Jueves 28 de Marzo de 2019
millones
El negocio en los congresos de la lengua española
Más que un congreso, estos encuentros son una ronda de negocios en torno a las industrias de la lengua y al sector se servicios.
(Por: Juan Eduardo Bonnin* y Daniela Lauria**) Las palabras, a veces, son tramposas: dicen una cosa y hacen otra.
Detengámonos, por ejemplo, en el VIII Congreso Internacional de la
Lengua Española (CILE) que, con pompa y presupuesto oficial, se celebra
en la ciudad de Córdoba desde hoy.
¿Qué significa que es un congreso “de
la lengua española”? ¿Que se reúnen en él sus hablantes, representantes
de más de 570 millones de personas de diferentes regiones, estratos
sociales, acentos y comunidades que se apropian de la lengua y la
transforman cada día?
La respuesta es simple: no. Es, en realidad, la reunión que organizan cada tres años el Instituto Cervantes, la Real Academia Española (RAE), la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) y el gobierno anfitrión en distintos países (siempre hispanohablantes y en ciudades que no son capitales)
para difundir y tejer acuerdos culturales, educativos y comerciales
sobre la lengua española en el mundo. Digamos que más que un congreso
(en el sentido científico, de intercambio de discusiones) sobre la
lengua, es una ronda de negocios en torno a las “industrias de la lengua” (cine,
televisión, música, medios de comunicación, mundo editorial,
traducción, recursos digitales) y al sector terciario de servicios
(telefonía, bancos, energía, aeronáutica y turismo), con auspicio
oficial y barniz de evento cultural.
Uno de los
principales beneficiarios de este Congreso es el Instituto Cervantes (ya
veremos por qué). El otro es la Real Academia Española, que merece (y
tendrá) una nota aparte.