24 de Marzo – Por Horacio Palma
A los argentinos nos cuesta la Historia. Nos pesa la Historia.
Tantos años han pasado y todavía la llevamos de lastre. Andamos
divididos y empantanados en las tragedias de un pasado tan definitivo
como lejano, en lugar de pensarnos Nación y militar en el andar aunados
forjando un futuro entre todos. Sin que nadie falte a esa cita única
del: todos juntos.
A veces somos nosotros mismos quienes nos dejamos llevar por la
esterilidad de las divisiones eternas. Pero la mayoría de las veces son
otros quienes cargan nuestra mochila. Divide y reinarás. “Makiavelo”
escrito con K.
¿De qué sirve abrir las heridas de un pasado promiscuo, solo para
inventar la historia que le conviene al poder de turno? ¿A quién le
conviene atar un país a la piedra de la discordia y arrojarlo al fango
de la mentira? ¿Por qué lucrar con la venganza, demorando un futuro
pacificado? ¿Para qué?
Allí donde la currícula de esta efeméride especial, afirma mentiras
como verdades rotundas, yo me sumerjo cada 24 de marzo en una mar de
preguntas sin encontrar respuestas.
Hace muchos años que estudio los violentos años setenta de
Argentina. Es un tema que me apasiona, en parte supongo, porque muchas
de sus heridas arañan parte de mis recuerdos. Y porque muchas de sus
venganzas amputan la felicidad de mi presente con una extraña tristeza
ante tantas injusticias.
Nuestros 70. He tenido la suerte de hablar y de entrevistarme con muchos de sus protagonistas.
Los pesados, por llamarlos de alguna manera, y los perejiles. Los
de los fierros, y los del pico. Los violentos de caño, y los violentos
de pluma.
Hombres y mujeres que un día, por alguna razón, creyeron que debían
tomar las armas para llegar al poder. Hombres y mujeres de armas a los
que un día, el Presidente Perón les ordenó aniquilar al terrorismo.
La política, y los políticos… como siempre en este país, desataron el desastre y se lavaron las manos.
Matar o morir. Matar y morir. Matar por matar. Matar para no morir.
Algunos los llamaron demonios. Otros aún hoy pelean el número de
los demonios desatados por un tiempo en que se pasearon por nuestra
historia los apasionados por la violencia. Dos, tres, uno… ninguno.
Yo creo que el demonio en Argentina fue la guerra fratricida
desatada por una ideología soberbia, que contestaba con una bomba ante
cada pero, y con dos tiros por la espalda cerraba las discusiones
políticas.
Y entonces la tragedia de argentinos contra argentinos.
Tal vez ese demonio que habita dentro de nosotros haya ganado
después de todo la batalla de nuestros 70, no solo con su muerte
desbocada entonces, sino también con sus ansias de discordia aún.
Otro fin de semana largo y recién en marzo… este es por el Día
Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Un feriado
inamovible, un prestigio que ni siquiera la muerte de San Martín se
merece. Dicen.
Tengo hijos en la escuela, hijos que son alumnos e hijos que son
docentes… por eso me consta que la conmemoración de éste día en nada se
condice con una memoria por la verdad. Asisto a las parodias de juicios
mal llamados de “lesa humanidad” y visito regularmente los penales a
dónde son arrojados los viejos militares y civiles perseguidos por los
resabios revanchistas de quienes en los 70 militaban en pos de los
grupos terroristas, por eso me consta también qué tan lejos está este
gobierno de perseguir justicia.
Ni derechos ni humanos. Los desechos humanos brotan en carne viva.
Contar la historia violenta de nuestros años 70 solo desde el 24 de
marzo de 1976, es ser cómplice de los grupos terroristas que creyeron
ver en la violencia, un camino válido para tomar el poder. Justificarla a
partir de ésta fecha, también.
La maestra de mi hijo manda un papelito recortado que pegó en una
hoja de su carpeta de cuarto grado: Dentro del logo de la Madres de
Plaza de Mayo se lee: “24 de marzo. Día Nacional de la Memoria por la
Verdad y la Justicia.
Más abajo: “Hoy, juicio y castigo a los responsables de ayer.
Fueron años de silencio y la memoria hay que fortaleces. Que el pasado
nos impulse al futuro con esperanza. El respeto y el consenso fortalecen
la esperanza…” Un lindo versito que firma Silvia Beatriz Zurdo
Ni una sola referencia a los responsables verdaderos. Ni una sola
línea de la historia completa, para comprender mejor aquella violencia.
Los políticos han tenido la inteligente precaución de esconder sus
responsabilidades. Ni peronistas ni radicales ni socialistas han
reconocido nunca su responsabilidad en nuestra tragedia setentista.
Nunca han llamado a los intendentes de entonces para hacerles preguntas.
El 24 marzo no se puede comprender sin Perón. No se puede
comprender sin los cientos de intendentes peronistas ni los cientos de
intendentes radicales durante todo el gobierno cívico militar.
El 24 de marzo no se puede entender si borramos de los libros la
violencia siniestra de terroristas profesionales, entrenados en
dictaduras como la de Fidel Castro en Cuba.
Nunca entenderemos los 70 si escondemos los asesinatos de Aramburu,
secuestrado y fusilado en un sótano, de Larrabure, secuestrado,
torturado, ahorcado y arrojado en una zanja más de un año después, al
negarse a colaborar con los terroristas.
El 24 de marzo no se entenderá nunca si omitimos contar el
asesinato de Herculiano Ojeda un tarde de verano. Ojeda fue quemado vivo
solo por ser policía… y en su retirada, los terroristas asesinaron a
Juan Barrios, de 3 años.
Rucci, Mor Roig, Vandor, Sallustro, Sacheri, Viola… miles de
argentinos asesinados por la espalda o volados por los aires, explican
el 24 de marzo mucho mejor que una jornada de reflexión pautada con
sospechosa parcialidad.
Y esta foto de un Marino sin atención médica, abandonado por el
Estado, encerrado hace más de 10 años por haber combatido a los
terroristas, que llegó casi muerto por deshidratación e inanición
después de haber recorrido media docena de hospitales públicos en un
camión del Servicio Penitenciario Federal sin que ningún médico del
Estado se dignara a darle atención, explica de manera explícita que la
justicia y los “derechos humanos” en la Argentina de hoy, están teñidos
de una escandalosa parcialidad
Deseo sinceramente que en un futuro no muy lejano, los argentinos
seamos capaces de reconciliarnos definitivamente con nuestra historia y
con nuestro pasado, y sin rencores, caminemos pacificados hacia el
futuro.
Fuente. http://horaciopalma.blogspot.com.ar