Bloody Pascua Pasque di sangue 
El libro “Pascuas Sangrientas” se refiere a las crucifixiones rituales de niños católicos y el consumo de su sangre por Judios Ashkenazy en las celebraciones de la Pascua. Estas ceremonias se llevaron a cabo según diversos estudios, al menos hasta el siglo XV. Este polémico libro escrito por el Prof. Ariel Toaff (AT), un erudito judío italiano, levantó la indignación de los rabinos amigos de los antipapas J. Pablo II y Benedicto XVI, tan pronto como se publicó en 2007.
En la primera parte de esta trilogía vimos cómo los actuales judíos, según sus propios textos,  se rigen por el Talmud y no por lo que nosotros conocemos como la Ley y los Profetas del Antiguo Testamento. En la segunda parte pudimos demostrar con sus propias máximas, contenidas en el Talmud y coleccionadas por  I. B. Pranaitis y  sin tener que acudir a fuentes cristianas, que ese libro, que se ha convertido en su única guía religiosa, está lleno de blasfemias contra Jesucristo, vida nuestra y su santísima Madre, nuestra abogada. Nos queda, pues, en esta tercera y última parte sobre el Talmud, desenmascararlo totalmente, manifestando que aquel odio que les llevó a cometer el deicidio matando al Autor de la Vida, Cristo Jesús, continua ejerciéndose ahora contra los seguidores del Mesías: los cristianos; incluso hasta la muerte de éstos, si la coyuntura les fuera propicia. Como en las otras partes del artículo hemos hecho, para evidenciar tal persecución de los judíos al Cuerpo Místico de Cristo, sólo acudiremos a lo que ellos mismos dicen en el que hoy es su máximo libro sagrado: El talmud. 


Haremos sí, una breve referencia histórica, para comparar sus máximas talmúdicas con el actuar de la Iglesia, tan diferente.

Tras un somero repaso histórico, podríamos preguntarnos ¿Qué habrá de común en estos martirios de infantes, escogidos de entre cientos de casos, muchos de ellos crímenes rituales?:  San Guillermo de Inglaterra, niño de 12 años, afrentosamente martirizado en 1144; San Ricardo de París, asesinado el día de Pascua de 1179, Santo Dominguito de Val, crucificado en Zaragoza el año 1250; el Beato Enrique de Munich, que fue desangrado y herido con más de 60 golpes, el año 1345; el Beato Simón, martirizado en Trento el año 1475; el Padre Tomás de Calangiano, martirizado en Damasco, con su pequeño criado, aún en el año 1840; el niño crucificado SRichard de Pontoise, Sebastián Porto da Buffoli (1)…y unas cuantas decenas más de fidedignos, por documentados, martirios de impúberes. Pues que todos estos mártires, en general niños, fueron víctimas del odio de los judíos talmúdicos a Cristo a lo largo de la historia y a sus seguidores, y que en el presente vuelven a ser víctimas de la jerarquía conciliar, que para formar contubernio con los que tienen por padre al diablo (Jn 8, 39 Y ss.) ha retirado a varios de estos mártires del santoral, mientras ecuménicamente reza con los que mataron a Cristo, y le siguen negando.

Se podrá contestar que esos extremismos son más propios del Medievo donde las costumbres eran más rudas, según la mitología popular y la tibieza del flojo entendimiento de los actuales cristianos. Pero en realidad toda la historia ha demostrado que la lucha teológica entre la Esposa de Cristo y la Sinagoga es permanente y durará hasta la Parusía. Alguno objetará que esos martirios, si bien fueron protagonizados por judíos, de ninguna manera puede decirse que  tales intenciones exterminadoras estén consignadas en los textos donde éstos se inspiran. Contra esto y bien al contrario, queremos demostrar, citando sólo su Talmud y sin usar de nuestros los millares de documentos cristianos, que son precisamente sus escritos contenidos en la Mischnat, Gemarah y sus Tosephot los que incitan a la perenne persecución de los cristianos.

