El libro negro de la nueva izquierda. Ideología de género o subversión cultural
“El libro negro de la nueva izquierda. Ideología de género o subversión cultural”
P. Javier Olivera Ravasi
“La revolución verdadera no es la Revolución en la calle,es la manera de pensar revolucionaria” (Charles Maurras)[1].“No hay dicotomía entre diálogo y acción revolucionaria.No hay una etapa para el diálogo y otra para la revolución.Al contrario, el diálogo es la esencia mismade la acción revolucionaria” (Paulo Freyre)[2].
Acabo de terminar de leer el nuevo libro de Nicolás Márquez y Agustín Laje (El libro negro de la nueva izquierda. Ideología de género o subversión cultural, Libre-Grupo Unión, Buenos Aires 2016, 285 pp.) y agradezco su envío a los autores.
Debo decir, en primer lugar, que no sólo
ha sido un placer leerlo, sino que me ha resultado una fuente de citas
imprescindibles para quien desee adentrarse un poco en temas tan
variados y complejos como son “ideología de género”, “homosexualidad”,
“teoría queer”, “pedofilia” y abortos varios, entre otras cosas.
“Una gozada” (como dicen en España) el poder analizar una obra seria que muestra cómo la hegemonía
intentada antiguamente por la izquierda, ha pasado ahora de manos
proletarias a la de los nuevos grupos minoritarios y “oprimidos” por la
sociedad patriarcal, que son usados profilácticamente por la izquierda en vistas de la nueva revolución cultural.
El libro tiene dos partes: una escrita
por Agustín Laje, politólogo y de muy buena pluma, donde se narran los
orígenes filosóficos de la ideología del género, la corriente queer
y el feminismo, explorando la íntima relación que existe entre éstas y
el pensamiento posmoderno. Para ello, va deshojando a los autores
contemporáneos de izquierda más renombrados, haciéndolos hablar a ellos y
comentando sutilmente la consecuencia de sus juicios. En la segunda
parte de la obra, de tono más irónico pero no por ello menos seria,
Márquez analiza el uso de la homosexualidad y el aborto por parte de un
neomarxismo que, sin escrúpulos de caer en un gatopardismo craso, hace
uso y desuso de las prácticas anti-naturales para seguir teniendo
adeptos funcionales a sus fines revolucionarios.
De notable valor resultan las citas
traídas donde los autores neomarxistas pro-homosexuales, defienden la
pedofilia como un derecho humano más.
El éxito comercial, hasta el momento, ha
sido rotundo y, quienes más parecen haberlo propiciado han sido
justamente sus detractores, al tildar a sus autores -como era de
esperar- de fachistas, homofóbicos y de cuanto neologismo progre uno
imagine.
En cuanto a la cosmovisión de Márquez y
Laje, aunque ambos se declaren “liberales”, debo decir que, sacando
algunas frases menores claramente discutibles[3], su “liberalismo” es al actual, como el protestantismo de Bach, al de un pastor de la Iglesia “pare de sufrir”…
Con el fin de compartir un poco lo leído, dejo aquí un extenso catálogo de citas para que puedan darse una idea del contenido.
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi
La revolución comienza en el intelecto antes que la de las calles
«Toda revolución —anota Gramsci— ha sido
precedida por un intenso trabajo de crítica, de penetración cultural,
de permeación de ideas a través de agregados humanos al principio
refractarios y sólo atentos a resolver día a día, hora por hora, y para
ellos mismos su problema económico y político, sin vínculos de
solidaridad con los demás que se encontraban en las mismas condiciones»[4].
El cambio de paradigma revolucionario
«Para Lenin la revolución había de ser
violenta y ésta implicaba tomar por fuerza el Estado, imponer la
“dictadura del proletariado”, abolir la propiedad privada, destruir el
Ejército y la burocracia, haciendo desaparecer a la postre el Estado
mismo ¿Y qué propone Gramsci? Pues que el Estado puede ser permeado desde la sociedad civil
y que, en todo caso, su destrucción como “organismo al servicio de la
clase dominante” no se agota en la destrucción del Ejército y de la
burocracia al modo que Lenin proponía, sino fundamentalmente en la destrucción de la “concepción del mundo” que produce y reproduce el Estado para el mantenimiento de su hegemonía cultural, y su reemplazo por una nueva»[5].
Es necesario crear nuevos “paradigmas culturales”
«“Cuando la creación de una nueva cultura es apropiada pero se la ve frenada por un ‘residuo’ cultural interiorizado es preciso expulsar este residuo por medios culturales. La acción cultural y la revolución cultural constituyen, en diferentes momentos, los modos apropiados para esta expulsión”»[6].
