Nuevo libro de Antonio Caponnetto:
De Perón a Bergoglio.
El catolicismo excomulgable
En la
primera quincena del mes de abril saldrá a la luz, con este título, una nueva
obra del Dr. Antonio Caponnetto. Transcribimos unos breves párrafos
significativos. El libro será editado por Ediciones Bellavista, de Buenos
Aires, que ya ha impreso otros títulos del mismo autor, y tiene una profusa
obra en sus catálogos (bellavista_ediciones@yahoo.com.ar)
[…] Hizo
bien Perón en escribirle una carta a Disandro, fechada en Madrid el 30 de
agosto de 1966, diciéndole que “existen fuerzas ocultas de la Revolución”,
entre las cuales coloca “al sionismo”. Pero entonces las incongruencias se
agolpan.
No se
entiende porqué Perón, no sólo no aprendió, tan luego de Disandro, que la
Revolución carcomía y demolía a la Iglesia, sino que festejó que surgiera desde
adentro de ella misma, y se desvivió en elogios para Juan XIII, llamándolo
justamente, “un Papa revolucionario”. “El nombre del Papa Juan estaba en labios
de Perón en forma constante […].A mí, particularmente, me confió . Le pregunté
a Perón si en la Iglesia, las revoluciones provienen desde abajo, como en las
demás sociedades, o de arriba, por ser una sociedad teocrática. , fue la respuesta […]. Estamos ante un Papa revolucionario
–aseveró el General, para agregar:- <Él ha sabido dialogar […], ha llegado
más cerca de la unidad […]. Pienso que Juan XXIII, el Bueno, no nos ha dejado.
Queda entre nosotros el legado de su enseñanza, el camino trazado para el
diálogo y la comprensión, una línea en fin, que no fácilmente se torcerá […].
Indudablemente la presencia del Papa Juan se dejará sentir por mucho
tiempo>”. Para que nada le falte al elogio, Perón sostiene que los
peronistas “hace casi veinte años venimos sosteniendo” los principios de la
Mater et Magistra[1].
Por
contraste a este Papa bueno, dialoguista, juvenil, unificador y revolucionario,
se alza la figura criticable de Pío XII, artífice de “una política de
fricciones, de incomprensiones para los movimientos predominantemente
sociales”. Un Papa con “un carácter
demasiado fuerte y autoritario para tender una mano hacia aquello que no estaba
previsto en sus esquemas”[2].
Está
más que claro que –dicho en términos actuales- Perón se muestra partidario de
la hermenéutica de la ruptura, y en clara consonancia con el llamado espíritu
de la Iglesia Conciliar. O sea, en las antípodas de Disandro, cuya postura
sedevacantista después de Pío XII es por todos conocida. La moral de situación
–característica insoslayable de Perón- aparece exacerbada aquí hasta alcanzar
sus manifestaciones más bajas.
También
está clarísimo que Bergoglio repite a Perón cuando al canonizar a Juan XXIII,
en el año 2014, lo considera “un verdadero Padre Santo”. Tanto, que no se le
exigió segundo milagro para elevarlo a los altares, cometiendo desde todo punto
de vista graves precipitaciones e imprudencias[3].
Por eso, el 27 de abril de 2014, tras el ritual de la canonización, se estrenó
oficialmente en Roma un documental producido por por Rome Reports (Agencia de
Noticias de la Santa Sede) titulado La revolución de Juan XXIII,
que es, según lo define el mismo medio,
“imprescindible para comprender el Magisterio de los últimos papas, el
proyecto de Francisco, y el futuro de la Iglesia católica”.
Las
comparanzas entre Juan XXIII y Francisco, en suma, quedaron establecidas desde
el comienzo, recorriendo el mundo entero. Y el segundo miembro del sacralizado
binomio no ha dejado ardid por perpetrar con tal de parecerse al primero[4].
Si la
incongruencia de Perón es total entre denunciar los peligros de las “fuerzas
ocultas”, y adherir a las peores de ellas: las que habitan dentro de la
Iglesia, ¿con qué vara medir la denuncia sostenida contra el Sionismo, como
integrante de esa siniestra Sinarquía, y haber sido a la par su socio activo
durante décadas, desde el poder o desde el llano?
No nos
detendremos en un punto que ha sido ya tratado exhaustivamente. Sólo diremos de
manera resumida que el programa herético de Nostra Aetate, continuado después
en documentos similares o peores; que el sueño posconciliar y muy
particularmente bergogliano de conformar una insostenible simbiosis
judeo-católica, sin deicidas molestos surgidos de las páginas
neotestamentarias, ni católicos proselitistas aferrados a la antigualla “extra
ecclesiam nulla salus”, con laudes a Theodoro Hertz y al rabinato en pleno, y
olvidos felonescos de la recta doctrina católica, encontró en Perón un
recipiente y un propagandista, un fautor y un artífice. Y hasta cierto punto, a
un triste precursor de lo que haría al respecto la Iglesia Oficial, tras la
malhadada exculpación y glorificación del Judaísmo, que le sobrevino a la
apertura del último Concilio.
El
peronismo, en efecto, se adelantó primero y se acopló después al juicio de la
Iglesia Conciliar. Su líder no tuvo reparo alguno en exhibirse formalmente
católico y a la par fervorosa y piadosamente fiel a los maestros del Sanedrín y
a los oráculos de la Sinagoga. El Gran Kahal, a su turno, no tuvo empachos en
estrechar los vínculos de toda índole con el primer descamisado y sus huestes.
La entente fue cordial, sistemática, prolongada y redituable para ambas partes;
y todos estuvieron felices con ella. Todos, claro, los que viven y medran de la
Revolución y de la Modernidad, henchidos de Mundo y de Siglo, preñados de
Pensamiento Único.
[1] Enrique
Pavón Pereyra,Coloquios con Perón, Buenos Aires, Talleres Gráficos Columbia,
1965, p. 52-53.
[2] Ibidem,p.
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[3] Cfr.
Roberto De Mattei, ¿Las canonizaciones de Juan XXIII y de Juan PabloII son
infalibles?
http://statveritasblog.blogspot.com/2014/04/las-canonizaciones-de-juan-xxiii-y-de.html
[4] Cfr.el ilustrativo panegírico de
Marco Roncalli, Papa Giovanni. Il Santo ,San Paolo Edizioni, Classici del
pensiero cristiano,Italia, 2014. Entre nosotros ha querido asumir el penoso
paralelismo, Roberto H. Bosca, Las huellas de Juan XXIII en el Papa Francico,
cfr.
https://www.lanacion.com.ar/1665948-las-huellas-de-juan-xxiii-en-el-papa-francisco
Fuente: Adelante la Fe
Nacionalismo Católico San Juan Bautista