            De cómo nombran los judíos a los cristianos  (2)


            Porque vamos a citar los propios documentos talmúdicos, será necesario conocer los distintos nombres que los judíos dan a los cristianos, dada la necesidad que tuvieron de usar eufemismos, generalizaciones o espacios en blanco para evitar las condenas, cuando deseaban referirse con ofensas a Cristo, a la Virgen María o los cristianos. Silencios, en fin, que eran llenados por la enseñanza transmitida oralmente por los rabinos a los estudiantes, como quedó confirmado en su conciliábulo de Polonia, de forma que los pupilos tuvieran claridad sobre quién se referían. Para no hacer el artículo, ya extenso en sí, mucho más largo, he aquí un sucinto cuadro de los nombres que los judíos usan para nombrar a los seguidores de Cristo:

NOMBRES
SIGNIFICADO
TRATADO TALMÚDICO
Aboda Zarah Extraño, culto, idolatras Schabbath, otros
Akum Adoradores de estrellas y planeta Schulchan Aruth, otros
Obdhe Elilim Servidores de ídolos Orach Chaiim, 215,5
Minim Herejes Schabbath, 116ª;otros
Ejemplo: “El rabino Meir denomina a los libros del Minin: Aven Gilaion (volúmenes inicuos) porque ellos los llaman Evangelios”
Edom Edomitas.De religión cambiante Kad Hakkemach, 20ª
Goi No judío o idólatra Choschen Hammischpat.En casi todos los tratados
Nokhrim Desconocidos, extranjeros Casi todos los tratados
Amme Haarets Pueblos de la tierra, idólatras Obhde Aboda Zarah
Basar vedam Hombres carnales. Synag. Jud. Cap. XII
Apikorosim Epícureos, amantes de placeres Casi todos los tratados
Kuthim Samaritanos Choschen Ham, ed Ven.
Ejemplo: En su libro ‘Idolatría’, Maimonides da el nombre de idólatras indiscriminadamente a los siguientes: Goim, Akum, Obhde  Kokhabhim, Obhde Elilim, ect.

De lo que enseña el Talmud sobre los cristianos


No nos resultarán extrañas sus calumnias,  luego de saber lo que piensan de Cristo los judíos y el desprecio que sienten por su Santo Nombre. Ninguna abominación ahorran sus escritos y los susurros  de sus bocas para describir a los seguidores del Hijo de Dios.  Un resumen de sus abundantes sentencias podría ser el siguiente. Dicen que somos idólatras, la peor clase de gente, mucho peores que los turcos, criminales, fornicadores, animales impuros, mugrientos indignos de llamarnos hombres, bestias con forma humana, dignos del nombre de bestias, vacas, asnos, cerdos, perros, peor que los perros, de origen diabólico, con almas que provienen del demonio y que vuelven al  infierno después de la muerte y que aún el cuerpo de un cristiano muerto en nada se diferencia de un animal. Citemos sólo cinco textos, entre otros muchos del Talmud, que dan fe, por escrito, del odio de los judíos a los cristianos.

LOS CRISTIANOS PEORES QUE LOS MUSULMANES:” Lo mismo se permite (usar el vino) en el caso de todos los gentiles que no sean idólatras, como los turcos (Ismaelitas). A una judía, sin embrago, no le está permitido beber el vino de ellos, aunque lo puede utilizar para su propia conveniencia. Todos los rabinos más conocidos están de acuerdo en esto. Pero como los cristianos son idólatras, ni siquiera para su propia conveniencia les está permitido utilizar su vino” (3).

LOS CRISTIANOS SIGUEN LOS MÁS BAJOS INSTINTOS: En el Aboda Zorah (15b,22a y 22b) luego de mandar que no se deje a los Goim con los animales en el granero porque sus mujeres son hipersexuales ( la edic. norteamericana dice over seded) porque se sospecha que pueden tener relaciones con ellos, relata: ”…porque cuando los hombres paganos concurren a las casas de sus vecinos para cometer adulterio con las esposas de sus vecinos, al no encontrarlas en sus hogares, fornican, en cambio, con la oveja que está en el granero. Y algunas veces aun cuando las esposas de sus vecinos se encuentran en sus hogares, ellos prefieren fornicar con los animales, porque ellos aman más a la oveja de los israelitas que a sus propias mujeres”.

