PERONISMO PERPETUO
Peronismo Perpetuo:
Por Mauricio Ortín
El partido justicialista, o el peronismo a secas, se dirige camino a
corroborar con la experiencia, otra vez, que no le entran las balas y
que siempre cae parado. Situación ésta que, de tan repetida, la mayoría
de los analistas la percibe como la más natural del mundo. Tanto es así
que, salvo las célebres de Fernando Iglesias, todas las denuncias y
críticas al kirchnerato se formulan siempre desde el supuesto de que el
peronismo es otra cosa. Así, la responsabilidad por el latrocinio con
que jamás un gobierno argentino haya ofendido a su población quedará
acotada sólo a los pocos que se llevarán todas las culpas consigo.
Néstor, Cristina, De Vido, López, Aníbal, D’Elía, Etchegaray, Kicillof,
Recalde, Larroque y paremos de contar, tienen asegurado el destino de
carne de guillotina por encarnar, condensar y agotar al kirchnerismo en
su totalidad.
No faltarán “peronistas” de pura cepa que le achaquen la condición de
infiltrados en el Movimiento o de traidores a la revolución peronista.
No son ni serán los primeros, ni los últimos, en ser ofrendados en
sacrificio al pueblo. La purga es el último recurso al que el populismo
echa mano cuando los “enemigos” endémicos del pueblo (el imperialismo,
los medios hegemónicos, el campo oligárquico, la cadena del desánimo y
otros) no son suficientes para justificar la corrupción, el despilfarro,
el autoritarismo y la incompetencia. ¡Yo no fui! ¡No sabía!¡Fueron
ellos!, señalan los peronistas que acompañan a los Kirchner hasta la
puerta del cementerio. Pronto, sin que se les mueva un pelo, su propia
genética los llevará a convertirse en los más impiadosos detractores del
gobierno del que formaron parte y juraron fidelidad absoluta antes de
ayer. Sobreactuarán hasta el punto de, incluso, adjudicar sus yerros a
los opositores de entonces. ¿No los hemos visto, acaso, votar con las
dos manos la privatización de YPF y luego estatizarla con el argumento
de que recuperábamos la soberanía entregada a las multinacionales por
los infames “neoliberales”? ¿Y, no fue un gobierno peronista el que por
izquierda, con la Triple A y, por derecha, decreto mediante, inició el
exterminio de las bandas terroristas del ERP y Montoneros? Ahora nos
venimos a enterar que López Rega, Juan Perón, Isabel, Osinde y todos los
funcionarios peronistas de ese gobierno eran los perseguidos. Los
perseguidores, según el relato pregonado por la política de Estado de
DD.HH., eran los militares y policías que reprimían, por deporte o de
puro perversos, a los jóvenes idealistas que iban a las villas a ayudar
a los pobres (a las villas, en sus tiempos libres, se entiende; porque
cuando había que asesinar, el deber estaba primero). Fueron peronistas
de derecha y de izquierda los responsables directos del inicio de esa
guerra que hoy ellos llaman “genocidio”. El peronismo montonero engendró
el huevo de la serpiente en los años ’70. El que no sólo se hagan cargo
como fuerza política de semejante estrago sino que, además, en nombre
de la justicia, se los hagan pagar a otros con prisión revela una
perversidad insondable. Esa deslealtad del peronismo de no asumir sus
culpas revirtió en un alto costo para la sociedad. Hubo de pagarse
liquidando dos instituciones fundamentales para la Nación: las FF.AA.,
que debieron hacerse cargo del muerto; y el Poder Judicial, que se
desnaturalizó a sí mismo al naturalizar la injusticia.
No debería ser motivo de sorpresa para nadie que en el curso de pocos
meses más, un neoperonismo “honorable” integrado, entre otros, por los
Urtubey, Manzur, Randazzo, Scioli y Pichetto, la corran por tímida a
Lilita Carrió y se hagan cargo de la moral republicana denunciando a
aquellos ex compañeros de ruta que no supieron, o no pudieron, como
ellos, saltar a tiempo del barco. Así las cosas, sin importar lo que
hagan, hay peronismo para rato. En fin,… la culpa no es del chancho.