? ¿Por qué unos tan ángeles y otros tan demonios?
¿Por qué algunos tanto… y otros tan poco? ¿Por qué unos con tanta prensa, y
otros sin voz?
Curiosamente, cuando entré al
primer piso del Hospital Penitenciario de la Cárcel Federal de Ezeiza, no vi “figuras”,
no vi “símbolos”, no vi “emblemas”, no vi “asesinos” ni vi “genocidas”… vi
hombres viejos de huesos gastados llevando como podían enfermedades imposibles
de tratar en una cárcel.
Presos Políticos de Argentina
No vi números… vi personas. No vi
expedientes, vi rostros.
Vi a un hombre atrapado en un cuerpo inmóvil que no podía subir a su
silla de ruedas, porque eran las diez de la mañana y nadie lo ha ido a sacar de
la cama. Vi un anciano encorvado al que le habían pasado varios otoños más los
respectivos inviernos después de 80 abriles, caminando con una sonda
arrastrando por el piso su bolsa de pis... y más lejos, vi a un viejito muy
amable saliendo de su habitación, saludar a las visitas, y preguntarle a cada
una la misma pregunta: ¿qué día es hoy?.
Vi a dos ancianos, casi tres, ayudando a subir a una silla de ruedas a un
hombre corpulento con sus dos piernas amputadas.
Y en medio de ese triste espectáculo, vi pasar mil veces un señor muy
mayor en camiseta y calzoncillos hablando con su sombra.
Un espectro de piel y huesos caminando agarrado de las paredes hasta un
teléfono público que no funciona, eso también vi.
Pero Avruj mira con ojos de funcionario… y yo apenas con ojos de mortal
ciudadano común, que no deja de preguntarse: ¿por qué?
Avruj ve “símbolos” o “emblemáticos apellidos”… yo veo ancianos enfermos muriéndose
de abandono.
Avruj es cómplice de los que murieron, de los que mueren, y de los que
morirán abandonados por la política y la justicia.
Yo, apenas un testigo que grita en medio del silencio atroz.
Horacio Palma
Escribidor contumaz...