Necesidad de fabricar nuevos discursos dialécticos
«El proletariado ya no es el sujeto revolucionario privilegiado
en ningún sentido posible; la clase obrera en Laclau no tiene siquiera
privilegios en una estrategia hegemónica como en la teoría gramsciana.
Pero además de ello, tampoco hay ningún sentido en buscar otro sujeto
privilegiado, como aconteció en la década del ’60 en la cual se
discutió, a partir especialmente de los teóricos de la Escuela de
Frankfurt, si el privilegio de la historia pasaba por los jóvenes, las
mujeres, etcétera. Contra el intento desesperado por descubrir nuevos sujetos para la revolución anticapitalista, Laclau y Mouffe ponen el acento en la construcción discursiva de los sujetos.
¿Qué significa esto? Pues que los discursos ideológicos pueden dar
origen a nuevos agentes de la revolución (el discurso tiene carácter performativo, diría el filósofo del lenguaje John Austin). Simplificando un poco: hay que fabricar y difundir relatos que vayan generando conflictos funcionales a la causa de la izquierda»[7].
La nueva izquierda debe aglomerar nuevos conflictos
«Pongamos un ejemplo para aclarar la
idea: un grupo de trabajadores mantiene demandas particulares como, por
ejemplo, la necesidad de un aumento salarial; grupos de mujeres, por
otra parte, construyen demandas de protección para el sexo femenino
frente a los casos de violencia contra la mujer; grupos indígenas, por
su lado, reclaman porciones de tierras basándose en supuestas posesiones
de sus antepasados remotos. Estas demandas, separadamente, carecen de
fuerza hegemónica. Pero la izquierda tiene la misión de instituir un discurso que, sobre un terreno de conflicto mayor, articule estas fuerzas en un proceso hegemónico que las haga equivalentes frente
a un enemigo común: el capitalismo liberal. Es decir, la izquierda debe
crear una ideología en la cual estas fuerzas puedan identificarse y
unirse en una causa común; la nueva izquierda debe ser el pegamento que unifique, invente y potencie a todos los pequeños conflictos sociales, aunque estos no revistan naturaleza económica»[8].
Es necesario copar la democracia: Laclau y Mouffe
«“Es evidente que no se trata de romper
con la ideología liberal democrática sino al contrario, de profundizar
el momento democrático de la misma, al punto de hacer romper al
liberalismo su articulación con el individualismo posesivo. La tarea
de la izquierda no puede por tanto consistir en renegar de la ideología
liberal democrática sino al contrario, en profundizarla y expandirla en
la dirección de una democracia radicalizada y plural
(…). No es en el abandono del terreno democrático sino, al contrario,
en la extensión del campo de las luchas democráticas al conjunto de la
sociedad civil y del Estado, donde reside la posibilidad de una
estrategia hegemónica de izquierda”»[9].
«“El término poco satisfactorio de ‘nuevos movimientos sociales’ — escriben los autores— amalgama una serie de luchas
muy diversas: urbanas, ecológicas, antiautoritarias,
antiinstitucionales, feministas, antirracistas, de minorías étnicas,
regionales o sexuales (…). Lo que nos interesa de estos nuevos
movimientos sociales no es (…) su arbitraria agrupación en una
categoría que los opondría a los de clase, sino la novedad de los
mismos, en tanto que a través de ellos se articula esa rápida difusión
de la conflictuidad social a relaciones más y más numerosas, que es hoy día característica de las sociedades industriales avanzadas”»[10].
Deben aprovecharse y fogonearse los conflictos: la dialéctica
«Así pues, lo que debe hacer el nuevo
socialismo es recoger, impulsar y agitar “las reivindicaciones de los
vecinos de las barriadas populares, de las mujeres, de los jóvenes, de
los ecologistas, de los pacifistas y de los defensores de los derechos
humanos”, a través de la estrategia hegemónica, es decir mediante la unión de todos estos micro-conflictos»[11].
