López Obrador, comunista, neo promotor del «vericidio» de la masonería
nEl presidente de
México, AMLO, en una de sus típicas arengas populistas -impronta de los
demagogos izquierdistas de siempre-, ha informado que ha cursado sendas cartas
al rey español Felipe VI y al papa Francisco, pidiéndoles que pidan perdón por
los «abusos cometidos por los españoles y la Iglesia Católica durante la
conquista del actual México»:
«Envié
una carta al rey de España y otra carta al Papa para que
se haga un relato de agravios y se pida perdón a los pueblos originarios por
las violaciones a lo que ahora se conoce como derechos humanos. Hubo
matanzas, imposiciones. La llamada Conquista se hizo con la espada y con la cruz».
I. Las carabelas de la Fe
Las carabelas que
salieron del puerto de Palos, el 3 de agosto de 1492, iban a la buena de Dios. La Santa María, la Pinta y la Niña, partían rumbo a lo desconocido.
Nadie lo sabía excepto
Dios, y la Señora Santa María, cuyo
nombre portaba la carabela capitana, y en cuyo honor diariamente dixeron la Salve, que la acostumbraban decir
e cantar a su manera todos los marineros.[1]
La
Fe católica no
llegó a Latinoamérica por pura casualidad. En el siglo XVI,
América fue evangelizada por un pueblo muy cristiano que tenía muchos santos.
Había llegado la
hora de Dios. Dios la eligió desde la eternidad, por eso la Fe
Católica es el tesoro más grande de
América Latina.
En
la historia de Colón, de sus viajes y sus peripecias, muchos no ven, sino una
página de relaciones humanas. Claro es, que la historia de Colón y la
consiguiente colonización son una historia verdadera, pero su interpretación
económica y política, no sería el único aporte a la historia de la humanidad.
Quien
sigue con la debida atención los pasos, las aventuras, las tragedias, los
triunfos de los Apóstoles, en el Libro de los Hechos, se da perfecta cuenta de
que Dios se sirve de las ambiciones y de las pasiones humanas para inyectar a
griegos y romanos primeramente y después a todo el mundo conocido la sublimidad
de su Revelación.
«De
todos modos, tal como reconoce Maltby, “fueran
cuales fuesen los defectos de su gobierno, en la historia no hubo ninguna nación
que igualara la preocupación de España por la salvación de las almas de sus
nuevos súbditos”. Hasta que la corte de Madrid no sufrió la contaminación
de masones e “iluminados» [por la Ilustración], no reparó en gastos ni en
dificultades para cumplir con los acuerdos con el Papa, que había concedido los
derechos del Patronato a cambio del deber de evangelización. Los resultados
hablan; gracias al sacrificio y al martirio de generaciones de religiosos
mantenidos con holgura por la Corona, en las Américas se creó una cristiandad
que es hoy la más numerosa de la Iglesia católica […] A diferencia de lo
ocurrido en Norteamérica, en Sudamérica el cristianismo y las culturas
precolombinas dieron vida a un hombre y a una sociedad realmente nuevos
respecto a la situación precolombina».[2]
II. Leyenda negra
Según el diccionario de
la Real Academia Española, la palabra leyenda significa, en su
4ª acepción, relación de sucesos que
tienen más de tradicionales y maravillosos que de históricos y verdaderos.
En este mismo diccionario encontramos que el adjetivo negra se
refiere tanto a la opinión contra lo
español difundida a partir del siglo XVI, (1ª acepción), opinión desfavorable y generalizada sobre
alguien o algo, generalmente infundada (2ª acepción), en otras palabras que no es como debería ser en realidad.
Sin lugar a dudas, se
debe al fraile dominico Bartolomé de Las Casas la fundación de la leyenda negra
de la sobre la obra de España en América.
Las exageraciones de Las Casas sirvieron para estimular la leyenda negra de la invasión española
con la cruz y la espada, denigrándola en términos absolutos,
sobre todo en la Brevísima
relación de la destruición de las Indias. La obra, de 1542, fue
ampliamente empleada por los luteranos contra la Iglesia, y por las grandes
potencias europeas –Inglaterra, Francia, etc.– contra la hegemonía de España en
ese tiempo.
Renombrados
historiadores, entre ellos agnósticos y no católicos, demuestran que las
acusaciones de las Casas no pasaron de ser un
entresijo de deformaciones, exageraciones y rotundos errores.