LOS CRISTIANOS IMPUROS: “Cuando las mujeres judías salen del baño deben tener cuidado de encontrarse con una amiga primero y no con algo impuro o con un cristiano. Si fuese así, si una mujer desea permanecer pura, debe regresar y bañarse nuevamente” (4).

LOS CRISTIANOS SON ANIMALES: Respecto al múltiple uso de ‘cerdo salvaje’ en el Zohar, en el Kas Hakkemach y en otros para referirse principalmente a los cristianos, queda demostrado en Buxtor (lex) que dice: “Por cerdo salvaje el autor se refiere a los cristianos que comen carne de cerdo y que, como los cerdos, han destruido la viña de Israel y la ciudad de Jerusalén, y son los que creen en el Cristo suspendido”.

LOS CRISTIANOS DESPUÉS DE MUERTOS BAJAN AL INFIERNO: “todos los incircuncisos descienden al infierno”El impío Sammael (el demonio que tomó la forma de la serpiente), el príncipe de Roma (el papa) (5).

            De lo que enseña el Talmud sobre el culto  cristiano


Puesto que para los judíos talmúdicos los cristianos son idólatras, todo sus ritos y cultos también lo son. En el  Talmud los sacerdotes católicos son denominados sacerdotes de Baal, adivinos y rasurados (si son monjes); a las iglesias cristianas las llaman casas de vanidad y necedad –Beth Tiflah, -que sin embargo Buxtorf dice que habría que traducirla mejor como burdel o prostíbulo- o de adolatría (Beth Aboda Zarah) o una casa de risa malvada (Beth Hatturaph Schel Letsim). Los libros cristianos son descritos como libros de la Casa de Perdición. Las oraciones cristianas se nombran no como Tifllah, sino como Tiflah, insertan un Iod cambiando el punto, por lo que al leerlas se lee pecado, necedad. A la festividad cristiana del Domingo la llaman día de destrucción, infortunio o calamidad (Iom Ed). Dos ejemplos creemos que serán suficientes para probarlo:

SOBRE LOS CÁLICES: “A un judío que compra cálices de los Goi, que han sido rotos y arrojados, no está permitido vendérselos nuevamente a ellos, porque el sacerdote de ellos, de Baal, los volverá a utilizar para el culto del ídolo” (se lee en el Hilkoth Aboda Zarah, 10 b).

SOBRE LOS SANTOS EVANGELIOS: “El rabino Meir los llama libros heréticos, Aaven Gilaion, volúmenes de la iniquidad, porque ellos los llaman Evangelios” (esto se lee en Schabbath 116a Toseph)

            Preceptos del Talmud contra los cristianos

 



















Santo Dominguito de Val, crucificado en Zaragoza el año 1250, víctima de los judíos talmúdicos

Terminamos con una parte amarga, por lo que pensamos requiere de un preámbulo que vamos a escribir resumiendo lo que el erudito D. Marcelino Menéndez Pelayo nos ilustra en su Historia de los Heterodoxos Españoles ( I,III, Epílogo) respecto al comportamiento que las más altas instancias de la Iglesia tuvieron frente a los judíos en España, que condenó todo exceso cometido sobre ellos e impulsó a tiempo y a destiempo la predicación de la fe para la conversión de los judíos – predicación de la Iglesia absolutamente contraria al abandono que de esta obligación hicieron los antipapas Juan Pablo II, Benedicto XVI, y ahora Francisco– sin imponerlos por la fuerza al bautismo. Preferimos este recorrido por nuestras crónicas, porque en nuestro suelo patrio se escenificó, más que en otras tierras, la lucha entre La Iglesia y la Sinagoga, entre Abel y Caín.

La necesidad de este preámbulo viene determinada porque vamos a describir –no nosotros, sino sus propios textos talmúdicos- la violencia  que el Talmud prescribe contra los cristianos, de tal forma que podamos comparar la intimidación a la violencia de sus prescripciones escritas, no con nuestros inmaculados textos pletóricos de Verdad y Caridad, sino con la práctica histórica de caridad de papas y santos predicadores, aún en mitad de un terrible conflicto. Por otra parte, resulta también necesario para tratar de convencer a los incautos y atolondrados católicos, que hoy son mayoría, de que es imposible la coyunda entre los deicidas judíos y los seguidores de Cristo, excepto que aquéllos se conviertan al Verbo Encarnado, por cuya razón sí pasarían a constituirse, sólo entonces, en verdadero hermanos.