Homosexualismo y pedofilia van de la mano, según sus propios pensadores
«“Si el niño puede elegir relacionarse
sexualmente con los adultos, incluso si él debe escoger su propia madre
genética, no habría razones a priori para que ella rechace los avances sexuales, debido a que el tabú del incesto habría perdido su función. (…). Las relaciones con niños incluirían tanto sexo genital como el niño sea capaz de recibir —probablemente
considerablemente más de lo que ahora creemos—, porque el sexo genital
ya no sería el foco central de la relación, pues la falta de orgasmo no
presentaría un problema grave. El tabú de las relaciones adulto/niño y homosexuales desaparecerían” (Firestone, Shulamith)[12]. Pero las relaciones pedófilas tendrían dos límites, nos dice la buena Firestone pretendiendo moderarse: el límite del consentimiento del niño
por un lado, y el límite biológico por el otro. De modo que si un
hombre adulto desea tener relaciones sexuales con una niña o niño de
cuatro años por ejemplo, sólo debe lograr su adhesión y comprobar que las dimensiones de su vagina o ano sean penetrables»[13].
Lo mismo decía esa vaca sagrada que era Foucault: «“Por cierto”, manifestó por radio en 1978, “es muy difícil establecer barreras a la edad del consentimiento sexual”,
porque “puede suceder que sea el menor, con su propia sexualidad, el
que desee al adulto”, exhortando entonces a derogar todas las sanciones
penales que regulan los delitos sexuales: “En ninguna circunstancia
debería someterse la sexualidad a algún tipo de legislación… Cuando uno
castiga la violación debería castigar la violencia y nada más. Y decir
que sólo es un acto de agresión: que no hay diferencia, en principio,
entre introducir un dedo en la cara de alguien o el pene en sus
genitales”»[14].
Beatriz Preciado, pensadora actual,
señala: «“Las estrategias de conocimiento y control que llevan a la
estigmatización o la criminalización social estaban desplazándose desde
la figura decimonónica del homosexual, absorbida y normalizada por la
‘cultura gay’, hasta la figura del pedófilo como nuevo límite de lo
humano (…) ¿Qué quiere decir pedofilia? ¿Cuál es la
relación política que existe entre los constructores de edad y de
sexualidad? ¿Cuál es la máquina social que la pedofilia encarna? ¿Qué
produce y que consume esta máquina pedofílica? ¿Qué placer colectivo nos procura la sexualización de la infancia? ¿Cuál es el deseo sublimado tras el delirio paranoico frente a la pedofilia? ¿Acaso
no es el miedo a reconocer los deseos pedófilos colectivos que se
codifican y territorializan a través de la institución de la familia lo
que nos hace ver e inventar al pedófilo como figura de lo abyecto?”»[15].
La implantación de la ideología de género
«En lo que refiere a la ideología queer (…) no podemos dejar de mencionar: Foucault para encapuchadas (2014).
Este texto empieza con una pregunta clave que, en su propia
formulación, revela las intenciones de la ideología que representan: “Ahora que comprendemos que no hay sujetos de la revolución ¿quién combate el heterocapitalismo?”[16]. Y la respuesta está en el propio enunciado, pues lo que ha de hacerse es destruir toda identidad como tal, “borrar
las denominaciones ‘masculino’ y ‘femenino’ según estén conforme a las
categorías de asignación biopolítica ‘varón/mujer’. Los códigos de la
masculinidad son susceptibles de abrirse para que operemos sobre ellos en una suerte de gender hacking perfo-protésico-lexical
mediante la utilización de juegos lingüísticos que escapen a las marcas
de género, o que al menos las desquicien: proliferar hasta el absurdo las anomalías psicosexuales”[17]. Lo que debe lograrse es “invalidar el sistema heteronormativo de producción humana y de las formas de parentesco —siempre a priori heteronormales— por medio del desistir de prácticas tales como el matrimonio y todos sus sucedáneos (…).“La
abolición de la práctica de la sexualidad en pareja, mediante
prácticas de placer en grupo con afines sexoafectivos resignifica el
cuerpo como barricada de insubordinación política, de desobediencia
sexual, de desterritorialización de la sexualidad heteronormativa, sus
regímenes disciplinarios naturalizados y sus formas de subjetivación
para la subsecuente creación de espacios de afinidad anti-género y
anti-humanos: destruir hasta los cimientos la heterosexualidad como régimen político. Ése es nuestro destino”[18]
(…). «La abolición de la práctica de la sexualidad en pareja, mediante
prácticas de placer en grupo con afines sexoafectivos resignifica el
cuerpo como barricada de insubordinación política, de desobediencia
sexual, de desterritorialización de la sexualidad heteronormativa, sus
regímenes disciplinarios naturalizados y sus formas de subjetivación
para la subsecuente creación de espacios de afinidad anti-género y
anti-humanos: destruir hasta los cimientos la heterosexualidad como régimen político. Ése es nuestro destino”»[19].