De este vergonzoso batiburrillo, sale la
increíble cifra de unos veinte millones de indios muertos por los españoles
durante la conquista.[3]
Para Ramón Menéndez Pidal, Las Casas era un desequilibrado mental.
Holgadamente
se hallaba Las Casas, en un ambiente profetista, situándose fuera de toda
realidad, y ¡con cuánta sencillez falseaba por completo la verdad de todo lo
que le rodeaba![4]
Se puede decir que la leyenda negra
alcanza su mayoría de edad en el siglo XVIII, atacaba a España porque la España
unificada que surge del final de la Reconquista y del reinado de los Reyes
Católicos, la que va a descubrir el Nuevo Mundo y a convertirse en árbitro
mundial durante trescientos años, alcanza ese papel por su identificación con
una mentalidad, con una cosmovisión que es la que le otorga la religión
católica. Y sobre esta base religiosa, el modelo político, social y cultural de
la España Imperial responde, con sus aciertos y sus errores como toda obra
humana, al Orden Social Cristiano que se ha desarrollado desde la idea del
Imperio Romano, de la filosofía medieval, y de la moral cristiana. Y eso es lo
que la Leyenda Negra pretendía desacreditar. Por supuesto, la Leyenda no actúa
como un sujeto personal con vida propia, sino que es simplemente un medio, un
instrumento, para crear una opinión generalizada, utilizado en la pugna que,
durante los últimos siglos, ha vivido el mundo entre dos cosmovisiones, dos
paradigmas filosóficos, que han configurado la historia de Occidente desde la
desaparición del mundo antiguo: la mentalidad Tradicional, y el pensamiento de
la Modernidad.[5]
La masonería bajo la
guía de la Corona británica, atentó siempre contra las monarquías católicas,
pero dejó en paz las Coronas protestantes, en las que no veían obstáculo para
el liberalismo masónico. «Bolívar, San Martín, Sucre, O’Higgins, fueron masones de alta
graduación, lo mismo que Miranda y otros líderes de la independencia; y también
lo eran en España muchos de los políticos liberales y de los militares que
favorecieron la emancipación».[6]
«Haced caso de este
viejo incrédulo, que sabe lo que dice: la obra maestra de la propaganda
anticristiana es haber logrado crear en los cristianos, sobre todo en los
católicos, una mala conciencia, infundiéndoles la inquietud, cuando no la
vergüenza, por su propia historia. A fuerza de insistir, desde la Reforma hasta
nuestros días, han conseguido convencernos de que sois los responsables de
todos, o casi todos, los males del mundo. (…) Habéis permitido que todos os
pasaran cuentas, a menudo falseadas, casi sin discutir. No ha habido problema,
error o sufrimiento histórico que no se os haya imputado. Y vosotros, casi
siempre, ignorantes de vuestro pasado, habéis acabado por creerlo. Hasta el
punto de respaldarlos. En cambio, yo (agnóstico, pero también historiador que
trata de ser objetivo) os digo que debéis reaccionar en nombre de la verdad.
(…) Tras un balance de veinte siglos de cristianismo las luces prevalecen
ampliamente sobre las tinieblas».[7]
Para los propugnadores de la nueva leyenda negra, resucitada por
ocasión del V° Centenario, los conquistadores y colonizadores españoles y
portugueses, y sus acompañantes, los misioneros católicos, habrían cometido en
América un triple crimen:
1. Un
crimen de gentes: por cuanto la conquista fue un «genocidio» en el que se exterminaron de 70 a 90 millones de
indígenas.
2. Un
crimen religioso: porque la evangelización hizo desaparecer los cultos aborígenes. La evengelización también la hicieron
los indígenas, fue un proceso hecho por
neófitos educados en conventos cristianos.
3. Un
crimen cultural: porque a los
indios se les quitó su historia de 40.000 años (¿?), y se los
injertó en una historia ajena.
Olvidan que antes de
la llegada de los europeos, en el Nuevo Mundo «la idolatría era criminal, en sí
misma, destructora de la supervivencia de la “nación india”, por los
sacrificios humanos, las constantes y mortales borracheras colectivas, la
droga, la reducción de las cabezas de los recién nacidos, etc.».[8]
Al respecto, cada
español tendría que haber matado tres indios por día laborable, y nueve los
domingos durante 20 años…
Frente a estos datos asombra que incluso las
publicaciones católicas a partir, o de un poco antes de 1992, barajen cifras
completamente fantasiosas haciendo causa común con un terrorismo estadístico de inspiración marxista cuyo único fundamento es
una delirante fantasía.