De lo visto hasta ahora se desprende que, de acuerdo a las enseñanzas del Talmud, todo judío que se precie debe cumplir con los preceptos que le fueron dados por los rabinos respecto a los idólatras, consideración ésta que tenemos, para ellos, los cristianos. Por lo tanto, el Talmud les exige evitar a los seguidores de Cristo y hacer todo lo que puedan para exterminarlos, como veremos más abajo.

Comencemos, v. g., por nuestra profunda herida sufrida como Nación, cuando apenas habíamos logrado la unidad católica y la paz, unos cincuenta años atrás con Recaredo. Ya entonces lo judíos conspiraron contra el Estado y en tiempos de Égica, traicionando así la confianza que los Concilios XII y XIII de Toledo les habían otorgado, habiéndoles concedido  inusitados privilegios a los verdaderos conversos, haciéndoles nobles y hasta  exentos de capitación. Más como aquella suave política con ellos resultó en vano y el peligro era inminente, no le restó otra opción al Rey que endurecerla. Cuando Witiza, más tarde,  se convirtió en protector de los judíos, éstos, lejos de agradecérselo, “cobraron fuerzas con su descuido e imprudentes mercedes para traer y facilitar, en tiempos de D. Rodrigo, la conquista musulmana, abriendo a los invasores las puertas de las principales ciudades, que luego quedaban bajo la custodia de los hebreos: Toledo, Córdoba, Híspalis, Iliberis”.

Pero ya había dado la Iglesia, tiempo antes, benignas muestras de protección a los judíos; por ejemplo, cuando tras la atropellada conducta de Sisebuto contra éstos, fue el Concilio Toledano IV (633), presidido por San Isidoro, quien dictaminó que se les predicase para que acogiendo el bautismo pudieran ser salvos, pero prohibiendo que a nadie se hiciese creer y bautizar a la fuerza.

Cuando las hordas de fanáticos almohades venidos de África puso a los judíos ante el dilema de abrazar el islamismo o la muerte, Alfonso VII los protege y se refugian en Castilla, trayendo a Toledo las academias de Sevilla, Córdoba y Lucena, siguiéndose para ellos una edad de tolerancia, apenas interrumpida por algún atropello, como los de Ultra (1212), del cual tuvieron que ser defendidos los hebreos, no por turcos, sino por los caballeros cristianos que lucharon  contra aquella miserable turba que deseaba matarlos.

Era vox populi, sin embargo, la acusación a los judíos no sólo de proselitismo entre sus esclavos, casi todos cristianos, a los que obligaban a someterse a la ley talmúdica a la fuerza, sino también de otros crímenes y profanaciones inauditas: “ Oyemos decir, escribe el legislador, que en algunos lugares los judíos ficieron et facen el día de Viernes Sancto remembranza de la pasión de Nuestro Señor Jesu Christo, furtando los niños et poniéndolos en la cruz, e faciendo imágenes de cera, et crucificándolas, cuando los niños non pueden aver”. “Gonzalo de Berceo, en los Milagros de Nuestra Señora, y el mismo D. Alonso en las Cántigas, habían consignado una tradición toledana muy semejante”.(6)

En el siglo XIV, la usura endémica, el arrendamiento de las rentas reales que ejercían, el ejercicio del comercio y de las artes mecánicas practicados de modo que habían esquilmado a muchísimos con malas artes, el cobro de tributos y alcabalas que concentraban cada vez más en sus manos,  habían dado gran prosperidad a los hebreos; pero ésto excitaba las quejas, más o menos de noble origen, de los cristianos; aunque  también codicias del bien ajeno de la peor especie de individuos. El conflicto estaba servido y a nadie asombrarán los durísimos edictos y las matanzas que comenzaron en Aragón y Navarra, en los cuales es de destacar los 30.000 pastores que hicieron una razzia espantosa en el Mediodía de Francia y en las comarcas fronterizas españolas contra los judíos. La Iglesia, siendo papa Celestino V, aplicó la Ley de la Caridad y excomulgó a los inicuos pastores del Pirineo , mientras que el fiel hijo de la Iglesia en aquel menester, D. Alfonso XI, acabó con los criminales pastores, aunque no lograra que lo siguieran, luego, los navarros, quienes emularon a aquellos miserables. No fue de la misma prudencia D. Pedro El Cruel, en quien su entusiasmo cristiano no era ni su primera ni mejor cualidad.