Violencia en la ideología de género
«El odio con el que está escrito este
texto (Manada de Lobxs) es llamativo; no sólo odio a los heterosexuales,
sino al hombre y a la humanidad en términos generales. Las dosis de
violencia que se incorporan en las páginas son de alta tensión. He aquí
algunos pasajes que pueden ilustrar al lector: “Sin nombre, sin
prestigios, sin pasaportes, sin familias, experimentamos el sabor de la
molotov, de la nafta, el humo de la goma quemada cortando el puente y
abriendo el camino como quien experimenta un maracuyá, un mango, o un fisting [práctica sexual de introducir el puño en el ano]”; “El mundo les pertenece a los heteros que alardean esa libertad en nuestras caras. ¿Por qué tienen que venir a nuestros cumpleaños, nuestras fiestas, nuestros rituales, nuestras marchas, nuestras ceremonias? No queremos tolerarlos, ni deseamos su asquerosa dádiva gay-friendy
llamada ‘apoyo’, ‘integración’, ‘respeto’, ‘diversidad’… No queremos
sus leyes anti-discriminación. No los queremos a ellos. El mundo les
pertenece a los heteros, y estamos en guerra contra su régimen.
(…) Esto es apología de la violencia, vamos a devolver el ataque,
vamos a combatir al enemigo con nuestra violencia (…). El mundo les
pertenece a los heteros y no lo cederán voluntariamente. Habremos de
tomarlo por la fuerza. Habremos de forzarles el culo para que lo abran”;
“un ejército de puños no puede ser derrotado, metete en el culo todo
lo que en él quepa. Y para afuera, en sus caras de heterosexuales
consternados: mierda y pedos, lluvias doradas de squirt [eyaculación
femenina]. Una carcajada negra que suena diabólica y alegre brota de
nuestras tripas promiscuas. (…) No nos identificamos con ustedes,
heterosexuales, no nos gustan, los despreciamos, ustedes son el
despreciable desperdicio del capitalismo que impulsan”»[20].
Prácticas sexuales no sólo contra-natural, sino incluso hipócritas
Comentando el libro de Beatriz Preciado, una ideóloga de estas corrientes, se lee:
«Así, lo que se busca, otra vez, es negar la realidad biológica de nuestros cuerpos para inventar excentricidades que “subviertan” las funciones eróticas del pene y la vagina: “La contra-sexualidad afirma que el deseo, la excitación sexual y el orgasmo no son sino los productos retrospectivos de cierta tecnología sexual
que identifica los órganos reproductivos como órganos sexuales, en
detrimento de una sexualización de la totalidad del cuerpo. (…) El sexo es una tecnología de dominación heterosocial
que reduce el cuerpo a zonas erógenas en función de una distribución
asimétrica del poder entre los géneros (femenino/masculino), haciendo
coincidir ciertos afectos con determinados órganos, ciertas sensaciones
con determinadas reacciones anatómicas”[21].
Y a continuación, Preciado nos ofrece un pintoresco ejemplo de cómo
resistir el “sistema heterocapitalista”: “La práctica del fist-fucking (penetración
del ano con el puño), que conoció un desarrollo sistemático en el seno
de la comunidad gay y lesbiana de los años 70, debe considerarse como un
ejemplo de alta tecnología contra-sexual. Los trabajadores del ano son los proletarios de una posible revolución contra-sexual”,
dice la profesora dejando ver las raíces marxistoides de su
pensamiento. Todo esto puede sonar a broma, pero es una palpable
realidad con correlatos concretos en la práctica. Preciado pretende
innovar en lo que respecta a “actuaciones contra-sexuales”, y brindará
entonces un manual de prácticas denominadas “dildotectónicas”, pues se
implementarían con ayuda de un “dildo” (consolador) y contribuirían a
“sexualizar” otras partes del cuerpo en la lucha contra la “hegemonía del pene y la vagina”
que instauró el “heterocapitalismo”. Una de ellas consiste en atar un
consolador a un taco de aguja, e introducírselo en el ano. Pero no basta
con la práctica en sí; hay todo un ritual que recomienda Preciado para
que la práctica sea verdaderamente “contra-sexual”: “Desnúdese. Prepare
una lavativa anal. Túmbese a lo largo, y repose desnudo durante 2
minutos después de la lavativa. Levántese y repita en voz alta: dedico
el placer de mi ano a todas las personas portadoras del VIH. Aquellos
que ya sean portadores del virus podrán dedicar el placer de sus anos a
sus propios anos y a la abertura de los anos de sus seres queridos.
