LA VIRGEN MARÍA CORREDENTORA 7/9
Por vía de redención
Otro matiz importantísimo de la
salvación que Cristo nos trajo con su pasión y muerte fue haberla
producido por vía de redención. Este aspecto es tan importante que ha
prestado su nombre a todo el misterio salvífico de Cristo Redentor: la
redención del género humano, También, proporcionalmente, ha dado su
nombre al misterio de María en cuanto Corredentora de la humanidad.
Como de costumbre, vamos a dar, antes de demostrarlo, unas nociones previas.
1ª
CONCEPTO DE REDENCIÓN. Como ya dijimos en las nociones preliminares de
este capítulo, la palabra redimir significa volver a comprar una cosa
que habíamos perdido, pagando el
precio correspondiente a la nueva compra. Aplicada a la redención del
hombre, caído por el pecado original, significa su rescate y vuelta al
estado de justicia y amistad con Dios mediante la sangre de Cristo
ofrecida por El al Padre.
2ª LAS
SERVIDUMBRES DEL HOMBRE PECADOR. Por el pecado el hombre había quedado
sometido a una serie de esclavitudes o servidumbres: a) a la esclavitud
del pecado; b) a la pena del mismo; c) a la muerte; d) a la potestad
del diablo, y e) a la ley mosaica. Jesucristo nos liberó de todas ellas,
produciendo nuestra salud por vía de redención.
Esto supuesto, vamos a exponer la doctrina relativa a Cristo y a María en dos conclusiones.
1ª Jesucristo con su pasión y muerte causó nuestra salud por vía de redención. (Doctrina católica.)
Esta es la vía o modalidad más clara y terminantemente expuesta en la Sagrada Escritura y en el magisterio de la Iglesia.
a) LA SAGRADA ESCRITURA,
Hay textos abundantes para probar la redención en general y de cada una
de las esclavitudes en particular. Citamos tan sólo algunos por vía de
ejemplo:
1º De la redención en general:
«El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en redención de muchos» (Mt 20,28).
«Se entregó a sí mismo para redención de todos» 1i Tim 2,6). «Se entregó por nosotros para rescatamos de toda iniquidad» (Tit 2,14).
«Habéis
sido rescatados de vuestro vano vivir según la tradición de vuestros
padres, no con plata y con oro corruptible, sino con la sangre preciosa
de Cristo, como de cordero sin defecto ni mancha» (1 Pe 1,18-19).
2º De las esclavitudes en particular:
a) Del pecado: «En quien tenemos la redención por la virtud de su sangre, la remisión de los pecados» (Ef 1,7)
b) De la pena del pecado: «A quien ha puesto Dios como sacrificio de propiciación mediante la fe en su sangre» (Rom 3,25).
c) De la muerte: «Aniquiló la muerte y sacó a luz la vida y la incorrupción» (2 Tim i,io).
d) De la potestad del diablo: «Y (Cristo), despojando a los principados y a las potestades, los sacó valientemente a la vergüenza, triunfando
de ellos en la cruz» (Col 2,15). «Para destruir por la muerte al que
tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo» (Heb 2,14).
e) De la ley mosaica:
«Cristo nos redimió de la maldición de la ley» (Gál 3,13). «Envió Dios a
su Hijo… para redimir a los que estaban bajo la ley» (Gál 4,4-5).
b) EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA,
La Iglesia ha enseñado siempre y constantemente esta verdad fundamental
de nuestra fe. He aquí algunas declaraciones del concilio de Trento:
«El Padre
celestial, cuando llegó la plenitud dichosa de los tiempos, envió al
mundo a su Hijo, Cristo Jesús,.., tanto para redimir a ¡os judíos, que
estaban bajo la Ley, como para que las naciones que no seguían la
justicia aprendieran justicia y recibieran todos la adopción de hijos de
Dios» (D 794).
«Jesucristo nos reconcilió con Dios en su sangre, hecho para nosotros justicia, santificación y redención» (D 790).
(La justificación del impío es obra de la gracia de Dios por la redención de Cristo Jesús» (D 798).