Más que a ninguno, aborrecía el pueblo a los cristianos conversos del judaísmo, rigurosos seguidores del Talmud  y de sus execrables prescripciones contra los cristianos; atraían aún más sus iras por sus crímenes, como “el asesinado Niño de la Guardia, que hoy es moda negar, pero que fue judicialmente comprobado (7), y que no carecía de precedentes históricos” -pues bastantes documentados se encuentran otros sacrilegios de sangre impúber-. “Los conversos Juan Franco, Benito García, Hernando de Rivera, Alonso Franco, etc., furiosos por haber presenciado en Toledo un acto de fe en 21 de mayo de 1499, se apoderaron, en represalias, de aquella inocente criatura cristiana llamada en el siglo Juan de Pasamontes y ejecutaron en él horribles tormentos, hasta crucificarle, parodiando en todo la Pasión de Cristo. Descubierta semejante atrocidad y preso Benito García, que delató a los restantes, fueron condenados a las llamas los hermanos Francos y sus ayudadores, humanas fieras. La historia del Santo Niño, objeto muy luego de veneración religiosa, dio asunto en el siglo XVI a la elegante pluma del P. Yespes y a los cantos latinos de Jerónimo Ramírez”, cuya traducción traemos:

“Canto los azotes, el cruel asesinato y las renovadas llagas de Cristo, y el crimen execrable de aquella nación aborrecible, la cual derramando las indómitas iras de su feroz corazón, obligó a un inocente niño a llevar en sus brazos hasta lo más alto de un escarpado monte una carga mayor que su pequeño cuerpo, y a ofrecer a la cruz sus brazos estirados(8).
         Más nunca se desentendió la Iglesia de su obligación de predicar el Evangelio y  Salvación en, por y con Cristo, a los judíos, a pasar de las orientaciones talmúdicas al odio  de los cristianos,  que con su estudio y lectura imbuían las mentes judías, la de los pocos conversos a ellos y la de los falsos conversos al cristianismo, ora por ‘fuerza‘, ora por interesados. Es fácil adivinar que los convertidos por interés, muchos de entre ellos judaizaban en secreto, y “otros eran gentes sin Dios ni ley: malos judíos antes y pésimos cristianos después”, nos dice Menéndez Pelayo. No faltaron en la Iglesia, tampoco, los grandes varones, como San Vicente Ferrer, “escudo y defensa de los infieles hebreos valencianos, con cuya predicación muchos judíos se tornaron sinceros y fervorosos creyentes cristianos”. “Cada vez era más necesario acelerar la conversión de los hebreos, para la salud de sus almas, para detener el brazo iracundo de turbas esquilmadas por la usura y para atajar el sacrilegio de la conversiones simuladas, consecuencia fatal de aquel pecado de sangre”

 
Papas y también antipapas, en medio de aquel castigo conocido con el nombre de  Cisma de Occidente, no cejaron ni un momento de cumplir con su deber de la predicación de Cristo a los judíos. Vemos, por ejemplo, cómo D. Pedro de Luna (Benedicto XIII) promueve el Congreso Teológico de Tortosa “donde el converso al cristianismo, Jerónimo de Santa Fe (Jehosuah Ha-Lorqui) sostuvo en enero de 1413, contra 14 rabinos aragoneses, el cumplimiento de las profecías mesiánicas en Cristo Jesús. Todos los doctores hebreos, menos Joseph-Albo y Rabí Ferrer, se dieron por convencidos y abjuraron de su error (el judaísmo). Esta ruidosísima conversión fue seguida de otras muchas de rabinos en toda la corona aragonesa”. Valga esto, para desvanecer los impíos prejuicios que los pusilánimes cristianos segundovaticanistas  sostienen con respecto a los católicos del medievo, y para hacer enrojecer de vergüenza a Bergoglio y sus palmeros, que no cumplen con la misión a la que Cristo nos ha convocado en todo tiempo.