Póngase un par de zapatos con tacón de aguja y ate dos dildos con
cordones a los tobillos y a los zapatos. Prepare su ano para la
penetración con un lubricante adecuado. Túmbese en un sillón e intente
darse por culo con cada dildo. Utilice su mano para que el dildo
penetre su ano. Cada vez que el dildo salga de su ano, grite su
contra-nombre viciosamente. Por ejemplo: «Julia, Julia». Después de
siete minutos de auto-dildaje, emita un grito estridente para simular un orgasmo violento (…). La simulación del orgasmo se mantendrá durante 10 segundos.
A continuación, la respiración se hará más lenta y profunda, las
piernas y el ano quedarán totalmente relajados.” Notemos lo siguiente:
la profesora universitaria debe recurrir a la simulación del orgasmo,
pues en virtud de la naturaleza biológica y siguiendo este absurdo
procedimiento, difícilmente aquél sea obtenido de manera real.
Exactamente lo mismo debe prescribir cuando recomienda “masturbarse el brazo con un consolador”:
“La duración total debe controlarse con la ayuda de un cronómetro que
indicará el final del placer y el apogeo orgásmico. La simulación del
orgasmo se mantendrá durante 10 segundos. Después, la respiración se
hará más lenta y profunda, los brazos y el cuello quedarán totalmente
relajados”»[22].
Marx, Engels Lenin: algunas ideas acerca de los homosexuales
«Engels, en carta dirigida en 1869 a su
amigo y camarada Karl Marx, sobre el problema homosexual se refirió en
los siguientes términos: “Esto que me cuentas son revelaciones contra la naturaleza.
Los pederastas comienzan a multiplicarse y a darse cuenta de que ellos
forman un poder dentro del Estado. Sólo les faltaba una organización,
pero según esto parece ya existir en secreto. Y como se están
infiltrando en todos los viejos partidos e incluso en los nuevos, desde
Rösing a Schweitzer, su victoria es inevitable. Por suerte, nosotros
somos demasiado viejos para tener miedo de ver su victoria, y tener que
rendir tributo en cuerpo a los victoriosos (¡!). Pero las nuevas
generaciones… De cualquier modo, solo en Alemania es posible que un
hombre como éste aparezca y convierta el vicio en una teoría»[23].
«Marx respaldó el enfoque apoyándose en el sentido común: “la relación de un hombre con una mujer es la relación más natural de un ser humano con un ser humano”»[24].
(Lenin decía de los homosexuales): «Es, principalmente, un hobby de los intelectuales y de las secciones más próximas a ellos. No hay sitio para ello en el partido, en el proletariado consciente de las clases y luchador»[25].
Homosexualidad en Cuba libre
Además de que el Che Guevara, creó “un
campo de concentración para castigo de sodomitas situado en la Península
de Guanacahabibes”, Fidel Castro decía: «“Nunca hemos creído que un homosexual
pueda personificar las condiciones y requisitos de conducta que nos
permita considerarlo un verdadero revolucionario, un verdadero
comunista. Una desviación de esa naturaleza choca con el concepto que tenemos de lo que debe ser un militante comunista (…) seré sincero y diré que los homosexuales no deben ser permitidos en cargos donde puedan influenciar a los jóvenes”»[26].
El movimiento gay es una revolución moral
«“El movimiento homosexual no es un movimiento de derechos ciudadanos, ni un movimiento de liberación sexual, sino una revolución moral” sentenció el famoso activista norteamericando Paul Varnell, por cuyas costumbres murió de SIDA en el año 2011»[27].
La familia es antinatural
«En su libro La función del orgasmo, Reich sostenía que la familia es una construcción enferma
—patología que él llamaba “familitis”— y que la liberación sexual sería
no sólo la cura sino el nuevo método revolucionario: “La sexualidad es
el centro alrededor del cual gira toda la vida social, así como la vida
interior del individuo”, y se quejaba de que “las leyes patriarcales
relativas a la cultura, la religión y el matrimonio son esencialmente
leyes contra el sexo”»[28].