«Si
alguno dijere que Cristo Jesús fue dado por Dios a los hombres
únicamente como redentor en quien confíen y no también como legislador a
quien obedezcan, sea anatema» (D 831).
c) LA RAZÓN TEOLÓGICA. Escuchemos a Santo Tomás 27: «De dos maneras estaba el hombre sometido a servidumbre:
a) Por la esclavitud del pecado, pues,
como dice Cristo por San Juan, «quien comete el pecado es esclavo del
pecado» Un 8,34). Y San Pedro dice: «Cada uno es siervo de aquel que le
‘venció» (2 Pe 2, 19). Pues, como el diablo venció al hombre
induciéndole a pecar, quedó el hombre sometido a la servidumbre del
diablo.
b) Por el reato de la pena con que el
hombre queda obligado ante la divina justicia, lo cual supone cierta
servidumbre, pues a ella pertenece el que uno sufra lo que no quiere, ya
que es propio del hombre libre el disponer de sí mismo.
Pues como
la pasión de Cristo fue satisfacción suficiente y sobreabundante por
el pecado de todo el género humano y por el reato de pena a él debido,
fue su pasión algo a modo de precio, por el cual quedamos libres de una y
otra obligación… Cristo satisfizo por nosotros, no entregando dinero o
cosa semejante, sino entregándose a sí mismo, que vale infinitamente
más. De este modo se dice que la pasión de Cristo es nuestra redención o
rescate».
Nótese
que el hombre, al apartarse de Dios por el pecado, se hizo esclavo del
diablo por razón de la culpa, pero quedó vinculado a la justicia de Dios
por razón de la pena que corresponde a ese pecado. La redención de
Cristo para liberar al hombre era
exigida por la justicia de Dios, no por lo que toca al diablo, que
ejercía injustamente su imperio sobre el hombre sin tener ningún derecho
a ello. Por eso no se dice que Cristo haya ofrecido su sangre, que es
el precio de nuestro rescate, al diablo, sino a Dios 28
2ª
También la Virgen María, guardadas las debidas proporciones y
diferencias con Cristo Redentor, causó nuestra salud por vía de
redención, principalmente con su compasión al pie de la cruz; por lo que
debe ser llamada y es con toda propiedad nuestra Corredentora. (Doctrina cierta y casi común.)
- Escuchemos a Roschini explicando la doctrina de esta conclusión 29:
En el próximo artículo veremos la corredención de la Virgen María por vía de eficiencia.La Virgen Santísima, además de cooperar con su compasión a la redención del género humano a modo de mérito, de satisfacción y de sccrificio, cooperó también, finalmente, a modo de redención. Es la consecuencia lógica y podríamos decir el epílogo de los tres modos precedentes, a los que nada añade de real y positivo. La redención, en efecto, es una locución metafórica que expresa por sí misma un pago del precio, hecho a Dios Padre para la liberación del género humano de la esclavitud de Satanás. Dice, pues, una liberación tanto del reato de culpa como del reato de pena. De esta servidumbre, de este doble reato, Cristo nos ha liberado con su sangre, con su vida, y especialmente con su pasión; la Virgen, en cambio, ha cooperado a liberarnos ctn su compasión, ofreciendo, no sólo la vida y la sangre de su divino Hijo (o sea, el valor meritorio y satisfactorio de la pasión), sino también sus propios dolores, o sea, el valor conmeritorio y consatisfactorio de su compasión…Esta cooperación de la compasión de María Santísima a nuestra redención es razonabilísima. La Virgen Santísima ha cooperado de modo inmediato al pago del precio de nuestra redención. Ella, por benignísima y sapientísima disposición divina, deterrninó, en el orden de ejecución del designio divino, el pago del precio de nuestro rescate, porque sólo por su libre consentimiento se realizó (la Encarnación). Cooperó, pues, formalmente a la redención, y puede, por tanto, ser llamada, con razón, verdadera y propia Corredentora del género humano»
NOTAS:
(27) III 48,4.
(28) Cf. ibid., ad 2 et ad 3.
(29) Cf. ROSCHINI, O.C., VOL I p.56-62. El pequeño paréntesis explicativo (la Encarnación) es nuestro. (Nota del autor.)
VER LA VIRGEN MARÍA CORREDENTORA 1/9
VER LA VIRGEN MARÍA CORREDENTORA 2/9
VER LA VIRGEN MARÍA CORREDENTORA 3/9
VER LA VIRGEN MARÍA CORREDENTORA 4/9
VER LA VIRGEN MARÍA CORREDENTORA 5/9
VER LA VIRGEN MARÍA CORREDENTORA 6/9