Como nos narra Menéndez Pelayo: “La sociedad española cristiana acogía con los brazos abiertos a los neófitos, creyendo siempre en la firmeza de su conversión; así llegaron [los judíos] a las más altas dignidades en la Iglesia y el Estado, como en Castilla los Santa María, en Aragón los Santa fe, los Santángel,  los La Caballería, etc.”

Más no fueron todos convertidos de corazón a Cristo, sino que muchísimos otros siguieron conspirando contra la Iglesia y la seguridad del Estado ¿Qué hacer, pues, en un conflicto religioso con tales enemigos domésticos? El instinto de propia conservación se sobrepuso a todo y para salvar a cualquier precio la unidad religiosa y social, para disipar aquella dolorosa incertidumbre, en que no podía distinguirse al fiel del infiel, ni al traidor del amigo, surgió en todos los espíritus el pensamiento de la inquisición. El Consejo de la Suprema, tendría por objeto, en sus inicios, descabezar a los cristianos que judaizaban rigiéndose por el blasfemo Talmud, que exigía el exterminio de los cristianos, como inmediatamente veremos. A pesar de la protección de la Iglesia a los hebreos contra las atrocidades que las turbas desmandadas cometían contra ellos, a pesar de ofrecerles el manjar del Evangelio por boca de sus más destacados y caritativos santos, fue necesario protegerse del veneno que emponzoñaba su alma, nutridas del implacable odio que fluía de los textos talmúdicos.  Si querer ser exhaustivos, leamos algunas de sus sentencias rabínicas

            Preceptos del Talmud sobre el exterminio de los cristianos


 “A un judío se le ordena dañar a los cristianos (Goim) dondequiera que  se pueda, tanto indirectamente no prestándoles ayuda en ninguna forma, y también directamente haciendo naufragar sus negocios y proyectos”. Se conmina a los judíos a no hacerle bien a los cristianos (Zohar-1,25b-), se les prohíbe venderles sus granjas, y se les dice que es lícito robar a los cristianos:

EL LEGÍTIMO ROBO A LOS CRISTIANOS: “La vida de un Goi y todos sus poderes físicos pertenecen a un judío” (9)

“Todas las cosas pertenecientes a los Goim son como el desierto; la primera persona que llega y se las lleva puede reclamarlas como suyas” (10)

“Si envías un mensajero a recolectar dinero de un Akum y el Akum le paga demás, el mensajero se puede guardar la diferencia. Pero si el mensajero no se da cuenta, entonces tú te lo puedes guardar

AL CRISTIANO SE LE PUEDE DEFRAUDAR: “Está permitido defraudar a un Goi” (11)

AL JUDÍO SE LE PERMITE USAR LA USURA CON EL CRISTIANO: “Está permitido prestar dinero a un Akum con usura. (12)

EL JUDÍO PUEDE MENTIR PARA CONDENAR A UN CRISTIANO: “El nombre de Dios no es profanado cuando el Goi no sabe que el judío ha mentido (13)

A UN CRISTIANO EN PELIGRO DE MUERTE NO SE LE DEBE AYUDAR: “ A los Akum, ..no se les debe salvar del peligro de muerte. Por ejemplo si ves a alguno de ellos caer dentro del mar, no lo saques fuera a menos que te prometa darte dinero (14) y Maimonides, en Kilkthoth Akum (X,1) dice: “ No tengas piedad con ellos…Por lo tanto, si ves a un Akum en dificultad o ahogándose, no acudas en su ayuda. Y si está en peligro de muerte no lo salves de la muerte”.