En defensa del ano
Beatriz Preciado, autora del libro “Terror anal”,
señala: «“El ano no tiene sexo, ni género, como la mano, escapa a la
retórica de la diferencia sexual. Situado en la parte trasera e inferior
del cuerpo, el ano borra también las diferencias personalizadoras y
privatizantes del rostro”. Y agrega: “El ano desafía la lógica de la
identificación de lo masculino y lo femenino. No hay partición del
mundo en dos (…). Rechazando la diferencia sexual y la lógica
antropomórfica del rostro y el genital, el ano (y su extremo opuesto,
la boca) sienta las bases para una inalienable igualdad sexual: todo cuerpo (humano o animal) es primero y sobre todo ano”»[29].
[1] Maurras, Charles, Mis ideas políticas. Buenos Aires, Huemul, 1962, 183.
[2] Bandera, A. Paulo Freyre. Un Pedagogo. Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 1981, p. 92.
[3]
Menciono aquí mis discordancias: pág. 49: se adhiere al mito de la
mujer medieval, relegada a un segundo lugar; pág. 50, se postula
ingenuamente la figura de la mujer en los pensadores revolucionarios
franceses; pág. 125, se adhiere a la falacia del “derecho de pernada”;
pág. 128 se hace una apología del capitalismo que, sin glosa, resulta
inaceptable. Respecto a la no intromisión en los ‘derechos
individuales’, resulta también inaceptable una frase como esta: “nada
debería importarnos los desvaríos de cada quién, mientras no afecten
nuestros derechos individuales” (pág. 116).
[4] Gramsci, Antonio. Para la reforma moral e intelectual.
Madrid, Libros de la Catarata, 1998, p. 25. Las negritas y los
subtítulos de los párrafos me pertenecen y no se encuentran en el libro
de Márquez y Laje.
[5] Márquez, Nicolás, Laje, Agustín, El libro negro de la nueva izquierda. Ideología de género o subversión cultural, Libre-Grupo Unión, Buenos Aires 2016, 35 (desde ahora, “MYL”).
[6] Prólogo a Freyre, Paulo. Concientización. Buenos Aires, Búsqueda, 1974, p. 31 (Cfr. MYL, 193).
[7] MYL, 38.
[8] Ibídem, 45.
[9]
Laclau, Ernesto; Mouffe, Chantal. Hegemonía y estrategia socialista.
Hacia una radicalización de la democracia. Bs. Aires, Fondo de Cultura
Económica, 2011, 222 (Cfr. MYL, 41).
[10] MYL, 42).
[11] Ibídem, 44.
[12] Firestone, Shulamith. The dialectic of sex. The case feminist revolution. New York, Bantam Book, 1971, 240.
[13] MYL, 86.
[14] Citado en Miller, James. La Pasión de Michel Foucault. Chile, Andrés Bello, 1996, 347 (cit. por MYL, 79).
[15] Hocquenghem, G. Ob. Cit., p. 169-170 (cit. por MYL, 87).
[16] Manada de Lobxs. Foucault para encapuchadas. Bs. As., Colección (im)pensados, 2014, p. 23.
[17] Ibídem, 24.
[18] Ibídem, 24-25.
[19] MYL, 104.
[20] MYL, 105.
[21] Preciado, Beatriz. Manifiesto contra-sexual. Prácticas subversivas de identidad sexual. Madrid, Opera Prima, 2002.
[22] MYL, 106-107.
[23] MYL, 157.
[24] Marx, K. Early Writings. New York, McGraw-Hill, 1964, p. 154. En: Economic and Philosophical Manuscripts. Third manuscript, section on private property and communism. P. 154 (cit. por MYL, 158).
[25] Reminiscences of Lenin (1934): Zetkin, C. Lenin on the Woman Question. New York, International, p. 7 (cit. por MYL, 158).
[26] Entrevista concedida por Fidel Castro al periodista Lee Lockwood y publicada en Castro’s Cuba, Cuba’s Castro. Citado en Zayas, M. Mapa
de la homofobia. Cronología de la represión y censura a homosexuales,
travestis y transexuales en la Isla, desde 1962 hasta la fecha. (2006). Ver enlace completo en: http://www.cubaencuentro.com/ cuba/articulos/mapa-de-la-homofobia-10736 (cit. por MYL, 161).
[27] Paul Varnell. “Defending Our Morality”, Reproducido en el siguiente enlace: http://igfculturewatch.com/2000/08/16/defending-our-morality/ (cit. por MYL, 168).
[28] Wilhelm, R. La función del orgasmo. El descubrimiento del orgón. Problemas económico-sexuales de la energía biológica. Buenos Aires, Paidós, 1955, p. 17:2-161 (cit. por MYL, 170).
[29] Hocquenghem, G: El deseo homosexual. España, Melusina, 2000, 186-187.