Angel Rosemblat, considerado por la Universidad de
Cambridge como la mayor autoridad en
demografía histórica de América, señala que en octubre de 1492 la población
indígena de toda América alcanzaba 13,3 millones de habitantes.
Las culturas indígenas de acuerdo a los más exactos
estudios científicos d renombrados antropólogos y paleontólogos no remontan más
allá de 1.500 años A.C.
Y si se trata del concepto de civilización al de
historia, la historia indígena, antes de la llegada de los europeos, no tiene
más de 200 años.[9]
III. Cuestionado pedido de perdón
Decía
el gran Papa León XIII: «Una característica distingue principalmente a Colón:
al recorrer una y otra vez los inmensos espacios del océano iba tras algo mucho
más grande y elevado que todos los demás. Esto no quiere decir que no lo
moviese en nada el honestísimo deseo de conocer o de ser bien apreciado por la
sociedad humana, o que desdeñase la gloria, cuyas penas más ásperas suelen
estar en los hombres más valerosos, o que despreciase del todo la esperanza de
obtener riquezas. No obstante, mucho más decisiva que todas estas razones
humanas fue para él la religión de sus padres, que ciertamente le dio mente y
voluntad indubitables, y lo proveyó a menudo de constancia y solaz en las
mayores dificultades. Consta, pues, que esta idea y este propósito residían en
su ánimo: acercar y hacer patente el Evangelio en nuevas tierras y mares».[10]
Sin
embargo ante la celebración del V Centenario en 1992 se implantó, sobre todo
desde las instancias eclesiales progresistas esa corriente indigenista que consideraron el V
Centenario como la celebración de un etnocidio.
Así,
Juan Pablo II en 1992 pidió perdón: «por las injusticias» de la colonia.
De la
misma forma Benedicto XVI citando al «defensor de los indios» Las Casas, decía:
«no es
posible olvidar los sufrimientos y las injusticias que infligieron los
colonizadores a las poblaciones indígenas, a menudo pisoteadas en sus derechos
humanos fundamentales».[11]
Ni qué se diga de
Franciscus, durante su visita a Bolivia en 2015, pidió perdón por los «muchos y graves pecados cometidos contra los pueblos originarios de
América en nombre de Dios».
La Carta
de la Tierra y la Declaración universal del bien común de la
madre tierra y de la humanidad, presentada esta última, en la Primera
Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y Derechos de la
Madre Tierra, realizada en Cochabamba, Bolivia, en abril de 2010, no
han tenido ni tienen otro fin que retornar a la idolatría y el paganismo mediante
un sistemático y maligno proyecto, liderizado ahora por AMLO.
AMLO
en el tren delirante de la nueva izquierda populista, busca el apoyo de los
mexicanos para posteriormente perpetuarse en el poder, como los Castro en Cuba,
Maduro en Venezuela y Morales en Bolivia, con la cantaleta de la conquista bajo la
espada y la cruz.
No se
puede pedir perdón por un «vericidio», es decir un
colosal exterminio de la verdad.[12]
[1] COLÓN, CRISTÓBAL, Los cuatro
viajes. Testamento.
[2] MESSORI, VITORIO, Leyendas negras de la Iglesia.
[3] P. W.
POWELL, Árbol de odio.
[4] MENÉNDEZ PIDAL, RAMÓN, El
Padre Las Casas. Su doble personalidad.
[5] Cf.: SÁENZ
DEL CASTILLO Y CABALLERO, JAVIER, La
leyenda negra hispanoamericana.
[6] IRABURU,
JOSÉ MARÍA, Hechos de los apóstoles de
América.
[7] MESSORI, VITORIO, Leyendas negras de la Iglesia, Introducción. Hablando
del Profesor de Historia y Sociología de
la Universidad de Bruselas Moulin, uno de los intelectuales más prestigiosos de
Europa, cita sus palabras.
[8] DUMONT,
JEAN, La Hora de Dios en el Nuevo Mundo.
[9] Cf.: CRISTIANDAD,
documentos. Tres acusaciones
indigenistas.
[10] LEÓN XIII,
Carta Apostólica «Quarto abeunte saeculo»,
en el IV Centenario del descubrimiento de América.
[11] BENEDICTO
XVI, 16-05-2017
[12] Cf.: CRISTIANDAD,
documentos. Tres acusaciones
indigenistas.