A LOS CRISTIANOS SE LES DEBE MATAR: “A los herejes (Goim), traidores y apóstatas se les debe arrojar dentro de un pozo y no deben ser rescatados” Y hasta un cristiano merece la muerte si lo encuentra estudiando ley de Israel “Un Goi que escrudiña dentro de la ley es culpable de muerte”(15)

“Los pueblos de la Tierra son idólatras, y de ellos se ha escrito: que sean borrados de la faz de la tierra. Destruid el recuerdo de los amalakitas. Ellos están todavía con nosotros en este Cuarto Cautiverio, a saber, Los Príncipes –de Roma(los papas)-..que son realmente amalakitas”  (Zohar 1, 25a)

LOS JUDÍOS BAUTIZADOS DEBEN SER CONDENADOS A MUERTE: En Hillkhoth Akum (X,2) se dice: “ Estas cosas (supra) están dirigidas a los idólatras (cristianos gentiles). Pero también a los israelitas que dejan su religión y se convierten en epicúreos (cristianos), deben ser muertos y debemos perseguirlos hasta el final. Porque ellos aconsejan a Israel y apartan a la gente de Dios”. “Se les debe matar a los renegados que se entregan a los placeres de los Akum y que se contaminan con ellos mediante el culto a las estrellas y los planetas como hacen ellos” (16).

Que el mandato del Talmud de matar a los cristianos es cierto, se demuestra fácilmente,  porque se manda aniquilar a los que niegan la Torah, y entre estos negadores se encuentran los cristianos, en tercer lugar, según la lista que da el rabino Maimonides diciendo:  “Aquellos que dicen que Dios cambió la Ley por otra Nueva Ley, y que la Torah no tiene ya ningún valor, aunque no nieguen que fue dado por Dios, como creen los cristianos y los turcos. Todos éstos niegan la Ley de la Torah”(17). Por eso se aplica a los cristianos la sentencia que se lee en Choschem Ham (425,5) : “a aquellos que niegan la Torah…la ley ordena que se debe matar a todos esos; y los que tienen el poder de la vida y la muerte deben hacerlos matar; y si esto no se puede hacer, deben ser conducidos a la muerte mediante métodos engañosos”.

SE DEBE MATAR A TODOS LOS CRISTIANOS, INCLUYENDO A LOS MEJORES, ES DECIR, A LOS QUE SON PRO-JUDÍOS O ESTÉN EN PAZ CON ELLOS: “Se los debe matar aún a los mejores-los que son pro judíos y se mantienen en paz con ellos-.(18). En tiempos de guerra se debe matar a los Akum, porque está escrito: los buenos entre los Akum, (los cristianos pro judíos o que no guerrean contra ellos) merecen que se los mate, etc. (19)

EL JUDÍO QUE MATA A UN CRISTIANO OFRECE UN SACRIFICIO GRATO A DIOS: “Quita la vida de un Kliphoth y mátalo, y le complacerás a Dios de la misma manera que uno que le ofrece incienso a Él” (20).

Tras esta lectura, culminemos con una versión, algo libre, de las palabras del Pbro. Julio Meinvielle: ¿Será necesario advertir a los necios, que esta trilogía, no está destinada a alentar la acción pro semita ni la antisemita? Ambos términos tienden a sesgar interesadamente un problema mucho más hondo y universal, de carácter teológico. En esta cuestión no es Sem contra Jafet quien lucha, sino Lucifer contra Jehová, el viejo Adán contra el Nuevo Adán, la serpiente contra la Virgen María, Caín contra Abel, Ismael contra Isaac, Esaú contra Jacob, el Dragón contra Cristo.

Hace ya muchos años, 1936, ya escribía el Pbro Meinvielle algo que él ya veía con claridad, pero que a nosotros nos parece profético “porque la dominación de este pueblo [el judío], aquí y en todas partes, va cada día siendo más efectiva. Porque los judíos dominan a nuestros gobiernos como los acreedores a sus deudores. Y esta dominación se hace sentir en la política internacional de los pueblos, en la política interna de los partidos, en la orientación económica de los países; esta dominación se hace sentir en los ministerios de Instrucción Pública, en los planes de enseñanza, en la formación de los maestros, en la mentalidad de los universitarios; el dominio judío se ejerce sobre la banca y sobre los consorcios financieros, y todo el complicado mecanismo del oro, de las divisas, de los pagos, se desenvuelve irremediablemente bajo este poderoso dominio; los judíos dominan las agencias de información mundial, los rotativos, las revistas, los folletos, de suerte que la masa de gente va forjando su mentalidad de acuerdo a moldes judaicos; los judíos dominan en el amplio sector de las diversiones, y así ellos imponen las modas, controlan los lupanares, monopolizan el cine y las estaciones de radio, de modo que las costumbres de los cristianos se van modelando de acuerdo a sus imposiciones” .

Añadamos a estas palabras, solamente, que esta dominación de los judíos se hace también sentir desde hace tiempo en la misma Roma, porque escuchamos de la boca de los últimos antipapas dichos, o  contemplamos actos judaizantes, merecedores de la más radical reprensión, pues nadie como éstos contemporáneos se rindió nunca bajo el poder talmúdico de Ismael y Esaú.

Terminemos en comunión con San Esteban, primer mártir de Cristo a manos de los judíos fariseos, con los corazones encendidos por la caridad de la Iglesia fiel, que desea, no la muerte de los impíos. sino la salvación eterna de ellos por su conversión a Jesucristo, con aquella oración que cada Viernes Santo rezaba la Iglesia por los judíos, hasta que fue suprimida tras el Concilio vaticano II, pero que el que firma sigue rezando hoy en comunión con los confesores y mártires:

Oremos también por los pérfidos judíos para que Dios Nuestro Señor quite el velo de sus corazones, a fin de que reconozcan con nosotros a Jesucristo, Nuestro señor.

Omnipotente y sempiterno Dios, que no excluyes de tu misericordia ni aún a los pérfidos judíos: oye los ruegos que te dirigimos por la ceguedad de aquel pueblo, para que reconociendo la luz de Tu verdad, que es Jesucristo, salgan de sus tinieblas. Por el mismo Dios y Señor Nuestro

Ea, pues, estimado amigo, que los judíos no son nuestros hermanos mayores, ni adoran al mismo Dios, porque no creen a su Unigénito Hijo Jesucristo , Señor y Dios nuestro , a quien mataron entonces, resucitando por Su poder; y desde aquél instante no cesan de hacerlo con su Cuerpo Místico, siendo los primeros en caer bajo su odio deicida San Esteban y el Apóstol Santiago, hasta que se conviertan a Jesucristo y entren en su única Iglesia. Conserva la Fe que te quieren robar los falsos pastores que predican Nostra Aetate, cegados de modernismo; ciegos guiando a ciegos.

Sofronio

(1)     El Judío en el Misterio de la Historia, Pbro. Julio Meinvielle (Teólogo), Ediciones Theoría, Buenos Aires, 1975.

(2)      El talmud desenmascarado. Rev,. P. Pranaitis.

(3)    Maimónides en Hilkhoth Maakhaloth. Rvdo. P.Pranaitis; El Talmud al Desnudo).

(4)    Iore Dea (198,48) Hagah.

(5)    Rosch Hachanach, 17ª

(6)    Historia de los Heterodoxos Españoles. Ménendez Pelayo. Homo legens 2007; Vol I pag.609

(7)    El Proceso original se conserva en el Archivo de Alcalá de Henares. Una traslación de la sentencia original puede leerse en el Tomo II de los Opúsculos, de Carbonell; según las notas de la obra citada de Menéndez Pelayo.

(8)    Historia de los Heterodoxos Españoles, Tomo I, pag. 613, nota.

(9)    ARohl. Die Polem, p. 20; citado en El talmud desenmascarado. Rev,. P. Pranaitis.

(10)   Baba Bathra (54b). El talmud desenmascarado. Rev,. P. Pranaitis.

(11)   Babba Kama (113B); Ibid

(12)  Iore Dea (159,1) Ibid

(13)  Babba Kama (113a). Ibid

(14)  Iore Dea (158,1).Ibid.

(15)   Aboda Zorab (26,b). Ibid

(16)   Iore Dea (158,2 Hagah). Ibid.

(17)   Hilkhoth Teschubhah (III, 8). Ibid.

(18)  Aboda Zarah (26b, Tosephoth). Ib.

(19)  Schulchan Arukh, según las palabras de Iore Dea (158,1). Ibid.

(20)  Sepher Or Israel (177b). ibid.

(21)  El judío en el Misterio de la Historia; Pbro. Meinvielle; Ediciones Theoría, Buenos Aires, 1975.